Por Rubén Tzanoff
La acción del régimen indujo a una baja participación. El PSC obtuvo un triunfo con sabor amargo. ERC empató en escaños con el PSC y quedó primero en el independentismo, que obtuvo mayoría en el Parlament. JxCat quedó tercero. Se hundieron Ciudadanos y el PP. Irrumpió Vox con once diputados. En Comú Podem sigue estancado y la CUP creció. Queda por delante la formación del Govern y la investidura de un nuevo President. No hay que depositar ninguna confianza en los constitucionalistas ni en los que defienden los intereses de la burguesía catalana.
La fecha del 14 de febrero para realizar las elecciones fue impuesta por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC), a pesar de haber sido suspendidas para el 30 de mayo. No les importó forzar la exposición de las personas al contagio de Covid-19 en plena tercera ola de la pandemia. El temerario accionar de los magistrados fue funcional a la candidatura de Salvador Illia y el causante de la peor participación ciudadana en democracia, que cayó del 79,09% en 2017 al 53,5%. Además, influyeron la bronca con los gobiernos central y autonómico y el desinterés de una parte de la población.
Los resultados, interesantes de comparar con la elección del 2017, alumbraron cambios. Los medios de comunicación masivos y la Moncloa propagandizaron el “efecto Illa” para presentar a su candidato como seguro “gran triunfador”. Una parte del objetivo se cumplió, ya que el PSC salió primero, con el 23,02% de los votos y 33 escaños -16 más que en la anterior legislatura-, se recompuso en el interior y ganó en grandes centros urbanos como Barcelona y L´Hospitalet. Sin embargo, es un triunfo que les dejó un sabor amargo en el paladar porque los alejó del objetivo de lograr apoyo para “dar vuelta página” de la autodeterminación. El régimen del ´78, no logra aplastar los reclamos catalanes con represión, persecución, cárcel ni maniobras políticas.
ERC llegó al 21,31% con 33 escaños. Esto le permitió a su candidato Pere Aragonés postularse diciendo “ERC está en condiciones de tener la presidencia”. La Esquerra de Oriol Junqueras le ganó la pulseada a JxCat de Carles Puigdemont, ubicándola a la cabeza del independentismo. Así se ha fortalecido la corriente más autonomista y dialoguista con los opresores, la que más le ha cedido a Pedro Sánchez. JxCat, que presentó a Laura Borrás, tuvo un descenso en votos y se ubicó en la tercera posición con el 20,06% y 32 escaños, lo que los coloca ante la posibilidad cierta de perder la presidencia de la Generalitat a mano de sus competidores y la iniciativa dentro del independentismo. El PDEcat de Arthur Mas, heredero directo de la corrupta Convergencia, sacó el 2,72% y ningún escaño.
Ciudadanos se desplomó en cuatro años: en el 2017 ganó las elecciones con 36 escaños y ahora se ubicó en el sexto lugar, con seis diputados, pasando del 25,35% al 5,57%. Así profundizó una debacle que primero sepultó políticamente a su dirigente Albert Rivera y ha ahora hizo lo propio con Inés Arrimadas y Carlos Carrizoza. El PP sacó su peor resultado en la historia electoral catalana con 3,85% y tres escaños, peor que en las elecciones del 2017 impuestas por la aplicación del 155 de Mariano Rajoy. El golpe también afecta a las aspiraciones de Pablo Casado para llegar a la Moncloa. Los escaños sumados del “Trío de Colón”, expresan un retroceso de la derecha, de cuarenta diputados en 2017 (Cs+PP) a veinte en 2021 (Cs+PP+Vox), aunque con un cambio muy importante: se fortaleció la ultraderecha de Vox.
Vox sacó el 7,69% e irrumpió como cuarta fuerza en el Parlament con once diputados, siete de ellos en Barcelona, nutriéndose de votos perdidos por Ciudadanos y el PP. Expresan la existencia de un sector social minoritario pero considerable que es nacionalista, antiderechos democráticos y sociales, enemigo de las luchas de los trabajadores, las mujeres y los inmigrantes, acérrimo defensor de la unidad de España y brutal negador de la autodeterminación catalana, con una ideología de ultraderecha, muy atractivo para los cultores del fascismo. Combatirlos y derrotarlos en las calles donde asomen la cabeza y en las instituciones de todo el Estado español es una tarea imperiosa.
En Comú Podem pasó de 7,46% al 6,86%, conservando ocho escaños. Siguen cruzados por su nefasta política de “equidistancia” de los opresores y los oprimidos, y su adaptación al régimen institucional. La gran apuesta de la candidata Jessica Albiach es concretar un “gobierno de izquierdas” con el PSC y ERC. Podemos se empeña en integrar gobiernos burgueses disfrazados de progresistas.
La CUP hizo una muy buena elección, obteniendo 6,69%, pasó de cuatro a nueve diputados. Capitalizó parcialmente el descontento de un sector de la población movilizada tanto con el “independentismo mágico” como con el “independentismo dialoguista”. Los datos demuestran un crecimiento de las posiciones más radicales por la autodeterminación y la amnistía, aunque todavía están muy lejos de las variantes inconsecuentes que siguen siendo mayoritarias. En distintas ocasiones la candidata Dolors Sabater y otros afirmaron “estamos listos para asumir responsabilidades”, a la par de barajar la posibilidad de integrar un gobierno burgués catalán. Esto causó rechazos que llevaron a la dirección de la CUP a corregir ese postulado. Nosotros, que votamos críticamente a la CUP expresando alertas, nos reafirmamos en que la CUP no debe integrar un gobierno burgués catalán.
El balance electoral no está completo ya que aún no se ha dicho la última palabra: la formación de un nuevo Govern, para lo cual el independentismo tiene mayoría. El líder de ERC, Oriol Junqueras ha expresado: «Queremos sumar con los independentistas y queremos un Govern y una mayoría parlamentaria que sea lo más amplia posible. También dijimos que no gobernaríamos con el PSC y no lo haremos». Los comunes se oponen a implicarse con JxCat y estos plantean un gobierno integrado solamente por independentistas. Un tripartido PSC, ERC y En Comú Podem, como plantean los socialistas es matemáticamente posible (68 diputados el límite de la mayoría absoluta), pero no aparece como muy probable políticamente, por los vetos cruzados. A pesar de esto, Salvador Illa se postulará a la investidura.
Ya se verá qué sucede finalmente. Lo que se viene es un plazo de 20 días hábiles desde la celebración de los comicios para que se constituya el Parlament, es decir que el límite es el 12 de marzo. El debate de la investidura podría celebrarse a fines de marzo. En caso de que no se elija un President empezaría a correr un plazo de 2 meses para tratar de conseguirlo y si también fracasa, comenzarían a correr los 54 días hasta la repetición electoral en la segunda quincena de julio. Mientras tanto, hay que apoyar las luchas de los trabajadores contra las consecuencias de la crisis capitalista, exigir la libertad de Pablo Hasél y apoyar al movimiento feminista en la preparación de una gran jornada de huelga y lucha para el 8M.
Al mismo tiempo, es necesario poner de pie un fuerte polo de izquierda socialista revolucionaria para pelear por un rumbo consecuente de independencia de clase, anticapitalista, por la autodeterminación y la amnistía, separándose en forma tajante de quienes actúan como correa de transmisión de la burguesía catalana, para profundizar el camino de la consecuencia por la derrota del régimen del ´78, por la República Catalana y el socialismo.