Sobre el nacionalismo, la guerra de Ucrania y la política revolucionaria

Por Joaquín Araneda, Movimiento Anticapitalista de Chile

La invasión de Rusia a Ucrania puso blanco sobre negro profundos debates en el campo de la izquierda acerca del carácter de la guerra, el rol de los imperialismos y el lugar que deberíamos tomar las y los revolucionarios, sobre todo de quienes actuamos directamente en el este europeo como lo hace nuestra organización hermana, la Liga Socialista de Ucrania. Este artículo pretende ser un aporte político al problema de la autodeterminación y la independencia nacional en la disputa revolucionaria, problemática que lejos está de ser un asunto meramente teórico, ya que toma relevancia militante por el acontecer de una época de contienda inter-imperialista, guerras y revoluciones. A su vez, el texto toma la posta de escritos publicados en www.lis-isl.org y se enmarca en las proposiciones de nuestra internacional para nutrir el debate y la construcción revolucionaria.

Putin, Stalin y el legado de la Rusia imperial

Para aproximarnos a los orígenes y causas se puede revisar el discurso de Vladimir Putin previo a la invasión del ejército ruso sobre Ucrania[i], en donde activó un relato que integró una amalgama confusa para impulsar su política de anexión, en un primer momento de las regiones de Donetsk y Luhansk que estaban controladas por separatistas pro-rusos, y posteriormente, al avance militar por el resto del país. Las alarmas se encendieron desde ese momento y dieron paso decisivo a la movilización militar que aún continúa y su desenlace es incierto por el empantanamiento de la avanzada, la indecisión de los agentes occidentales y la resistencia ucraniana ante el invasor.

Con dicho telón de actualidad, podemos remontarnos al estratega militar prusiano Clausewitz que desarrolló: “la guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de las relaciones políticas, una gestión de las mismas por otros medios”[ii]. E indica algunas coordenadas sobre el análisis de los movimientos bélicos de forma global en donde se mide la confrontación directa, que sucede durante el transcurso de la guerra, el alcance de ésta y su objetivo final. Entonces, es prioritario situar los objetivos que llevaron a la movilización de tropas y a su vez, cómo se ha ido desarrollando y los elementos en tensión que pugnan en las diversas trincheras. Comprender la situación actual sin confusión es sustancial y, en simultáneo, saber sobre las posibilidades próximas o lejanas, aunque intentando activar en los sucesos actuales para conectar con una política de intervención directa sobre la realidad del aquí, y ahora y no especulativa sobre un porvenir no determinado.

Por lo tanto y volviendo a Putin y el régimen actual ruso, un primer hecho es el retorno de la tradición histórica imperial de Rusia que gobernó autoritariamente hasta inicios del siglo XX y propugnó una unificación sobre el sometimiento de diversas etnias y pueblos, tomando aquello como motor discursivo en un contexto en que el capitalismo imperialista como sistema mundial venía de una profunda crisis en el 2008 de la cual nunca se recuperó a fondo, y que previo al inicio de la pandemia en 2020 venía nuevamente incubando nuevos episodios de crisis sociales y económicas profundas…  En este plano de crisis económica profunda, las guerras y los saltos en las amenazas y escaladas confrontativas, lleva a los imperialismos a rearmarse y avanzar en planes de militarización. Por ejemplo, previo a invadir Ucrania, la Rusia de Putin aumentó considerablemente hasta duplicar sus presupuestos militares, avanzando en la modernización de su maquinaria y en un salto en los negocios internacionales de venta de armas[iii].

Es por eso que el relato de Putin adquiere antes que nada una relación de negación de “otros” Estados y, en simultáneo, impugna fuertemente a quienes sí vieron la autodeterminación como motor de liberación social, a Lenin y los bolcheviques. Veamos: Les recordaré que después de la Revolución de Octubre de 1917 y la Guerra Civil consecuente, los bolcheviques propusieron crear un nuevo Estado. Tenían desacuerdos bastante serios entre ellos sobre este punto. En 1922, Iósif Stalin ocupó las posiciones tanto de Secretario General del Partido Comunista Ruso y Comisario del Pueblo para Asuntos Étnicos. Sugirió construir al país sobre los principios de la autonomía, es decir, otorgar a las repúblicas, las futuras entidades administrativas y territoriales, amplios poderes cuando se unan al Estado unificado”[iv].

