Por Gustavo Giménez
En los últimos días, con el argumento de que si sigue parada la economía no se podrá volver a ponerla en marcha, tanto en países donde la pandemia está en pleno desarrollo como EEUU e Inglaterra, como en los que la curva ha empezado a descender pero aún conservan cientos de muertos por día, e incluso en los que bajo un discurso tramposo de que hay que seguir en cuarentena mientras se la abandona rápidamente, como es el caso del presidente Fernández de Argentina, los gobiernos capitalistas empujan por “la vuelta al trabajo”, aún a costa de que se produzcan muchos nuevos miles de muertos.
La mayoría de los gobiernos prometen volver a cerrar la puerta de la cuarentena si la curva de infectados y muertos vuelve a trepar. Se apoyan lamentablemente, en la desesperación de millones sin empleo fijo o precarizados, a los que las escasas asistencias gubernamentales, en el caso de que puedan acceder a ellas, no cubren ni mínimamente las necesidades básicas de las familias y necesitan urgentemente recuperar algún ingreso para sobrevivir. Una vez más este sistema les obliga a elegir entre morirse contagiados o morirse de hambre.
Hasta hace poco tiempo primaba en el discurso de la burguesía mundial la necesidad de conservar una cuarentena estricta. Trump, Bolsonaro o Boris Johnson eran duramente criticados por enfrentar o retrasar las medidas de confinamiento. Hoy se escuchan muchas voces alabar a modelos como el sueco, que nunca entró en cuarentena y hoy tiene más de diez veces las cifras de muertos de países similares de esa región del planeta que si hicieron el confinamiento.
Este giro en el discurso se produce cuando la pandemia está lejos de ser controlada, sigue en ascenso a nivel mundial registrando a la fecha la cifra de más de cuatro millones de infectados confirmados y 277.000 muertos, y aún en países en lo que parecía dominada como China o Corea del Sur surgen nuevos brotes epidémicos (1). Muestra descarnadamente, como aún a riesgo de una crisis política mayor si el número de muertos e infectados escala exponencialmente, la necesidad de recuperar la ganancia capitalista empuja a los gobiernos a llevar al matadero a millones de trabajadores y sectores pobres de la población, los más desprotegidos para enfrentar el contagio.
La apertura de las cuarentenas en medio de fuertes crisis políticas
Un cambio que se da con fuertes contradicciones. Hace pocas semanas fueron públicas las peleas entre Trump y muchos gobernadores que se negaban a levantar sus cuarentenas y enfrentaban la embestida del magnate inmobiliario. En la principal potencia imperialista y centro del desarrollo de la pandemia estos tironeos siguen dándose, pero mandatarios que hasta ayer eran reticentes, van levantando paulatinamente las cuarentenas e intentan reactivar parcialmente la economía capitalista.
Como lo describe Mike Davis en su artículo “reabrir la economía nos envía al infierno” publicado en Jacobin (2), bajo la presión de una economía que puede llegar rápidamente a un 30% de desempleo (hoy supera el 14%) y cuando los latinos han perdido el 60% de sus trabajos, al igual que la mitad de los trabajadores menores de 30 años, enviar a millones de trabajadores estadounidenses a trabajar sin la debida protección es decretar la muerte de miles, teniendo en cuenta que 34 millones tienen más de 55 años y otros 10 millones más de 65. Que entre ellos hay millones de diabéticos, con problemas respiratorios crónicos, cardiopatías, etc. Cuando los “trabajadores esenciales” tanto de los equipos de salud, como de la distribución alimenticia, el transporte o los servicios imprescindibles, no tienen elementos de protección adecuada. Cuando los testeos son insuficientes y muchos no son seguros, dado que existe un gran negocio de los laboratorios que están autorizados a distribuir pruebas serológicas no certificadas por la FDA.
Las advertencias de Davis cobran mayor relevancia cuando se conoce la noticia de que 100 trabajadores del transporte de Nueva York, fundamentalmente de colectivos y del subte, murieron a causa del contagio de coronavirus. Además de 3.800 contagiados que ya contrajeron el Covid-19.
En Inglaterra, el centro de la pandemia europea, luego de que su primer ministro Boris Johnson intentó aplicar el concepto de “inmunidad de la manada”(3) y terminó internado al borde de la muerte, luego de algunas informaciones periodísticas que intentaban mostrarlo como reticente a las presiones de empresarios a abrir prematuramente la cuarentena, en estos días publicaciones de izquierda (4) han titulado: “Los jefes presionan por levantar el bloqueo, solo les importan las ganancias”, “Tenemos que luchar por detener el regreso al trabajo”.
