Disenso y derechos humanos en Cuba ¿quién viola a quién?*

Por LISBETH MOYA GONZÁLEZ

Es atractivo ser activista de derechos humanos. Te da un aire como de modernidad y justeza, como de quien está del lado correcto de la historia. Los derechos humanos son saco amplísimo en el cual caben las causas y el llanto de toda la humanidad, pero lo mejor de todo, es que no tienen ideología, ni escogen bandos, además, son reclamados desde cualquier lugar de enunciación. Sin embargo, la pregunta que siempre me hago es ¿qué derechos, para qué humanos?

La ciudadanía es entendida por el sociólogo británico Thomas Humphrey Marshall como el «status que se otorga a los que son miembros de pleno derecho de una comunidad […] [que] son iguales en lo que se refiere a los derechos y deberes que implica». No obstante, cabe preguntarnos si bajo las relaciones capitalistas de producción, partimos todos de la misma línea de meta. Si ese derecho mínimo de bienestar económico del que habla el autor es generalizado, o es solo el espejismo del capital y qué valores encarna ese «ser civilizado», ante qué estándares sociales. Por tanto, la concepción ideal y abstracta de la ciudadanía, proclamada desde los imperialismos de «la libertad», es el arma de manipulación más filosa de las sociedades modernas.

Durante la época medieval, según el teórico alemán Reinhard Bendix, no existían las clases sociales —como las entendemos hoy en día— y un hombre solo podía modificar el estatus por la «benevolencia personal» —y por ende arbitraria— de su amo. En este sentido, el dueño del feudo tenía —formalmente— más posibilidades de participación política que su vasallo o su mujer. Para el autor, es con la Revolución Francesa y la secuela napoleónica que se destruye ese sistema de privilegios y se «inauguran las democracias de masas del mundo moderno». 

El 28 de agosto de 1789 en Francia se proclama la «Declaración de los Derechos del Hombre» que reconoce la propiedad como inviolable y sagrada, así como el derecho de resistencia a la opresión, la seguridad e igualdad jurídica y la libertad personal. Sin embargo, esos derechos no son entendidos para las mujeres y por esto en 1791 la feminista Olimpia de Gouges escribe la «Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana» en la cual señala que «la mujer tiene el derecho a ser llevada al cadalso y, del mismo modo, el derecho a subir a la tribuna…».

Retrato de Olympe de Gouges (Detalle), finales del siglo XVIII. Artista: Alexandre Kucharski.

Retrato de Olympe de Gouges / Tomada de: BBC

Las mujeres que alzan su voz en esta etapa de inauguración de las «democracias» modernas, son reprimidas. Hasta la propia Olimpia es guillotinada por su participación en la política. No es hasta 1920, que tras la lucha de las sufragistas se aprueba el voto femenino en los Estados Unidos y no es hasta 2001 que en Países Bajos se aprueba por primera vez en el mundo el matrimonio igualitario. Lamentablemente, se tuvo que esperar hasta 1948 para que la esclavitud se declarase ilegal en la «Declaración Universal de Derechos Humanos» y la última nación en abolirla es Mauritania en el no tan lejano de la actualidad, 1981. Por ende, no podemos hablar de ciudadanos «iguales ante la ley» tras la revolución francesa.

Marxismo y ciudadanía

Desde el punto de vista de Marx, la ciudadanía moderna era un progreso limitado respecto al pasado feudal por su carácter meramente político y «porque el mercado, en el que ella se reproducía, enmascaraba la desigualdad económica de la sociedad moderna». Si bien, el marxismo tradicional señala el carácter clasista del concepto de ciudadanía moderna, no remarca otras particularidades y opresiones que también están encarnadas en el sistema capitalista y limitan el acceso a esa «libertad ciudadana».

