El 11S miles y miles de personas volvieron a ganar las calles. Hay hechos incontrastables: la movilización fue más grande que el año pasado, expresó un enorme descontento con el Govern y volvió a demostrar que en el reclamo por la autodeterminación no ha dicho la última palabra. Existen debates y opiniones cruzadas sobre el camino a seguir. Es fundamental impulsar un nuevo embate por la autodeterminación y para que la crisis la paguen los capitalistas. Hace falta forjar un frente de extrema izquierda.
Escribe Rubén Tzanoff
Un reclamo masivo y sostenido en el tiempo
Según la Guardia Urbana se movilizaron 150.000 personas, según la convocante Asamblea Nacional Catalana (ANC) fueron 700.000 personas. Los partidos del régimen del ‘78 y los medios de comunicación a su servicio han enfatizado que la manifestación tuvo menor participación que en años anteriores. Lo hicieron para intentar minimizar que por la avenida Paral·lel hasta la Estació de França marcharon más personas que el año pasado, que persiste un reclamo masivo por la autodeterminación y que la movilización catalana es una de las más grandes y sostenidas en el tiempo, tanto en Europa como en todo el mundo. Desde SOL participamos en el acto por el castigo a los asesinos de Gustau Muñoz, compartimos las críticas al gobierno en la movilización general y en la convocada posteriormente por la CUP, donde repartimos volantes con nuestras propuestas.
Repudio al Govern
El mérito de la movilización se magnifica cuando se tiene en cuenta que fue boicoteada por el President Aragonés y los dirigentes de Esquerra que no asistieron. La Jornada expresó un claro repudio al Govern que comparten ERC y JxCat debido a que, con matices y disputas de por medio, ambos partidos buscan el diálogo con los opresores, un rumbo que ha orientado la proa del gobierno hacia una autonomía regenteada que se aleja cada vez más de la autodeterminación. No es casualidad que hayan aparecido pancartas planteando “DUI o dimissió” y “Traidores”. La sumisión política va de la mano del intento de descargar sobre las espaldas del pueblo trabajador los costos de la crisis de la economía capitalista.
No está dicha la última palabra
A pesar de la represión y la persecución que llevan a cabo el gobierno y el régimen español. A pesar de las traiciones y maniobras de los dirigentes catalanes de los partidos mayoritarios, no se ha impuesto el criterio generalizado de rendición y abandono de la movilización como herramienta para conseguir la libertad. En amplios sectores sociales vive la exigencia de cumplir con el mandato surgido en el Referéndum del 1-O. En Catalunya todavía no se ha dicho la última palabra. Los debates cotidianos sobre las distintas posiciones existentes también se han manifestado en la Diada.
Los caminos de la ANC y Ómnium
Las principales organizaciones sociales que impulsaron el Procès parecen tomar distancia. La presidenta de la ANC Dolors Feliu dijo “O hacéis la independencia o convocáis elecciones”, lanzando una propuesta «hace diez años que estamos en la calle. Si este gobierno y este parlamento se giran de espaldas, hay bastante grosor en este país para hacer una lista cívica que sirva para hacer la independencia. La haremos democráticamente. Está en nuestras manos de cambiar”. Mientras que el presidente de Ómnium Cultural, Xavier Antich, se expresó en sentido opuesto: “Nunca cederemos a la tentación populista de la anti política”.
Opiniones cruzadas
Hace tiempo que ERC y otros sectores reformistas plantean que la salida pasa por “recrear la unidad”, “ampliar la base” y “buscar nuevas complicidades”. La “unidad” ERC y JxCat fue la que suspendió la independencia a los pocos minutos de declararla, en el momento más álgido y poderoso de la movilización popular, luego de lo cual pretenden encauzar a Catalunya hacia una autonomía limitada. La sociedad en el poder no es unidad sino una violenta disputa de aparatos por sus propios intereses. Cuando ERC planteaba “ampliar la base” se refería exactamente a lo que está haciendo: abrirse a los acuerdos con el PSOE, en Comú Podem y otras fuerzas contrarias a la independencia. Con estos antecedentes es imposible no desconfiar de los planteos de buscar “nuevas complicidades” que se colocan en el tapete sin mencionar el nombre y el apellido de sus destinatarios.
Un nuevo embate es posible y necesario
Los cambios profundos no se darán respetando los márgenes del régimen del ’78, sino de la movilización masiva y la huelga general. Dependerán de que haya una convocatoria clara: el llamado a la desobediencia y la ejecución del mandato del 1-O por la República Catalana. La autoorganización también es posible, como se demostró incipientemente con los CDR y la preparación de acciones por la libertad de los presos políticos y contra la represión. Hacen falta nuevos dirigentes que levanten un programa por la autodeterminación y la amnistía, debatido democráticamente y ejecutado desde abajo. Las nuevas complicidades hay que buscarlas en la clase trabajadora y los pueblos movilizados en Catalunya, el Estado español y todo el mundo.
Por un frente de la extrema izquierda
Para intervenir en la lucha de clases y en los procesos políticos, hace falta construir una nueva alternativa política, tanto en Catalunya como en todo el Estado español. ¿Con qué características? Que sea de extrema izquierda, antiimperialista, anticapitalista, que esté por la autodeterminación de los pueblos, por la independencia de clase, que rompa con la UE y no ceda un palmo ni a los gobiernos ni a los regímenes burgueses. ¿Con qué programa? Con propuestas que respondan a las necesidades inmediatas y a las estratégicas, es decir, por un gobierno de los trabajadores y por el socialismo. ¿Con qué orientación? Que no sea solamente una formación electoral, sino una herramienta para apoyar las luchas e intervenir en los procesos cotidianamente, se arraigue en el movimiento obrero y popular, estudiantil, feminista, pensionista y migrante. Que se ubique lejos de la vieja política, del sectarismo y del oportunismo. Que se delimite de los reformistas y combata a la derecha y a la ultraderecha. ¿Con qué método? Con la acción común, el debate paciente, el respeto a las distintas opiniones y tradiciones políticas.
La CUP puede cumplir un rol determinante
La CUP se ha reubicado en la oposición, formula críticas correctas y, desde una perspectiva anticapitalista, goza de apoyo en amplios sectores. Es un capital político en base al cual se podría realizar un llamado a poner de pie un Frente de extrema izquierda. Sería un paso muy positivo visto con gran simpatía por los luchadores más consecuentes, en la dirección opuesta de mantener los acuerdos con ERC que permitieron la investidura de Pere Aragonés y le dan continuidad a la Legislatura. También Anticapitalistas cumpliría un rol progresivo si se pronunciara por un Frente de este tipo. Los agrupamientos que nos reivindicamos socialistas e internacionalistas, como SOL, LI, CRT, CR e IR, tenemos el desafío de pasos para revertir la dispersión y avanzar hacia el reagrupamiento de los revolucionarios.