La parodia de las elecciones presidenciales está acompañada de represión y fraude.
En una actitud criminal e irresponsable, el presidente Alexander Lukashenko hizo una convocatoria electoral en plena pandemia. Así arriesgó la vida de la población sólo por interés propio. Pero las cosas no le salieron como pretendía y se encontró con una enorme respuesta popular, con protestas y movilizaciones. Y otra vez se puso de manifiesto el autoritarismo del régimen, respondió con una verdadera cacería política sobre la oposición, con represión y arresto de centenares de personas. Los brazos ejecutores de las órdenes presidenciales son el Comité de Control del Estado, la KGB y la policía.
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Antes del comienzo de las detenciones, Lukashenko insinuó que uno de sus oponentes en las elecciones, estuvo involucrado en un fraude en torno a la empresa Privat Leasing. Las búsquedas posteriores se conectaron precisamente con las actividades de esta empresa. Aunque no lo nombró, se trataba de Viktor Babariko, un exbanquero y candidato con 368 mil firmas de apoyo, que fue detenido, al igual que su hijo, bajo la acusación de lavado de dinero. Esto es sólo la punta del iceberg, ya que además hay centenares de activistas perseguidos y/o detenidos, lo que profundizó el autoritarismo habitual, como sucedió con el Blogger Sergey Tihanovskij. Es una reacción parecida a la que tuvo Vladimir Putin en Moscú ante los opositores electorales, en el intento de seguir consolidando su poder.
Cabe recordar que Lukashenko está en el poder desde 1994, que ha liquidado la división de poderes creando la “Asamblea Nacional” y encabeza un régimen de mano dura aplicada a cualquiera que no responda a sus órdenes, principalmente hacia el movimiento obrero y popular. Este nuevo ataque se da en el marco del avance de la pandemia en un país cuyo presidente es negacionista de los alcances del Covid-19, que ha dejado totalmente desprotegida a la población, incluso haciendo un desfile militar el Día de la Victoria. Con los contagios y las muertes también ha avanzado la desigualdad social, ya que mientras un puñado de empresarios y burócratas estatales se enriquece, la mayoría de la población se empobrece.
Aclarando que no tenemos nada que ver con los candidatos burgueses, liberales y burocráticos, no defendemos ni su política ni su programa. Pero es claro que lo que está sucediendo excede a estos personajes: está en curso un nuevo ataque a las libertades democráticas más elementales. Repudiamos la violencia estatal ordenada por Lukashenko, exigimos el fin de la represión y la libertad de los presos políticos. No hay elecciones libres cuando existen presiones y fraudes, cuando se pretender dejar de lado a los veedores independientes e imponer el miedo. Exigimos libertad para que los obreros se puedan movilizar y organizar cuándo y cómo quieran, por la libre expresión del pueblo bielorruso.
Décadas de autoritarismo están hartando a la población, hace falta una gran movilización popular por libertad, una huelga general por derechos sociales y una alternativa política de izquierda para que se vaya Lukashenko. Además, la solidaridad internacional con el pueblo bielorruso.
Corresponsal.
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