En respuesta a la publicación de V. U. Arslan y el SEP

Por Sergio García, MST de Argentina

Días atrás apareció publicado en el sitio web del SEP de Turquía un largo artículo titulado ¿Cómo posicionarse en la guerra de Ucrania? Algunos errores. Ese trabajo de Arslan fue escrito en polémica contra un importante y muy útil texto de nuestro compañero Alejandro Bodart, quien en su artículo condensaba las posiciones políticas de la LIS y profundizaba sobre distintos aspectos la política que venimos llevando adelante, y que se resumen en tres declaraciones de la LIS sobre la guerra, que todos compartimos y difundimos.
Teniendo en cuenta lo importante que es precisar los debates sobre la guerra que recorren a toda la izquierda, es que voy a referirme al texto de V. U. Arslan, ya que lo considero equivocado por completo en toda su línea política y de análisis, y como veremos al final, también el mismo parte de un método muy equivocado. Pero arranquemos como corresponde por el debate político en cuestión.

La caracterización de la guerra y la política

En el texto que publica el compañero del SEP de Turquía se desarrolla una serie de equivocaciones en la relación entre la caracterización de la guerra y la política, y también errores metodológicos y políticos en torno a otras cuestiones como campo militar y campo político, ubicación de los distintos imperialismos, la caracterización de Ucrania y la política hacia los nacionalismos, todas cuestiones que lo llevan a caer en profundos errores a la hora de explicar qué hay que hacer en Ucrania.
En primer lugar, sobre la caracterización de la guerra, dice en su texto: “en primer lugar, es necesario comprender el carácter dual de la guerra en Ucrania. Por un lado, Rusia, una fuerza imperialista, está ocupando el territorio de un estado soberano; por otro lado, hay un ajuste de cuentas entre los imperialistas en Ucrania. Por lo tanto, sería un gran error definir la guerra en Ucrania unilateralmente como una guerra nacional o la ‘Guerra de Independencia Nacional Ucraniana’.”
En verdad este no es un debate en la LIS, ya que desde un inicio definimos que la guerra tenía dos componentes y que la única política correcta era responder a los dos y no tener políticas unilaterales. Así lo definen todos nuestros textos públicos y la política que venimos levantando desde el inicio de la guerra. Siempre tomamos el primer elemento (la invasión rusa) para exigir su retiro y solidarizarnos con el país invadido y la resistencia ucraniana. Y a la vez lo combinamos con la denuncia permanente de la OTAN y del régimen de Zelenski, para responder al segundo elemento de la guerra, que son los roces y disputas inter-imperialistas y los planes expansionistas del imperialismo occidental. De hecho, el artículo de Alejandro Bodart está escrito correcta y sólidamente sobre estos parámetros políticos.
Lo que en realidad sucede ahora es que son los compañeros del SEP quienes dejan de lado la caracterización de la guerra y caen en una política unilateral, porque pese a decir que la guerra tiene dos componentes abandonan el primero de ellos: la necesidad de apoyar la lucha justa del pueblo ucraniano por derrotar al imperialismo ruso, que es el país invasor.

