Colombia: ¡Nuestro voto es de protesta! ¡No nos representan! ¡El 13 de marzo anule su voto!

El año pasado el pueblo colombiano libró una lucha histórica contra el régimen de explotación, opresión,
violencia y discriminación al que nos han sometido los capitalistas y sus gobiernos durante décadas. Si
no logramos echar abajo a Iván Duque fue porque la dirigencia de las centrales obreras, las organizaciones sociales y los partidos que las controlan declararon una tregua y convirtieron el Pliego de emergencia en proyectos de ley que el Congreso, controlado por los partidos de la gran burguesía, hundieron sin ningún remordimiento. Esto hizo que el gobierno no cayera por la fuerza de la movilización, canalizando la necesidad de cambio hacia las elecciones.
Ahora nos plantean que utilizando esta podrida democracia basta con ganar mayorías parlamentarias y
una presidencia “progresista” para superar la insoportable desigualdad social que nos agobia. Mienten y pretenden que caigamos en su engaño. Para lo único que puede servir la participación electoral es para tratar de presentar ante millones de personas de a pie el programa revolucionario por el que debemos luchar para resolver de una vez por todas los problemas estructurales de la sociedad y construir un orden social sin explotados ni explotadores. Ninguno de los partidos o coaliciones que actualmente aspiran a legislar y gobernar proponen ese programa. Por eso no debemos brindarles nuestro apoyo.


¿Cuáles son las opciones que nos ofrecen los opresores?


El 28 de abril del 2021 el pueblo salió a la calle exigiendo cambios profundos, lo que debilitó
políticamente al uribismo. Por eso el candidato y las listas del Centro Democrático, que reivindican los
gobiernos genocidas de Álvaro Uribe e Iván Duque, merecen el repudio general. La crisis actual del
uribismo, fruto de la lucha del pueblo, le ha impedido al régimen poner candidatos sólidos, por esto
debemos estar alerta frente al fenómeno de Rodolfo Hernández, un empresario, con tintes de populista
de derecha, que se hizo alcalde de Bucaramanga amasando una fortuna, con una falsa política
anticorrupción y, que por fuera de la maquinaria política tradicional busca mantener lo más reaccionario del régimen genocida actual. En el marco de la contienda electoral, se hace cada vez más visible la simpatía que recibe del propio Álvaro Uribe y queda en evidencia que su programa no es de cambio sino de más autoritarismo.
También debemos rechazar al llamado “Equipo por Colombia”, en el que, bajo el disfraz de la
“experiencia”, se amangualan politiqueros de oficio y parapolíticos que han desangrado por décadas las
arcas estatales en beneficio propio y de los grandes contratistas. Tampoco merece ninguna confianza la
coalición Centro Esperanza, desgarrada por el choque de intereses entre la maquinaria tradicional y los
supuestos renovadores anticorrupción. Todos ellos han gobernado y hay que desenmascarar su
demagogia, como en el caso de la alcaldesa Claudia López o el ex alcalde de Medellín Sergio Fajardo,
quienes han demostrado que están muy lejos de ser una alternativa real al régimen uribista. A todos ellos y a los sectores capitalistas e imperialistas que representan debemos rechazarlos en las urnas y enfrentarlos en las calles, como hicimos en el paro nacional.


¿El Pacto Histórico es suficiente para vencer al uribismo?


