Por Pablo Vasco
El 11 de mayo, en el campo de refugiados palestinos de Jenin, en Cisjordania, fuerzas armadas israelíes asesinaron a la periodista palestino-norteamericana Shereen Abu Akleh, reportera de la cadena televisiva árabe Al Jazeera. Nuestro compañero Alejandro Bodart, secretario general del MST argentino y dirigente de la Liga Internacional Socialista (LIS), condenó dicho crimen mediante mensajes en su cuenta de Twitter: “Esto es el sionismo, un ataque constante al pueblo palestino”, “sionistas=nazis”.
A su vez, el 15 de mayo se cumplieron 74 años de la Nakba, cuando en 1948, al otro día de creado el Estado de Israel, las fuerzas sionistas iniciaron la limpieza étnica del pueblo de Palestina: echaron de sus territorios ancestrales a 700.000 árabes, destruyeron unas 350 aldeas y cometieron más de 13.000 asesinatos. Ante el aniversario, Bodart también tuiteó un mensaje político: contra “el Estado racista y genocida de Israel” y “por una Palestina laica y democrática, del río al mar”.
El sionismo es totalitario
De inmediato, el sionismo reaccionó en forma virulenta contra Bodart y sus palabras: lo hicieron la Organización Sionista Argentina, la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas), el Centro Simón Wiesenthal Latinoamérica y B’nai B’rith Argentina, ademas de decenas de sionistas sueltos con insultos y amenazas. Y el 20 de mayo la DAIA le envió una carta-documento a él y otra al MST exigiendo retractación o ratificación y amenazando con una denuncia penal “en caso de silencio o respuesta insatisfactoria”.
Esa actitud de pretender silenciar toda voz crítica sobre los crímenes de Israel o solidaria con la lucha del pueblo palestino nace del carácter totalitario de ese Estado y de todo el sionismo. La naturaleza supremacista de ambos es evidente tanto en sus concepciones ideológicas como en la realidad: construyeron ese Estado a partir de una limpieza étnica, que incluyo ademas del robo de sus tierras, el asesinato de miles de palestinos y una represión brutal que continua hasta el día de hoy. Dicen ser el pueblo elegido por Dios y consideran a su Estado teocrático como la patria judía. Sobre esa base, utilizan el hecho cierto de que la población judía fue víctima del repudiable genocidio nazi para contrabandear hoy su repudiable genocidio contra el pueblo palestino.
El mapa de Palestina desde 1948 a hoy marca la atroz reducción territorial sufrida a manos de Israel, su aparato represivo -uno de los más poderosos del mundo- y su violento expansionismo. Con millones de refugiados en los países limítrofes, Palestina ha quedado acotada apenas a Gaza y Cisjordania, que son otros dos verdaderos campos de refugiados a cielo abierto: sus fronteras, accesos, rutas, agua, electricidad, provisiones y espacio aéreo los controla por completo Israel.
Por eso es utópica la política de dos Estados, Israel y Palestina, como buenos vecinos. Con Israel no hay paz posible, ni siquiera la de los cementerios, ya que ni esa paz respetan. Sólo si se destruye ese Estado-enclave, fiel aliado yanqui en esa región estratégica, se podrá reconstruir una Palestina única, laica, democrática y no racista, donde puedan convivir en paz todos los pueblos y religiones como lo hacían antes de 1948, ahora en el marco de una federación de repúblicas socialistas de todo Medio Oriente.
Ampliar la solidaridad con Bodart
Frente a las amenazas lanzadas por las entidades sionistas, rápidamente se han solidarizado con nuestro dirigente los cuatro partidos políticos que integramos el Frente de Izquierda Unidad; todos los organismos de derechos humanos del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia; la dirigente de la comunidad palestino-argentina Tilda Rabi, así como organizaciones y referentes de la Autoconvocatoria por la Suspensión del Pago e Investigación de la Deuda, entre otros sectores.
Por la trascendencia política del caso y porque el sionismo es un aparato contrarrevolucionario de alcance global, consideramos necesario ampliar a nivel internacional los pronunciamientos de solidaridad frente a dichas amenazas contra Bodart, como parte de nuestra batalla política permanente en defensa de la heroica causa palestina.