Derrotar al imperialismo ruso, derecho elemental del pueblo ucraniano

En ningún lugar de su largo texto V. U. Arslan se posiciona por la derrota de Rusia. Por el contrario, se dedica a explicar los problemas que tendría que Rusia perdiera, porque eso fortalecería a EE.UU. Y en forma insólita dice que: “La declaración del camarada Alejandro de que los revolucionarios deben trabajar con todas sus fuerzas para luchar por la derrota de Rusia significaría un peligroso acercamiento a la línea de la OTAN”. Es decir que el SEP no está por la derrota del país imperialista invasor, lo cual es una capitulación política absoluta al imperialismo ruso y una incoherencia con todas las declaraciones de la LIS que los compañeros suscribieron, y en las cuales le damos apoyo al pueblo ucraniano.
Esta política que ahora nos propone el SEP para Ucrania, de no trabajar con todas las fuerzas por la derrota de Rusia, nos colocaría dentro del país invadido del lado del ejército invasor. Y es una política que hace imposible jugar un rol revolucionario dentro de Ucrania, porque no hay ninguna política revolucionaria en un país invadido que comience por no querer que los invasores imperialistas sean derrotados. La posición del SEP en este tema no resiste ni un diálogo de un minuto con un obrero o activista de izquierda ucraniano, que tiene el justo derecho a defender su país semicolonial, frente a una invasión imperial, y no sólo tiene el derecho sino la obligación militante de ser parte de esa lucha.
Además, con el razonamiento equivocado de los compañeros del SEP que colocan en el centro cómo quedarían EE.UU. y la OTAN si gana Ucrania, casi no se podría impulsar ninguna lucha justa en el mundo, porque por ausencia de direcciones revolucionarias con peso de masas, siempre aparecen sectores derechistas que quieren aprovechar las victorias de una movilización para fortalecer sus propios proyectos. La política revolucionaria no puede decidirse por eso, que es parte de la realidad, sino por las necesidades concretas. En este caso; ¿es una guerra justa la de un país semicolonial invadido como Ucrania? ¿Su pueblo tiene derecho a defenderse y derrotar a los invasores? Por supuesto que sí, y entonces la tarea de cualquier obrero ucraniano es ser parte de la resistencia de su país y luchar por derrotar a Rusia, y no hay ninguna política revolucionaria en Ucrania que no parta precisamente de ser vanguardia en querer que Rusia pierda y tenga que irse, y junto con eso denunciar con fuerza a la OTAN y todos sus planes para la región. No partir de querer que la guerra justa de un pueblo invadido se gane es propagandismo, abstencionismo y en los hechos capitulación al imperialismo ruso.
A partir de tener claridad de esa política, además creemos que efectivamente la derrota de Rusia generaría cambios enormes en toda esta enorme región, habilitaría el despertar de la clase obrera rusa, en la lucha contra su propio régimen que quedaría muy debilitado. Cambiarían las condiciones de lucha no sólo en Ucrania sino en todos los países de la zona como Bielorrusia, Kazajistán y tantos otros. Incluso el derecho a la autodeterminación en algunas regiones sólo puede llevarse a cabo tras la derrota de Rusia y su salida de esas zonas, porque no hay autodeterminación con tanques opresores adentro. A la vez EE.UU. y la OTAN lógicamente pretenderán apropiarse de ese triunfo, como siempre sucede, de hecho ya Rusia los ha fortalecido desde que invadió Ucrania, dándoles una excusa para reorganizarse y votar aumentar todos sus presupuestos de guerra, como lo venimos denunciando. Por eso, como lo venimos haciendo desde el primer día, tenemos que criticar duramente toda la política de la OTAN y enfrentar sus planes político-económicos, como también ya lo vienen haciendo nuestros compañeros de la Liga Socialista Ucraniana, enfrentando desde Kiev las políticas del gobierno de Zelenski dentro de Ucrania.

Todavía no hay una guerra inter-imperialista

En su texto, el compañero del SEP define que “Para evitar una guerra mundial nuclear, la OTAN-EE.UU. no participa directamente en la Guerra de Ucrania con su propio ejército. Pero apoyan a Ucrania con todas sus fuerzas en todos los demás campos excepto este”. Lo que sucede es que en política toda media verdad termina siendo algo incorrecto. Porque efectivamente la OTAN apoya a Zelenski, le envía armas, dinero y quiere extender su dominio hacia el este de Europa. Pero también es verdad que la OTAN ha decidido hasta ahora no entrar en guerra directamente, y por eso no envía tropas, ni le bloquea a Rusia el espacio aéreo como pide el gobierno de Ucrania, ni tampoco le envía a Ucrania las armas más sofisticadas de largo alcance. Y todo esto lo acaba de volver a reafirmar en la reciente Cumbre de la OTAN.
Bien se explica esto en un artículo titulado Las armas que Ucrania pide y no tendrá, donde se aclara lo siguiente, en relación a una de las más sofisticadas y agresivas armas que tiene el ejército de EE.UU. y que no envía a Ucrania: “los Patriot no llegarán a Ucrania por dos principales motivos que se podrían agrupar en uno: no provocar a Rusia más de la cuenta”. Además, esas armas de largo alcance que pide Zelenski “requiere personal muy especializado y, en las actuales circunstancias forzaría el despliegue de personal norteamericano en suelo ucraniano… su eventual despliegue sería visto por Moscú como una implicación directa norteamericana”. De ahí que en la Cumbre de la OTAN Zelenski volvió a explicar que sin armas más modernas y eficientes no pueden frenar a Rusia en la región del Donbass, algo evidente, porque allí vienen avanzando las tropas de Putin con victorias parciales las últimas semanas.
Entonces, los hechos de la realidad ratifican la caracterización de la guerra que desde un inicio hicimos en la LIS: una guerra que combina una lucha justa de un país semicolonial por defenderse de una invasión imperialista y un salto en los roces y disputas inter-imperialistas, sin que todavía sea una guerra mundial inter-imperialista. Y se ratifica así la política que venimos levantando dentro de Ucrania y en todo el mundo.
Lógicamente, si en algún momento cambia la realidad y la OTAN ingresa directamente en guerra cambiará la situación, también nuestra política y el eje pasará a estar allí. Hasta que no sea así, nuestra política se articula por la exigencia del retiro de las tropas de Rusia de Ucrania, por el apoyo a la resistencia para que gane la lucha militar contra los invasores, y por la denuncia permanente de todos los planes de la OTAN en la región, exigiendo su salida del Este europeo y su disolución.

