Debates: ¿Adónde va el PTS – Fracción Trotskista?

Por Pablo Vasco

A inicios de marzo pasado, en modo virtual, la Fracción Trotskista que dirige el PTS argentino hizo su XIII conferencia internacional. De tres días de debates uno lo dedicaron a la Argentina, en base a un informe de su dirigente Emilio Albamonte1. Polemizamos aquí con sus posiciones, que creemos unilaterales y equivocadas en cuanto a los sujetos sociales, alejada de la clase trabajadora y electoralista sobre el Frente de Izquierda Unidad.

Varios de los diez puntos que componen el informe político de Albamonte a la conferencia de la FT resultan no solamente evidentes, sino además susceptibles de ser compartidos en sus líneas generales por todo el marxismo revolucionario e incluso por sectores más amplios: el alineamiento de Javier Milei con Israel y los Estados Unidos (punto 1); su ataque brutal contra las conquistas laborales y sociales (2); su modelo de país sometido al capital financiero y las corporaciones (3); los intentos de gobiernos previos en ese mismo sentido (4); el panorama de las clases medias (6); los riesgos de dolarizar la economía (7); el problema federal y la crisis con las provincias (8).

No obstante, en algunos de esos mismos ítems y sobre todo en los tres restantes (5, 9, 10) se plantean algunas caracterizaciones muy parciales y unilaterales, a partir de las cuales el PTS desarrolla una política que consideramos globalmente equivocada.

Por ejemplo, en el punto 3, según Albamonte tras el fin de la última dictadura “la transición pactada dio lugar a la democracia de la derrota… que tenemos hace 40 años”. Nos parece que esta simplificación minimiza la importante victoria democrática que significó la caída de la dictadura militar. En la Argentina no hubo ninguna transición pactada al estilo de lo que sí sucedió en Chile o en España. Por el contrario, la derrota estrepitosa de las Fuerzas Armadas por el ascenso popular y la traición en la Guerra de Malvinas no sólo cortó de cuajo por cuatro décadas la habitual alternancia argentina entre democracias burguesas y dictaduras militares, sino que abrió el proceso, inédito a nivel mundial, de juzgamiento y condena de los represores en los tribunales civiles por un genocidio cometido a manos del propio Estado.

Con la misma lógica de minimizar los logros del movimiento de masas, en el punto 4 Albamonte apenas hace una mención, al pasar, del “levantamiento de 2001 que hizo caer a De la Rúa”. Pero ni se trató de un mero levantamiento ni sólo hizo caer a De la Rúa. Aun carente de una dirección revolucionaria con influencia sustantiva, el Argentinazo fue un poderoso estallido revolucionario de trabajadores, desocupados y sectores medios que quebró todo el orden establecido y puso en crisis a la clase capitalista y sus dirigentes: volteó a cuatro presidentes en once días, derrotó a la UCR -una de las dos patas del bipartidismo tradicional-, trastocó el régimen político burgués y le arrancó grandes conquistas económico-sociales y democráticas:

  • En 2002 un subsidio universal a más de dos millones de personas sin empleo: el Programa Jefes y Jefas de Hogar.
  • En 2003 más planes de ayuda social y la nulidad de las leyes de impunidad -Punto Final y Obediencia Debida-, lo que permitió reabrir los juicios y condenas a los genocidas2.

Nada menos: son conquistas que aún hoy, más de dos décadas después, la burguesía sigue batallando por hacer retroceder.

De “conquistas envenenadas” y sujetos sociales

En el punto 2, tomando el ambiguo concepto gramsciano de Estado integral (los mecanismos burgueses de control social), Albamonte define a los logros de sectores de trabajadores y populares como “conquistas que fueron envenenadas por la burguesía al ir de la mano con el desarrollo de diferentes burocracias, en los sindicatos, en los movimientos sociales, etc. que ‘organizan’ la vida de la sociedad civil y del movimiento de masas”…

Desde luego, no ignoramos la integración cada vez mayor de la burocracia sindical al Estado burgués ni tampoco la cooptación estatal de ciertas organizaciones sociales: denunciamos y combatimos esas prácticas. Pero esa amalgama sectaria de conquista envenenada/burocracia demoniza de antemano toda conquista obrera o popular y todo sindicato u organización social. Es que como la existencia siempre condiciona de alguna manera la conciencia, viene de bastante antes esta posición del PTS3, cuya presencia militante decrece a nivel sindical y es directamente nula en el movimiento de trabajadores desocupados. Es una especie de análisis-justificación. Ya hemos polemizado largamente frente a su desprecio hacia el sindicalismo combativo4 y los movimientos sociales vinculados a las corrientes de izquierda5, atacados en forma directa por Milei y su gobierno.