Y continuó: “¿Por qué fue necesario hacer regalos tan generosos, más allá de los sueños más salvajes de los nacionalistas más celosos y, además de todo eso, dar a las repúblicas el derecho a separarse del estado unificado sin ninguna condición?[v]

Sin entrar en un análisis histórico mayor, la justificación inicial y el alza moral nacionalista reaccionario para las tropas rusas previo al inicio de la invasión se enlaza con la tradición imperial de Rusia y a su vez con la nostalgia burocrática del stalinismo: por lo tanto, la negación del bolchevismo y, sobre esa base, la consumación ideológica de un Putin encabezando una Rusia expandiéndose en un contexto de disputas territoriales por los mercados en un marco decreciente económico.

Es decir, entre el discurso ideológico y la confrontación armada asoma la continuidad de la política por otros medios y con motivo de aproximarnos al problema de la invasión y la lucha justa contra la movilización militar imperialista inmediatamente nos lleva a preguntas: ¿por qué debió Putin criticar duramente a Lenin y los bolcheviques para justificar la avanzada militar?, ¿en qué momento estamos y cuál es la tarea revolucionaria en la trinchera?

Antes de responder estas preguntas, situamos el carácter del conflicto: La guerra en Ucrania ha combinado desde su inicio dos procesos al mismo tiempo. Por un lado, la justa defensa de su soberanía por parte de Ucrania y, por otro, la agudización de los roces inter-imperialistas entre las potencias de la OTAN y los imperialismos emergentes de Rusia y China. La incomprensión de este doble carácter de la guerra, sus ritmos y la perspectiva más probable es la base de las confusiones que reinan en una parte importante de la izquierda”[vi].

Por lo tanto, su carácter dual será central para comprender la avanzada ideológica que propugna Putin y retomar las enseñanzas bolcheviques.

Bolcheviques, Lenin y la revolución en diversos idiomas

La amalgama del discurso de Putin debió apuntar a un hito de la realidad para asumir la carrera de bandos enemigos para sumar confusión en la clase trabajadora, sector social que sufre el horror de la guerra con muertes, desplazamiento y miseria. Pero en los hechos es cierto que sólo luego de la Revolución de Octubre se dieron pasos firme en los principios de autodeterminación, aunque es importante ir un poco más atrás. El triunfo de la Revolución Rusa fue antecedido por la acumulación de experiencia de las y los revolucionarios al calor de los sucesos que les tocaron presenciar: la brutal Primera Guerra Mundial y la respuesta implacable de paz; contra la acumulación feudal, tierra para las y los campesinos; y contra el hambre causado por el régimen zarista, pan para el pueblo. Aunque no fue lo único, en simultáneo apoyaron el reclamo de autodeterminación de los pueblos sometidos por el zarismo (un reclamo conexo contra la guerra imperialista), orientación política que hizo que el partido de Lenin y Trotsky pudiera hacerse de la influencia con una perspectiva clasista y socialista que terminó por conquistar el primer gobierno obrero de la historia, aunque no excepto de polémicas y visiones contrapuestas con tendencias sectarias y oportunistas.

