Por Julio Santana – LIS Reino Unido
La convocatoria es una maniobra del Partido Conservador. El Partido Laborista se parece cada vez más a sus oponentes. Se amplía la brecha de la desigualdad social y la vida del pueblo trabajador se hace cada vez más difícil. El bipartidismo y el régimen monárquico son antidemocráticos y anacrónicos. Hace falta conformar un polo alternativo de los revolucionarios que se fortalezca junto en las luchas de los trabajadores.
Una maniobra de crisis
El gobierno de Rishi Sunak convocó a elecciones para el 4 de julio. Tenía tiempo para hacerlo hasta enero del próximo año, pero decidió adelantarlas por la crisis del régimen y el creciente descontento popular. Lo hizo con la intención de disputar en las mejores condiciones posibles o, en su defecto, atenuar los efectos de una grave derrota. En las elecciones municipales realizadas en mayo hubo una señal de las tendencias electorales: el Partido Conservador perdió alrededor de 500 concejales que pasaron en su mayoría se distribuyeron entre los partidos Laborista y Liberal Demócrata. ¿Será un salvavidas para el gobierno o le saldrá el “tiro por la culata”? Ya se verá.
Protegen al régimen institucional
Sunak pudo consumar esta maniobra por el rol del Partido Laborista y los dirigentes sindicales que apaciguaron los ánimos para encaminar el descontento por las vías del régimen; en lugar de coordinar y extender las grandes huelgas obreras que sacudieron al Reino Unido. La situación podría haber sido muy distinta si se hubieran jugado por el triunfo de las luchas y la huelga general, algo que hubiera fortalecido a la clase trabajadora y debilitado a quienes pretenden seguir oprimiéndola pero con “rostro humano”.
Menos bienestar para muchos
El Reino Unido salió de la recesión y la inflación es baja si se la compara con la que existe en otros países. Pero la crisis de la economía capitalista sigue su curso y no se puede esconder detrás de cifras estadísticas tan modestas como parciales. El indicador que más importa es el de las condiciones de vida de los trabajadores y ese parámetro va de mal en peor. En el norte del país la empresa del Grupo Tata, productora de acero, dejará en la calle a 2.800 obreros por la construcción de un nuevo alto horno, supuestamente “más eficiente” y “más verde”. Son falsas excusas porque a los capitalistas no les interesa preservar el medio ambiente sino acrecentar sus ganancias. Otras empresas, como las de suministro de agua, amenazan con eliminar puestos de trabajo argumentando: “atravesamos una mala situación”. Lo cierto es que, mientras contaminan los cursos de agua natural con total impunidad, le piden al gobierno millones de libras que van a parar al bolsillo de sus CEOs en concepto de sueldos y premios.
Más ganancias para pocos
Cada vez es más notorio que los despropósitos capitalistas generan un verdadero festín para un puñado de privilegiados: “En 2022, el director ejecutivo de Omers, Blake Hutcheson, ganó el equivalente a 3 millones de libras esterlinas. Las ganancias de Hutcheson palidecen en comparación con las del director general de Macquarie, una gestora de activos australiana que vendió su participación en Thames Water a Omers. Sólo el año pasado, el director ejecutivo se llevó a casa la friolera de 30 millones de dólares australianos (£ 15,5 millones). Estas extraordinarias cifras son una severa crítica a un sistema verdaderamente ridículo “. Como contracara: “Desde la privatización en 1989, las facturas del agua en Gran Bretaña han aumentado un 360% , más del doble de la tasa de inflación (en Escocia, el agua es propiedad del gobierno y las facturas son más bajas). A estos precios, uno pensaría que nuestro sistema de agua sería de última generación. En cambio, esta semana surgió la noticia de que Thames Water fue responsable de casi 17.000 ocasiones de vertido de aguas residuales sin tratar en 2023 debido a sistemas de desbordamiento deficientes que no han contado con una inversión en infraestructura suficiente”. Los rescates bancarios y empresariales que se financian con dinero que el pueblo aporta a través de los impuestos lleva a algunos gerentes a ganar hasta 50 veces más que un trabajador con salario medio. Ni los conservadores ni los laboristas quieren nacionalizar las empresas bajo control de sus trabajadores y usuarios para terminar con semejantes despropósitos.