A su vez, en el punto 5, sobre la clase trabajadora y su división entre el sector registrado -con paritarias- y el sector informal -con menor salario y menos derechos-, compartimos que “constituye uno de los problemas principales para la revolución en Argentina”. Sin embargo, y aunque cite algunos síntomas de conflictividad (docentes, salud, marcha en Siderca), Albamonte caracteriza un panorama laboral más bien de quietismo: “el proletariado en blanco en este momento está en una posición conservadora”, “el clima en el movimiento obrero es conservador, sobre todo en la industria”, y, en el punto 10, “hay mucho conservadurismo aún en las masas por el miedo y la inacción de la burocracia para darle tiempo a Milei”…

Una visión distorsionada de la clase obrera y su rol

En igual sentido, en el punto 9, la reseña de Albamonte sobre los últimos 20 años de lucha obrera y popular en nuestro país es escéptica, sesgada y autorreferencial, por ende muy equivocada:

“Desde 2005 hasta 2014 se desarrolló el fenómeno del sindicalismo de base… Nosotros confluimos… fuimos parte de toda una serie de importantes huelgas, la de Kraft de 2009, luego Donnelley, y finalmente, en 2014, la gran huelga derrotada de Lear… luchamos durante 6 meses casi en soledad”6.

En el gobierno de Mauricio Macri, “salvo las jornadas de diciembre de 2017 contra la reforma jubilatoria, siguieron 8 años de decadencia, precarización del empleo y aumento de la pobreza, marcados por la falta de voluntad de la burguesía para atacar a escala y por la falta de disposición del proletariado a resistir la degradación». En ese marco, el fenómeno más visible fue el de las marchas piqueteras, que es una particularidad importante del país… Nosotros nunca aceptamos ese tipo de actividad…

“En esta situación nosotros quedamos como una especie de profetas desarmados… yo lo considero muy positivo… cuando hay baja lucha de clases también hay que fortalecer la agitación política y la propaganda… continuamos una actividad contra la corriente en las fábricas, en las estructuras de trabajo en general»

Y ya con Milei: “Nuestro discurso suena abstracto porque plantea una salida vinculada a la lucha de clases, ausente en estos años… Desde que subió el nuevo gobierno, discutimos que teníamos que hacernos fuertes en el sector de vanguardia que comenzaba a surgir, y nos volcamos a las asambleas barriales desde su inicio”…

La vida real dista bastante de esa versión. La línea del PTS en los conflictos de Kraft y luego Lear privilegió las decisiones de un pequeño sector del activismo, separado de las bases, con acciones que nunca fueron debatidas ni resueltas por la mayoría de las y los trabajadores. Junto con la represión policial, ese vanguardismo sectario aisló dichas luchas y facilitó el rol de la burocracia para quebrarlas. Por eso el PTS, lejos de ser “la fusión real entre los revolucionarios y los sectores avanzados del movimiento obrero” 7, como se jactaba en 2014, sigue retrocediendo: perdió la conducción de Zanón y del sindicato ceramista neuquino, perdió peso en la Alimentación y otros gremios en donde actuaba. Y por eso mismo tampoco sorprende que desde hace años el PTS no dirija ni un solo sindicato ni tenga un solo secretario o secretaria general en todo el país.

Por cierto, la lucha de clases no estuvo “ausente en esos años” como cuenta Albamonte. Además de numerosas luchas piqueteras -en las que el PTS no interviene- y de la batalla contra la reforma jubilatoria de Mauricio Macri hubo numerosos conflictos en estatales, docentes, salud e incluso en sectores privados. Al calor de esos conflictos el sindicalismo clasista se siguió desarrollando, con unidades positivas como en el SUTNA, ATEN o el Plenario Sindical Combativo, al cual finalmente el PTS tuvo que sumarse tras haberlo denostado. Pero tales organizaciones gremiales u otras similares en el sector de la salud pública -como APyT Garrahan, ALE, CICOP y Fesintras-, por parte del PTS sólo reciben acusaciones falsas y divisionismo. ¿Acaso creerá ese partido ser la esencia misma del clasismo revolucionario?

