El paro nacional en el Ecuador, concluyó el jueves 30 de junio luego de 18 días de lucha. Acercamos algunas de las primeras opiniones acerca del resultado de esta nueva movilización popular.
Por Alberto Giovanelli
Varios son los temas que, en algún momento, deberán considerarse para un balance general. La lucha de clases y la pelea por los derechos de pueblos y nacionalidades tiene larga historia y continuará en adelante más temprano que tarde.
Dentro de esas muchas cuestiones a tener en cuenta vale la pena considerar especialmente algunas y se trata de aquellos aspectos que han estado presentes a lo largo de los 18 días de Paro Nacional que obligaron al gobierno a sentarse y ceder parcialmente a los reclamos que dieron origen al conflicto.
Un primero resultado de la política represiva de Lasso y su gobierno nos dice que al momento se reconocen seis muertos entre los manifestantes. Hay también un muerto de las filas militares de origen campesino, cientos de heridos, una decena de personas aún desaparecidas y también una centena de detenidos por las fuerzas represivas que han ido recuperando la libertad paulatinamente.
También debemos destacar que a pesar de la violencia de las fuerzas policiales y militares a partir del arrestó a Leonidas Iza, presidente de la CONAIE, cada expresión de este tipo unificó más a las fuerzas populares y elevó la lucha. Las acciones desarrolladas en todas las provincias del país fueron sumando también participantes con sus propias agendas y reclamos, logrando una paralización casi total a lo largo y ancho del Ecuador.
El gobierno negocia y tiene que ceder
Estas condiciones, en las que la lucha creció durante 18 días y la economía se detuvo, demostraron que el gobierno no podía controlar la situación ni evitar las protestas, profundizándose así el desprestigio y debilidad política del gobierno hasta acorralarlo en lo que parecía en un callejón sin salida.
Por ello, Lasso realizó a los 12 días de conflicto anuncios de respuesta a las demandas populares que se concretaron en: aumentar el bono de desarrollo humano a $55; declarar en emergencia el sistema de salud pública; duplicar el presupuesto a la educación intercultural; subsidiar hasta el 50% el precio de la urea a pequeños y medianos productores; condonar todos los créditos vencidos hasta $3000; crédito agrícola de hasta $5000 al 1% y 30 años plazo; no habrá alza del diésel, del gas y de la gasolina extra y ecopais; no habrá ninguna privatización de servicios públicos y sectores estratégicos.
Aunque insuficientes y sin definiciones operativas, conformaron las primeras victorias del paro. Poco más adelante, el gobierno decide bajar 10 centavos de dólar al galón de diésel y gasolinas extra y ecopaís; también sacar a la venta un aceite de cocina para sectores populares con un precio 20% menor.
Luego, de idas y retrocesos, el gobierno se vio obligado a sentarse a negociar con las dirigencias indígenas (CONAIE, FEINE y FENOCIN), aceptando que se transmita su realización por medios comunitarios y solo dos cadenas comerciales. Quienes miraban estas reuniones no podían sino reconocer la justicia de la protesta.
Simultáneamente también en la Asamblea Nacional se trató la posible destitución del presidente, este no era un punto central porque se conocía que no habría los votos suficientes (se lograron 80 de un mínimo de 92 requeridos) pero fue la herramienta que el Correísmo utilizó para tratar de reubicarse durante el conflicto, en un intento de capitalizar electoralmente a futuro. Sin embargo, también el resultado en la Asamblea, es una prueba más de debilidad política del régimen y de los escollos que tendrá en los tres años restantes al pretender ejercer su rol ejecutivo.
La evidencia de que el paro continuaba e iba tomando nueva fuerza, provocó la urgente intervención de la Iglesia Católica, y la aceptación de las partes a continuar la negociación. También el gobierno tuvo que dejar en el aire el discurso que pretendía desconocer al principal dirigente indígena Leonidas Iza, sentándose con él como legítimo representante de la CONAIE
El levantamiento del paro, conquistas parciales
Finalmente, el jueves 30 por la mañana se firma un acta entre las partes cuyas resoluciones centrales son:
- Una reducción adicional de 5 centavos (total 15 centavos) al Diésel y las gasolinas extra y ecopaís. ( el pedido original de la CONAIE era de 40 ctvs. )
Frenar el proceso especulativo. - La derogatoria del Decreto 95 (el gobierno ya a menos de 24 hs de firmado el acuerdo reconoció la imposibilidad de cumplir con esta condición de la cámara empresaria minera)
- Reformas importantes al Decreto 191 (política minera).