Luego de la revolución de febrero asumió el gobierno provisional (burgués), que borró de un plumazo las promesas de independencia de las naciones como la ucraniana y la finlandesa, postergándolas para la escritura de la Asamblea Constituyente, a la que se habían comprometido a convocar, aunque los liberales y socialistas moderados ya tenían una definición para la AC de una Rusia única e indivisible, la misma posición de los zaristas. Los bolcheviques, contrarios a la política de gobernar en los márgenes de un Estado burgués, entendieron la situación de dominación de los pueblos no como mera agitación para ganar adeptos efímeros, sino como una parte íntegra de las tareas de la revolución socialista que debía extenderse y consolidarse. Es por eso que luego del asalto al poder no esperaron ni postergaron medidas decisivas y publicaron tras la revolución de octubre la Declaración de los Derechos del Pueblo de Rusia[vii], en donde sin titubeos plantearon que los pueblos de Rusia han sufrido represión, pogromos, esclavitud y contra todo eso debe ser decisiva la igualdad y la soberanía de las naciones, la autodeterminación, el derecho -incluso- a sus propios Estados. Estas medidas, junto a otras, lograron el apoyo de diversas nacionalidades, la antesala concreta de los debates para la formación de la URSS, aunque el proceso no estuvo excepto de contradicciones.

En una semana de gobierno soviético se resolvió el reconocimiento de Finlandia a la independencia, continuó Lituania, Estonia, Moldavia, Bielorrusia, Ucrania, entre otras nacionalidades oprimidas por el Imperio Ruso. Estos países estuvieron dirigidos por alas nacionalistas burguesas en muchos casos, situación que principalmente se debió a que en 1917 la revolución estalló en un país donde primaban en grandes extensiones formas feudales, en donde existían clanes no consolidados como naciones, escasa clase obrera y concentración autoritaria producto del zarismo. Por lo tanto, una vez estallada la revolución los pueblos sometidos vieron la oportunidad de liberarse, aun con todas las contradicciones que esto conllevaba por la condición del retraso feudal (elites dominantes económicas, poca educación y mala infraestructura), sobre todo en Asia Central.

El imperio zarista irrumpía en grandes extensiones territoriales ocupando en occidente una parte de Polonia, que había sido divida entre el imperio ruso, el imperio austríaco y Prusia. Tras la Primera Guerra Mundial reventaron los antiguos dominios y, con el impulso revolucionario que recorría Europa, Polonia tuvo la posibilidad de independizarse y unificar el país; los bolcheviques reconocieron sus derechos y al Comité Nacional Polaco como gobierno legítimo.

La Polonia unificada e independiente estuvo dirigida por Pilsudski, del Partido Socialista Polaco, aunque las intenciones no eran consolidar las bases para la expansión del socialismo. Pilsudski impulsó una política de golpe de efecto contra la revolución y así avanzo con el ejército polaco sobre Lituania; también había pactado con el nacionalista ucraniano Petlura para formar un frente de intervención militar en Ucrania, todo esto respaldado por las potencias occidentales en medio de la guerra civil de las jóvenes naciones soviéticas.

En este punto el bagaje revolucionario tiene enseñanzas. Por un lado, se necesitó la intervención del Ejército Rojo para hacer retroceder a la contrarrevolución hasta Varsovia, aunque y sin perjuicio de esa decisión, los bolcheviques en la negociación de paz plantearon que “la política de la Federación Socialista Rusa con respecto a Polonia se contrasta, no en ventajas militares o diplomáticas temporales, sino en el derecho absoluto e inquebrantable a la autodeterminación. La RSFSR reconoce incondicionalmente la independencia y soberanía de la República de Polonia y lo reivindica desde el momento en que se formó el Estado polaco”[viii].

Esta definición de los bolchevique es parte de la disputa histórica que brindó Lenin; ya en 1914 planteó: “Nos mantenemos firmes y sin ninguna duda: Ucrania tiene derecho a tener tal Estado [independiente]. Respetamos este derecho. No apoyamos ningún privilegio de los grandes rusos sobre los ucranianos, educamos a las masas en el espíritu de reconocer este derecho y en el espíritu del rechazo de cualquier privilegio estatal por parte de una sobre cualquier otra nación”[ix]. Entonces la relación con los sucesos en la guerra civil luego de la revolución son parte de la consecuencia revolucionaria, aun con tennsión y dificultades, por eso un siglo más tarde Putin debe apuntar las balas del discurso a Lenin y los bolcheviques.