Una evaluación especial merece el Pacto Histórico: muchos jóvenes, comunidades étnicas, sectores sociales empobrecidos y clase trabajadora, hastiada con la corrupción y la violencia, ven en Gustavo Petro y sus propuestas una salida. Son comprensibles estas ilusiones, pero no las compartimos. Basta recordar que el propio Petro, en medio del paro nacional, llamó a levantar los bloqueos y a garantizar la finalización del mandato de Duque. De hecho, le sirvió de salvavidas al régimen, en lugar de ponerse a la cabeza de la movilización y llamar a derrocarlo.
Si hay alguna duda sobre cuál es el papel del Pacto Histórico, basta mirar las alianzas políticas que ha buscado, con personajes como Roy Barreras o Armando Benedetti. Destacados dirigentes del Pacto Histórico llaman incluso a la unidad con el partido Liberal, uno de los máximos responsables políticos de las precarias condiciones sociales que padece el pueblo colombiano. Ha buscado además el acercamiento y apoyo del gobierno imperialista de Biden y los partidos y gobiernos socialdemócratas del imperialismo europeo. Estas alianzas prefiguran el tipo de gobierno que haría Petro: un gobierno de colaboración con grandes empresarios nacionales y extranjeros, al servicio de sus intereses. Es decir, nos proponen cambiar de gobierno, de administrador, sin cambiar en lo absoluto las causas estructurales de la crisis actual.
La candidatura de Francia Márquez en el Pacto Histórico genera bastante simpatía en una vanguardia que ve en ella y sus propuestas la representación de las mujeres, las comunidades indígenas, campesinas y afro que han vivido en carne propia la guerra, el terrorismo estatal, el extractivismo y el papel de los terratenientes y capitalistas agrarios. Varios sectores de la izquierda se unieron a su campaña electoral en la disputa al interior de la coalición, pero esa política sólo contribuye a legitimar las alianzas con los oportunistas y sectores del imperialismo que hemos mencionado. En ese sentido, llamamos a Francia Márquez a ser coherente con los sectores que dice representar, rompiendo con el Pacto Histórico y ayudando a construir un movimiento con independencia política y de clase que enfrente integralmente al régimen uribista y las políticas de ajuste con un verdadero programa revolucionario.
Ya en otros países de América Latina los pueblos han hecho la experiencia con los llamados gobiernos progresistas, que contaron en su momento con una coyuntura económica favorable que les permitió hacer asistencialismo social. Ahora se enfrentan a la cruda realidad de la crisis capitalista mundial, la pandemia, la degradación ambiental y las tensiones bélicas con las que los imperialistas ponen en riesgo la supervivencia de la humanidad. En el momento actual, los proyectos progresistas tienen poco margen de maniobra, tienden a derechizarse más rápido que tarde y terminan reproduciendo a fondo las políticas neoliberales a favor de sus grandes aliados burgueses e imperialistas.


Construir una salida revolucionaria para vencer al uribismo


El programa por el que debemos luchar los trabajadores y los pueblos es sencillo pero radical: eliminar la propiedad privada de los medios de producción y poner la riqueza que producimos los trabajadores en manos de toda la sociedad; y eliminar las fronteras nacionales para poder planificar la economía a nivel mundial, en armonía con la naturaleza y en beneficio de todos. Solo eso frenaría la catástrofe que nos amenaza y alejaría definitivamente las crisis económicas y sociales y el riesgo de la guerra.
El capitalismo “humano” que proponen Petro y el Pacto Histórico es un callejón sin salida que tendremos que demoler, tarde o temprano, con la movilización social. A las bases honestas del Pacto Histórico, en particular a los trabajadores y la juventud de los partidos de izquierda que lo conforman, les llamamos a romper con el mal menor, a enfrentar todas las variantes de derecha y a sumarse a la lucha por un programa revolucionario en las calles, donde seamos quienes salimos al paro nacional junto a todo el pueblo explotado, quienes podamos proponer los cambios profundos que se necesitan para los cuales es necesario conquistar un gobierno de los trabajadores y los sectores populares, explotados y oprimidos.
Por todas estas razones, Impulso Socialista (Liga Internacional Socialista) y el Grupo de Trabajadores Socialistas los invitamos a sumarse a la campaña por expresar nuestro rechazo a todos los candidatos y sus programas, anulando el voto en las elecciones del 13 de marzo, para rechazar también la participación en consultas de coaliciones que defienden, todas ellas, el conjunto del régimen de explotación capitalista. Esta la mejor manera de repudiar activamente la legitimación de un Congreso de politiqueros corruptos al servicio de los grandes empresarios, corporaciones, terratenientes y banqueros.
Tenemos total confianza en que la energía de lucha desatada en el paro nacional tiene la capacidad de lograr transformaciones profundas y derrotar al uribismo. Seguramente algunos sectores de las masas expresarán la falta de opciones electorales para el pueblo trabajador votando en blanco o absteniéndose.
Las consideramos opciones válidas, pero llamamos a una expresión más categórica: ¡a protestar anulando el voto! A la vez, llamamos a todos y todas quienes vean necesario construir una salida radical a canalizar su descontento en organización.


¡Nuestra hambre, nuestros muertos, nuestra rabia no caben en sus urnas!
¡Gobierne quien gobierne, volveremos a las calles!
¡En las urnas y en las calles debemos continuar la lucha del paro nacional!
¡Al uribismo se lo derrota en la lucha, no en las urnas!