En la Argentina, el proceso de construcción de una nueva dirección sindical, de lucha y democrática, se viene expresando tanto por dentro como por fuera de las organizaciones sindicales tradicionales. Por dentro, en delegades, comisiones y juntas internas, agrupaciones y listas de oposición antiburocráticas, y asimismo algunos sindicatos recuperados. Por fuera, en los movimientos de autoconvocatoria, como sucede en sectores docentes y de la salud de varias provincias. Como es obvio, en vez de oponer los segundos a los primeros como hace el PTS, toda corriente genuinamente clasista debe trabajar para coordinar y articular ambos sectores en las luchas cotidianas.

¿Asambleas vs clase trabajadora?

Junto a minimizar a la clase trabajadora con y sin empleo, a sus luchas y a la militancia de izquierda en ambos sectores, en el punto 10 Albamonte añade otra unilateralidad: sobrestima las asambleas barriales. Como un nuevo emergente de vanguardia popular, con centro en CABA y el conurbano, han surgido unas 60 asambleas con 30 o 40 personas cada una y en total agrupan a un par de miles: militantes e independientes; votantes de izquierda o, en minoría, del kirchnerismo y peronismo8. Es un fenómeno progresivo, participan de las acciones contra el gobierno y apoyan otras luchas, pero este resurgir no alcanza la magnitud del 2001, cuando la Interbarrial de Parque Centenario coordinaba a unas 150 asambleas con cien o más activistas cada una.

A su vez, las asambleas son uno de los varios procesos de lucha y organización hoy en desarrollo, que confluyen en una multisectorial muy progresiva. Este espacio de unidad incluye al sindicalismo combativo, movimientos sociales, asambleas vecinales, Unidxs por la Cultura, otras agrupaciones -ambientalistas, de derechos humanos, etc.- y partidos políticos de izquierda. A este conjunto ahora se suma con fuerza el movimiento estudiantil, que viene de una masiva marcha federal universitaria con fuerte apoyo de sectores medios.

Cada sector integrante de la multisectorial tiene sus particularidades y se funciona por consenso. Aun así, toda corriente política que se reclame trotskista o al menos marxista debería reafirmar la importancia estratégica de la clase trabajadora, único sector social que por su rol estructural en la producción puede organizar en torno suyo un nuevo modelo de sociedad, una sociedad socialista.

En cambio, Albamonte ubica a las asambleas como el sujeto social preferente que debe vanguardizar las luchas y la alternativa política, y encima hacerlo exclusivamente a través del PTS: “Lo nuevo, ligado al desarrollo de este fenómeno, es que votantes del FIT se activan políticamente y comienzan a acercarse a la izquierda… no por la vía de relaciones directas con militantes del partido sino a partir de nuestra agitación política… Gente que votó al FITU, sin relación directa con la izquierda, que se acerca y quiere militar, ya sea en las asambleas o en Pan y Rosas”.

Luego, como tarea plantea: “sin vanguardia, solo con el partido, solo trabajando en las estructuras como agrupaciones, que también tenemos que hacerlo, solo con eso, no vamos a ningún lado. Tenemos que golpear desde afuera con los sectores más avanzados, como es el caso de las asambleas, para tratar de fusionarnos y conquistar especies de comités de acción… nos referimos, retomando una idea que había planteado en su momento Trotsky, a instituciones de unificación y coordinación de los diferentes sectores en lucha” 9.

Y Albamonte se aventura más: “Debemos tener un discurso especial hacia los simpatizantes del FITU porque si hacemos que un 10% de esos 800.000 votantes que nos acompañaron en estas elecciones, alrededor de 80.000 personas, participe de las asambleas, lograríamos algo muy importante. Esa es mi hipótesis… La estrategia nuestra es impulsar las asambleas, desarrollar la articulación con otros sectores, por eso el impulso del encuentro nacional, buscando una dinámica donde estas instancias se desarrollen como comités de acción y en la perspectiva de poner en pie organismos de frente único de masas, lo que en las revoluciones se llamó consejos/soviets”…

¿Fetichismo asambleístico y ninguneo del FIT Unidad?

