Colombia: Ante la convocatoria de la CUT y Fecode en respaldo al gobierno de Petro ¿Qué debemos hacer?

Por Grupo de Trabajadores Socialistas– Impulso Socialista

La Central Unitaria de Trabajadores (CUT) ha hecho un llamamiento a salir a las calles “a respaldar al gobierno de Petro” el 15 de noviembre, en todas las ciudades del país. De manera similar, la Federación Colombiana de Educadores, Fecode, señalando que “soplan vientos de unidad nacional”, invita “a marchar en respaldo al liderazgo de Gustavo Petro y Francia Márquez”. Es bastante probable que muchas juntas directivas de sindicatos de manera burocrática, es decir sin realizar una discusión democrática entre sus bases, respalden este llamamiento

El Grupo de Trabajadores Socialistas e Impulso Socialista, dos organizaciones que se ubican en una posición revolucionaria, de defensa de los intereses inmediatos y estratégicos de la clase obrera y sectores populares, que actualmente avanzamos en un proceso de unificación, presentamos algunas consideraciones y propuestas.

Buscamos, ante todo, establecer un diálogo con los millones que, con su voto, garantizaron el triunfo de Gustavo Petro. Esos millones de votos expresaron las ilusiones y esperanzas de cambio y de solución a las enormes necesidades que aquejan al pueblo colombiano. Por eso, sin compartir elementos esenciales del programa del Pacto Histórico, nos colocamos electoralmente de su lado, llamando a votar en contra de la opción reaccionaria, respaldada por la enorme mayoría de la burguesía, personificada en Rodolfo Hernández.

Posesionado el gobierno, conformadas las alianzas parlamentarias que consideró conveniente o aceptó conformar y las condiciones que establecen esas alianzas, y transcurridos ya tres meses de actuación es importante reflexionar si debemos salir a las calles a respaldarlo.

¿Qué esperaban millones del gobierno de Petro?

Los millones que votaron por Petro, que fueron los millones que participaron o respaldaron todas las luchas que se dieron contra los gobiernos anteriores, en especial contra el de Iván Duque en 2019 y en el Paro Nacional del 2021, esperaban que una vez posesionado el gobierno adoptase de inmediato, en el término de días o semanas, medidas efectivas, radicales, profundas, para comenzar a solucionar sus más urgentes necesidades. Hasta ahora, nada de eso se ha producido. Veamos:

–El precio de los alimentos se ha disparado y el gobierno no ha adoptado ninguna medida para controlarlo. Entretanto, la inflación galopante de ha comido el exiguo aumento salarial de inicios del año y el gobierno, pudiendo hacerlo, no ha decretado un alza general de salarios.

–El desempleo se mantiene y el gobierno no ha adoptado ningún plan de choque para reducirlo; exigiendo por ejemplo a todas las empresas que enganchen nuevos trabajadores, reduciendo la jornada laboral y distribuyendo el trabajo entre más trabajadores, pero manteniendo los salarios.

–Los millones de trabajadores que sufren la tortura de estar vinculados en el Estado por órdenes de prestación de servicios o por contratos a término definido siguen sometidos al chantaje de sus jefes para la renovación de los mismos; pudiéndose haber decretado ya su vinculación a término indefinido, con plenas garantías laborales.

— Grandes masas del campesinado pobre esperaban una verdadera reforma agraria. En lugar de ello los terratenientes de Fedegan harán el negocio del siglo, vendiendo al Estado (a buenos precios) tres millones de hectáreas. Esos tres millones de hectáreas fueron arrebatados a sangre y fuego al campesinado durante las décadas anteriores. ¡Nada habría que pagarles y el gobierno, con la ministra de Agricultura a la cabeza, por esa vía terminará legalizando ese despojo! Por algo José Felix Lafaurie está dichoso y muy cordial con el gobierno y su “distribución de tierras”.

–Los centenares de jóvenes procesados y detenidos durante el estallido de 2021 continúan en las cárceles y el gobierno da largas a su liberación inmediata y al cese de esos procesos judiciales, mientras negocia con los sectores que se oponen. Esa, una promesa central de la campaña de Petro que hizo que miles de jóvenes confiaran en él y lo respaldaran con su voto, está siendo abiertamente incumplida.

