Por Impulso Socialialista IS-LIS Colombia
Se cumple un año de uno de los procesos de lucha más importantes en los últimos 30 años en la historia de nuestro país. La fuerte crisis económica planetaria profundizada por la pandemia COVID-19, volcó a las calles a miles y miles de personas en todas las latitudes del país, para rechazar las medidas del régimen uribista de Duque, cuyo objetivo era descargar la crisis económica sobre los hombros de la clase trabajadora y los sectores populares, mientras destinaba robustos presupuestos a los bancos y grandes capitales del país.
El 28 de abril de 2021, quedará en la historia y memoria de los y las luchadoras, como una de las etapas de lucha que abrió la posibilidad de un verdadero cambio, dónde fue a través de las calles, las asambleas populares y la unidad de los diferentes sectores oprimidos y explotados que se logró debilitar un régimen que por más de 20 años, gobernó a favor de los banqueros, terratenientes, corruptos, narcotraficantes, paramilitares y del imperialismo, mientras la gran mayoría del pueblo acumulaba pobreza, miseria, muertos y deudas.
Pero no solo en Colombia se desarrollaron procesos de resistencia, en todos los continentes miles salieron a las calles, las exigencias de mejores condiciones de vida por parte de los y las trabajadoras y miles de jóvenes y mujeres recorrieron las calles de Europa, África, Estados Unidos, Centroamérica y la combustionada Latinoamérica, donde se desarrollaron los principales levantamientos populares, en Chile, Ecuador y Colombia. Esto no es más que la muestra que el sistema capitalista en su conjunto está en crisis y no se ve puerto cercano para su salida, la clase trabajadora mundial lucha contra los gobiernos que frente a sus peticiones responden con fuertes medidas económicas y represivas mientras les lanzan grandes salvavidas a los bancos y las grandes empresas.
El gran paro nacional de 2021 nos ha dejado grandes conclusiones, acumulados y tareas, balances que se deben recoger para afrontar el escenario electoral que se impuso tras el papel que cumplieron las direcciones sindicales, partidos tradicionales y organizaciones sociales que hoy confluyen en el Pacto Histórico y Coalición Centro Esperanza, quienes lapidaron la posibilidad de darle un golpe definitivo al gobierno de Duque y al uribismo, que después del desmonte paulatino de la movilización obtuvieron un gran respiro, desencadenado una contraofensiva represiva contra los y las luchadoras y así pasar las reformas económicas “suavizadas” que no lograron imponer con el pueblo en la calle. Además, le permitió a la derecha reacomodarse y en su terreno, las elecciones, amortiguar el golpe tras el fracaso de Duque manteniendo el control del Congreso de la República e impulsando la candidatura de Federico Gutiérrez, quien tiene posibilidades de ganar.
Balance y tareas que nos dejó el estallido social del 28A
Las elecciones parlamentarias y consultas partidistas del 13 de marzo terminaron validando que solo en las calles y en los espacios democráticos de base es donde se realmente se derrota al uribismo. Solo bastó que la juventud precarizada, los y las docentes, las mujeres y miles de trabajadores empobrecidos, confluyeran en las calles para frenar reformas como la tributaria y la de salud, destituir ministros, embajadores y hasta mandos policiales, logros que, si bien fueron parciales y temporales, pusieron a tambalear al uribismo que, por más de dos décadas, parecía intocable.
Las asambleas populares, los puntos de resistencia, las primeras líneas, donde lograron confluir las y los luchadores, fueron el embrión donde se empezaron a manifestar los verdaderos espacios democráticos, de organización contra la represión y de construcción de una fuerza que lleve hasta el final el programa que se levante desde abajo sin vacilaciones, cuestión que quedó a media marcha.
El objetivo que tenían las estructuras que confluían en el Comité Nacional de Paro y las organizaciones sociales tradicionales, no correspondía a lo que se impulsada en las calles. Las Centrales Obreras obstaculizaron la movilización de los obreros organizados en las estructuras sindicales y las fuerzas políticas no impulsaron la movilización campesina, cuestión que debilitó profundamente el movimiento, dejando desprotegida a la juventud que resistía contra la ofensiva represiva y paramilitar. Los constantes llamamientos a la negociación y posteriores reuniones infructíferas que tuvieron con Duque fueron conteniendo al movimiento hasta que por desgaste natural las masas fueron abandonando la calle y aprovechándose de la desmoralización del movimiento por no avanzar más allá de contener las reformas, nos incrustaron en el terreno electoral, con la promesa de cambio, en un proyecto político cada vez más hacia la derecha como lo es el Pacto Histórico.
El piso de conciencia que obtuvo el movimiento social en el país le ha permitido hacer una experiencia con el uribismo, su rechazo se ha podido manifestar de forma distorsionada en las urnas, pero aún no es suficiente para romper completamente con estas direcciones, que hoy en su afán de llegar a la casa de Nariño hacen acuerdos con quienes nos llevaron a la miseria, abusan de la esperanza que les depositan las masas para al final seguir defendiendo los intereses de los de siempre: la burguesía y al imperialismo.
¿Qué pasó esté 28A a un año del Paro Nacional?
Las causas que volcaron a miles a las calles el año pasado están lejos de resolverse. La crisis económica mundial, las tensiones entre USA y China, Rusia y la OTAN que hoy nos ponen al borde de una guerra mundial, se combinan con las fuertes presiones de organismos como el FMI y el Banco Mundial para cumplir con el pago de la deuda externa y las reformas sociales, profundizando la situación de precariedad de la mayoría del pueblo colombiano. Los altos precios de los alimentos, combustibles, desempleo, transporte, harán que en cualquier momento se retomen las calles.
Diversos sectores de izquierda reformista, la burocracia sindical y “independientes” al interior del Pacto Histórico, hicieron un llamado a no movilizarse aludiendo que esto podría afectar el desarrollo de la jornada electoral que se llevará a cabo el 29 de mayo. Con esto, queda claro que las direcciones reformistas al interior del movimiento obrero y popular, al confiar más en las instituciones que en la fuerza del pueblo organizado, son funcionales al régimen uribista de los 20 años.
Por eso es fundamental que salgamos masivamente a las calles, reactivemos los espacios de articulación popular y nos preparemos para nuevos escenarios de pelea. La salida electoral que hoy nos prometen no es garantía, el Pacto Histórico quien es a través de Francia Márquez recogió lo más sentido del estallido, tendrá poco margen de maniobra para impulsar las reformas que se necesitan para salir de crisis, no solo porque no hayan podido obtener la mayoría en el congreso, sino porque los acuerdos a los que llegó Petro con el Santismo, empresarios, liberales y supuestos exuribistas, es decir, con los de arriba, les impone condiciones para no tomar medidas de fondo.
Este 28-A salimos los y las jóvenes que sostuvimos el Paro Nacional, quienes no olvidamos los asesinatos, encarcelamientos, desapariciones, violaciones y exigimos juicio y castigo para quienes dieron la orden de ejecutar esas atrocidades contra el pueblo, exigir alza de salarios para contrarrestar el aumento de precios, impuestos extraordinarios a las grandes fortunas para financiar programas dirigidos a la clase trabajadora y los sectores populares. Nuestra gente no puede esperar a un nuevo gobierno para encontrar soluciones y recordarles que independientemente de quien gobierne, las calles nos esperan.