¡A las calles, a defender nuestros derechos, sin conciliar con la burguesía!
El Primero de Mayo es el día internacional de la clase trabajadora. Salimos a las calles para reafirmar nuestra voluntad de acabar con el capitalismo: un sistema de explotación, opresión, hambre, violencia, guerras y depredación de la naturaleza. Debemos rechazar cualquier intento de poner nuestra conmemoración y esta jornada de protesta al servicio de los planes de cualquier gobierno burgués o “progresista”. Para defender nuestros derechos debemos, antes que nada, preservar nuestra independencia política de clase.
La catástrofe que nos amenaza
El capitalismo mundial enfrenta una nueva crisis económica. Todos los pronósticos son negativos: la producción se estanca, disminuye la inversión y se empuja a millones de trabajadores al desempleo y la precarización laboral. Al mismo tiempo asistimos a una escalada del costo de la vida y al endeudamiento creciente de las familias. Los países más desarrollados, encabezados por EE.UU., descargan la crisis sobre el resto del mundo con deudas impagables, atándolas a nuevas condiciones de dominación y entrega de recursos para sus multinacionales. Imponen tratados de libre comercio y reformas tributarias, laborales y sociales que les faciliten la explotación y el saqueo de los ecosistemas.
La salida a la crisis que encuentran los gobiernos es atacar los derechos de los trabajadores, cuya sobreexplotación es la única fuente de ganancias y acumulación de riqueza. Así se evidenció durante la pandemia: mientras miles de millones se hundieron en la pobreza y la miseria, un minúsculo grupo de capitalistas incrementó sideralmente su fortuna. Es el 1% de los privilegiados contra el 99% del resto de la humanidad. Sólo una revolución mundial puede dar fin a esta contradicción. Es con esa bandera, y en memoria de los obreros mártires de Chicago, ejecutados en 1886, que nos tomamos las calles todos los Primeros de Mayo para proclamar, como ellos, nuestro odio mortal contra el capitalismo. Nuestro odio de clase contra la burguesía y el imperialismo.
Barbarie y resistencia
En todo el mundo se habla desde hace más de un año de la guerra en Ucrania, la escalada de precios en los combustibles, bancos que quiebran, devaluación de las monedas, alza en los intereses bancarios y crecimiento de la deuda externa. También de aumento de precios de alimentos y tarifas eléctricas, al tiempo que la alteración del clima por el calentamiento global aniquila las cosechas, provoca el desborde de los ríos y destruye las viviendas de millones. El desempleo y los bajos salarios empujan a miles de millones a la precarización laboral y la degradación social. La democracia burguesa se muestra inútil para mejorar la calidad de vida y garantizar bienestar a la mayoría de los seres humanos. En cambio se incrementan los impuestos y el gasto militar, mientras se recortan los derechos a la salud y educación, vivienda o servicios públicos.
Enormes flujos de migrantes recorren el mundo en busca de oportunidades, expulsados de sus países por la pobreza, las guerras, las sequías y la violencia de sociedades que han cerrado toda oportunidad a los jóvenes y se ensañan doblemente con las mujeres más pobres, condenando a miles de estos desplazados a morir en sus desesperadas travesías. Son la imagen más dramática de la barbarie a la que nos arrastra el capitalismo.
Pero dónde hay resistencia, hay esperanza. El pueblo ucraniano defiende heroicamente su territorio, contra la sanguinaria invasión rusa, en medio de la disputa económica, política y militar de las superpotencias por el control del planeta. Las huelgas obreras en Europa se multiplican a medida que se desprestigian los gobiernos, como ha ocurrido en Francia por la reforma pensional, rechazada violentamente en las calles, o en Gran Bretaña con las luchas de los trabajadores del transporte, la salud y la educación. El pueblo palestino enfrenta la agresión permanente del estado sionista de Israel, fracturado por sus propias contradicciones, y el saharaui resiste la ocupación del Sahara Occidental por el reino marroquí. Hace pocos meses vivimos el levantamiento de las mujeres iraníes contra la dictadura burguesa fundamentalista. Todas estas luchas por la autodeterminación nacional, económicas, democráticas, o directamente anticapitalistas, tienen un motivo común: la ofensiva de los grandes conglomerados empresariales contra los trabajadores y los pueblos, a través de sus Estados y gobiernos. Es la lucha de clases, el gran motor de la revolución.
Por nuestros derechos y contra la conciliación: ¡es la hora de la revolución!
