Por V. U. Arslan
La guerra imperialista que estalló en Ucrania reveló cuán frágil es el sistema capitalista mundial. Hemos visto por experiencia que la posibilidad de una guerra nuclear en un mundo dominado por la barbarie imperialista no es en absoluto una ficción distópica.
La crisis capitalista de 2007/08 había acelerado el surgimiento de tendencias que venían desarrollándose desde hacía mucho tiempo. Como resultado de este proceso, las “democracias” parlamentarias liberales están perdiendo terreno, mientras que la capacidad de liderazgo económico y político de los EE. UU. y la UE está en declive. Europa ahora brinda nuevos ejemplos de esta situación en el “corazón de la democracia avanzada”. En las elecciones celebradas en Francia, el total de votos de la ultraderecha en la primera vuelta superó por primera vez el 30%. En Hungría, el nacionalista, religioso y autoritario Orban logró una vez más ganar las elecciones.
Sin embargo, quienes identifican el proceso de sangría de las democracias liberales a favor de políticos autoritarios y demagogos como “nuevo fascismo” nos están presentando una ilusión en blanco y negro en lugar de la realidad multicolor. Entre el poder del fascismo y el funcionamiento liberal “amplio” hay muchas caras diferentes del poder (dictadura) de la burguesía. En tiempos de crisis, como ha sucedido a lo largo de la historia, el proceso constitucional liberal empieza a fallar, y la moderación da paso a la ferocidad. Motines, guerras, figuras autoritarias nacionalistas… El “proceso” que estamos viviendo es un proceso desigual, lleno de peculiaridades nacionales, en el que también asciende la lucha de clases, y es demasiado protuberante y amorfo para caber en la bolsa del fascismo.
Por ejemplo, el líder de las democracias liberales, Estados Unidos, tuvo la oportunidad de revivir su capacidad de liderazgo militar, económico y político gracias a la guerra de Ucrania. En este proceso, la palanca ideológica de Estados Unidos es una vez más el alineamiento de la democracia liberal contra los dictadores. ¡El símbolo del autoritarismo, el “mundo libre” que defiende a Ucrania contra Rusia! Esta distorsión es tan vacía como la distorsión de «antifascistas contra nazis» de Putin. Pero está claro que funciona hasta cierto punto. Véase, en Pakistán, el entusiasta de la dictadura, nacionalista, populista y demagogo Imran Khan ya ha sido removido del cargo de primer ministro en una operación “constitucional” apoyada por los Estados Unidos y que tuvo al ejército pakistaní de protagonista central. También fuimos testigos de cómo la Unión Europea tuvo que ponerse del lado de Estados Unidos en la Guerra de Ucrania. Así, han disminuido las posibilidades del eje Alemania-Francia de desarrollar relaciones económicas y políticas con Rusia y China, que son independientes de Estados Unidos. Los estados de Europa del Este ya están agrupados alrededor de la OTAN. El ejército estadounidense comenzó a desplegar nuevas fuerzas militares en Polonia, Rumania, Bulgaria y Grecia. Se puede decir fácilmente que el ganador de la Guerra de Ucrania hasta ahora ha sido Estados Unidos.
Si Putin hubiera tomado Kiev en unos días e impuesto un gobierno títere como absurdamente había imaginado, los efectos de esto en la política mundial, sin duda, habrían sido diferentes. Después de todo, las líneas principales de la división imperialista se trazan como resultado de las guerras. Sin embargo, los planes de Putin demostrarán ser una ilusión desastrosa. Como resultado, el horror del pueblo ucraniano y de los soldados rusos que fueron empujados a la guerra se convirtió en una oportunidad para Estados Unidos.
Las fuerzas de la OTAN, dirigidas por Estados Unidos, han desplegado todos los medios posibles para asestar un duro golpe militar y económico al régimen de Putin. Rusia está recibiendo duros golpes económicos, políticos y militares. Estos costos aumentarán a medida que se prolongue la guerra. Por otro lado, Rusia es un mercado enorme y, al mismo tiempo, un gigante energético muy activo. Está claro que los golpes económicos a Rusia tendrán fuertes efectos colaterales. Podemos ver las consecuencias directas de esto en el aumento de los precios de la energía y los alimentos y la inflación general. Pero Estados Unidos está preparado para enfrentar estos efectos secundarios, dejando cierta flexibilidad a sus socios. Por ejemplo, se puede tolerar que Turquía no participe en los embargos rusos, o que la UE siga comprando petróleo y gas natural a Rusia. Esta flexibilidad es esencial para que continúe el patrón restante de sanciones económicas.
La guerra fría y el mundo bipolar
Gracias a gigantes como China e India, Rusia puede encontrar nuevos mercados para su petróleo y gas natural y puede fortalecer sus relaciones con estas potencias. Esto hace especular sobre la posibilidad de una nueva bipolaridad y guerra fría. Sin embargo, en primer lugar, India no será parte de tal fiesta. Ya tienen antiguas enemistades con China. India querrá actuar de acuerdo con sus intereses nacionalistas.
Para China, la situación es algo diferente. Es el principal rival y objetivo de Estados Unidos en el reparto de los mercados mundiales y la competencia económico-militar. La parte dependiente en la relación China-Rusia es, sin duda, Rusia.
El centro de gravedad de la economía mundial se ha desplazado del Atlántico al Indo-Pacífico durante los últimos 30 años, es decir, el peso del sur y este de Asia ha dado un salto. Surgen así nuevos centros de poder económico, político y tecnológico. En este contexto, es necesario leer el acercamiento entre China y Rusia, que es lo que primero viene a la mente sobre las nuevas relaciones de alianza formadas en este contexto. Sin embargo, el factor principal que definirá la profundidad de este acercamiento será el nivel de dureza de las medidas anti-chinas que adopte Estados Unidos. China puede pensar que una ruptura rápida con el mundo occidental no le conviene, porque el tiempo corre a su favor. Cada año, China se acerca a Estados Unidos en términos económicos, militares y tecnológicos.
