Por Marea Socialista
No hay salida para la clase trabajadora y los sectores populares en medio de una crisis económica que parece interminable, dentro del actual modelo lumpen-capitalista y corrupto-depredador que ha sido impuesto en el país, a partir de la degeneración de la revolución bolivariana. El salario mínimo de miseria (menos de 20 dólares mensuales) parece ser el largo recorrido por un desierto, al que nos han condenado las cúpulas políticas y empresariales, en la medida que se van poniendo más de acuerdo, en su afán de ofrecer al mayor postor del capitalismo mundial las condiciones para que vengan a invertir ya que somos mano de obra suculenta para dichos intereses.
La cacareada recuperación económica de la que hacen alarde tanto el gobierno nacional como sus pares de FEDEDECAMARAS, no es otra cosa que el éxito que se han anotado en el diseño general de todos los grandes negocios que a simple vista puede observarse y, que es el resultado que empieza a dar el programa político económico enmarcado en las leyes centrales que han fraguado al calor de la corrupción y el secretismo entre clanes, tales como Ley Antibloqueo y la Ley de Zonas Económicas Especiales, entre otras.
Es en ese marco que se puede ver a un gobierno «madurista» aparentemente más consolidado y una oposición clásica de derecha enfrascada en un barullo por realizar unas primarias a fin de escoger candidata o candidato para las venideras elecciones presidenciales, cuya fecha está a merced de las negociaciones que el gobierno viene realizando, entre otros, con los Estados Unidos, y no de lo que establece la Constitución Nacional. El trasfondo de todo esto son los negocios especulativos, el saqueo de los recursos nacionales y la superexplotación de la clase trabajadora, que es lo que explica los «acuerdos» oportunistas en reemplazo (por ahora) de las tácticas golpistas que infructuosamente han ensayado.
Una conferencia sobre El Clima a ritmo de cinismo capitalista
Se pudo ver como la maquinaria propagandística del gobierno mostraba extasiada los estrechones de manos y conversaciones que Nicolás Maduro tuvo con presidentes y primeros ministros de países de varios continentes, durante el desarrollo de la llamada Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) en Egipto. No es algo menor que al presidente de Venezuela le saludaran tan calurosamente desde Emmanuel Macron, pasando por el primer ministro portugués Antonio Costa, hasta el cordial contacto con el enviado de los Estados Unidos, John Kerry.
Es decir, parte de los representantes de la gobernanza mundial que hasta hace poco no sólo no reconocían a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, sino que además le tildaban de dictador, ahora de manera efusiva se muestran afectos y dan un mensaje mutuo de estar en la mejor disposición para concretar lo que haga falta, apuntando a mayores avances como gobiernos representantes del sistema que, precisamente está destruyendo al planeta.
La citada cumbre sobre el clima no sólo dio la impresión de ser realmente una reunión de lobistas de los combustibles fósiles, sino que sirve para graficar con más claridad cada vez, lo que luchadoras y luchadores anticapitalistas afirmamos con vehemencia: no tenemos salida los pueblos del mundo con el sistema capitalista.
Nicolás Maduro se da el «tupé» de afirmar que las potencias del mundo están destruyendo el planeta con su avaricia y desarrollismo, cosa que es cierta, pero lo dice quien no sólo está negociando con esos responsables de la crisis climática y de otras más, sino que aquí mismo su gobierno está llevando adelante un proyecto devastador como el Arco Minero del Orinoco (AMO) que no es otra cosa que la destrucción de la reserva natural más importante de Venezuela, para el lucro de unos pocos.
¿Qué hacemos las trabajadoras y trabajadores entonces?
La situación que estamos viviendo las trabajadoras y trabajadores en Venezuela, teniendo en cuenta los elementos que esgrimimos más arriba, es el resultado de las políticas antiobreras, antipopulares y profundamente capitalistas del gobierno que encabezan Nicolás Maduro, la alta burocracia del PSUV y los jefes militares. A ello hay que sumarle también la corresponsabilidad de la otra cúpula política, la oposición clásica de derecha y el sector empresarial privado.
Esa caracterización es sumamente importante que la tengamos los trabajadores en la perspectiva de la posibilidad de ir recomponiendo nuestras fuerzas y organización como clase, más aún en un panorama de desmovilización y reflujo de las luchas obreras como el que estamos atravesando, con alguno que otro gesto de resistencia laboral.
Otro factor importante, que lo vivimos más en lo inmediato como acción concreta, es el papel de los organismos sindicales, la mayoría alineados con partidos políticos patronales, ya sean proclives al gobierno o a la oposición patronal, cuya maniobrabilidad es una losa para el surgimiento de nuevas direcciones sindicales que expresen genuinamente el sentir y espíritu a nivel de base de las y los trabajadores, y una tranca también para la organización política y de lucha del movimiento obrero.
En ese sentido y apuntando a dar con las claves de una superación definitiva de todas las adversidades que tenemos por delante, es importante precisar que las y los trabajadores no podemos esperar nada favorable de ninguna cumbre concertada desde ningún tipo de cúpulas, ya sea de gobiernos para una cumbre por el clima o de una tripartita entre gobierno, empresarios y burocracias sindicales.
Hay que reafirmar con mayor rigor que sin lucha no vamos a poder recuperar todo lo que nos han quitado, y que precisamente esa es una tarea única y exclusivamente nuestra. Para ello siempre hará falta confluir democráticamente en torno a un programa en base a las primeras necesidades, que exprese nuestra respuesta a la crisis que han descargado sobre nuestros hombros y con ese entramado de carácter obrero y popular, intentar dar vuelta a la reinante situación de desmovilización y atomización a la que nos han conducido.
Entonces, para nosotros, no son las cumbres gubernamentales lo que necesitamos, sino los espacios propios para encontrar a todas las fuerzas obreras, laborales y de lucha que están y se seguirán mostrando en intentos por canalizar los reclamos por salarios, por prestaciones, contra la represión, por derechos sindicales, entre otros ejes, y avanzar de manera democrática por motorizar y organizar toda esa energía en forma de reclamos que nuevamente vendrá de regreso ante la imposibilidad de sobrevivir tranquilamente. Eso en el plano nacional, porque a nivel internacional tampoco son los acuerdos entre gobiernos de los explotadores sino el encuentro de los pueblos oprimidos en lucha, enlazando protestas e iniciativas a escala mundial, lo que nos puede permitir enfrentar la situación climática provocada en gran medida por los mismos que nos oprimen y explotan.
Como siempre, desde Marea, a escala nacional, nos ponemos a la orden para empalmar con las trabajadoras y trabajadores que por distintas vías expresen dicha disposición, tal como nos ha venido ocurriendo a través de las redes sociales y en los escenarios de calle que se han presentado, que no es otra cosa que un reflejo de todo lo que por debajo se agita, aunque aún no alcanza todavía el relieve necesario en su forma, intensidad y orientación de la lucha, pero que está ahí y tarde o temprano emergerá. Para eso debemos prepararnos colectivamente e ir afinando los mecanismos que faciliten la respuesta conjunta a dicho reto.
Al mismo tiempo, a nivel internacional, seguimos intentando el enlace de las movilizaciones y reclamos de la clase trabajadora, campesinos, mujeres, sectores discriminados… Y lo hacemos, en nuestro caso, compartiendo, en primer lugar, el esfuerzo por construir una organización mundial que agrupe a las y los revolucionarios anticapitalistas y antiburocráticos; tarea que llevamos adelante junto a la Liga Internacional Socialista (LIS) con organizaciones nacionales hermanas de países de los distintos continentes.