Se cumplieron 45 años de la insurrección de nuestro pueblo. Mientras, seguimos intentando sacarnos de encima una nueva dictadura. Cada aniversario de la revolución nicaragüense nos permite abrazar el ímpetu de nuestro pueblo contra la tiranía, al mismo tiempo que nos obliga a poner en discusión, donde quedo el proyecto revolucionario post dictadura y como nos encontramos social, política y económicamente en el país que fue ejemplo de lucha para los pueblos del mundo.
Por Mohamet Pacheco, Alternativa Anticapitalista/ LIS – Nicaragua
En momentos claves donde el resto de Latinoamérica sufría el Plan Cóndor de la mano del departamento de Estado gringo, el pueblo nicaragüense supo dar aliento a los pueblos del mundo que enfrentaban dictaduras genocidas encargadas de implementar planes económicos de mayor explotación, practicando el terrorismo de Estado.
La caída estrepitosa de la dinastía Somocista tuvo como contraparte un pueblo que llevaba décadas luchando por su libertad. De sus filas surgieron innumerables acciones que debido a la poca cohesión alrededor de un programa político fallaron una vez tras otra, incluso el propio FSLN durante sus primeros años de existencia no significó mayor adversidad política para la dictadura de Anastasio Somoza Debayle que contaba con el respaldo de Washington. No fue hasta la publicación de un primer pliego de reivindicaciones en 1969; que en términos generales proponía luchar por conquistar libertades sociales y democráticas sin plantear un cambio de matriz económica capitalista, que el FSLN logró posicionarse y comenzó a erosionar políticamente a la dictadura; quien en 1977 perdió el apoyo de Washington, empalmando con las juventudes y los vientos de época.
Un debate para la estrategia: ¿Reformas o Revolución?
El triunfo del pueblo en armas sacudió todo estamento de poder. Nicaragua tomaba el cielo por asalto, desde ese momento se iniciaba una disputa por el avance del proceso revolucionario con medidas anticapitalistas hacia el socialismo. El primer obstáculo eran las limitaciones programáticas del propio FSLN, el segundo la falta de democracia para socializar esa discusión y el tercero la propia estrategia de conciliación que impulsó burocráticamente la dirección sandinista. El peso de Fidel Castro y el PC cubano, impulsores de esta política, fue determinante para que se terminase fortaleciendo esta orientación reformista; garantizando los privilegios de la burguesía patriótica y del capital internacional. Sosteniendo la matriz económica de siempre: economía mixta le llamaron así. Pactando con los gobiernos de la región, evitando el avance internacional de la revolución y dándole la espalda al proceso en El Salvador y la región Centroamericana.
45 años después seguimos cuestionando esta política, mientras esa vieja dirección -remasterizada- hoy es la dictadura que oprime a nuestro pueblo. Cuestionarnos la importancia de la discusión política como práctica de todos y no de unos cuantos. La participación en las tomas de decisiones y la mayor unidad posible para accionar contra el autoritarismo y el régimen dictatorial, desde nuestro sentido común frente a los hechos de la historia, es la mejor forma de contrarrestar esos monstruos tiránicos que viven en la cultura política que hemos heredado.
Solo así podremos avanzar de forma revolucionaria, en orden de prioridades para el cumplimiento de cada demanda justa que tenga el pueblo en términos económicos, sociales y políticos. Y diferenciar en función de esto, que otros intereses defienden los distintos sectores políticos con los que hoy impulsamos la máxima unidad para enfrentar a la dictadura.
Hay futuro sin dictaduras y sus herencias: es colectivo, construyámoslo
Es con el pueblo, organizados, construyendo esos espacios que se nos han negado por acción u omisión. ¿Cómo construimos esos espacios, cómo construimos nuestra nueva democracia? ¿Y cómo garantizamos que sus resultados sean coherentes con las necesidades objetivas del pueblo? Es necesario establecer ejes ordenadores para el avance de esa construcción amplia, desde abajo y sin ningún sectarismo, pero con independencia política. La unidad de cartón a la primera llovizna se deshace y deja a todos a la deriva, sin norte alguno.
Es necesario volver y repasar siempre estos debates porque hacen a la nueva práctica política que necesitamos, porque queramos o no, son los métodos que se han heredado de las viejas estructuras que han controlado políticamente entre disputas burguesas, pactos y dictaduras a lo largo de nuestra historia. Nuestro primer objetivo: romper con esos ciclos y lograr justicia sin impunidad. Por eso seguimos coordinando acciones para exigir por la vida y libertad de todxs lxs presxs politicxs.
El orteguismo sin Ortega no es opción.
A 6 años de la rebelión de abril, los desaciertos políticos que ha tenido la oposición autodenominada Azul y Blanco nos arrojan algunas luces. No va más el sistema económico impulsado por Ortega y acompañado por el gran empresariado, tampoco las alianzas políticas que inclinan la balanza hacia el lado contrario del pueblo. La protodemocracia de la que hablan algunos voceros de la oposición AyB niega la necesidad de sentar sus bases sobre estos ejes, le bajan el precio a su importancia y ocultan la inviabilidad que significa para un futuro post dictadura, sin explotación y destrucción de nuestra mano de obra y bienes comunes.
Para la transición que necesitamos, tenemos que definir un método para el debate y con ello un programa político que acompañe las necesidades del pueblo pobre; trabajadores del campo y la ciudad, estudiantes, mujeres y disidencias. Estas definiciones son políticas, quienes crean que la unidad debe de pasar por simplemente rechazar el autoritarismo del régimen, pretenden vendernos propuestas facilistas frente a problemas complejos que necesitan soluciones de fondo.
Nos preguntamos, para cumplir con las demandas democráticas; ¿No hace falta pleno empleo y derechos laborales? ¿Para garantizar el desarrollo no necesitamos una reforma educativa y cultural? ¿Para garantizar salud pública de calidad no hace falta capacitación e infraestructura? Para garantizar comida y vivienda para la población más pobre ¿No hace falta una reforma agraria y plan de viviendas? Todo esto requiere inversión. ¿Cuáles serían las definiciones político-económicas para poder lograrlo? Todas son preguntas para hoy, sabiendo que sus respuestas nos podrían permitir construir el programa que nos debemos como pueblo para romper con el sistema que hemos heredado.
Esta vía hacia la transición es nuestra propuesta e invitamos a todo aquel interesado a poder discutirla. Mientras más impulsemos la unidad en acción con estos objetivos, más cerca estaremos de construir las bases que necesitamos para una nueva Nicaragua. Una Nicaragua para los que nunca gobernamos, para los trabajadores y los sectores populares, sin capitalismo. Con una matriz de economía igualitaria, con verdadera democracia y en transición hacia el socialismo, con perspectiva internacionalista de integración Centroamericana.