A nuestro criterio, esta orientación estratégica del PTS encierra dos problemas gruesos, uno de carácter objetivo, acerca de la situación nacional, y otro subjetivo, sobre cómo fortalecer una herramienta política de izquierda revolucionaria:

El primer problema de Albamonte es fetichizar a las incipientes asambleas vecinales del AMBA por sobre todos los demás sectores movilizados, en especial por sobre el sindicalismo combativo; y asignarles la ardua tarea de articular los conflictos sociales del país, para así transformarse en supuestos comités de acción y luego -nada menos- en soviets de masas.

En realidad, y sin tampoco minimizar a las asambleas, será la propia lucha de clases en el país quien irá marcando la dinámica concreta de los distintos sectores sociales, con sus altibajos y su mayor o menor consistencia. Y así sea “la hipótesis” de Albamonte, por ahora no parece factible que sea el PTS quien las haga crecer de unos 2.000 ó 3.000 integrantes actuales a 80.000… Lamentablemente, en varios casos ocurre lo opuesto: los aparateos de militantes del PTS alejan de las asambleas a vecinas y vecinos realmente independientes.
Por otro lado, la traslación de la táctica de Trotsky de los comités de acción no sólo es esquemática sino encima deformada en su contenido de clase: él planteaba impulsarlos en Francia en febrero de 1934 ante una potente huelga general con movilizaciones contra un intento de golpe fascista; es decir, como instancias de autoorganización de sectores de masas pero a partir de la clase obrera: “crear comités de fábrica elegidos por los trabajadores” 10.

El segundo error político de Albamonte y el PTS, a nuestro modo de ver el más importante, es su concepción errada sobre el Frente de Izquierda Unidad, fuertemente desviada al falso hegemonismo y el electoralismo.

Por ejemplo, en el punto 9 dice: “Desde 2011, hemos impulsado el Frente de Izquierda que ha sido muy progresivo en el proceso político argentino de la última década”. “El Frente de Izquierda ya lleva más de una década siendo una referencia política de izquierda en el país”. Y en el punto 10 agrega: “El FITU, con un rol protagónico del PTS, cumple un papel significativo impulsando instancias de coordinación”.

Primero, hay que dejar de lado tanto ombliguismo ajeno a la realidad de que el FITU es lo que es sólo por el “impulso”, el “rol protagónico” del PTS y “la llegada de Myriam Bregman en las redes”. El Frente de Izquierda Unidad lo integramos cuatro partidos y ese todo es siempre superior a la suma de las partes. El PTS podrá tener circunstancialmente figuras más conocidas, pero es más débil en aspectos decisivos para toda alternativa revolucionaria que se precie de tal: volumen militante e inserción y liderazgos en la clase trabajadora y los sectores populares.

Ahora bien; si según el PTS el FITU “cumple un papel significativo impulsando instancias de coordinación” y es “referencia política de izquierda”; y de verdad ese partido quiere, como dice Albamonte, “contribuir a armar a la vanguardia, no solo para la lucha sino también para el combate político con el peronismo” y “evitar un escenario donde nosotros luchamos ahora y después viene el peronismo para llevar todo nuevamente a un callejón sin salida”, ¿por qué no hacen ni una sola propuesta para que el Frente de Izquierda Unidad se postule y se fortalezca como alternativa política ante tanta gente luchadora que se decepcionó del pejotismo, se aleja de él y anhela algo distinto? ¿Por qué reducen al FITU a juntar votos cada dos años? ¿Será porque sólo lo entienden como cantera electoral propia o por escepticismo en cuanto a hacerlo avanzar como opción para disputar el poder? ¿No saben que entre el activismo asambleario, gremial, piquetero, estudiantil, cultural, ambiental, de género y derechos humanos un debate político permanente es ‘después de Milei, qué’?

