1. Entre 2015 y 2020, con fuertes desigualdades por país y región, se desarrolló una nueva oleada de lucha feminista global: la cuarta ola en la historia contemporánea. Con epicentro en EE.UU., América Latina y Europa, tuvo un alcance internacional. Los principales reclamos fueron contra la violencia machista, por el derecho al aborto y la igualdad salarial, entre otros. En menor medida, en paralelo hubo un ascenso del movimiento LGBT por la igualdad de derechos.
La cuarta ola fue un proceso progresivo de organización y movilización, de composición policlasista, en defensa de los derechos de género, por su cumplimiento efectivo y su ampliación. Surgió una vanguardia juvenil radicalizada, abierta a las ideas anticapitalistas y revolucionarias, que rápidamente hace la experiencia con las instituciones burguesas y es una cantera de reclutamiento militante. Desde 2017 la ola instauró el Paro Internacional de Mujeres y disidencias el 8 de Marzo, una metodología propia de la clase obrera, que hoy abarca marchas y acciones en unos 80 países.
En la actualidad, si bien fruto de esta cuarta ola hay una mayor conciencia sobre temas de género en franjas de masas, no se mantiene el auge del movimiento sino que atravesamos cierto reflujo debido a la combinación de tres razones: a) algunas conquistas concretas como producto de las luchas, b) la pandemia de coronavirus, y c) en menor medida, la contraofensiva reaccionaria anti-derechos política y religiosa. No obstante, igualmente en varios países existen procesos de lucha de mujeres y LGBT, pero por ahora no alcanzan la extensión, magnitud ni radicalidad del período previo.
2. Cuando de manera corriente se habla de feminismo, se hace referencia a un movimiento amplio y diverso por los derechos de las mujeres y contra la opresión machista, movimiento cuya naturaleza es policlasista. Por eso tiene una gran importancia política para nuestra corriente el hecho de autodefinirnos y presentarnos no sólo en términos de género como feministas sino de una manera diferenciada e integral, es decir como feministas socialistas o feministas revolucionarias. Esto es así porque concebimos la lucha por tales derechos como parte inseparable del combate político general contra el sistema capitalista y la explotación de clase, que a la vez sustenta y se beneficia de la opresión patriarcal.
No hacerlo así sería no distinguirnos o adaptarnos a las distintas corrientes burguesas, reformistas o de las llamadas políticas identitarias que con mayor o menor peso relativo actúan en cada país, todas ellas defensoras del capitalismo y la conciliación de clases y por ende enemigas de la revolución socialista. Volveremos sobre estos aspectos en los puntos 8 y 9 de este texto.
3. En cuanto a los avances de género, por ejemplo se logró el derecho al aborto en Irlanda (2018), Islandia (2019), Argentina, Nueva Zelanda (2020), Australia, Corea del Sur, Tailandia (2021) y Colombia (2022). Se votaron leyes contra el acoso sexual callejero en Perú (2015), Francia (2018) y Chile (2019); en Pakistán contra los llamados crímenes de honor (2016), en Ecuador contra la violencia de género (2017), en México contra el acoso digital (2017), en Sudán contra la mutilación genital femenina (2020). Y se logró el matrimonio igualitario en Irlanda (2015), Colombia (2016), Finlandia, Alemania, Australia (2017), Austria, Taiwán, Ecuador (2019), Gran Bretaña, Costa Rica (2020), Chile, Suiza, Cuba y México (2021), y la ley trans en el Estado español (2023).
En cuanto a la pandemia, intensificó todas las desigualdades estructurales del sistema capitalista. Por eso crecieron los niveles de pobreza y desocupación -que afectan más a las mujeres-, las tareas domésticas de cuidado gratuitas y la violencia machista, incluida su peor expresión: los feminicidios. En el mundo estamos frente a un proceso generalizado de feminización de la pobreza y mayor precariedad laboral y de la vida de las mujeres en general. La pandemia además expuso en primera línea al personal de la salud, de alta composición femenina, que protagonizó fuertes luchas en muchos países.
En cuanto a la contraofensiva anti-derechos, es una de las expresiones de la polarización social y política más general. En 2021, el gobierno talibán en Afganistán endureció todas las normas discriminatorias hacia las mujeres en educación, trabajo y demás ámbitos; y en el oeste del país hay familias en la miseria que hasta venden a sus hijas para sobrevivir. Nueva Delhi sigue siendo la capital mundial de las violaciones. En 2022, la Corte Suprema yanqui anuló el histórico fallo Roe vs Wade, habilitando así leyes contra el derecho al aborto en varios estados. Y de la mano de gobiernos de derecha hubo avances contra el derecho al aborto y el colectivo LGBT en Polonia, Hungría, Rusia y otros países del Este europeo. En sus discursos, el fundamentalismo político-religioso y la extrema derecha incluyen ataques directos contra lo que llaman ideologías de género.