En muchas partes del mundo la ultraderecha política intenta levantar cabeza ante la amenaza de situaciones que desborden el orden burgués. Pero el factor más dinámico de la realidad mundial es la incansable lucha de los trabajadores y los pueblos que se expresa con levantamientos sociales, huelgas masivas, movilizaciones y resistencia militar a las invasiones u ocupación de sus territorios. El principal obstáculo que debemos superar es la política conciliadora de las direcciones de los partidos políticos reformistas y las direcciones de las organizaciones sociales y sindicales, controladas por esos partidos, e incluso de los gobiernos de los pueblos en resistencia, como ocurre en Ucrania con Zelensky y sus oligarcas mafiosos.
En Colombia vivimos una situación similar. El ascenso de Gustavo Petro a la Presidencia fue la expresión electoral del estallido social, que debilitó a la ultraderecha, pero la política de su gobierno, el Pacto Histórico y los partidos de izquierda que lo componen, ha sido la de negociar sus reformas con lo más podrido de los partidos tradicionales, entregando ministerios y contratos y aceptando las exigencias de los grandes capitalistas nacionales y extranjeros, en particular del sector financiero. Es así como se recortó la reforma tributaria disminuyendo los recursos del Estado destinados al sector social, se modifica la reforma a la salud para mantener las EPS, los gremios rechazan la reforma laboral que a duras penas busca recuperar conquistas perdidas hace tres décadas, la reforma pensional amenaza derechos adquiridos y deja en la incertidumbre a la nueva generación de trabajadores. Por eso debemos retomar las banderas del paro nacional y preparar nuevas jornadas de lucha.
La reciente visita a Biden, cabeza del imperialismo mundial y enemigo jurado de los pueblos del mundo, fue una evidencia de la confianza que depositan las multinacionales y los especuladores financieros en el gobierno de Petro. A cambio se compromete, como el gobierno mexicano, a ser guardafronteras de EEUU ante la ola migratoria, guardabosques de la Amazonía e intermediario con el gobierno represivo de Nicolás Maduro. Seguirá, eso sí, garantizando el pago puntual de la fraudulenta deuda externa mientras habla de la fantasía de un capitalismo “descarbonizado” y espera parte de las migajas que el imperialismo ofrece para seguir persiguiendo a los narcotraficantes y mineros que arrasan la selva.
No rechazamos ninguna reforma que beneficie a los trabajadores o el pueblo, pero estamos en contra de que se las negocie a nuestras espaldas. Cada derecho adquirido ha sido producto de décadas de lucha y movilización, sacrificios y muertos del pueblo trabajador, la juventud y las comunidades marginadas. Por eso debemos marchar de manera independiente este Primero de Mayo.
Contra la burocracia sindical, que hipoteca nuestra independencia de clase, invitamos a los afiliados a la CUT a apoyar la lista 72 al Comité Ejecutivo, encabezada por Ima Yurley Pérez, presidente de la Asociación Sindical de Educadores de Medellín. Es la lista que encarna un programa socialista y revolucionario para nuestra central sindical, la más importante del país.
Y para avanzar en la construcción de una alternativa revolucionaria los invitamos a sumarse a nuestras filas. Impulso Socialista y el Grupo de Trabajadores Socialistas, en el marco de la Liga Internacional Socialista, próximamente nos unificaremos para contribuir a ese proceso. ¡Las banderas de la Internacional son las banderas de nuestra próxima victoria!
¡Incremento general de salarios contra la inflación!
¡Basta de precariedad laboral: no más contratos por ODS!
¡Incorporación inmediata a la planta del Estado a todos los trabajadores temporales!
¡Salud de calidad para todos: eliminar las EPS!
¡Respetar los derechos pensionales! ¡Acabar con los Fondos Privados!
¡Educación Superior gratuita, de libre acceso, con bienestar y de alta calidad!
¡Por un plan de obras públicas que garantice vivienda e infraestructura para la educación y la salud y la comercialización de la producción de los campesinos pobres!
¡No a la Regla Fiscal! ¡No al pago de la deuda externa! ¡Estatización de todo el sector financiero!
¡Basta de represión: disolución inmediata del ESMAD!
¡Trabajo, tierra, vivienda, salud y educación para todos!
¡Por un gobierno de los trabajadores y los pobres!
¡Fuera Rusia de Ucrania! ¡Fuera la OTAN del Este de Europa!
¡Vivan las huelgas de los trabajadores europeos, viva la resistencia de los pueblos del mundo!
¡Proletarios de todos los países: UNÍOS!
Impulso Socialista – Grupo de Trabajadores Socialistas
Liga Internacional Socialista – LIS
Abril 26 de 2023