El lugar del trabajo alienado en la opresión de la mujer - Partido de los Trabajadores

Tomada de: Partido de los Trabajadores (Uruguay)

Según la académica y feminista marxista, italo-estadounidense, Silvia Federici, Marx no contempla que en el proceso de acumulación originaria no solo se separa a los campesinos de la tierra, sino que los procesos de producción y reproducción se dividen en la producción para el mercado y de mercancías, así como la producción desde los hogares de esa fuerza de trabajo.

Por ello, es insuficiente en el caso de las mujeres, por solo poner un ejemplo de la influencia de la opresión en sectores subalternos, la categorización de Marx como proletariado homogéneo, debido a que su condición de clase está atravesada por una doble explotación, la del capital y la del patriarcado. Cabe cuestionarse entonces, si al terminar la explotación del capital, terminaría, por transitividad, la explotación del patriarcado, la colonialidad y otros sistemas de opresión.

Derechos en la posmodernidad y violaciones trasnacionales  

Sabías que el gobierno de Cuba viola de hecho todos los artículos de la Declaración Universal de Derechos Humanos? | Foundation for Human Rights in Cuba

Eleanor Roosevelt primera Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos / Foto: Naciones Unidas

La Organización de Naciones Unidas (ONU) define a los derechos humanos como inherentes a todas las personas, más allá de la «raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición». Entre ellos se encuentra el derecho a la vida y a la libertad; a no sufrir esclavitud o torturas; a la libertad de opinión o expresión, a la educación; el trabajo y muchos otros.

La Declararación Universal de los derechos humanos es aprobada por la referida organización entre 1945 y 1948, como consecuencia del holocausto nazi, en el cual se exterminaron a unos 6 millones de judíos. Sin embargo, durante los procesos de colonización de África, llevados a cabo por potencias europeas, murieron muchos millones más y cuántas habrán sido «las brujas» llevadas al cadalso como De Gauges.

Se entiende como resultado de la evolución ética de la humanidad, la naturaleza del proceso evolutivo y cultural de ensayo error, que supone la formación de los Estados nacionales y la posterior articulación de organismos globales que velan por los derechos humanos; pero nada es casual: las condiciones para centrar la mirada en el discurso de los derechos humanos maduraron cuando los afectados fueron blancos europeos. 

Por demás, es obvio que la existencia en abstracto de un compendio de derechos trasnacionales que deberían ser otorgados por nacimiento, no garantiza la no violación de estos. Basta mirar el resultado de las guerras en el medio oriente, patrocinadas por la injerencia de potencias imperialistas, para entender que el derecho a la vida o al no sufrir torturas ha sido violado sistemáticamente.

Detainees in orange jumpsuits sit in a holding area while watched by U.S. military police at the temporary Camp X-Ray, which was later closed and replaced by Camp Delta, inside Guantanamo Bay naval base in a January 11, 2002 file photo. President Barack Obama launched a final push on Tuesday to persuade Congress to close the U.S. military prison at Guantanamo Bay, Cuba, but lawmakers, opposed to rehousing detainees in the United States, declared his plan a non-starter. REUTERS/U.S. Department of Defense/Petty Officer 1st Class Shane T. McCoy/Handout/Files via Reuters THIS IMAGE HAS BEEN SUPPLIED BY A THIRD PARTY. IT IS DISTRIBUTED, EXACTLY AS RECEIVED BY REUTERS, AS A SERVICE TO CLIENTS. FOR EDITORIAL USE ONLY. NOT FOR SALE FOR MARKETING OR ADVERTISING CAMPAIGNS

Prisioneros en la cárcel norteamericana de la Base Naval de Guantánamo  / Tomada de: La Vanguardia

Cabe preguntarnos, además, el rol de la injerencia de los imperialismos —voceros por excelencia del discurso de los derechos humanos— en países tercermundistas y su violación de estos de manera directa o indirecta. ¿No es acaso el neoliberalismo el principal causante del desempleo, las violaciones de derechos laborales, las migraciones forzosas de índole económica y otros fenómenos que vulneran el régimen de derecho universal?

