Frente a la dictadura en Nicaragua, la “oposición” de derecha que responde a los intereses de La Casa Blanca derrapa una vez más. En el marco de una polarización internacional con un mundo en crisis, dejan en claro los intereses que defienden. Más allá del discurso que promueven de forma oportunista, haciendo un burdo uso de las luchas por los DDHH contra la dictadura en Nicaragua, carecen de coherencia cuando se trata de defender los derechos de los pueblos. Y se posicionan, sin ningún reparo, del lado de quienes hacen apología del terrorismo de Estado y el genocidio, como método para avanzar con reformas que profundizan mas la miseria y explotacion de las mayorías sociales.
Por Mohamet Pacheco, militante de Alternativa Anticapitalista/ LIS-Nicaragua
Para enfrentar a la dictadura de Ortega y Murillo, no basta con denunciar su autoritarismo, sino también enfrentar su modelo económico privatista y extractivista. La crisis que sufrimos en Nicaragua se replica en toda la región, y crece por el mundo al son de los intereses imperialistas que ven en nuestros países mano de obra semi-esclava y bienes comunes para explotar y apropiarse.
Por esta razón no podemos dejar de denunciar y enfrentar a los sectores que dicen ser oposición a la dictadura en Nicaragua, pero avalan discursos reaccionarios de ultraderecha como el de Javier Milei, Victoria Villarruel y todo el arco político de la derecha Argentina. Estos personajes y sus ideas, de ninguna forma expresan “aire fresco para la región” como se refirieron públicamente Félix Maradiaga, Juan Sebastián Chamorro, Medardo Mairena y agrupaciones de la juventud empresarial Nicaragüense como AUN(Alianza Universitaria Nicaragüense) y Avanza en un comunicado del 24 de Noviembre, firmado por una veintena de agrupaciones nicas lobistas del departamento de Estado gringo.
Pero, ¿quién es Milei y compañía?
Un economista que durante años se mantuvo bajo la sombra de la casta política y militar, pasó de ser asesor económico del genocida Antonio Bussi, parte de la dictadura militar, a convertirse en un bufón que en los últimos años fue la figura pública con más tiempo aire en medios de comunicación. Un outsider de la política tradicional. Uno que al inicio despotricaba contra todos los políticos pero terminó tragándose todas las acusaciones y su plataforma comenzó a engrosar sus filas con todo lo viejo y repugnante de la casta política y empresarial Argentina que decía enfrentar. Pasó de autodenominarse león libertario, a quedar en evidencia que en realidad es un gatito mimoso de los dueños del poder empresarial y financiero.
Le acompaña como vicepresidenta Victoria Villaruel, abogada y amiga íntima del Genocida Videla. Estos personajes reaccionarios niegan a lxs 30400 detenidos desaparecidos por la última dictadura militar en Argentina, niegan el terrorismo de Estado que secuestro, torturo, desapareció, apropio bebés y asesino a sangre fría a toda una generacion de militantes sociales; que ademas reivindican ese accionar como regimen social para disciplinar a quienes no nos resignamos y salimos a luchar frente al avance contra nuestros derechos. Por tanto, no pueden ser ejemplo de nada para quienes se dicen defender la lucha del pueblo Nicaragüense. Quienes los reivindican no entendieron cual es la lucha del pueblo, y de forma oportunista se la quieren adueñar al servicio de sus propios intereses.
Ahora bien, en un país como Argentina protagonista de luchas históricas por los DDHH, ¿Cómo es posible que un tipo negacionista de los mismos haya logrado llegar a la presidencia? La respuesta la encontramos en la crisis que atraviesa este país, la cual se profundizó a pasos acelerados en los últimos 4 años de gobierno Peronista-kirchnerista. Quienes volvieron al gobierno con un discurso de ser mejores frente al desastre que dejaba el gobierno anterior se dedicaron a administrar la estructura económica heredada; en resumen, injerencia política del imperialismo vía dependencia económica al FMI, y demás organismos financieros con el incremento de deuda externa. Y así la soberanía terminó siendo una torta repartida entre las trasnacionales extractivistas y del agronegocio. Volvieron como mejores garantes del ajuste, garantizando la complicidad con la burocracia sindical peronista.
La crisis es estructural, no hay margen para reformas.