El caso ucraniano tuvo sus propios episodios, luego de febrero se formó la Central Soviética, el Tsentralnaya Rada, que planteaba un “gobierno de todos los ucranianos” por la preponderante influencia de las alas moderadas y liberales, mientras que con aquella definición se interpretaba el derecho a la autodeterminación. El debate en los bolcheviques en Kiev, que eran minoritarios, era que la “cuestión nacional” era una tarea secundaria. Por lo tanto, no irradiaron la disputa en la recientemente conformada Tsentralnaya Rada (o en contra del organismo). En octubre, luego de la revolución, la Central fue nominada como gobierno legítimo y eso les permitió desarrollar instituciones que postergaron problemáticas centrales como la tierra; a su vez la militancia bolchevique de Kiev, al considerar como “cuestiones secundarias”lo nacional, no avanzó en una disputa implacable sobre las concepciones liberales, facilitando la penetración contrarrevolucionaria del organismo recientemente formado; es así que permitió a las alas reaccionarias proponer que Ucrania fuera un protectorado militar alemán, hecho que recrudeció la guerra civil. Las consecuencias del aislamiento de las disputas de masas y separar la política en momentos.

Nacionalismos y stalinismo en Ucrania

Estas dificultades tenían una expresión en los debates internos del partido bolchevique. Stalin plantea que la autodeterminación está supeditada al socialismo, lenguaje disfrazado de ultraizquierdista que fue coherente con la formulación del borrador que propuso cuando estaba a cargo del Comisariado de las Nacionalidades, que abordó el problema entre las repúblicas soviéticas subordinándolas al poder central en las funciones claves y solamente eran “autónomas” en temas secundarios como cultura, salud o justicia. Las repúblicas recientemente formadas se opusieron a esta concepción, al igual que Lenin y Trotsky.

Posteriormente, con la contrarrevolución, Stalin asumió el poder burocrático del partido, un hecho que responde a condiciones objetivas y subjetivas del proceso revolucionario. Entre las consecuencias de esa situación, se impulsó a los campesinos más ricos para seguir el proceso de acumulación sobre la renta de la tierra, así constituía una base social de la burocracia cimentada en los kulaks (a condición de sostener las reminiscencias objetivas del antiguo régimen). La burocracia soviética, que había logrado legitimidad sobre este sector social privilegiado, sintió el peso de alimentar económicamente al campesinado rico que exigía más y más. Por lo tanto, como típica condición dictatorial (irracionalidad burocrática), Stalin apuntó en la dirección contraria para impulsar la colectivización forzada, situación que causó entre 6 y 7 millones de muertes debido a la hambruna en diversos países periféricos como las áreas agrarias de Rusia, Asia Central y Ucrania. Esta política alimentó a los nacionalistas reaccionarios, que denominaron esta brutalidad como Holodomor (matar de hambre, en ucraniano) para culpar al bolchevismo. Estos crímenes de Stalin a su vez estaban impregnados por un fuerte chauvinismo que atacó los derechos de los pueblos y se retomó la “rusificación”, contrario a los primeros años de la revolución que otorgó un proceso de diversificar los idiomas, abrió escuelas y universidades, incluso el Ejército Rojo bajo la dirección de Trotsky desarrolló unidades en diversos idiomas, libertades básicas que fueron barridas.

La oposición de izquierda ya en esos años daba sus primeros pasos y fue Trotsky quien alertó que las políticas burocráticas terminarían dando tribuna a las esferas más reaccionarias del nacionalismo, defendiendo la tradición del partido bolchevique dirigido por Lenin de una “Ucrania de trabajadores y campesinos independiente”. Luego escribiría: “La reacción termidoriana, coronada por la burocracia bonapartista, ha dejado a las masas trabajadoras muy atrás en la esfera nacional también. Las grandes masas del pueblo ucraniano están insatisfechas con su destino nacional y desean cambiarlo drásticamente”[x].