La socióloga, escritora y profesora neerlandesa, Saskia Sassen explicita que lo global trasciende los marcos del Estado-Nación y simultáneamente habita en lo local. Entender actualmente a los Estados como único contenedor de los procesos sociales y por demás como los vulneradores exclusivos de los derechos humanos, es cuando más aberrante.

El economista y sociólogo brasileño, Ruy Mauro Marini, plantea que tras el fin del ciclo de desarrollo capitalista tras la Segunda Guerra Mundial, con la recesión norteamericana de 1967, ocurre un proceso de exclusión económica y empobrecimiento de los países subdesarrollados. Nuevamente el tercer mundo danza a la par de lo que los teóricos de la dependencia plantean como países centrales. Aunque la teoría de la dependencia ha sido superada en disímiles aspectos por la realidad en el advenimiento del siglo XXI, la caída del muro y la evolución neoliberal de finales del siglo, vale la pena partir este análisis de la relación centro-periferia para entender algo muy simple: la violación de los derechos humanos tiene carácter trasnacional y su motor se encuentra en la esencia misma de los países que se dicen voceros por excelencia de estos.

Tomada de: oxfamintermon.org

Las economías trasnacionales son aseguradas por la presión de los países centrales a los periféricos, a través de mecanismos como la deuda externa, o el apoyo desde el exterior a las facciones políticas internas que más se adecúan a sus intereses. Una de las consecuencias de dicho proceso internacional de competitividad económica fue que, para crear saldos exportables, los gobiernos afectaron la calidad de vida de sus ciudadanos, mediante rebajas de presupuestos sociales con las consiguientes desprotecciones que presupone para los más vulnerabilizados.

Este simple análisis devela el mecanismo básico de cómo se exporta la violación de derechos humanos desde los centros de poder: injerencia en países de la periferia, dictaduras convenientes, la deuda externa como moneda de cambio y que la población paga con su sudor y marginalización.

No son los Estados nacionales los únicos y directos responsables de la violación de derechos humanos; de ahí que me parezcan absurdas las listas que tanto elaboran los organismos internacionales de Estados que violan tal y cual derecho; para empezar, los imperialismos que conforman los bloques de poder deberían encabezarlas.

Cuba en la encrucijada

Cuba lleva alrededor de 60 años bloqueada económicamente por los Estados Unidos, cada cierto tiempo asistimos al rechazo por votación de dicha medida de injerencia económica y política por parte de la mayoría de los países que conforman la Organización de Naciones Unidas, no obstante, es letra muerta y en intenciones se queda cualquier resolución.

La consigna de plaza sitiada es a su vez la excusa para aplicar mano dura en materia de disenso dentro de la Isla. Si bien la Constitución contiene buena parte de los derechos civiles, en la práctica no se cumplen, por factores que van desde la termidorización (proliferación de posturas conservadoras en una Revolución) de quienes detentan el poder político, hasta la influencia trasnacional de otros poderes hegemónicos.

Existe toda una línea de investigación académica que analiza los orígenes republicanos de los socialismos. Muy someramente, en el caso cubano podríamos decir que se trata de una mezcla insólita que bebe de lo que me gustaría plantear como dos tendencias reconocibles dentro de los sistemas y militancias socialistas:

  1. La tendencia autoritaria, que a largo plazo se termidoriza. Los burócratas se enquistan en el poder, aplican mano dura bajo la excusa ideológica de que es necesario para mantener las conquistas ante la agresión externa, y a largo plazo se convierten de casta en clase, mediante brechas legales que suavemente les garantizan la propiedad de los medios de producción, sin, necesariamente, bajar las banderas del signo ideológico. Algo así ocurrió en la URSS, en este caso con el fin del sistema socialista, y en China con una transición hacia un sistema capitalista de Estado.
  2. Tendencia hacia los socialismos democráticos a los que históricamente ha aspirado la «izquierda crítica cubana». Este sector tiende a ser crítico con la estalinización de las experiencias de izquierda y apuesta por salidas inclusivas de carácter comunitario y por la convivencia de libertades políticas, religiosas, culturales y de expresión en un régimen económico socialista de distribución de la riqueza

