Desde Minsk, Dimitri Kazakov
Recientemente, ha habido muchas discusiones sobre la posible participación de Bielorrusia en la guerra contra Ucrania, del lado de Rusia. El hecho de que Bielorrusia sea cómplice de la agresión militar es indiscutible. Fue desde este territorio que ingresaron las tropas rusas que planeaban tomar Kiev en tres días. Desde los aeródromos de aquí despegaron los aviones rusos que lanzaron ataques con cohetes contra las ciudades ucranianas.
Pero ahora estamos hablando de la participación directa de las fuerzas armadas de Bielorrusia en la guerra ruso-ucraniana. Según la información de los servicios especiales ucranianos, Rusia está planeando una serie de actos terroristas en la zona fronteriza que pueden justificar la entrada de tropas bielorrusas en territorio de Ucrania y abrir así un segundo frente. El Kremlin tiene una rica experiencia en este tipo de provocaciones desde el estallido de la guerra de Chechenia, y, tal escenario, no es descartable.
Sin embargo, es imposible predecir cómo se reaccionará ante una eventual participación en la agresión rusa, teniendo en cuenta la reacción de los bielorrusos a la guerra en Ucrania, cuando, como resultado de acciones partidistas («guerra ferroviaria»), el movimiento de tropas rusas hacia el frente ucraniano se detuvo durante casi dos semanas. Como, así también, la destitución masiva de los militares bielorrusos que no querían llevar a cabo órdenes criminales. La situación en el país podría volverse bruscamente en contra del gobierno actual.
El régimen dictatorial de Lukashenko se basa únicamente en la fuerza policial y militar, la represión masiva y el apoyo económico a Rusia. Lukashenko personalmente le debe a Putin el favor de haber mantenido su poder en 2020, cuando las protestas populares se extendieron por todo el país. Solo el apoyo del Kremlin salvó al dictador de una inevitable derrota. Por tal motivo, el hecho de que el Kremlin exija apoyo a sus aliados aparece como bastante natural. En la práctica, Bielorrusia, encabezada por un dictador ilegítimo, está ocupada por Rusia, conservando solo la apariencia de un estado soberano.
Hasta ahora, Lukashenko no se ha decidido por una agresión militar directa. La principal razón es el absoluto rechazo popular a la guerra de Putin en Ucrania. Y a pesar de que no se espera una protesta abierta contra la guerra por la dictadura, la entrada de Bielorrusia en la guerra puede lanzar un nuevo proceso de movilización de las masas de una forma más radical. Los bielorrusos, a diferencia de los rusos, no sufren de un complejo imperial, y es bastante obvio que la reacción del pueblo ante las dificultades de la guerra sería extremadamente negativa para el poder.
Hay otra cuestión a tener en cuenta, Putin también está hablando de “acelerar los procesos integradores». Es decir, de la posibilidad de anexión de Bielorrusia a la Federación de Rusia, una amenaza latente hace tiempo que, de concretarse, liquidaría la independencia del país vecino, con la complicidad de Lukashenko, algo que la población ha rechazado en cada ocasión que estuvo planteando.