Así en un país en el que “el 21 de abril, el Financial Times calculó una cifra real de 41.000 muertes” y en el que en las últimas semanas “ha habido un aumento del 121% de familias con niños que usan bancos de alimentos a medida que aumenta la pobreza”, como reflejan estos medios, la orientación de los que gobiernan el imperio británico ha cambiado claramente: “los conservadores han pasado el último mes diciéndonos: ‘Quédese en casa, proteja el NHS, salve vidas’. Ahora también pueden adoptar un nuevo mantra: ‘Vuelva al trabajo, proteja la economía, salve a los jefes’.”
Hasta el líder del opositor partido laborista “Starmer ha pasado semanas haciéndose eco de los jefes al exigir una «estrategia de salida» al cierre. Y los sindicatos han estado en conversaciones con los conservadores sobre cómo calmar los temores de seguridad de las personas lo suficiente como para que vuelvan a trabajar.” El desastre es tal en Inglaterra, que hasta los científicos que asesoran al gobierno han protestado duramente, ya que sus informes y recomendaciones son censuradas y “redactadas” nuevamente por los funcionarios.
En la castigada España, cuyos gobernantes aseguran haber aplanado la curva, pero donde aún se producen 150 muertos diarios, el ingreso en los próximos días en la “Fase 1”, de flexibilización de la cuarentena para permitir nuevas actividades laborales y sociales, desató una maratón de idas y vueltas y de resistencias de los gobiernos autonómicos con el gobierno central, que tuvo que retroceder parcialmente en las aperturas. Como producto de estos tires y aflojes, renunció Carmen Yolanda Fuentes, la directora de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, en protesta por la decisión de implementar esta apertura, sobre la cual, al menos formalmente, luego tuvieron que retroceder.
Panoramas similares se producen en Italia, donde esta semana repuntaron los casos de mortalidad o Francia, país del cual el compañero Wladimir Susanj dirigente de la Commune, nos relató en una reciente entrevista del programa “Panorama Internacional” de la LIS (5) que, en medio de la crisis catastrófica que significan más de 30.000 muertos, el gobierno plantea realizar el fin del confinamiento para el 11 de mayo cuando “no está nada preparado”.
En América Latina, las políticas de evadir la cuarentena de Bolsonaro ya han producido 10.000 muertes. Una política similar del centro izquierdista López Obrador, con la excusa de que pudieran trabajar más de la mitad de la población que vive de trabajos precarios, ahora cuenta con 3.000 muertos registrados y más de 30.000 contagiados, tiene los sistemas de salud totalmente desbordados por la falta de respiradores, camas, mascarillas n95, elementos de protección personal y los insumos necesarios para enfrentar el brote. En otra situación, la Argentina donde pese al importante abandono de sus sistema de salud pública, aún la situación de la pandemia es menor si se la compara con Brasil u otros países duramente golpeados, ahora Fernández desarrolla un doble discurso que dice privilegiar la salud sobre la economía, cuando en realidad está abriendo importantes sectores de la economía y del trabajo, sin que existan medios para proteger y testear a los millones de trabajadores que va sacar de la cuarentena, en momentos que la infección a pegado un nuevo salto como producto del contagio masivo en los barrios precarios y carenciados y del impacto en los geriátricos.
La “cuarentena administrada” y “el contagio controlado”
De la mano de esta prematura y peligrosa vuelta al trabajo, determinada por las necesidades de las grandes empresas de compensar sus pérdidas y reactivar la economía capitalista, se desarrollan varias propagandas nuevas para justificar esto. Vuelve la que parecía descartada teoría de “la inmunidad de la manada”, con la excusa de que deberá contagiarse, ante la inexistencia de vacunas, más del 60% de la población, para que los anticuerpos generados por los recuperados hagan de una barrera natural, y lo que debe cuidarse es la velocidad, para que la curva de infección no desborde el sistema sanitario. Sostienen que en países como la Argentina habría que acelerar el proceso, ya que la curva está muy aplanada y se demora el pico infeccioso. En otros, donde la infección sigue realizando estragos, aunque la curva ya haya descendido un tanto, se pretende que se puede abrir la economía parcial y paulatinamente y continuar con el control descendente de contagios y muertes logrado.