En Cuba tenemos de ambas, repartidas de maneras muy heterogéneas entre la sociedad civil y quienes ocupan posturas estatales, que se dirimen entre la estructura de oportunidades políticas cerrada que se configura en el contexto cubano, las prebendas que otorga el Estado, el asedio de los cuerpos represivos y por supuesto, la necesidad de migrar por cuestiones económicas, políticas o de superación intelectual. Lo triste es que muchas veces los intelectuales críticos en espacios estatales son vomitados por el sistema, les cae un rayo de los termidores o deciden salirse de las instituciones por contradicciones con su aparato burocrático.  

El dilema de la transición al ¿socialismo?

Cuba pasó de ser colonia de España, con una economía extractivista, a un republicanismo subordinado a los intereses de los Estados Unidos, lo cual la convirtió en el laboratorio neoliberal de esa potencia para América Latina. Dicho estatus, si bien le permitió algunos privilegios, —grandes construcciones y llegada temprana de tecnologías— eran aprovechados principalmente en centros urbanos y por los estratos medios y altos, mientras, en los espacios rurales y periféricos prevalecía una altísima situación de precariedad.

Estas contradicciones, sumadas a los crímenes cometidos durante la dictadura de Fulgencio Batista, dieron paso a una Revolución cuyas aspiraciones de soberanía y protección a las clases más desfavorecidas entraron en disputa con los intereses imperiales del vecino del norte. Por otro lado, en un contexto de Guerra Fría, la naciente Revolución fue abrazada por la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que la convirtió en la vitrina de modelo de socialismo en América Latina.

Fidel Castro junto a Nikita Jrushchov, Leonid Brézhnev y Emilio Aragonés / Tomada de: Cubadebate

A partir de ahí, transitó hacia un Estado que construyó sus nuevas estructuras sobre las bases de un estalinismo que combina la protección con el autoritarismo: ha enseñado en sus escuelas el marxismo-leninismo de manual y posee un parlamento en el que prima la unanimidad y no el debate plural de todas las tendencias que hay en la sociedad, pero también ha garantizado derechos fundamentales como la educación y salud gratuitas —en menor o mayor escala de calidad y afectadas en los últimos tiempos por la crisis económica que le aqueja y el bloqueo económico norteamericano.

¿Qué tenemos hoy?

Hoy somos un Estado que pasó de la homofobia y ateísmo como política nacional, a la aceptación de libertades religiosas, la aprobación del matrimonio, reproducción y adopción igualitarios. Asimismo, concedió desde sus inicios derechos a las mujeres, como es el caso del aborto y todo tipo de garantías que viabilizan su inserción social equitativa, por el contrario, aún no reconoce la existencia del feminicidio en su corpus legal.

Un Estado que se dirime entre el parlamentarismo y la existencia de un partido único, que constitucionalmente está por encima de las estructuras del propio Estado. Se trata también de un sistema electoral que desde la base está controlado por la influencia de ese Partido, que, a pesar de no postular, más del 95% de los diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular son sus militantes directos o indirectos —del Partido Comunista de Cuba, o de su organización juvenil, la Unión de Jóvenes Comunistas—. Asimismo, aunque los integrantes del Parlamento son ratificados en la base, son seleccionados por una Comisión Electoral integrada, según la Ley, únicamente por las propuestas de las organizaciones de masas reconocidas oficialmente, y con un fuerte vínculo partidista.  

Votación en el Parlamento Cubano / Tomada de: Cubadebate

Entonces, ¿Qué sucedería si una persona equis, con un historial de disenso político fuera propuesto como candidato en esas elecciones de base?, pues su carrera política pasaría por los filtros de la mencionada Comisión de Candidatura, que nunca lo dejaría convertirse en diputado. Además, su elección y posterior mantenimiento en el cargo de delegado de base estaría siempre siendo torpedeada por los Órganos de la Seguridad del Estado.

