Reemplazaron al Partido Conservador en el poder, pero toman el mismo rumbo en favor de los empresarios, para sostener el régimen institucional y que la crisis la pague el pueblo trabajador. Hace falta reorganizar la lucha obrera y construir una nueva alternativa política.
Por Julio Santana
El régimen se autoprotege
Hace unos pocos días, desde el Jardín de las Rosas en el número 10 de Downing Street, el Primer Ministro Sir Keir Starmer reconoció con cara de jugador de póker que: “También seré honesto con ustedes. Habrá presupuesto en octubre y será doloroso dada la situación en la que nos encontramos”. Las declaraciones ponen negro sobre blanco el hecho que los reformistas llegaron al poder para “administrar mejor” las medidas tendientes a que la crisis la pague el pueblo trabajador. Más allá de las diferencias y las disputas entre las conducciones conservadora y laborista, se ordenan por garantizar las ganancias empresariales, intentar superar la crisis del capitalismo británico y sostener el régimen bipartidista y monárquico.
Para los empresarios todo, para el pueblo casi nada
Recursos hay, el problema es que Starmer no está dispuesto a tomar medidas de fondo sobre los grandes empresarios. Abundan los ejemplos que así lo demuestran. La principal división de Amazon en el Reino Unido no ha pagado el impuesto de sociedades por segundo año consecutivo, después de beneficiarse de créditos fiscales sobre una parte de su inversión de 1.600 millones de libras en infraestructura, incluidos equipos robóticos en sus almacenes. También ha tomado estado público que lasempresas que han pagado cientos de millones en multas y sanciones han defraudado a Whitehall o han enfrentado investigaciones de corrupción se encuentran entre las que ganan más dinero con la subcontratación del gobierno del Reino Unido. Se gastan millones de libras, aproximadamente un tercio del gasto público, en contratos con empresas privadas. Y, según un informe de la firma de datos Tussell “los proveedores estratégicos no solo reciben el 11% de ese gasto, sino que sus ingresos por contratos gubernamentales aumentaron un 24% solo entre 2019-2020 y 2021-2022”. Y hasta hay chantajes con el agua ya que David Henderson, director ejecutivo de Water UK, planteó: “Las compañías de agua quieren invertir £105 mil millones para apoyar el crecimiento económico, construir más viviendas, asegurar nuestros suministros de agua y poner fin a las aguas residuales que ingresan a nuestros ríos”. Su cinismo llega al punto de reclamar el aumento de las facturas para invertir socialmente y cuidar el medio ambiente, cuando en realidad, es para llenarse los bolsillos.
Parasitismo subvencionado
La realeza merece un párrafo aparte ya que los “tiempos difíciles” ni siquiera la rozan. Encima, recibe del gobierno una subvención anual (Sovereign Grant) para cubrir sus gastos ordinarios. Según la BBC,“ en el año fiscal 2021-2022, el Estado británico desembolsó 86,3 millones de libras esterlinas (aproximadamente US$ 100 millones) para estos gastos. Y en el periodo 2023/2024 101 millones de libras”. A los parásitos habría que sacarles riquezas y privilegios, no otorgarles las subvenciones que necesitan los pobres como ayuda social.
Alimentan a la ultraderecha
Starmer ha sido claro diciendo “No rehuiré tomar decisiones impopulares ahora si es lo correcto para el país a largo plazo”. Es lo mismo que dicen siempre los gobernantes para justificar medidas austeras tras promesas de un futuro mejor que nunca llega. El Partido Laborista preparara golpes al pueblo y nuevas decepciones para los que erróneamente los consideran progresistas y de izquierda. Este tipo de accionar es el que abona el ascenso de la ultraderecha, como ya se ha visto en el propio Reino Unido y en otras experiencias de organizaciones reformistas y de centroizquierda en Grecia con Syriza, en Alemania con Die Linke o en España con Podemos.
Reorganizar la lucha
Los sindicatos nucleados en Trades Union Congress (TUC) han propuesto la implementación de “impuestos de emergencia sobre el patrimonio para financiar un impulso masivo a la inversión pública, el fin del límite de dos hijos en los beneficios y la eliminación de las restricciones recientemente anunciadas sobre los pagos de combustible en invierno”. Son planteos justos, pero resultan insuficientes cuando hay frente a sí un gobierno en el que no se puede confiar. Lo que hace falta es debatir y organizar desde el movimiento obrero una respuesta que supere los límites de los tibios pedidos con acciones de lucha y movilizaciones. Las grandes huelgas que sacudieron al Reino Unido demuestran que hay fuerza para imponer una agenda de resolución a los problemas más urgentes de la gran mayoría del pueblo trabajador.
Poner de pie una nueva alternativa de izquierda radical
Antes que el Partido Laborista llegara al poder alertamos que utilizaría la excusa de la “herencia recibida” del Partido Conservador para tomar medidas de austeridad. El primer ministro Starmer lo confirma a cada momento al definir que “El país está en muy mal estado, hay que tomar medidas dolorosas”. No se puede depositar confianza en el gobierno, es necesario romper definitivamente con el Partido Laborista, para poner de pie una alternativa de izquierda radical, a disposición de apoyar incondicionalmente las luchas obreras, con un programa anticapitalista y socialista que sea una herramienta para aplastar a la ultraderecha y sepultar en el pasado los viejos moldes reformistas .