Por Rubén Tzanoff
El naufragio de una barcaza volvió a esparcir la muerte en el mar. No es una excepción, ya que el bloque imperialista europeo se construye como una fortaleza antiinmigrante. La solidaridad movilizada de los pueblos es el único camino ante el accionar inhumano de los gobiernos y para lograr un mundo sin fronteras.
Drama en las costas italianas
El domingo 26 de febrero una barcaza naufragó a 150 metros de la orilla. Se estima que a bordo había alrededor de 200 personas, de las cuales murieron más de 62, entre ellas 20 niños, un bebe y más de 30 mujeres. Los cadáveres se encontraron flotando en el mar y en distintas playas. Los que sobrevivieron fueron rescatados por Salvamento o llegaron a la tierra nadando. La barcaza hizo la ruta marítima que une Turquía con las costas de Calabria y Apulia (1.200 kilómetros en cuatro días). La mayoría de las personas a bordo provenían principalmente de zonas de guerra como Siria, Irak, Afganistán, y también de Irán, Pakistán o Nigeria.
La ultraderecha, una expresión repugnante a derrotar
Los gobiernos italianos llevan a cabo una cruzada contra los migrantes que la ultraderechista primera ministra Giorgia Meloni está profundizando. Lo hace con decretos y medidas que imponen fuertes sanciones, no permiten los rescates múltiples y asignan puertos muy alejados al lugar del naufragio. Es decir, dificultando todo lo posible las labores de rescate y utilizando las tragedias para desalentar nuevos intentos.
Desesperados por salvar su vida
Lo que sucedió en Italia, no es una excepción, a tal punto que, en diez años, las muertes en el Mediterráneo están cerca de las 26.000 personas. Los casos desesperantes se repiten habitualmente, como sucedió con el Ocean Viking. También aconteció en diciembre de 2022. En esa oportunidad, tres jóvenes se subieron a la pala del timón del petrolero Alitihini II en Nigeria, sin saber cuál sería su destino. Los encontraron cuando el buque arribó a Las Palmas de Gran Canaria. Estaban deshidratados y tan entumecidos que no podían sostenerse en pie. Sobrevivieron a un viaje suicida en cuclillas, turnándose para dormir, con apenas unas galletas para comer. “Era cuestión de vida o muerte”, dijeron.
Los jóvenes huían de la violencia en la zona sudoriental de Nigeria, próxima a la frontera con Biafra. “Tuve que salir corriendo porque, aunque el país no está en guerra la etnia que controla todo me perseguía e iba a matarme”. Cuando tenían suerte, se ganaban la vida en el puerto, pescando o con “lo que iba saliendo”. Uno de ellos dijo “Solo quiero vivir en libertad”, “vivir en paz, trabajar, tener dinero y ayudar a mi familia”.
Los “progresistas” que no lo son tanto
El trato a los migrantes no ha cambiado con el gobierno de “coalición progresista” de Pedro Sánchez y Podemos. Por el contrario, el gobierno español se esfuerza por ser el garante fronterizo de la UE en la frontera sur, junto con Marruecos, un gendarme aliado extrafronterizo. La matanza de Melilla es una muestra tajante de ello.
La “Europa fortaleza” es una construcción inhumana
Sean del tinte que sean los gobiernos, con mayor o menor intensidad, responden a los dictados de la UE y al proyecto de construir una «Europa Fortaleza”, ahora permitiendo incluso que se levanten muros fronterizos. La UE se blinda cada vez más a los migrantes. Se los asesina reprimiendo en las fronteras, como en Melilla. Se los abandona a su suerte en el mar. Se los deporta. O se los admite como mano de obra barata, discriminada y sin derechos democráticos y sociales.
Es lo que hacen los gobiernos del capitalismo imperialista europeo, cuya historia está plagada de saqueo, explotación y opresión de países y continentes enteros, hasta dejarlos en la más absoluta pobreza y envueltos en guerras. Los poderosos “se olvidan” que hubo décadas y décadas en que millones de europeos pobres y hambrientos fueron migrantes bien recibidos en todos los países del mundo.
Solidaridad con los migrantes, por un mundo sin fronteras
Repudiamos a las autoridades de la UE y a los gobiernos que blindan las fronteras y les hacen el juego a las expresiones xenófobas, racistas, antiinmigrantes y antihumanas. En vez de salvar a los empresarios y a los bancos. En vez de volcar millones de euros a mantener las ganancias de los capitalistas que provocaron la crisis económica. En vez de ajustar a los trabajadores y al pueblo excusados en la guerra de invasión rusa a Ucrania. Deberían invertir en las necesidades de las grandes mayorías, en salvar vidas de las personas migrantes y acogerlos sin discriminación, con derechos democráticos y sociales. Es lo que exigen quienes no son cómplices del accionar de los gobiernos. La lucha por un mundo sin fronteras no es una utopía, es una necesidad para evitar la barbarie a la que conduce el capitalismo, algo que solo puede lograrse con un sistema socialista.