No bastaría con que toda la vecindad fuera alertada a nivel privado de las consecuencias de votar por esa persona equis, sino que suponiendo que se imponga la voluntad popular, a mayores instancias donde el voto se delega a los elegidos en otras comunidades, o propuestos por las organizaciones de masas, la orientación desde arriba sería que equis no pase el filtro para representar a la comunidad en la instancia superior.

¿Y qué pasa con el disenso?

En cuanto a la persecución del disenso en Cuba es necesario situar en contexto. Al inicio de la revolución cubana, parte del disenso venía en barco y con armas a protagonizar una invasión armada, no son pocos los ejemplos de ataques reales gestados desde los Estados Unidos para destruir desde adentro al nuevo sistema político que, a noventa millas de sus costas, proponía socialismo riéndose en la cara de años de aplicación de la Guerra Fría.

La figura del disidente se enquistó en esas condiciones y puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que ha sido un pilar de la creación de consenso en torno al enemigo común, porque se trataba de un país en guerra, de una plaza sitiada. Durante el llamado Quinquenio Gris (1971-1976), se aplicó mano dura a los llamados «desviados ideológicos» — homosexuales, artistas, rockeros, y otras personas que no se correspondían con la imagen del «hombre nuevo»—; se cometieron múltiples injusticias, como las expulsiones en las universidades y centros de trabajo, sumado el recrudecimiento de la censura, pero esto no significó para las mayorías esa ruptura de consenso en torno al sistema político, y esto quedó demostrado con la inmensa aprobación popular de la Constitución de 1976.

El caso Padilla', la imagen del testimonio perdido que desmonta a Fidel Castro | Cine

Heberto Padilla, uno de los intelectuales censurados y acosados durante en Quinquenio Gris / Tomada de: El Mundo

La criminalización del disenso en Cuba sí ha supuesto violaciones flagrantes de derechos humanos; pero si hago la lectura anterior del contexto en que ocurren estas violaciones, es porque el proceso de termidorización en la Isla tiene mucho que ver con la influencia norteamericana y el aislamiento y acoso internacional al que ha estado sometida. En guerra es difícil que florezca la democracia.

No limpio de culpa a los burócratas, no expío de sus errores a los «líderes históricos», pero, si bien en América Latina es el neoliberalismo el principal motor de la violación de derechos humanos, en Cuba es el aislamiento económico, la lucha por la supervivencia constante y las agresiones externas. Ese niño deforme llamado Estado cubano, nació bajo las balas, se configuró para resistir y heredó esa violencia y rectitud para sobrevivir, también educó a sus hijas e hijos para ello, aunque buena parte de las nuevas generaciones estén decidiendo partir y otros se le hayan rebelado.

Curiosamente, muchos de esos hijos se han constituido también en una sociedad civil trasnacional y una facción no despreciable de esa sociedad civil se dirime en una polarización —también alentada por los centros conservadores internacionales— que promueve en ellos el rechazo y reacción de toda forma de izquierda, incluso hasta las menos autoritarias. Y no les culpo, en su propio país no pudieron realizarse económicamente, ni aspirar siquiera a acceder espacios de poder o al menos a una participación política real. 

Por demás, parte de esa sociedad civil trasnacional se ha convertido en un arma de los imperialismos para continuar atacando a Cuba y así se replica el ciclo de las presiones políticas. Denuncias trasnacionales de violaciones de derechos humanos cometidas por un Estado sometido a las presiones de quienes se proclaman bandera de los derechos humanos —y también los violan en su territorio.

Es simple, vas a quejarte con tu abuelo de que tu papá te golpea y de paso, te conviertes en un golpeador furibundo de todo lo que te recuerde a tu papá. Así funciona la polarización, así se replica la violencia. Solo que en esta historia el abuelo y el padre son inmortales, como el capitalismo o el PCC.

  • Publicado originalmente en el portal Jóven Cuba