4. El punto actual más alto de lucha feminista a nivel global es la movilización de las mujeres en Irán contra el uso obligatorio del velo islámico, el hiyab, con las jóvenes a la vanguardia. Se inició en setiembre de 2022 frente al asesinato de la joven kurda Mahsa Amini por parte de la policía religiosa. Este reclamo feminista y democrático recibió un fuerte respaldo social y a la vez actuó como el detonante del profundo descontento popular acumulado, originando una rebelión contra el régimen dictatorial, capitalista y teocrático de los mullah, aunque ahora aplacada por la represión. El reciente envenenamiento con gas de 600 niñas en colegios secundarios que fueron vanguardia en la lucha anti-velo, generó varias protestas estudiantiles, repudio social e impacto internacional.
Al mismo tiempo, en los países imperialistas en donde se prohíbe el uso del velo como componente de la política anti-inmigrantes y anti-islámica, como en Francia, defendemos el derecho de la mujer a decidir: “mi cuerpo, mi decisión”.
En otras regiones del mundo existe un mayor retraso en los derechos de género. Por ejemplo en el África subsahariana y el sur de Asia siguen siendo frecuentes los matrimonios concertados, es decir forzados y precoces para la mujer. En el África central, la práctica de la mutilación genital femenina. En varios países del mundo árabe y del subcontinente indio, los llamados crímenes de honor, verdaderos femicidios. Y en gran parte de todos ellos, los prejuicios, la discriminación y la persecución a la homosexualidad.
5. América Latina se mantiene como un centro en materia de lucha feminista y LGBT, con Argentina como una referencia. Por caso, el Encuentro nacional que cada año reúne a más de 50.000 mujeres de todos los espacios sociales y políticos, incluso de partidos capitalistas, llama entre sus puntos a “construir feminismos antipatriarcales, anticapitalistas, antiimperialistas y anticlericales”. Aun así, el 8M hubo marchas divididas: una del peronismo y otra de la izquierda. Y en el acto de la última Marcha del Orgullo, que organizan unas 60 agrupaciones en su mayoría peronistas, fue abucheada por su inacción la ministra peronista nacional del área de género.
En Brasil, los grupos feministas apoyaron la campaña de Lula, pero el giro anti-aborto de éste en las últimas semanas por presión de sectores religiosos abrió contradicciones. En Colombia fue similar con el gobierno de Petro y Francia Márquez, pero empieza cierta decepción. En Chile, la rebelión de 2019 impuso paridad de género en la Constituyente, pero la Coordinadora 8M se burocratizó y terminó apoyando el pacto institucional de Boric con la derecha, lo que favoreció a esta última. La dictadura de Ortega-Murillo como parte de su represión general prohibió a 40 organizaciones feministas; además allí son las mujeres quienes encabezan la lucha por los derechos humanos.
En EEUU, a partir del fallo, se replantea la lucha por el derecho al aborto. En 2022, las principales agrupaciones de género, como Womans March y Planned Parenthood, cercanas al Partido Demócrata, canalizaron todo hacia la elección legislativa. En parte por eso el PD retuvo el control del Senado y evitó una derrota contundente en la cámara baja. En Texas y Florida, los republicanos despliegan una cruzada conservadora con proyectos anti-derechos, como prohibir materiales escolares sobre derechos LGBT. Esto generó algunas protestas, pero localizadas e insuficientes para frenar la ofensiva.
6. En cuanto al Viejo Continente, es notoria la polarización. Por ejemplo una red de derecha cristiana, Agenda Europe, actúa en 30 países, plantean “restaurar el orden natural” y hacen campañas anti-derechos.
En Francia existe el movimiento feminista Nous Toutes, anti-violencia machista, reformista, que convoca marchas de 50.000 personas. También los grupos Huelga Feminista 8M y Pink Bloc, más radicales. Ante el fallo en EEUU, el parlamento francés votó incluir en la Constitución “la libertad de la mujer de interrumpir su embarazo”. El 7 de marzo fue la huelga general contra la reforma jubilatoria, empalmó el 8 con la huelga feminista que correctamente levanta ese mismo reclamo (convocada por grupos feministas y sindicatos), el 9 con la marcha juvenil, el 11 con otra jornada nacional de movilización y quizás continúe.
En Gran Bretaña, que desde hace meses está sacudida por una oleada de huelgas histórica, las mujeres se destacan en las luchas gremiales -en especial las enfermeras y otras trabajadoras de la salud- y en la lucha vecinal contra las subas de tarifas de servicios.
En el Estado español sucede lo mismo en la lucha de la salud pública. Además, la reforma de la ley anti-violencia divide a la alianza gobernante PSOE-Podemos. Sus ambigüedades se hubieran evitado si antes se consultaba a las organizaciones feministas. La reciente ley trans y un proyecto de ley sobre prostitución generan debate por la presión del sector radfem, cerradamente anti-trans y abolicionista.
En Ucrania, en medio de la alteración total de la vida cotidiana que significa el conflicto bélico, las mujeres forman parte activa de la resistencia contra la invasión imperialista rusa.
