Por Laura Casas
A estas alturas, se nos hace más que evidente que estamos atravesando un cambio de clima en Catalunya y en el mundo entero. Estas últimas semanas hemos sufrido en Catalunya una ola de calor muy intenso que nos hace cuestionar la posibilidad de sostener la vida como la hemos conocido hasta ahora si estas condiciones pasan a ser la norma en lugar de ser la excepción.
Por ponerlo en datos, hasta la década de los noventa era habitual que hubiera una o dos oleadas de calor en todo el verano, acumulando unos diez días como máximo. En 2022 llegamos a cuarenta y un días de temperaturas extremas. Sí las temperaturas son un problema, el agua también lo es. Llevamos meses sufriendo una sequía histórica. Los datos muestran cómo cada año llueve menos días y lo hace de forma más intensa, lo que dificulta el aprovechamiento del agua y causa más daños. Este año, los embalses se sitúan en récords históricos, llenos sólo al 24% de su capacidad de media.
En estas condiciones de calor extremo y sequía también son frecuentes los incendios, que desde 2011 suman más de 37.000 hectáreas quemadas en Catalunya, con especial relevancia en el Empordà, las Terres de l’Ebre y la Catalunya Central. Las consecuencias de los incendios son la destrucción de flora y fauna y, a menudo, también de cultivos y viviendas.
Es evidente que el cambio climático nos está llevando por el camino del pedregal, pero ¿qué nos ha hecho llegar hasta aquí? Es evidente que el actual sistema económico, el capitalismo, tiene mucho que ver. El aumento de industrias y distancias de transporte genera muchas emisiones de dióxido de carbono que alteran la atmósfera y las temperaturas. Pero no sólo eso, el extractivismo, la especulación y la explotación de los recursos naturales y de la fuerza de trabajo de la clase trabajadora también tiene que ver. Para revertir la catástrofe climática es necesario acabar con el capitalismo a escala global, pero debemos entender que quizás habrá cambios irreversibles en las condiciones climáticas y la disponibilidad de recursos. En este contexto, es importante producir y distribuir de forma democrática, a favor de las mayorías, a diferencia de lo que ocurre actualmente.
Un ejemplo muy claro lo tenemos con el agua. No es lo mismo que haya sequía que haya escasez de agua. En los últimos meses se han aplicado normativas para conseguir disminuir su gasto, pero ¿a quién han afectado más estas medidas? A la clase trabajadora. Desde mayo, se ha restringido el agua para las fuentes públicas y para regar las zonas comunes de jardines y parques de las ciudades, lo que ha dificultado el acceso a agua potable a los sectores más vulnerables de la ciudad y impedido que la ciudadanía tenga espacios frescos de esparcimiento donde refugiarse del calor. Mientras tanto, se ha permitido el gasto de agua en todo el sector turístico: hoteles con piscinas llenas y campos de golf con la hierba verde. Ahora que acaban el verano y la temporada de turismo, veremos cómo se vuelven a endurecer las restricciones.
Otra cuestión importante en la gestión de recursos es la gestión del territorio, cada vez más utilizado de forma extractiva y recreativa, sin tener en cuenta su importancia en el mantenimiento de ecosistemas. Hace años que Catalunya sufre un despoblamiento rural, un abandono de tierras y un crecimiento insostenible de masa forestal, que quema muy deprisa y en mucha extensión con sólo una chispa. Es necesario que haya bosques, sí, pero es necesario que éstos estén limpios, que alguien los cuide, que algún rebaño pasture. También es necesario que haya menos y de forma menos continua, es decir, es necesario recuperar superficie agrícola. No sólo actuará por la prevención de incendios, sino que también desempeña un papel clave en el mantenimiento de especias y en el abastecimiento de alimentos de calidad a toda la sociedad.
El cambio climático supone un cambio en la vida humana y del planeta a todos los niveles, pero hay que ser conscientes de que para el planeta no es peligrosa la existencia humana en sí, y evitar caer en posturas ecofascistas. Si hay algún responsable de la destrucción del territorio, del cambio climático y del empeoramiento de nuestras vidas éste es el capitalismo y hay que combatirlo para seguir viviendo, es la única forma.