Definiciones equivocadas de Rusia y Ucrania

Volviendo sobre la OTAN, EE.UU. y los distintos imperialismos, en su texto, y en el afán de demostrar que Ucrania no sería tan débil ni Rusia tan fuerte, el texto del SEP da definiciones equivocadas sobre ambos países.
Sobre los imperialismos aclara que “Estados Unidos, que hizo su propia guerra a través de Ucrania y movilizó a la OTAN en esta dirección, sigue siendo una potencia global en la cima de la jerarquía imperialista. Rusia, por otro lado, es una fuerza regional en la tercera categoría en la jerarquía imperialista”. Con esa definición mezclan insólitamente la caracterización general y mundial de los distintos imperialismos, donde claramente EE.UU. es mucho más que Rusia, con la caracterización de esas dos potencias en la zona del conflicto. Porque en todo el Este europeo Rusia no es “la tercera categoría en la jerarquía imperialista”, sino el principal imperialismo opresor de todas las naciones. Así es su rol en la realidad y así lo ven millones de obreros y las poblaciones que repudian la política del régimen de Putin. Decir en esta polémica que Rusia es de tercera categoría es falsear la realidad de esta inmensa región del mundo, a los efectos, de nuevo, de capitularle.
Del mismo modo, pero en sentido contrario, también el texto del SEP busca demostrar que Ucrania es más fuerte de lo que es; por eso dicen que “minimizar las fuerzas de Ucrania, que cuenta con el apoyo de la superpotencia, mientras se exagera la capacidad de Rusia, no contribuirá a un análisis revolucionario”. De hecho, en todo el artículo nunca define a Ucrania como lo que es en verdad: un país semicolonial. Pero sí lo destaca como un “Estado soberano” apoyado por todas las potencias occidentales. Pero el carácter semicolonial de Ucrania es innegable y la superioridad imperialista rusa en el plano militar también. Y, además, para realmente ser Ucrania un país soberano en primer lugar tiene que liberarse del país invasor, que le está destruyendo no sólo miles de vidas, sino parte importante de su aparato productivo, que le costará años reconstruir. Y para liberarse tiene que ganar su guerra justa; para eso, como bien dice la declaración de la LIS, nuestra tarea es: “Apoyar la resistencia popular ucraniana y su derecho a defenderse de la brutal agresión rusa con todos los medios a su alcance”. Y no sentarnos a analizar desde afuera qué tan fuerte o no es Rusia o qué tan débil o no es Ucrania.

Malvinas y la guerra chino-japonesa: dos ejemplos históricos que contradicen al SEP