Entonces, cuando el camarada Volkan del SEP de Turquía plantea que “El nacionalismo ucraniano ha sido históricamente de extrema derecha y ferozmente anticomunista. El hecho de que el estalinismo haya sido el responsable de esto en la historia no cambia la realidad actual.”[xi], niega la relación histórica de la lucha por la autodeterminación nacional, que fuera duramente cortada por la burocracia y eso permitió que ganara influencia la reacción. Trotsky, como se citó, alertó fuertemente sobre esta tendencia. Por lo tanto, si el camarada ve la dualidad de la guerra como expresa en su texto (hecho en que coincidimos), podremos saber que la realidad supera las directrices superestructurales en tensión, mientras que la continuidad de la guerra por otros medios, en lectura leninista, es situarnos sobre las condiciones objetivas para poder intervenir en función de la estrategia; en ella la flexibilidad táctica, aun pese a las situaciones coyunturales como la guerra, en que las tribunas nacionalistas toman fuerzas, ¿o no fue así en cada confrontación bélica? El camarada Volkan nos dice al respecto: El movimiento nacionalista ucraniano, que se opuso vehementemente a la Revolución de Octubre, tomó formas de extrema derecha ya en la década de 1920. Fundada en 1929, la OUN (Organización de Nacionalistas Ucranianos) era una organización abiertamente fascista que enfatizaba la pureza étnica. Los crímenes cometidos por el estalinismo contra los ucranianos (y todos los pueblos oprimidos) en la década de 1930 difundieron el nacionalismo ucraniano y se aseguraron de que su principal tendencia fuera la extrema derecha. En estas circunstancias, ambas alas de la OUN colaboraron con los nazis. Cuando OUN se dividió en dos, el OUN-B dirigido por Stepan Bandera era claramente pro-nazi, mientras que el ala liderada por Melnyk (OUN-M) era pro-Mussolini”. Aunque si revisamos incluso previamente la historia podemos ver que en el bando “socialista” no todos estaban por avanzar en la revolución, como el caso de Pilsudski en Polonia, y en ese sentido, la relación que establecieron los bolcheviques no fue la imposición coyuntural de quien está en el poder “sino en el derecho absoluto e inquebrantable a la autodeterminación”, aun cuando el “nacionalismo progresista” revivió las esferas más reaccionarias de las instituciones burguesas. Por lo tanto, tomando las reivindicaciones de la lucha por la independencia nacional, pese a las contradicciones y tensiones en plena guerra civil, es por eso que un siglo más tarde Putin debe alabar a Stalin para contrarrestar la tradición de Lenin.

Lamentablemente, el camarada Volkan condiciona las direcciones superestructurales con las complejidades de la clase trabajadora, aislándose y desarrollando ejemplos que parten con enunciados como históricamente el nacionalismo ha sido de derecha o izquierda, seleccionando con pinzas dónde se puede intervenir o no. Esta situación no es novedosa: como se expresó en plena revolución, las tendencias de plantear el problema nacional como “secundario” estuvieron en el seno del partido bolchevique y conllevaron errores, que tomó el stalinismo para profundizar la burocratización bajo un lenguaje ultraizquierdista. Esta confusión, de poner un signo igual entre la lucha justa de los pueblos y direcciones que actúan en la realidad, es base justificadora para alejarse de los procesos vivos de la lucha de clases, cayendo en el propagandismo estéril y, por consecuencia, abriendo espacio libre para que la derecha tome las consignas de liberación nacional.