Con el traje a medida de los empresarios
Los patrones pueden actuar de esta forma porque están amparados por un primer ministro de su misma calaña. Sunak es un millonario incompetente que no va a cambiar la dura realidad de millones de personas porque ya es dueño de millones de libras destinadas cambiar su propia realidad y hacerla cada vez más privilegiada. Lo único que se puede esperar del Partido Conservador y de quienes lo representen es el aumento de la desigualdad social.
No hay “Nuevo Laborismo” sino viejas trampas
Hace años el cínico Tony Blair anunció la llegada del “Nuevo Laborismo”, pero lo que existe es un viejo camuflaje con discursos dirigidos a los trabajadores y políticas para los patrones. El Partido Laborista está conducido por una élite de funcionarios profesionales y pequeños burgueses intelectuales cada vez más alejados de la realidad que viven millones de personas en el Reino Unido. Al igual que los dirigentes conservadores, no tienen la menor idea de lo que significa sufrir pésimas condiciones de vida y laborales. Solo se postulan como mejores administradores del capital, intentando recrear la falsa ilusión de que el capitalismo se puede humanizar. Para seguir existiendo, el sistema capitalista tiene la necesidad intrínseca de garantizar ganancias explotando a la clase trabajadora, sin importarle los sufrimientos sociales que genera.
Métodos cada vez más antidemocráticos
Bajo la conducción del aristocrático Sir Keir Starmer, los métodos del Partido Laboristas se vuelven cada vez más antidemocráticos. Por un lado, expulsan y/o marginan a los críticos, como sucedió con Jeremy Corbin, Dianne Abott (primera diputada negra en la historia del Reino Unido) y Faiza Shaheen, quien denunció “una campaña sistemática de racismo, islamofobia e intimidación” que incluyó acusaciones personales dignas del estalinismo. Por otro lado, los que mandan ungen a quienes son más fieles, entre ellos a varios dirigentes sindicales que ya “se están probando el traje” para ocupar eventuales cargos.
Reflexiones e interrogantes
Jeremy Corbyn afirmó que se presentará por fuera del Partido Laborista, como independiente, y Faiza Shaheen dijo “lo estoy pensando”. Más allá de estos anuncios, cabe plantearse problemas de fondo. ¿No deberíamos apoyarnos en los miles de personas que enfrentaron la decadencia del NHS y en los que apoyamos los piquetes obreros durante las luchas? Los trabajadores de la salud y el transporte ¿No deberían tener una alternativa que no los traicione? Los centenares de miles de personas que salieron a la calle a repudiar el genocidio en Gaza ¿No deberían contar con propuestas para dar un salto en la organización política? ¿No es hora de plantearse asumir la defensa de un programa verdaderamente anticapitalista y socialista?
¿Hacia dónde vamos?
Las elecciones del 4 de Julio serán una estación de paso en la que disputarán el Partido Conservador y el Partido Laborista, pero al otro día seguirán los padecimientos del pueblo trabajador. Los laboristas quieren reemplazar a los conservadores, pero desde el poder continuarán con las tareas que comenzaron sus antecesores, porque son los empleados y consejeros “progresistas” del capital. Más allá de sus disputas, su alternancia durante décadas en el gobierno no ha traído cambios cualitativamente favorables a los trabajadores y el pueblo ni los traerá en el futuro. Por estos motivos no llamamos a votar a ninguna de las variantes defensoras del capitalismo y del régimen monárquico. Es hora de comenzar a sentar las bases para construir un polo de izquierda anticapitalista consecuente, para enfrentar los duros tiempos que se vienen, para apoyar las luchas de los trabajadores e ir por cambios de fondo. Son tareas que exceden lo electoral a encarar de manera urgente por el conjunto de la izquierda, principalmente la que se reivindica socialista y revolucionaria.