Chile: Sobre la asunción de Boric y las perspectivas

Con cierta “radicalidad” en las formas y bastante conservadurismo en el contenido, asumió Gabriel Boric dando vuelta la oscura página del gobierno de Sebastian Piñera. Quienes vivimos con intensidad y optimismo la rebelión del 2019 y peleamos por un Chile y un mundo diferente somos capaces de defender nuestro derecho a la crítica aun entendiendo que existan esperanzas en la nueva administración. En esta nota, nuestra visión y perspectiva sobre los tiempos que se vienen. 

Por Martín Miranda, Movimiento Anticapitalista

Las expectativas que despierta la asunción de Boric, en nuestro país y a nivel continental, no son simplemente un mar de buenos deseos, están ligadas a derechos por conquistar a libertades faltantes, a la posibilidad de vivir mejor. Son esperanzas asociadas a un programa relegado hace muchos años, mientras los gobernantes profundizaban la dependencia, la miseria, la violencia. Boric y su espacio político son conscientes de esta realidad y por eso no dejan de expresar las “dificultades para una transformación profunda” en cada momento que pueden. Así lo dijo Jackson algunas semanas atrás y así lo reafirmó Boric en su primer discurso en La Moneda: “Los tiempos que vienen no serán fáciles. Deberemos hacer frente a las consecuencias sociales, económicas y sanitarias de la peor pandemia que ha vivido nuestro país en más de un siglo. Será difícil, no cabe duda, pero vamos a ir avanzando con pasos cortos, pero firmes, aprendiendo de nuestra historia.” Más allá de la pandemia y la crisis económica (complejizada ahora por la invasión imperialista rusa a Ucrania) la posibilidad de cumplir las expectativas populares está en gran medida anclada a la ruptura con el modelo actual, con el neoliberalismo desembozado que marcó la agenda y contra el cuál se dio el estallido.  La apuesta de Boric a un “Chile unido” en el que incluye a sus contrincantes en las últimas elecciones, representantes directos de los 30 años, parece una coordenada que no lleva a ese camino sino más bien al de la continuidad. “finalmente la democracia la hacemos entre todos, y necesitamos de cada uno. A Yasna Provoste, Sebastián Sichel, Marco Enriquez Ominami, Franco Parisi, Eduardo Artes y a José Antonio Kast. El futuro de Chile nos necesita a todos del mismo lado, del lado de la gente y espero contar con su apoyo, sus ideas y propuestas para comenzar mi gobierno.” 

Pero si hay un lado del que no están la mayoría de esos personajes, es de nuestro lado. 

El contexto internacional y las experiencias progresistas 

En los próximos días verá la luz una nueva publicación anticapitalista en Chile para seguir esta nueva etapa y analizar a fondo todas sus características, pero rápidamente podemos decir que el contexto internacional en el que asume Boric es muy diferente al del pasado “ciclo de gobiernos progresistas”. Las expresiones más radicales de aquellos años como la venezolana, han degenerado en dictaduras sanguinarias, otras menos radicales como la brasileña o la argentina muestran un “progresismo” de baja intensidad atado a los organismos multilaterales de crédito y los mandatos imperialistas.


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Insistiendo en que dedicaremos más tiempo a esta cuestión en futuras entregas, podemos decir que las presiones institucionales del continente vendrán más bien a reforzar las expresiones menos radicales de Boric y su gobierno, a reforzar la acción política en “la medida de lo posible” sin salirse del molde del capitalismo extractivista en el cuál nuestros países ocupan el papel de semi colonias. 

El gobierno y la Convención Constitucional (CC) 

“Respeto a la autonomía de la CC” pero con una acción decidida a su interior de sostener las principales estructuras del Estado chileno, los grandes títulos de las nuevas normas traen escondidas en su interior tímidas modificaciones y en algunos casos como en la cuestión de la plurinacionalidad directamente una negativa a reconocerla en los hechos. 