2022: Ucrania asediada, imperialismos en disputas y la guerra como continuidad de la política

El breve repaso nos invita a sacar algunas conclusiones: la primera es que la historia del este europeo está impregnada de sometimientos imperiales inconclusos por la lucha de los pueblos, en donde las guerras mundiales fueron rapiña en su propio continente y, por lo tanto, la clase obrera debió pasar condiciones; una segunda es que la conformación de los Estados modernos tiene una data relativamente corta en donde los acontecimientos de la historia reciente están pendiente en su resolución sobre la autodeterminación y la independencia sobre el sometimiento imperialista; y una tercera es que el capitalismo en su fase imperialista debe someter a los pueblos para activar la lógica de ganancia sin contemplar libertades mínimas y que hoy está en disputa quién comanda el sometimiento de las naciones. Podemos sumar otras: por un lado, luego de la caída de la URSS la burocracia dio un salto en la consolidación de nuevos capitalistas, mientras que el mundo sucumbió a la inestabilidad; transcurridas décadas y crisis económicas profundas de por medio, la guerra implica una consumación de intentar tomar posesión de dominación sobre franjas globales, una característica de la época que transitamos. Es por eso que la guerra, más allá de lo esbozado en este texto, toma el debate sobre el rol de los imperialismos[xii].

Tomando esta perspectiva y retomando las coordenadas de Clausewitz, es sustancial poner en tensión en qué momento está la guerra en Ucrania y asumiendo el carácter doble que contiene la confrontación bélica debemos actuar en coherencia con aquello. En primer lugar, comprender que existe una “trinchera justa por la soberanía nacional”[xiii] contra la invasión, mientras que la disputa inter-imperialista es dinámica y puede cambiar, aunque tomando al estratega prusiano es central situarnos sobre el momento actual de la guerra y que las posibilidades ciertas o no ciertas queden como condición de activar hoy en la realidad. Por lo tanto, cuando el camarada del SEP dice que: “La actitud revolucionaria en Rusia es la posición de “derrotismo revolucionario”. En una situación en la que el ambiente nacionalista está afectando a Rusia y continúa la intensa represión estatal, los revolucionarios en Rusia deberían intensificar la propaganda revolucionaria contra Putin y sus oligarcas, y buscar oportunidades para protestar contra la ocupación.

“Si bien los revolucionarios en Occidente se oponen a la invasión de Rusia, también deberían exponer el expansionismo del bloque de la OTAN y señalar las políticas provocadoras que el bloque de la OTAN ha seguido desde el pasado hasta el presente como culpables de la guerra. Hay que luchar contra la creación de un ambiente nacionalista antirruso por parte de las clases dominantes y los medios de comunicación burgueses en Occidente bajo la dirección de la OTAN. Es necesario luchar por el desarrollo de un movimiento contra la guerra con un claro contenido antiimperialista”[xiv].

El derrotismo de izquierda, ya contrarrestado desde la LIS en otros artículos, puede ser parte de la política posible sobre el porvenir de la guerra que entre en una confrontación directa entre los imperialismos y pusiera en riesgo al conjunto de la humanidad, aunque hoy por hoy lo claro es que el imperialismo ruso está en territorio ucraniano y la OTAN no logra ponerse de acuerdo en el modo de nutrir su intervención[xv], aún no hay choque directo entre los imperialismos, entonces el derrotismo como consigna sólo aportará a Putin, beneficiando un campo, el campo del invasor. Asimismo, la separación de tareas según el lugar de militancia se aleja de la comprensión global internacionalista, resultando una política etapista que nutre la idea de jerarquizar aisladamente la disputa política, en vez de unificar como lo hicieron los bolcheviques, en donde la independencia y la autodeterminación eran concretas en un programa.

Y por último, esa jerarquización de tareas aisladas que propone el compañero Volkan es la incomprensión de las tareas transicionales sobre la independencia y la autodeterminación, asumiendo una postura aislacionista y comparando la superestructura con los pueblos como justificación de no intervención. Por lo tanto, la no compresión del momento que transita la guerra y, sobre esa base, la no compresión de la necesaria independencia en la batalla por la soberanía nacional como factor determinante para golpear al imperialismo. Dicha confusión sólo aportará a construir base social a la reacción derechista, sumando un error del determinismo histórico en el análisis de Volkan, similar a lo propugnado por el stalinismo, en donde la condición “evidente” impide descifrar los elementos de cambios. Por lo tanto, niega la disputa de ideas y por ende la posibilidad de revolución.