La ola progresista que surcó los mares Latinoamericanos a inicios de siglo está cerrando su ciclo. Más allá de algunas concesiones en materia de DDHH y asistencia social que fueron logradas debido a las luchas obreras, estudiantiles y populares, la institucionalización de las rebeliones han llevado a la derrota material de los procesos de cambio provocando confusión, resignación y apatía a toda una generación que se ve sumergida en la marginalidad sin perspectivas de futuro. La falta de resolución a las problemáticas estructurales fue profundizando una crisis social donde las luchas y reivindicaciones históricas fueron manoseadas y devaluadas al ritmo de la economía. Con un 150% de inflación interanual y más del 40% de pobreza, no hay política que valga sino parte de las condiciones materiales.
En Argentina el uso burdo de estas luchas, manipuladas a conveniencia para fines personales dio margen a que un sector de la sociedad perdiera de vista el verdadero significado del NUNCA MÁS. La defensa de la memoria, verdad y justicia ha sido un terreno de disputa entre la Izquierda agrupada en el ENMVJ (Encuentro Nacional Memoria, Verdad y Justicia) quienes a lo largo de 40 años han sostenido de forma independiente la lucha por los DDHH, contra los sectores que cedieron su independencia política para integrar gobierno junto al Peronismo-Kirchnerismo que gobernó 16 de los últimos 20 años. La falta de cumplimiento a las promesas más importantes en términos de salario, vivienda, comida y derechos laborales han sido protagonistas de este retroceso, y giro electoral a derecha que hoy envalentona al gobierno de Milei, aprovechando para recortar derechos democráticos adquiridos en la transición a la democracia.
El envalentonamiento de sectores reaccionarios frente al pueblo que supo rechazar a la dictadura cívico, militar y eclesiástica deja en evidencia la lucha ideológica que hoy vuelve a estar en disputa, poniendo en peligro las garantías democráticas frente a un programa de gobierno que atenta contra los derechos del pueblo trabajador. Un plan de shock con el que pretenden garantizar el ajuste, el cual no cerraría sin la represión que han venido ensayando en los últimos meses y del cual la rebelión en la Provincia de Jujuy es evidencia. Esto nos obliga a reflexionar, ¿las libertades democráticas conquistadas son permanentes, o están afectadas por la dinámica de crisis económica capitalista?
En defensa del NUNCA MÁS: organizar la respuesta
Cumpliéndose 40 años del “regreso a la democracia” en Argentina, podemos hacer un recuento de las miles de veces que esta democracia ha fallado. Los +4mil jóvenes asesinados por el gatillo fácil, la represión institucional presente durante todos los gobiernos, la persecución y espionaje a organizaciones y referentes sociales, la prohibición de la huelga sindical y la criminalización de la protesta demuestran en los hechos la ruptura institucional con la consigna democrática. Y esto ha sido así en todo el mundo.
El simple hecho que el discurso reaccionario, que expresa Milei y compañía, se pronuncie desde bancas parlamentarias ocupando espacios institucionales como el proceso electoral, y se prolifere en todos los medios de comunicación, expresa una fractura profunda de la propia institucionalidad. Estas instituciones, que nacen de un proceso histórico de refundación, resultado de años de lucha obrera y estudiantil; hoy son utilizadas para hacer apologísmo al terrorismo de Estado al que el pueblo dijo: NUNCA MÁS. Lo que deja en claro que esta institucionalidad con democracia limitada no es, ni nunca ha sido, garantía alguna para la reparación y no repetición. Con la justicia en manos de los mismos de siempre, con cargos heredados e impuestos a dedo por quienes ostentan el poder económico concentrado, la corrupción inherente a este sistema capitalista tiene la mesa servida. El protocolo anti-piquetes presentado por la Ministra de seguridad Patricia Bullrich, que la mal llamada ‘oposición’ en Nicaragua toma como referente política, es una clara amenaza contra el pueblo que el pasado 20 de diciembre salió a las calles para denunciar el Plan motosierra que ha puesto en marcha el gobierno de Milei. Como siempre, represión a la medida del ajuste.
Hoy surgen nuevos fenómenos de ultraderecha en todo el mundo: los Trump, Bukele, Bolsonaro y Milei son engendros de un sistema que hizo metástasis. Reaparecen aprovechando la enorme crisis política del progresismo en sus distintas variantes, responsable del gran descontento social de millones; qué compran los discursos trasnochados que todo el aparato mediático empresarial vende con bombos y platillos como ideas innovadoras, aprovechando la desesperación frente a la cruda realidad que produce la maquinaria de guerra y ecocidio que es el capitalismo.
