Escribe: Sergio Galarce
Los resultados definitivos de la ajustada votación del 11 de septiembre se conocerán el miércoles 14, dando paso a la formación del nuevo gobierno, que podría ser de derecha. Hará falta “un pie en el parlamento y mil pies en las calles y plazas”.
La profunda crisis económica, social y militar por la que atraviesa el sistema capitalista a nivel mundial y su administración en manos de partidos burgueses o socialdemócratas no necesariamente llevan a un vuelco a la izquierda cuando hay elecciones. Esto ha quedado demostrado en Suecia este 11 de septiembre.
Resultados del recuento provisorio
La Socialdemocracia obtuvo un 30,5%, esto es un aumento de un 2,2% con relación a las elecciones de 2018, la extrema derecha (Sverigedemokraterna) un 20,6% con lo cual volvió a crecer un 3,1% respecto de 2018, los Conservadores (Moderaterna) con un 19,1% que los lleva a disminuir en un 0,7%, el partido de la burguesía agraria (Centerpartiet) obtiene un 6,7% con lo que retrocede un 1,9%. Los Verdes (Miljöpartiet) consiguen un 5,0% lo que significa un alza de un 0,6%, el Partido de Izquierda (Vänsterpartiet) logra un 6,6% de la votación total con lo que retrocede en un 1,4%. Los democristianos (Krisdemokraterna) un 5,4% que se traducen en una baja del 0,9% y finalmente el partido liberal con un 4,6% y también un retroceso del 0,9%.
La socialdemocracia y las consecuencias de su política
La crisis capitalista, alimentada por una guerra en curso y el consecuente militarismo, ha traído consigo, entre otras cosas, una creciente inflación a nivel europeo. La política neoliberal implementada en Suecia por la socialdemocracia en colaboración con sectores de la derecha durante estos últimos cuatro años ha pavimentado aún más el avance de la extrema derecha. Es una tendencia a la que se han adaptado la casi totalidad de los partidos de la derecha y la socialdemocracia.
Discursos xenófobos y chauvinistas
Por su parte los medios de comunicación de masas durante mucho tiempo han alimentado el ”radical” papel de la ultraderecha. Puesto que ni la derecha ni la socialdemocracia pueden señalar la permanente crisis del capitalismo como la raíz de los problemas existentes tienen que buscar una cabeza de turco y aquí aparecen los inmigrantes a los que se ha vinculado con la criminalidad existente. Esto favoreció indudablemente la carta xenófoba del racismo.
El que la extrema derecha cargue contra los inmigrantes no es nuevo en Europa. A la xenofobia de la extrema derecha se sumó el patriotismo chauvinista que en estas elecciones ha abarcado a casi todos los partidos políticos. Esto estaba claro desde hace más de un año y se profundizó con fuerza a finales de la campaña electoral, cuando la derecha y la socialdemocracia competían como locos por quien presentaba las propuestas más aberrantes en contra las personas racializadas. Esto llevó a la extrema derecha a fortalecer su populismo y su xenofobia.
La adaptación de Vänsterpartiet
Resulta extraño que en un terreno como este solo Annie Lööf (la líder del partido burgués agrario) levantase un perfil anti racista, pero manteniendo una política económica en contra de los intereses de los trabajadores. Podría decirse que también es extraño que Vänssterpartiet no haya partido de esta realidad para levantar con fuerza la bandera del antirracismo desde el principio de la campaña electoral. Sin embargo, esto último no es tan raro. En el congreso preelectoral, donde se definió la línea electoral del partido, la dirección de Vänsterpartiet se opuso a levantar un perfil nítidamente anti racista, a pesar de que todo indicaba que la derecha buscaba capitalizar la política de inmigración. Aún más, se ignoraron cuestiones centrales votadas por el congreso preelectoral en beneficio de una orientación hacia las zonas más despobladas y alejadas de las ciudades y hacia la industria para tratar de atraer el voto de los hombres cuyo descontento con el actual estado de cosas los llevaba a ver en la ultraderecha populista una alternativa. Eso explica porque Vänsterpartiet se adaptó a ello y no tuvo un perfil claramente anti racista y ecologista lo que le llevó a desdibujar su propia identidad de izquierda ecológica. Vänsterpartiet no tuvo por lo tanto una línea para importantes sectores de trabajadores inmigrantes o con bakgrund en la inmigración, que hoy por hoy constituyen una parte considerable de la clase obrera moderna. Ese objetivo fracasó y tampoco contribuyó a superar en votos a Centerpartiet. Esto explica en parte el retroceso electoral (1,4%) de Vänsterpartiet en estas elecciones en comparación con las elecciones de 1918.
Las fuerzas reaccionarias podrían conformar gobierno
El claro vencedor en estas elecciones es la extrema derecha que enarboló la bandera chauvinista y racista. Formalmente se produjo casi un empate entre dos ”bloques” y la derecha podrá conformar un gobierno con el apoyo de la ultraderecha, lo que en si es muy grave. Y esto a pesar de que el partido liberal prometió durante la campaña que no contribuiría con sus escaños para que la ultraderecha jugara un papel decisivo en los presupuestos de un gobierno de derecha. Pero lo sustancial es que el avance de la extrema derecha, que atrasó a casi todo el espectro político, fortalece objetivamente a las fuerzas reaccionarias y lo más probable es que esto se corone con una nueva victoria del post fascismo en Italia, donde se votará el domingo 25 de septiembre.
100% de izquierda, no hay espacio para las medias tintas
Lo positivo es que las fuerzas progresistas, y en particular los adherentes de Vänsterpartiet, tuvieron avances significativos en las tres ciudades más grandes de Suecia – Estocolmo, Gotemburgo y Malmö. Si lo miramos desde un punto de vista de clase, la izquierda se enfrenta ahora a la tarea de organizar la resistencia a la renovada ofensiva de la burguesía y su nuevo gobierno. Aquí la tarea de la izquierda debe ser la de transformarse en una izquierda 100% de izquierda. No hay espacio para medias tintas, la izquierda debe partir de las necesidades del conjunto de la clase trabajadora, del cambio climático, del antirracismo y el fortalecimiento del feminismo y los movimientos sociales lo que significa asumir una postura consecuentemente socialista e internacionalista. Eso se puede resumir de la siguiente manera: un pie en el parlamento y mil pies en las calles y plazas.