Realizar correctamente la consulta previa a las comunidades y pueblos y nacionalidades indígenas. - Reformar la ley para que se distribuyan mayores recursos petroleros en la Amazonía, desde donde se extrae el recurso.
Simultáneamente acuerdan instalar una mesa de dialogo con presencia de los garantes con una metodología dentro de los siguientes 90 días.
Los resultados, no puede desconocerse, constituyen un triunfo parcial pero importante, de una movilización popular de inmensa magnitud. Si hablamos de triunfo parcial es porque no podemos dejar de destacar que las condiciones objetivas y el ánimo de lucha eran inmejorables para asestar un golpe de nocaut al Gobierno de Lasso. En la medida que creció el rechazo social, y el grito nacional: “Fuera, Lasso” se extendió, Iza desde la dirección de la CONAIE y el resto de los dirigentes, demostraron más apuro y casi desesperación por llegar a un acuerdo que permitiera rápidamente comenzar el proceso de desmovilización y el regreso de las comunidades indígenas llegadas a Quito hacia sus respectivas regiones.
Podemos preguntarnos ¿Por qué cuando la suerte del Gobierno una vez más estaba en manos de la CONAIE y el resto de las organizaciones estas retroceden, fuerzan la negociación y aceptan respuestas parciales a los reclamos? El pueble en las calles a dado un duro golpe al gobierno de Lasso y el FMI, pero si este sobrevive es porque desde la dirección nunca se propusieron voltearlo, por el contrario, en vez de llamar a profundizar la movilización y golpear más duro frente a un rival que estaba grogui, se contentaron con retroceder y tratar de convencer a sus bases explicando una y mil veces, que lo logrado era lo máximo que pudo conseguirse.
Esto no implica que el Gobierno vaya a resignarse. Nada se ha resuelto, por ejemplo, sobre el decreto 457 de “Lineamientos para la optimización del gasto público”, con fecha 18 de junio de 2022, que incluye la supresión de empleos públicos, eliminación de vacantes y la terminación de contratos y nombramientos provisionales y la posibilidad de aumentos en los precios de servicios públicos, punto esencial de lo impuesto por el FMI.
Las contradicciones crecen
La victoria tras 18 días de paro no implica un punto final. En las particulares condiciones del Ecuador, similares a las de toda américa latina, es un capítulo mas por un gobierno de los que nunca gobernaron.
Mientras las direcciones indígenas y campesinas se alistan y funcionan como garantía de estabilidad institucional, las viejas burocracias sindicales solo realizan declaraciones de compromiso y el correísmo actúa desde el parlamentarismo, negándose uno y otros a profundizar el proceso de movilización hasta lograr la caída de Lasso o cualquiera de los gobiernos burgueses que pudieran surgir. Nuevos altercados se avecinan ante el inminente incumplimiento de los acuerdos alcanzados en la mesa de negociación, ya que a menos de 24 horas de firmada el acta acuerdo, numerosos ministros expresaron la imposibilidad de poder cumplirlos. La dirección de la CONAIE y el resto de las organizaciones indígenas y campesinas se niegan una vez más, a asumir una responsabilidad que les impone la realidad, gobernar de una vez por todas el Ecuador. Si no hay cambios de fondo, una y otra vez se reiterara el circuito de la pelea y la negociación a costa de la vida de millones de ecuatorianos.
Es imposible reclamar al pueblo ecuatoriano mayor heroísmo en su pelea, queda como tarea impostergable superar a las direcciones reformistas que levantan falsas expectativas en las concesiones que puedan lograr dentro de una economía y sociedad capitalista que padece una crisis irreversible. Por eso es nuestra responsabilidad no agotar los esfuerzos por forjar esa dirección alternativa, anticapitalista, socialista y revolucionaria que sea capaz de acompañar a ese pueblo movilizado a superar a sus actuales dirigentes y avance hacia una verdadera y definitiva solución, la de un gobierno de los trabajadores, comunidades indígenas, campesinos y organizaciones sociales. Para que de una vez gobiernen los que nunca gobernaron.