7. En China, para contener el avance demográfico, desde 1980 a 2015 la burocracia restauracionista impuso la política de “un solo hijo”, de preferencia varón. Esto llevó al envejecimiento de la población. Por eso desde 2016 el gobierno cambió a la línea de “dos hijos”, hace campañas en favor de la “familia socialista”, aprobó una nueva ley anti-violencia doméstica y la liga juvenil comunista hasta lanzó una plataforma de citas online. A la vez, en varias provincias se limitó el derecho al aborto y se ampliaron las licencias por embarazo. Si bien persiste una fuerte tradición patriarcal, en las grandes ciudades las jóvenes buscan una mayor independencia, se casan más tardíamente y descreen cada vez más del matrimonio como garantía de ascenso social: su cifra baja, mientras sube la de divorcios, sobre todo por demanda femenina. Si el gobierno fracasa en su política natalista y avanza contra el derecho al aborto, chocará contra esas nuevas generaciones de mujeres.
En la clase obrera, que tiene la particularidad de poseer un 54% de composición femenina, las mujeres -como en todo el mundo- padecen menores salarios, mayor explotación, precarización y acoso laboral. El 8 de marzo de 2018 el gobierno prohibió el sitio independiente Voces Feministas en las dos principales plataformas de redes sociales: Weibo y WeChat.
8. Para las y los socialistas revolucionarios es clave intervenir sin sectarismo en las luchas y movimientos de mujeres y personas LGBT con un doble objetivo: desarrollar la movilización y construir nuestras organizaciones, siempre en disputa con las direcciones reformistas u otros competidores. Como hemos dicho antes, son movimientos de carácter policlasista en donde participan corrientes defensoras de la conciliación de clases u otras ideologías equivocadas. Entre las principales competidoras podemos señalar:
- El reformismo de todo tipo (PS, PC, centroizquierda, neo-reformismo). Sus aparatos todavía tienen peso dirigente o mantienen cierta influencia y su estrategia es tratar de frenar y desviar los procesos progresivos de lucha y organización hacia las vías institucionales.
- El feminismo “radical” o radfem, surgido en los ’60-70 pero que recobró fuerza desde el posmodernismo de los ’90. Ubica como enemigo principal al patriarcado y al varón-macho, omitiendo el marco de división en clases sociales y siendo así funcional al capitalismo. Son muy anti-partido, en especial contra la izquierda revolucionaria.
- Las políticas de identidad o identitarias. Al dar prioridad política y organizativa a las diferencias existentes (raza, género, orientación sexual, migrantes), en vez de a la unidad llevan al divisionismo y de ese modo debilitan las luchas. Al igual que las radfem, son sectores abiertamente anti-izquierda revolucionaria.
- La concepción mandelista. Plantea un movimiento feminista “autónomo” (no se sabe bien de quién) y de hecho considera a la clase trabajadora como otro movimiento más, de rango similar al feminista, LGBT, ambiental o anti-racista, diluyendo su rol estratégico dirigente.
9. Ante estas posiciones equivocadas, desde la LIS y nuestras secciones nacionales postulamos un feminismo militante socialista y revolucionario, en algunos casos a través de agrupaciones partidarias específicas. Evitamos también el abstencionismo sectario ante esas luchas: con un promedio de más de un 40% de mujeres, más los gays y personas no binarias, y además mayor desempleo, precarización y menores ingresos, las cuestiones de género son parte de la vida cotidiana de la clase trabajadora. En tal sentido, y sabiendo que suele haber mayor recepción entre la juventud y sectores medios, tenemos que llevar nuestra política y programa de género a las mujeres trabajadoras y a todo el mundo laboral.
Si bien su surgimiento es muy anterior en la historia, hoy no existe patriarcado en forma independiente del capitalismo. La opresión patriarcal de género es intrínseca a la explotación capitalista de clase, ya que el trabajo doméstico femenino no remunerado le rinde rédito a la burguesía en el cuidado de la mano de obra presente y futura. El valor económico de dicho trabajo ronda entre 15 y 25% del PBI según el país. Por eso nuestra batalla política implica levantar un programa de transición que, partiendo de las necesidades concretas sobre derechos de género en cada país, busque tender un puente entre esas demandas y la lucha de clase y revolucionaria contra el gobierno, el régimen y el sistema capitalista para abrir paso a una sociedad igualitaria, sin explotación ni opresión: el socialismo, y para ello la necesidad de construir partido revolucionario. La lucha por la laicidad estatal y contra toda opresión o persecución religiosa es también parte de nuestro programa político vinculado a los temas de género.
Asimismo, como parte de nuestra propaganda política es importante difundir el ejemplo de la Revolución Rusa y el primer gobierno bolchevique bajo la dirección de Lenin y Trotsky, con sus conquistas de género inéditas hasta entonces: igualdad salarial y de derechos políticos para la mujer, derecho al aborto y al divorcio, igualdad de los hijos e hijas intra- y extramatrimoniales; apertura de guarderías, comedores y lavanderías populares para alivianar la tarea doméstica; despenalización de la homosexualidad, separación total de la Iglesia y el Estado, entre otros avances.