Desde el MST venimos insistiendo en otro planteo, que supere ese techo electoral y ponga al FITU a la altura de los desafíos estratégicos de estos tiempos. Como bien lo propuso nuestro dirigente Alejandro Bodart en un reciente acto realizado en Plaza Congreso: “convocar todos juntos un gran congreso abierto del Frente de Izquierda para poder debatir no sólo entre la militancia de las cuatro fuerzas del frente, sino tener una política para integrar como fuerza militante a las decenas de miles que muchas veces nos votan, nos apoyan, creen que el programa de salida es el nuestro, pero que hoy no militan porque no les damos la posibilidad de que se incorporen y que eso nos potencie. Necesitamos discutir para que el movimiento de masas en vez de venir a la izquierda no se quede nuevamente en las redes del frente popular. Cómo evitamos que la Iglesia nos venga a decir que son ellos los que pueden formar una alternativa detrás de Grabois. Cómo logramos evitar que surjan nuevas mediaciones para que después de esto se vuelva a repetir el ciclo de nuevas frustraciones”.

Bodart lo explicó con claridad: “Necesitamos que el Frente de Izquierda asuma el desafío de la hora, y no es sólo prepararse para la próxima elección, no es ni incluso sólo actuar juntos en las luchas. Es también ayudar a que surja una alternativa que sea vista como alternativa de poder frente al movimiento de masas. Y es posible porque el peronismo está en la lona, no lo dejemos recuperar. El peronismo es el responsable de la situación en la que nos encontramos. Hace unos años nos trajo a Macri, ahora nos trajo a Milei; si siguen apostando por el peronismo, ¿qué monstruo va a venir después? Necesitamos trabajar para que después de esto sea la izquierda revolucionaria la alternativa. Y para eso tenemos que hacer los máximos esfuerzos, asumir la responsabilidad y no mirar para otro lado… creemos que llegó la hora de transformar al FITU en un movimiento con vida interna, con la posibilidad de que la gente no sólo nos vote, sino que participe, discuta; no sólo que elija a nuestros representantes, sino que defina junto a nosotros con qué mejor política enfrentar a los Milei y ganar a los trabajadores para que rompan definitivamente con el PJ».

“En este país, donde somos miles y miles los que nos consideramos marxistas, socialistas, revolucionarios, estamos ante la responsabilidad de darle una salida a nuestra clase. Y sólo puede ser el socialismo, la revolución, pero sólo puede hacerse si hay una fuerza política organizada de decenas de miles. Y tenemos la posibilidad de hacerlo” 11. ¿O el PTS no quiere un frente de izquierda así, convocante, abierto, participativo, de miles y miles de militantes, ya sean de alguno de los cuatro partidos o independientes, porque seguramente en ese ámbito no sería preponderante?

Hoy la disyuntiva sobre la estrategia, entonces, no es tan compleja: populismo asambleísta, autobombo y electoralismo o coordinación multisectorial desde la clase obrera y convocatoria abierta del FITU al activismo para poner en pie un fuerte movimiento político de izquierda, que al calor de la movilización abra el camino a un gobierno de las y los trabajadores y el socialismo en la Argentina


1. https://www.laizquierdadiario.com/Trotsky-Gramsci-y-la-emergencia-de-la-clase-trabajadora-como-sujeto-hegemonico (7/3/21)
2. Es llamativo que en un informe tan extenso, publicado precisamente el 24 de marzo, ni se mencione la cuestión de los derechos humanos y democráticos.
3. https://www.laizquierdadiario.com/Trotsky-Gramsci-y-la-emergencia-de-la-clase-trabajadora-como-sujeto-hegemonico (7/3/21)
4. https://periodismodeizquierda.com/ataques-al-sindicalismo-combativo-en-salud-y-al-mst-el-pts-una-corriente-nociva-en-el-movimiento-obrero-1/ (2/5/23)
5. https://periodismodeizquierda.com/el-pts-y-el-movimiento-piquetero-su-oposicion-a-conquistas-y-a-que-la-izquierda-organice-a-miles/ (12/8/23)
6. Los subrayados son nuestros.
7. https://www.pts.org.ar/La-fusion-en-marcha (20/11/14)
8. Según Albamonte, sumando a quienes integran los grupos de Whatsapp y a veces van a alguna asamblea, totalizarían 10.000 personas.
9. Ídem nota 3.
10. Un programa de acción para Francia, junio de 1934. En https://www.marxists.org/espanol/trotsky/eis/escritos/T6.V1.pdf (pág. 38)
11. https://periodismodeizquierda.com/congreso-del-mst-las-propuestas-al-frente-de-izquierda-unidad/ (10/4/04)