Desde el punto de vista militar, hasta ahora Rusia ha progresado poco a pesar de los altos costos y tuvo que retirarse de Kiev y el norte de Ucrania. Sin embargo, a diferencia de las potencias de la OTAN, Rusia tiene un régimen autoritario y la capacidad de tolerar bajas humanas masivas. Tomar el control de Mariupol y establecer la conexión terrestre Crimea-Donbass es la única ganancia que ha logrado Putin. Rodear al ejército ucraniano en el este de Ucrania o cortar la conexión de Ucrania con el mar avanzando a lo largo de la línea Mykolaiv-Odesa son los objetivos (sueños) actuales de Putin. Pero parece que los ejércitos rusos han hecho avances muy limitados y que el frente ucraniano sigue recibiendo armas de alta tecnología de Occidente. El plan de Putin de celebrar un referéndum en la región de Kherson es muy importante tanto para la mesa de negociación como para profundizar la ocupación según el curso de la guerra.
Entonces, ¿pueden cambiar las cosas en Rusia para el régimen de Putin en algún momento? Las graves consecuencias humanitarias y económicas de la guerra imperialista, como en 1905 y 1917, ¿no podrán tener consecuencias para Putin? Por ahora, el régimen de Putin ha logrado silenciar las protestas contra la ocupación con la opresión. Puede surgir un movimiento anti-ocupación en el futuro, pero no debemos olvidar que Rusia no es la vieja Rusia y que el movimiento obrero y revolucionario del siglo pasado habían creado un equilibrio político muy diferente en ese momento.
Balances militares
Es evidente en los hechos que el sistema no puede prescindir de la guerra. Recientemente, ISIS había declarado su propio Estado Islámico y sacudió al mundo. Para derrotar a ISIS, no se dejó piedra sobre piedra en ciudades como Mosul, Raqqa y Al-Bab. En Yemen, decenas de miles continúan muriendo y millones más continúan muriendo de hambre en una guerra que a nadie le importa. Ha pasado menos de un año desde que Estados Unidos admitió la derrota en Afganistán y dejó el país en manos de los talibanes. Los ejemplos se pueden multiplicar…
La Guerra de Ucrania, en cambio, se diferencia de todas ellas en cuanto a sus dimensiones y efectos. Mientras que el gigante mundial Rusia está en un lado de la guerra, ¡no es Georgia o Chechenia en el otro lado! Ucrania, que Occidente preparó para la guerra durante 9 años y apoya activamente durante la guerra, es una potencia que no se puede subestimar, con su población de 45 millones y su capacidad industrial-militar. Lo que es más importante, la histórica vena nacionalista ucraniana anti-rusa parece haber ganado una parte más grande de la población desde la guerra de 2014. Putin no encontró el apoyo que esperaba de los rusos étnicos o de las personas que viven en áreas de habla rusa. No pudo leer este hecho. Como resultado, encontró un nacionalismo ucraniano altamente cohesivo y beligerante contra la invasión rusa.
Además, el ejército ruso no estaba preparado para la guerra. Las condiciones climáticas no eran adecuadas para una invasión tan grande. Los tanques y los vehículos blindados se movían por las carreteras en convoyes porque se quedaban atascados en el barro. De esta manera, fueron fácilmente emboscados. Dado que no se pudo lograr la superioridad aérea, las patrullas no pudieron proteger los convoyes desde el aire. Tampoco alcanzaron los soldados disponibles para una invasión de esa magnitud. Además, no había motivación de combate en el ejército ruso.
Ahora Rusia ha capturado la ciudad estratégica de Mariupol con todas sus fuerzas, excluyendo la fábrica de hierro y acero. La unificación de Crimea y Donbas es muy importante militarmente. Putin logrará avances sobre el estatus de Crimea y Donbas en la mesa de la diplomacia y se contentará con ello o intentará cercar al ejército ucraniano, que se concentra en el este de Ucrania, rechazando las demandas de Kiev y avanzando en dirección norte-sur. Esto haría que la guerra se prolongue y se vuelva mucho más sangrienta.
Guerra de clases
David Beasley, director del Programa Mundial de Alimentos (WFP), le dijo a la BBC World Service que la cantidad de personas en riesgo alimentario en todo el mundo aumentó de 80 millones a 276 millones en los cuatro años anteriores a la invasión rusa de Ucrania, debido a una “tormenta perfecta” de conflictos, cambio climático y una pandemia. Como resultado, la ira de los trabajadores de todo el mundo aumenta. Las protestas en Perú, Sri Lanka y Sudán tomaron formas extremadamente radicales. Las masas están decididas a no dejar de luchar contra los toques de queda y el terrorismo de Estado. Aparte de los movimientos de protesta, observamos el desarrollo de movimientos de trabajadores industriales en países como Turquía. El descontento global está creciendo a medida que el alto costo de vida empuja a los trabajadores por debajo de la línea de pobreza y de indigencia. El aumento de los precios de los alimentos parece ser un factor principal en el aumento de fenómenos sociales relacionados con el hambre en África. Y muchos estados están muy cerca de declararse en bancarrota, como Sri Lanka, Perú y el Líbano. Como resultado, el capitalismo sigue produciendo crisis, guerras y revueltas. En este período turbulento, es vital que los marxistas revolucionarios, que pueden liderar el movimiento obrero, crezcamos en poder y nos elevemos a ubicaciones desde las cuales juguemos un papel importante.