Lo cierto es que además de una mentira a todas luces para quienes tienen memoria, son planes probados y a los que los pueblos ya se enfrentaron, derrotando gobiernos y poniendo en jaque regímenes completos. Esto ha sido así gracias a la fuerza organizada para luchar en las calles, que lamentablemente le ha faltado una organización previa con propuestas que permitieran demarcar el camino de obstáculos que imponen quienes quieren sostener el status quo. Con direcciones políticas traidoras y funcionales, para sostener la estructura de poder al servicio de intereses privados y extranjeros no vamos a poder salir de este atolladero, por eso es necesaria la construcción de una alternativa uniendo las luchas de nuestros pueblos.
Frente a la crisis en Nicaragua: solo los pueblos salvan a los pueblos.
En defensa de la memoria, la verdad y la justicia, es necesario seguir luchando por los cambios estructurales necesarios, de la forma más amplia, democrática y participativa, en Nicaragua y en todo el mundo. Sin reparo de críticas y asumiendo responsabilidades. Tenemos que tomar por ejemplo los aciertos de los pueblos y reflexionar sobre los errores de las direcciones. Para lograr la transformación social necesaria frente a la desigualdad, opresión y miseria es necesario organizar la lucha e impulsar la movilización permanente que mantenga vivo el proceso real de cambio.
Somos más de medio millón de nicas en el exilio, quienes además de enfrentar a la dictadura en Nicaragua nos hemos visto del lado de los pueblos, ahí donde hemos migrado, defendiendo nuestros derechos como trabajadores, estudiantes y especialmente como migrantes. Por tanto, somos parte de las luchas populares frente a la privatización de la CCSS y de los recortes en educación y salud en Costa Rica, de la defensa de las libertades y garantías democráticas en Guatemala, de la defensa de la tierra y el agua frente a la mega minería en Panamá, y en todos lados contra la explotación laboral, la brecha y estigmatización social que sufrimos como migrantes irregularizadxs. En Argentina donde exiliadxs centroamericanxs militantes de la LIS nos agrupamos en el MST, su sección Argentina, venimos dando la pelea contra los gobiernos de ajuste, en defensa del NUNCA MÁS, y ahora nos toca luchar contra el gobierno de Milei que pretende cercenar libertades democráticas y derechos básicos hacia la comunidad migrante.
Quienes ignoran estas luchas son los mismos que hacen de la política un negocio. Donde todos los derechos están garantizados lo único que se defiende son privilegios. La oposición que acompaña a estos referentes de la derecha que avalan genocidios y ven en una sociedad igualitaria una dictadura de los derechos humanos, no tiene mayor reparo. Tampoco lo tienen quienes creen que la única alternativa para la crisis es el ajuste. No pueden ser los referentes de la lucha de nuestro pueblo, los tenemos que enfrentar y dejar en evidencia que son más de lo mismo. Son la escoria que tenemos que repudiar al mismo tiempo que enfrentamos a la dictadura, porque tienen más similitudes que diferencias.
Somos coherentes, en todo el mundo estamos del lado de los pueblos, contra todo imperialismo, contra los regímenes autoritarios y dictaduras como Ortega-Murillo y contra Milei en Argentina. No aceptamos la continuidad de la explotación laboral y el extractivismo. No queremos que cambien la cara del verdugo y hagan borrón y cuenta nueva aprovechándose de la desesperación que causa la crisis en nuestros pueblos.
Desde Alternativa Anticapitalista y la Liga Internacional Socialista lo venimos denunciando, porque solo así podremos construir la unidad que necesita la lucha del pueblo Nica para triunfar. A más de 5 años de la rebelión en 2018 cada día quedan más en evidencia sus verdaderos intereses. La crisis internacional nos muestra que ni la comunidad internacional, ni ningún gobierno empresarial puede ser apoyo para nuestro pueblo. Todos son represores de sus propios pueblos que luchan frente al ajuste, por tanto el único apoyo que nos servirá para liberarnos es la solidaridad internacional de las y los trabajadores, las juventudes, las mujeres y pueblos originarios que defienden sus derechos y pelean por conquistar aún más, en el camino de gobiernos de los trabajadores y los sectores populares y un verdadero socialismo con democracia plena, participativa, desde abajo a escala de toda Centroamérica.