Estado de Guerra en Ecuador: Una sola víctima, el Pueblo Trabajador

Por LIS – Ecuador

Ecuador vive por estas horas un repunte de violencia en todo el país como parte del estado de emergencia, declarado en medio de la crisis de seguridad a la que se ve expuesto el país y dónde la fuga de famosos jefes de bandas de narcotraficantes, exponen el particular entramado de sicarios, fuerzas policiales, militares, judiciales y estructuras financieras que mantienen en vilo al conjunto de la población.

 Mientras se informa que en diferentes puntos del país se encuentran secuestrados policías de bajo rango, las cárceles se encuentran sin control, corren cientos de noticias acerca de explosiones, carros quemados e incluso en la tarde de hoy se ocupó un importante canal de tv de Ecuador en la ciudad de Guayaquil, recuperado casi sin violencia y curiosamente por las mismas fuerzas policiales que se creían desbordadas.

Se han suspendido las clases y el estado de guerra decretado en la tarde de hoy impide la libre circulación y las reuniones después de las 11 PM hasta las 5 AM.

“El término narcopolítica ha sido evidenciado. Podemos ver cómo las estructuras delincuenciales han permeado las instituciones para alcanzar sus objetivos”, dijo la fiscal Salazar, la misma oscura figura que dirigió un ampuloso procedimiento denominado “metastasis”, que fue anunciado con un gran despliegue periodístico pero que obtuvo escasos resultados concretos mas allá de los evidentes: la complicidad de todos los poderes del estado con los grandes carteles de la droga que existen en Ecuador.

El país es además particularmente permeable a las estructuras financieras ilegales que facilitan el blanqueo de todo tipo de capitales. No es extraño pensar que los propios grandes bancos ecuatorianos ( Guayaquil y Pichincha ) también formen parte instigadora de estos enfrentamientos de acuerdo a los alineamientos con uno u otro cartel ( mexicanos, albaneses etc etc ).

Esta escalada de violencia ha transformado a Ecuador en el país de mas alto índice de criminalidad de américa latina, con la muerte de 46 personas por cada 100.000 habitantes, mientras que en los últimos años se han sucedido gobiernos que como resultado de su gestión han arrojado 10.000 ecuatorianos asesinados, la deuda externa triplicada y la desocupación duplicada en poco mas de 5 años.

Por supuesto que la respuesta de Noboa y toda la institucionalidad del capital (incluso la del propio ex presidente Correa ) pretende ser una respuesta “militar” y “policial” ó sea la solución en manos de las mismas instituciones que están corrompidas implacablemente por el narcotráfico, tratando de imitar al nuevo ídolo de la derecha latinoamericana, el dictador pro imperialista Bukele.

Este clima de violencia no puede ser interpretado como un enfrentamiento de “buenos” contra “malos”, sino una pelea entre carteles que expresan a distintos sectores de la muy prostituida burguesía ecuatoriana. Mientras ellos pelean por territorios y ganancias, es al pueblo trabajador al que obligan a encerrarse y a padecer las implacables consecuencias del “estado de guerra”. Cualquier llamado a la unidad nacional, como la que hipócritamente declama el ex presidente Correa, pretende ocultar una realidad incontrastable, el narcotráfico es parte del poder, está enquistado en las estructuras de los diferentes gobiernos; creer que Noboa es capaz de combatirlos es imaginarlo tirándose tiros a él mismo. Ninguna solución puede venir de los gobiernos capitalistas porque cada uno de ellos son parte fundamental del problema.

 Al narcotráfico no se lo combate con mas cárceles, se lo combate desarmando todo el aparato político/estatal/financiero que lo protege y lo promueve, se lo combate rompiendo lazos con los grandes empresarios que ven en esta actividad una fuente de ingresos y corrompen a miles de jóvenes sin perspectiva alguna.

Claro que esas respuestas no vendrán de la mano de los mismos de siempre, los políticos capitalistas causantes de este desastre, sino de los propios trabajadores y el pueblo que deberán tomar en sus manos todas las respuestas a este fenómeno criminal, eligiendo las formas de autodefensa y autoorganización que creamos necesario en cada momento y lugar. Estas tareas son las que nos proponemos debatir en cada lugar de trabajo, de estudio, en cada barrio por que los de abajo solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas, no podemos confiar en ninguno de los “iluminados” que nos han conducido a esta tragedia.