–El ESMAD, la infernal parte de las fuerzas represivas que se ensañó durante años atacando despiadadamente a cualquier clase de manifestación de protesta, continúa “vivito y reprimiendo”. El gobierno ha decidido no proceder a su disolución completa y total. Por el contrario lo hemos visto seguir cumpliendo su función represiva en el violento desalojo de pobladores pobres que han ocupado tierras rurales o urbanas.

–Hay muchos otros aspectos en educación, salud, servicios públicos y demás que podríamos señalar, ante los cuales los votantes por Petro esperaban soluciones prontas y profundas. Por ejemplo, la reducción de tarifas de servicios públicos, energía en especial. Es una verdadera burla la mísera reducción con la que el gobierno intenta apaciguar la ira de la población, en especial en la Costa Atlántica.

¿Esperar, hasta cuándo y por qué?

Muchos compañeros, en especial aquellos más comprometidos con las organizaciones integrantes del Pacto Histórico, dirán que “no hay que desesperarse”, “los cambios no se pueden dar de la noche a la mañana”, “hay que tener paciencia”, “este gobierno es nuestro gobierno, hay que confiar en él y hay que darle tiempo”. Eso mismo es lo que dice el gobierno, cuando se le exigen soluciones a necesidades que no dan espera.

El gobierno tiene toda la capacidad de actuar ya y decididamente frente a los asuntos que hemos señalado y frente a muchos otros. De hacerlo ganaría más apoyo y simpatía de la que obtuvo en la campaña electoral. ¿Por qué no lo hace? ¿Por qué se tarda? ¿Por qué hay que esperar?

La razón última por la cual el gobierno no actúa para brindar solución inmediata a necesidades urgentes de millones es porque está comprometido con mantener la esencia del sistema actual en el cual unos pocos miles se lucran y aprovechan del trabajo y la riqueza que producen millones. Y Petro proclama a voz en cuello una falsedad monumental: que es posible solucionar las necesidades de millones de pobres y, a la vez, que a esos pocos miles de capitalistas les vaya cada vez mejor.

Por lo anterior Petro conformó su gabinete integrando a representantes de partidos políticos que durante décadas han actuado contra los trabajadores, pobres y oprimidos del país. Por eso mismo, desarrolla acuerdos de todo tipo con el gobierno de los Estados Unidos y con los organismos rectores de las políticas económicas y sociales al servicio de la gran burguesía mundial. Por eso negoció una reforma tributaria que, tal como lo dice su ministro de Hacienda, “fue apoyada por todos los organismos internacionales, por la OCDE, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional”. (El Espectador, 6 de noviembre de 2022). Por eso mantiene en el Presupuesto General de la Nación una partida de 77 billones de pesos para pago de la deuda externa, una deuda fraudulenta con la que los países imperialistas sojuzgan a decenas de países pobres.

¿Respaldar a Petro o exigir soluciones?

Es cierto que hay algunos sectores burgueses, minoritarios y bastante desprestigiados, como el Centro Democrático, que han empezado a expresar, con manifestación en las calles, la oposición que hacen en el Parlamento al gobierno. Pero no hay ninguna institución del régimen que esté enfrentada directa o violentamente al gobierno y que se plantee echarlo. Solo en un caso excepcional como ese, un intento de golpe de estado contra un gobierno producto del voto popular, por ejemplo, podría ser válido llamar no tanto a respaldar al gobierno como a detener el ataque a los derechos democráticos que eso significaría.

En la actual situación del país y del gobierno lo más importante para los trabajadores y sectores populares es organizarse, con absoluta independencia de las políticas gubernamentales, discutir las peticiones, exigencias o reivindicaciones que se deben presentar al gobierno y movilizarse demandando solución inmediata a las mismas. Ese debería ser el papel de las direcciones sindicales en lugar de actuar, como ahora lo hacen, de monaguillos del gobierno.

Las manifestaciones del día 15 no están planteadas en los anteriores términos. Por eso no las respaldamos ni llamamos a participar en ellas. En su lugar, proponemos que en todo sitio que sea posible, en todo sindicato, en toda escuela, en toda universidad, en todo barrio, se realicen asambleas democráticas en las cuales se discutan las necesidades y reivindicaciones más urgentes de cada sector y se elabore un pliego de exigencias inmediatas que se presente directamente al gobierno nacional.

El gobierno de Petro está obligado a cumplir su promesa de cambio. Por lo tanto, los millones de que lo respaldamos con el voto tenemos todo el derecho a exigir que los cambios que no dan espera se hagan ya.