Dice el texto de V. U. Arslan que: “La posición de los revolucionarios ucranianos es la defensa revolucionaria. Deben tener como objetivo establecer organizaciones de auto-resistencia de los trabajadores independientes de la burguesía, todo tipo de elementos reaccionarios y las fuerzas de la OTAN. Desafortunadamente, es una situación objetiva que las fuerzas de los revolucionarios ucranianos son muy limitadas”. La frase como tal es incoherente, propone una cosa y a renglón seguido aclara que es muy limitado el poder de los revolucionarios para hacerlo. Es decir, es un consejo que no sirve para nada. Además, la realidad de la guerra hoy es que la clase obrera y el pueblo ucraniano, y a su lado los pocos anticapitalistas y socialistas que allí activan, están de una u otra forma en la resistencia activa contra el ejército invasor. Más de 300.000 trabajadores se sumaron al frente de batalla, porque, aunque el SEP no lo tome en cuenta, en las guerras hay un campo militar invasor y un campo militar que resiste esa invasión. Y en ese campo de la resistencia actúan todas las fuerzas políticas y sociales. El compañero del SEP define correctamente que el poder de los revolucionarios es muy limitado, pero les aconseja tareas imposibles en ese contexto, como centrarse en construir sus propias autodefensas que, en el contexto actual de guerra, no podrían ni combatir ni tener siquiera armas, si no tienen una relación militar con el ejército regular. Y comete ese error infantil por no comprender algo elemental del marxismo, que es la diferencia entre campo militar y campo político.
Como hemos visto en muchos ejemplos históricos, cuando una potencia invade un país semicolonial, los revolucionarios debemos estar en el mismo campo militar del país oprimido y separados por completo de las fuerzas burguesas en el campo político, desarrollando nuestro programa y nuestra organización de clase. Así pasó por ejemplo en la Guerra de Malvinas: nuestros militantes se anotaban para ir a la guerra contra Gran Bretaña, y la única posibilidad que tenían era enlistarse en el ejército regular dirigido por una dictadura pro EE.UU., a la vez que la denunciábamos.
No está de más recordar que, por ejemplo, el trotskismo inglés de entonces se negó a apoyar a Argentina en esa guerra, y usaba como argumentos que había una dictadura de derecha al frente, que no se podía combatir junto a ellos, que si ganaba se fortalecía la dictadura pro EE.UU., toda una serie de justificaciones para capitularle al imperialismo inglés. Ahora V.U. Arslan razona en forma similar: se opone a que militemos activamente por la derrota de Rusia y no quiere estar en la resistencia del pueblo contra Rusia porque al ejército lo dirige Zelenski y hay nacionalistas en el frente. Así por supuesto le regala la vanguardia de esa lucha a los nacionalistas, que aparecerán como combatientes ante la población, mientras el SEP nos propone generalidades abstractas, tales como su propuesta: “los revolucionarios deben desarrollar sus propias fuerzas organizadas sobre la base de una actitud de clase independiente. Al hacerlo, debe tenerse en cuenta que los oligarcas de Kiev, el gobierno de Zelensky y otras organizaciones nacionalistas son nuestros enemigos de clase”. Es decir, propone la nada misma. La política de un abstencionismo absoluto, justo en medio de una guerra de ocupación, cuando hacer propaganda y no actuar en la realidad es la peor de las capitulaciones políticas.
Finalmente, y volviendo sobre qué actitud tomar ante esta guerra, el compañero del SEP también se equivoca, con un notorio desconocimiento, cuando hace referencia a la guerra chino-japonesa. V. U. Arslan dice en su texto que: “La invasión del Japón fascista e imperialista a la China colonial, un ejemplo presentado por el compañero Alejandro Bodart, tampoco explica la situación en Ucrania hoy … Ni Irak ni la China de la década de 1930 eran las superpotencias del mundo. Pero hoy, EE.UU. y el Bloque de la OTAN en su conjunto apoyan a Ucrania en todos los aspectos”.
En realidad, el ejemplo traído por Alejandro Bodart es muy oportuno, y la realidad histórica es exactamente al revés de cómo la presenta en su texto el SEP. China se defendía de la invasión japonesa, y recibía el apoyo de EE.UU. que, como parte de su disputa inter-imperialista, quería debilitar a Gran Bretaña en esa región del mundo y a Japón en particular garantizando su derrota ante China. Algo muy similar a lo que hoy sucede en la disputa entre la OTAN y Rusia. Y en ese contexto, de guerra de liberación nacional justa de China, Trotski recomendaba hacer lo siguiente, en su escrito Sobre la guerra chino-japonesa: “Hablar de ‘derrotismo revolucionario’ en general, sin distinguir entre países explotadores y explotados, es hacer una caricatura miserable del bolchevismo y poner esa caricatura al servicio de los imperialistas… Chiang Kai-shek es el verdugo de los trabajadores y campesinos chinos. Pero hoy se ve obligado, a su pesar, a luchar contra el Japón por el resto de la independencia de China. Mañana podrá traicionar nuevamente. Es posible. Es probable. Incluso es inevitable. Pero hoy está luchando. Sólo los cobardes, canallas o completos imbéciles pueden negarse a participar de esta lucha”.
Y la IV Internacional tomaba en cuenta también el accionar de EE.UU. en apoyo material a China y decía en su declaración del Comité Ejecutivo Internacional de marzo de 1941 lo siguiente; “Los revolucionarios deben explicarles a las masas chinas que la alianza de su burguesía nacional con el imperialismo norteamericano es la consecuencia inevitable de la dirección reaccionaria dada por Chiang Kai-shek a la guerra contra Japón; deben explicar que el aplastamiento de todo movimiento independiente a favor de reformas sociales y, seguidamente, la alianza con Washington son dos aspectos de la misma política, y que esta política no puede asegurar la emancipación del país, ni hacer avanzar la liberación social del pueblo chino… Pero esto no les impedirá a los revolucionarios seguir estando a favor de la victoria de los ejércitos chinos contra el invasor japonés. La alianza Washington-Chong King y el torrente de ayuda material americana al régimen de Chiang Kai-shek no eliminarán la tarea de echar al imperialismo japonés del suelo chino”.
En resumen, la política que expresa el SEP en su artículo no tiene nada que ver con la política histórica del leninismo y el trotskismo frente a este tipo de guerras, y además rompe con los lineamientos generales de todo lo hecho y escrito por la LIS en estos cinco meses, donde desde una crítica permanente a la OTAN y al gobierno de Zelenski, igualmente apoyamos a la resistencia y su derecho a derrotar al ejército invasor ruso, como una tarea de primer orden de la que tenemos la obligación revolucionaria de ser parte.