Es en la CC donde el gobierno consolidó un frente de hecho con el PS y otras fuerzas que se expresa también en la integración del gabinete, aislando y combatiendo a las expresiones más radicales como los bloques de independientes. Es decir, la CC va poco a poco a construir un escenario propicio para que la moderación de Boric y su gobierno encuentren los marcos institucionales adecuados para desenvolverse. 

“Hemos llegado hasta acá con un proyecto de gobierno que puede sintetizarse en pocas y simples palabras: avanzar con responsabilidad en los cambios que Chile viene demandando, sin dejar a nadie atrás. Esto significa crecer económicamente; convertir lo que algunos entienden como bienes de consumo en derechos sociales, garantizar una vida más tranquila y segura, profundizar las libertades de todos, y especialmente de todas: en nuestro gobierno las mujeres no retrocederán en los derechos y libertades que han logrado a la largo de la historia. Nuestro proyecto también significa avanzar en más democracia y, por supuesto y como ya lo hemos dicho acá, cuidar el proceso constituyente, motivo de orgullo mundial y único camino para construir, en democracia y con todos, un país mejor. Por primera vez en nuestra historia estamos escribiendo una Constitución de forma democrática, paritaria, con participación de los pueblos originarios. Cuidemos entre todos este proceso para tener una Carta Magna que sea de encuentro y no de división.”

En estos párrafos del discurso presidencial se resumen de alguna manera sus principales tesis en este punto.  

No se trata de negar la importancia de este proceso constituyente, ni mucho menos, incluso sería muy importante que las fuerzas que intervienen por “izquierda” en la CC puedan confluir con el amplio movimiento sociales y sectores de la izquierda radical para poner en pie una nueva expresión política capaz de recordar de manera permanente el “programa de octubre” al gobierno. Pero no es con la “seriedad” de no provocar cambios profundos al servicio de las mayorías que se podrá avanzar en un nuevo Chile y no alcanza con cuidar esta democracia violenta y represiva, se trata de construir una nueva al servicio de las mayorías populares. 

La izquierda frente a lo que se viene 

Empieza una nueva etapa en nuestro país, donde los discursos y las promesas deberán comenzar a dejarle lugar a los hechos y a las acciones concretas. Expectativas y esperanzas, como ya dijimos, no son sinónimo de pasividad. Seguramente nuestro pueblo peleará como siempre lo hicimos porque esas expectativas se cumplan y sin dudas el primer lugar que tenemos que ocupar quienes creemos en la posibilidad de transformar todo es acompañando esas luchas, colaborando con su difusión y extensión. Sabiendo que no alcanza con “la verdad” sobre lo que representa el gobierno y sus objetivos, sino que deberemos hacer la experiencia junto a nuestra clase, construyendo en común las conclusiones en cada caso. 


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La mejor forma de hacer esa experiencia hoy pasa por construir organización independiente y trabajar por una unidad de las izquierdas radicales y revolucionarias junto con los movimientos sociales y las distintas expresiones obreras y estudiantiles que se desarrollen para poner en pie una referencia política nueva en el país. Habrá espacio para aquello a condición de que seamos capaces de ver más allá de nuestras narices, en la medida en que nuestra estrategia no nos impida entender que hay sectores que vienen de distintas tradiciones y experiencias, pero que podemos trabajar en común. Claro que para lograrlo debemos debatir a fondo programa y perspectivas, por eso trabajaremos desde el Movimiento Anticapitalista. 

Organízate con nosotras y nosotros 

Todas estas tareas requieren de planificación y trabajo, requieren de múltiples voluntades trabajando juntas, necesitan de paciencia y decisión. En el Movimiento Anticapitalista creemos que la mejor forma de participar de la nueva etapa que se viene es haciéndolo de manera organizada, sin que las expectativas y los deseos nos transformen en una masa desorganizada que solo puede “ver que pasa con Boric”. En el caso de que estemos equivocadas y equivocados y Boric logre transformaciones profundas o en el caso contrario, la organización independiente es la única forma de que no se pierda nuestra posibilidad de pelear por nuestros derechos. Es posible hacerlo de manera democrática y en las calles, universidades, lugares de trabajo y poblaciones. Hagamos que sea posible.