El repaso por ciertos debates históricos es para contribuir a la necesidad de activar desde una posición independiente y revolucionaria, que más allá de la acumulación de nuestra organización en Ucrania, ha logrado desde el sindicalismo libre activar una posición solidaria y de batalla directa contra el invasor para abrirse espacio político junto a la LIS, asumiendo el debate ancla por la soberanía nacional (momento determinado que transita la guerra).

Esa tarea está a prueba y el apoyo constante internacionalista sumará cualitativamente para nutrir la verdadera autodeterminación: el gobierno de las y los trabajadores y los pueblos, en unidad con todas las repúblicas socialistas del este europeo. Primicia que se hará real sólo asumiendo las perspectivas sobre la realidad dada y el consecuente accionar de las y los revolucionarios sobre los hechos concretos, pese a las contradicciones, en un análisis global y con una destacada participación internacionalista como viene haciendo nuestra LIS.


[i] Putin (2022). En http://en.kremlin.ru/events/president/news/67828

[ii] Carl von Clausewitz (1832), De la guerra.

[iii] S. García (2022), Entre guerra y más disputa imperialista. ¿Hacia dónde va el mundo? En https://lis-isl.org/2022/05/04/entre-guerra-y-mas-disputa-imperialista-hacia-donde-va-el-mundo/

[iv] Putin (2022), http://en.kremlin.ru/events/president/news/67828

[v] Putin (2022), http://en.kremlin.ru/events/president/news/67828

[vi] Bodart (2022), Un aporte sobre la guerra y los debates en la izquierda. En https://lis-isl.org/2022/07/02/un-aporte-sobre-la-guerra-y-los-debates-en-la-izquierda/

[vii] Se puede revisar en: http://grupgerminal.org/?q=system/files/1917.11.14.derechospueblosrusia.stalin.lenin_.pdf

[viii] Cita tomada en base a los tratados de paz entre la Rusia soviética y Polonia en 1920, según la fuente (Lenin) se refiere a la declaración del Consejo de Comisarios del Pueblo de la RSFSR, del 28 de enero de 1920, dirigida al gobierno de Polonia y al pueblo polaco. Se puede revisar en https://www.abertzalekomunista.net/images/Liburu_PDF/Internacionales/Lenin/Obras_Completas_LENIN_TOMO_40-K.pdf

[ix] Lenin (1914), El derecho de las naciones a la autodeterminación.

[x] La independencia de Ucrania y el confusionismo sectario. EN Socialist Appeal, 15 y 18 de setiembre de 1939. El Socialist Appeal era el periódico semanal del SWP, que luego cambió su nombre por The Militant. Trotsky contesta en esta oportunidad una crítica a un artículo que había escrito en abril de 1939, que se reproduce en Escritos 1938-1939 con el título de La cuestión ucraniana. En https://www.marxists.org/espanol/trotsky/ceip/escritos/libro6/TXIV107.htm#_ftn1

[xi] V. Arslan (2022), ¿Cómo posicionarse en la guerra de Ucrania? Algunos errores. https://www.sosyalistgundem.com/ukrayna-savasinda-nerede-durulmali-bazi-hatalar-v-u-arslan/

[xii] Gunes Gumus (2022) ¿Qué es el imperialismo? ¿Son imperialistas China y Rusia? En https://lis-isl.org/2022/03/09/what-is-imperialism-are-china-and-russia-imperialist-gunes-gumus-sep%ef%bf%bc/

[xiii] Bodart (2022), Un aporte sobre la guerra y los debates en la izquierda. https://lis-isl.org/2022/07/02/un-aporte-sobre-la-guerra-y-los-debates-en-la-izquierda/

[xiv] V. Arslan (2022), op. cit.

[xv] La Vanguardia (2022), Las armas que Ucrania pide y no tendrá. En https://www.lavanguardia.com/internacional/20220706/8388397/armas-ucrania-pide-tendra.html?utm_term=botones_sociales