Estas campañas se dan en momentos en que todavía lo que prima son incertesas sobre el comportamiento del virus. No se sabe a ciencia cierta cuánto durarán los anticuerpos generados por su infección en las personas recuperadas y si se podría producir una segunda o tercera infección. Además, a diferencia de países como Corea del Sur, Nueva Zelandia o Finlandia, en los cuales la magnitud de los testeos pudieron acorralar a los pacientes contagiados y a sus contactos, la baja cantidad e ineficiencia de los testeos que se realizan en la mayoría de los países, hacen muy difícil detectar la circulación real de este virus invisible, que por su característica de desarrollar los síntomas varios días después de la infección, genera a través de los asintomáticos una cantidad explosiva de infectados, más grande cuanto más vulnerable es la población, por edad, patologías previas o por las deplorables condiciones de vivienda o trabajo que les permita un real aislamiento social, como sucede en las villas de emergencia o en los centros de salud donde los trabajadores no tienen la debida protección contra el Covid-19.
Por último, entidades médicas y científicas han salido al cruce de la política de relajamiento de la cuarentena de Angela Merkel, la gobernante que ha sido sostenida como un modelo en la administración de la crisis dado su bajo número de muertos en relación a los países vecinos. En un documento que firman “los presidentes de la Sociedad Frauenhofer, la Asociación Helmholtz de Centros de Investigación de Alemania, la Sociedad Max Planck para la Promoción de la Ciencia y Asociación Leibniz”, se señala que había que restringir aún más el número de infecciones hasta que sea posible el rastreo efectivo de nuevos contagios, antes de entrar en una nueva fase, sin abandonar las medidas de higiene, capacidad de testeo y rastreo y restricciones en el contacto social.
Hufert, el director del Instituto para la Microbiología y la Virología de la Escuela Superior de Medicina de Brandeburgo, señaló: “Lo que se está haciendo en Alemania es un gran error. Se está queriendo relajar las medidas en todas partes. Creo que la relajación no va a funcionar, porque se tarda en ver los efectos, el tiempo de incubación es catorce días, se tardan dos semanas en ver qué pasa, y luego las cosas pueden acelerarse mucho con el virus”. (6)
Estas afirmaciones, además, ponen en duda la eficacia de la supuesta vuelta a atrás, a una cuarentena más rígida, si la curva de contagio se disparara.
La voracidad capitalista se agudiza con la crisis
El mundo atraviesa una grave crisis económica y una brutal recesión que supera largamente la ocasionada en el 2008 o en 1930. Los economistas que pronostican que, si se lograra parar la pandemia por una vacuna o un control de la expansión del virus, la economía rebotaría rápidamente a niveles parecidos a los previos a la crisis, mienten descaradamente. La pandemia del Covid-19 no hizo sino acelerar una fuerte recesión mundial, producto de una nueva crisis provocada por las distorsiones de la economía capitalista para intentar compensar la baja sostenida en la tasa de ganancia.
Hay muchas especulaciones y proyecciones sobre cómo será el mundo en la etapa pos pandemia. Algunos propagandistas del capitalismo avizoran un mundo donde el volverá el Estado benefactor por sobre las políticas neoliberales salvajes que nos trajeron hasta aquí.
Las políticas criminales de las grandes empresas y los gobiernos capitalistas, que al destruir el equilibrio ecológico del planeta crearon las condiciones para las nuevas pandemias, que privatizaron y liquidaron los sistemas de salud pública y ahora intentan levantar en forma apresurada las cuarentenas, están mandando a millones a la infección y el matadero con la excusa de “recuperar la economía” y el verso del contagio controlado, nos está mostrando la ferocidad del capital.
Confiar en que los gobiernos capitalistas van a realizar una administración correcta y un enfrentamiento a la pandemia en curso respetando los dictados de la ciencia, es confiar al lobo las ovejas. Solo los trabajadores y los pueblos, trabajando en equipo con los trabajadores de la salud y el staff científico pueden resolver las tareas necesarias para detener al virus, hasta que pueda producirse una vacuna. En torno a la cuarentena solo ellos podrán regular sus tiempos y momentos sin poner en riesgo la vida de millones. Junto a ellos pelearemos por un sistema único de salud que tanto necesitamos. Una campaña central a la que la LIS te invita a adherir y difundir.
- Se reportaron 34 nuevos casos en una zona de ocio de Seul y 12 casos nuevos en China, la mayoría en la provincia de Jilin.
- Publicado en Jacobin del 27/04/2020
- Se llama inmunidad de la manada, cuando la infección del virus en gran parte de la población genera anticuerpos que obran como una barrera natural para su expansión.
- Se refiere a la web del Socialist Party del 6 de mayo de 2020 y al Socialist Worker, órgano del SWP, del 5 de mayo de 2020.
- Programa Panorama Internacional del 7 de mayo de 2020.
- Artículo “Los peligros de rebrote del rompecabezas de Ángela Merkel para volver a la normalidad” publicado en El Español del 3 de mayo de 2020.