Por Lorena
El gobierno del cambio en los últimos meses se ha enfrentado a un estancamiento en el avance de las reformas que presentaba como progresivas para la clase trabajadora y los sectores populares. Esta semana se hundió la reforma laboral en el Congreso de la República, pues no hubo quórum en la Comisión Séptima de la Cámara de Representantes y no se pudo votar, una muestra de la postura de los partidos tradicionales del régimen. Algunos, como el partido Liberal y el partido Conservador con quienes el Pacto Histórico hizo alianza, han sido parte de la piedra en el zapato para el gobierno.
En medio de esta situación se sumó el escándalo con Sarabia y Benedetti, que muestra en el fondo lo descompuesto de los sectores políticos con los que el gobierno hizo acuerdos dándoles lugares de gran importancia en el poder ejecutivo. Todo esto, más la falta de voluntad política del gobierno para responder ante las necesidades concretas de las masas populares, está poniendo en vilo la propuesta del “cambio”.
Es evidente que el pueblo en su conjunto no sale a apoyar enérgicamente al gobierno, lo cual se expresó en la movilización del 7 de junio. Esto puede estar relacionado con el hecho de que no hay ningún cambio sustancial y real respecto a las reivindicaciones que se levantaron en el Paro Nacional del 2021 contra el gobierno de Duque. La gente esperaba un cambio y por ahora eso no se ha materializado.
El tiempo pasa y la inoperancia del gobierno empieza a generar dudas, espacio que quiere aprovechar la derecha más reaccionaria de la burguesía, en especial el uribismo, para ganar el lugar perdido después del duro zarpazo del estallido social que lo debilitó y le dio paso al gobierno de Petro.
El 7 de junio, el gobierno movilizó aproximadamente 30 mil personas a nivel nacional, y la marcha del 20 de junio convocada por la oposición de derecha tuvo aproximadamente la misma capacidad de convocatoria. Ninguna de las dos movilizaciones expresa un apoyo efervescente o significativo por el gobierno o la oposición; sin embargo, marcan un proceso de puja política que se puede expresar en las elecciones regionales de octubre.
La preocupación por parte de muchos luchadores es que la derecha reaccionaria que había sido debilitada pueda fortalecerse no solo en las elecciones, sino ideológicamente en el marco de la despolitización política de nuestra clase.
En elecciones: alianzas para gobernar.
En el gobierno: alianzas que lo estancan
Durante las elecciones el Pacto Histórico justificó alianzas con partidos y sectores del régimen reaccionario que nos trajo a la situación actual, bajo la consigna de lograr mayorías para la gobernabilidad, pero estas alianzas han sido las mismas que no le han permitido al gobierno avanzar con las reformas y sabotean con votos en contra o inasistencias a las plenarias las reformas que el gobierno proclama como progresivas.
Queda claro que la política de conciliación de clases, lejos de permitir llegar a acuerdos con la burguesía “por las buenas”, lo único que está generando es que el gobierno se paralice sin ninguna respuesta material y palpable para las masas. Petro busca compensar esto con movilizaciones y discursos populistas e incendiarios, pero el problema no se resuelve con palabras.
La justificación de sus alianzas con la burguesía más reaccionaria se va por el estanco en el marco de la situación actual. Y es más bien funcional al fortalecimiento de fuerzas políticas uribistas que el pueblo había debilitado con lucha.
Para impedir que la derecha avance
¿la única salida es elegir el mal menor y apoyar al gobierno?
La preocupación de varios luchadores respecto a que la derecha ocupe el espacio que había perdido es una preocupación válida y genuina, y debe ser de importancia política en los espacios de debate y discusión de quienes estamos dispuestos a construir organización para cambios profundos.
En medio del panorama actual, se empieza a denotar la presión de un sector que ve como única salida apoyar al gobierno de Petro y Francia de manera acrítica. Conciben que cuestionar al gobierno es ponerse del lado de la derecha, pero esta mirada es simplista; no permite que quienes buscan cambios reales puedan entender a profundidad la complejidad de la situación.
Cuestionar al gobierno por izquierda y exigir medidas concretas a favor del pueblo que dependan del ejecutivo y no de los debates en el nido de ratas del senado y la cámara, es fundamental.
Hay decisiones concretas como el paso de trabajadores del Estado con contratos de prestación de servicios a planta permanente, declarar un presupuesto de emergencia para las universidades públicas en el marco de la aprobación de la matrícula 0 mientras se logra la conquista de una reforma integral a la Ley 30, aumentar el presupuesto y la mejora del sistema público de salud etc., podrían ser medidas insuficientes, pero concretas.
¿Por qué el gobierno se estanca y no toma decisiones al tamaño de su discurso populista?. Una respuesta posible es que busca no incomodar a los sectores reaccionarios de oposición para no desestabilizar su gobierno, pero lo único que logra esto es darle espacio a que se fortalezcan.
¿El gobierno puede conceder mejoras para nuestra clase? Esta es una pregunta que debemos hacernos, porque en medio de la crisis económica mundial y las exigencias del FMI y el BM el imperialismo exige políticas de ajuste y más explotación, por lo cual, si el gobierno busca la garantía de derechos, implica tomar decisiones más radicales con apoyo y movilización de nuestra clase, al contrario, el gobierno busca mantener su alianzas y justificarlas.
¿Qué hacemos contra la derecha?
Es fundamental denunciar el papel de la burguesía reaccionaria que se opone, incluso a las reformas limitadas del gobierno, ya que busca oponerse a cualquier viso de derecho para nuestra clase. Ante ello, es necesario organizar espacios de debate e incluso de movilización con independencia de clase que se opongan a los planes de estos sectores que buscan fortalecerse.
Para oponerse a la derecha, es fundamental tener una postura de independencia política de cualquier gobierno burgués, incluso del gobierno de Petro, ya que la independencia permite generar una política de exigencia que cuestione por izquierda y proponga un programa a favor de la clase trabajadora y los sectores populares.
No cuestionar a Petro y Francia bajo un programa clasista, lo único que permite es dejarle el camino abierto a los sectores reaccionarios de la burguesía que hoy se movilizan con un programa en contra nuestra canalizando el descontento.
El descontento contra el gobierno debe encontrar respuesta en un programa revolucionario que muestre las limitaciones del gobierno de Petro y Francia y llame a nuestra clase a organizarse en un proyecto que verdaderamente derrote de una vez por todas a la burguesía y al imperialismo bajo un gobierno de los y las trabajadoras junto al pueblo.
Bogotá, 1 de julio de 2023