Sobre nacionalismos y propaganda pro-rusa

Otro debate en el cual el compañero del SEP vuelve a caer en posiciones propagandísticas, y por ende equivocadas, es en torno al nacionalismo. Parte incluso de escribir una frase falaz, al decir que: “La presencia de cierta simpatía por el nacionalismo ucraniano se percibe claramente en el artículo del compañero Alejandro”. Lo que en realidad se siente claramente es que Alejandro, como cualquier revolucionario serio y coherente, no puede ignorar la existencia de los movimientos nacionalistas en países oprimidos, menos en medio de una guerra. Y, por lo tanto, a partir de eso tiene que pensar qué política tener para disputarles la dirección a esos sectores, debilitarlos y fortalecer así una organización de clase, socialista y revolucionaria. Además, el texto de nuestro compañero Bodart lógicamente parte de tomar como falsas las campañas de la propaganda de Putin sobre que en Ucrania sólo hay fascistas y derechistas.
Insólitamente, el texto de V.U. Arslan del SEP hace lo opuesto. Sólo se dedica a repetir los argumentos completos de la propaganda imperialista rusa, y nos da una visión monolítica y antidialéctica del nacionalismo ucraniano, reduciendo toda la realidad a un esquema funcional a los invasores: el nacionalismo es todo de derecha y extrema derecha, así ha sido siempre y así será, y no se puede decir que son combatientes por la liberación nacional ni estar en la misma lucha militar con ellos. Toda una argumentación similar a la que escriben las fuerzas campistas del mundo, ni más ni menos.
A la vez, en su intento por demostrar que todo el movimiento nacionalista es de extrema derecha fuerza la realidad, tiene que buscar datos electorales y parciales de hace 10 años atrás, datos que además no demuestran que todo en Ucrania sea de “extrema derecha” ni en ese momento ni menos todavía hoy. Lo que pierde de vista el SEP es que las definiciones tienen que ser dialécticas y permitir ver cambios, perspectivas, atender las oscilaciones que siempre pueden tener los movimientos nacionalistas, tal cual enseñaba Trotski. Y además, partir del hecho de que en Ucrania hay un nacionalismo de un país oprimido, no de un país opresor.
Además, lo que ni se detiene a pensar el compañero del SEP es que si los revolucionarios queremos ganarles la dirección de la clase obrera a los distintos nacionalismos, lo primero es ser vanguardia en la resistencia al país invasor, algo que él no propone ya que, como vimos, ni siquiera propone que Rusia sea derrotada. ¡Qué gran favor les hace esa política abstencionista a los nacionalistas!, que quedarían como los únicos héroes de la lucha de liberación nacional, aunque el camarada Arslan quiera taparse los ojos y no verlo.
Nuestra tarea en un país semicolonial, más allá de si hay movimientos nacionalistas de derecha, de centro o más de izquierda, en todos los casos es disputarles la dirección y arrancarles sectores de sus bases sociales para una política independiente, de clase, revolucionaria. Y en este caso, al haber una ocupación militar imperialista sobre el país, no hay ninguna disputa que podamos dar si no somos mejores combatientes que los nacionalistas. La realidad es que en la resistencia están todos los sectores políticos y sociales, no es algo que nosotros decidimos sino la realidad. Y hay que tener una política independiente y de clase partiendo de esa realidad y no de una realidad imaginaria.
Por lo tanto, no se trata de hacer falsas polémicas con este tema. Nuestra estrategia en Ucrania es construir nuestra organización política socialista, independiente de todos los sectores burgueses, reformistas y nacionalistas. Cuanta más fuerza ganemos mejor nos irá en la tarea de enfrentar a todo el resto, y en el contexto de guerra, esa fuerza sólo la podemos ganar siendo parte de la resistencia, no regalándoles ese rol a los nacionalistas. Pero lo que no se puede hacer es ignorarlos o contentarnos sólo con definiciones generales.

La construcción de partido revolucionario y el método internacionalista

Los debates políticos en medio de una guerra, en última instancia, se ponen a prueba en el avance o no de la implementación de la política y sus resultados. Y esto se expresa finalmente en si avanzamos en construir partidos revolucionarios, ya que el mayor oportunismo político es no construir partido. En este sentido, la política que propone el SEP para Ucrania es oportunista y no permite construir nada, porque ningún honesto obrero o joven que simpatice con la izquierda va a querer estar con la LIS si no nos ve en la primera línea de querer derrotar al ejército invasor ruso. Es algo tan elemental que no resiste un minuto de debate. En cualquier reunión o asamblea del pueblo ucraniano serán vistos como traidores quienes en primer lugar no luchan por la derrota de Rusia.
A nuestro modo de ver los camaradas del SEP terminan por expresar en el artículo de Arslan un análisis y una política completamente equivocada, propagandista y abstencionista ante la guerra, de principio a fin. Mucho de esto tiene que ver, evidentemente, con debilidades político-teóricas de su formación y su escaso desarrollo, donde reflejan una notoria desjerarquización de la importancia de las causas nacionales y antiimperialistas en países oprimidos, en las cuales los revolucionarios no podemos ser abstencionistas sino militantes de la primera línea.
Y si algo es además notorio es que el método de donde parte su política no es el de un sano internacionalismo revolucionario, sino de una limitada visión nacional. Ya que toda la política que nos proponen y aconsejan, jamás tomó en cuenta lo que dicen ni hacen nuestros propios compañeros de la Liga Socialista Ucraniana en su país, que hace cinco meses resisten una invasión. Y un método internacionalista siempre parte de elaborar en común con los militantes marxistas que están allí, ver qué están haciendo, escucharlos, acompañar su experiencia y valorarla, viajar allí a conocerla, estar dispuestos a aprender también de esa experiencia. Y a partir de hacer eso, obviamente un internacionalista propone, incorpora cosas, puede ver puntos débiles a mejorar y puntos fuertes. Lo que no ayuda en nada es pararse desde lejos con una actitud profesoral, ajena a la intervención política concreta de los militantes ucranianos de la LIS en el país invadido.

Una cuestión de método que hace a la esencia de la LIS

Finalmente, aclarada la opinión sobre el debate político frente a la guerra, queríamos marcar una importante diferencia de método. Como decía al inicio de este trabajo, el artículo de V.U. Arslan apareció publicado repentinamente en el sitio web del SEP, iniciando con él una polémica pública, algo que es muy equivocado, por partida doble. Por un lado, se violenta así el propio estatuto de la LIS que claramente dice que se desarrollarán todos los debates que sean necesarios en las instancias orgánicas de la internacional, no por fuera de ellas. Y a la vez el camarada V.U. Arslan se pasa por encima de la última reunión del Comité Ejecutivo Internacional de la LIS en la cual participó, donde de común acuerdo todos los miembros del CEI habíamos quedado en realizar una nueva reunión y encaminar los debates políticos que existen a través de un BDI para nuestra militancia, y no a través un debate público que debilite a la LIS y deteriore la relación entre los dirigentes.
Además, en dicha reunión, Arslan no hizo ninguna mención crítica al artículo de Alejandro Bodart que fue valorado positivamente por la totalidad del resto de los miembros del CEI. Y sin embargo dos semanas después, aparece con una polémica pública atacando dicho texto. Está claro que el camarada del SEP tiene todo el derecho a defender las posiciones políticas que considere, en la LIS todo debate político hay que hacerlo a fondo y no hay que esconder matices o diferencias. Pero los debates tienen que hacerse por los canales orgánicos que todos acordamos y votamos en un Congreso, que hace a la esencia de un sano régimen leninista y trotskista, y no pasando por encima de los mismos. El SEP tiene que reflexionar sobre su política, que lo acerca peligrosamente a posiciones campistas, y sobre su metodología para debatir, que lo aleja de la esencia de la construcción de la LIS.