Medicamentos en Cuba ¿subsidio o libre mercado?

La resiliencia del pueblo cubano es inmedible. ¿Cómo medir una economía que se dirime entre el sector informal, la solidaridad y la subsistencia? ¿Cómo se calcula la subsistencia? Hay índices que contabilizan brechas sociales empleando datos macroeconómicos, estudios de caso, encuestas gubernamentales y datos de organizaciones no gubernamentales; pero qué sucede en el momento en que salvar la vida de una persona depende de algo simple y encapsulado: un medicamento. ¿Lo compra en las farmacias estatales? ¿Lo intercambia por comida? ¿Lo busca en el mercado informal?

La crisis y sus salidas

La pandemia de covid-19 afectó la economía mundial al punto de precarizar la vida, tanto en los países primermundistas como en el tercer mundo, en los cuales tuvo su mayor erosión. En el caso de Cuba se combinan factores como el recrudecimiento de las medidas unilaterales coercitivas de Estados Unidos, con más de 247 restricciones del comercio exterior, adoptadas por la administración Trump.

Durante este período fue doblemente difícil para el Estado sustentar la demanda de medicamentos e insumos médicos que requería la población, ya que desde los inicios de la covid-19 fue política del gobierno la creación de centros de aislamiento para recluir a los enfermos, en los cuales se les proveía de manera gratuita medicamentos, alimentos y atención.

En 2021, tras un año y medio de adoptadas esas medidas, sostenerlas era inviable para el país y se hizo evidente el deterioro de la calidad de vida de la población. En julio de 2022, la empresa cubana Biocubafarma dijo a la prensa que retiraban de las farmacias cubanas 142 de los 369 medicamentos que hasta el momento garantizaba, debido a la falta de insumos, materias primas y porque algunos fabricantes extranjeros dejaron de hacer componentes fundamentales para su producción.

En ello vuelve a influir el bloqueo norteamericano que restringe la participación de Cuba en el mercado mundial con plenos derechos y posibilidades, por lo que el Estado debe importar las materias primas a través de terceros países y a costos superiores.

La crisis que ya existía antes de la pandemia se agudizó con ella, pues el 50% de los insumos para la fabricación de medicamentos regulares fueron destinados a la creación de vacunas contra la covid-19, informó la Agencia Cubana de Noticias.

Con todo, también se reforzó el mercado informal de medicamentos a través de las redes sociales y especialmente mediante grupos de compra-venta en la aplicación de mensajería Telegram.  En estos espacios, que están al margen de las regulaciones estatales, se dan diversas formas de transacción económica, desde la compra y venta, hasta el intercambio de unos fármacos por otros, o por productos esenciales.

Farmacias sin medicamentos durante la covid19 / Foto: Diario de las Américas

Tras el estallido del 11J de 2021, en el cual la escasez de medicamentos fue una de las demandas principales de la población, el Estado cubano eliminó temporalmente las restricciones aduaneras para la entrada de medicamentos y alimentos al país. Esta medida facilitó la iniciativa de la diáspora cubana de organizar contingentes de donaciones de medicamentos, y en adición, consolidó las redes informales de importación de medicinas para abastecer los espacios creados —también informales— para comerciar con ellas.

Con el agravamiento de la crisis, las plataformas digitales de compra-venta cobraron protagonismo, pues los usuarios publican sus necesidades específicas y esperan respuesta de algún otro integrante dispuesto a vender o intercambiar el medicamento por otro, o por comida. No existen leyes que regulen los precios o que establezcan equivalencias en el intercambio, por ende, se trata de un proceso de negociación entre las partes.  

El precio de los medicamentos

En febrero de 2021 el Estado fijó los precios que tendrían los medicamentos a partir de la llamada «tarea ordenamiento». Se mantuvieron los montos para la mayoría de las medicinas destinadas a tratar enfermedades crónicas, como la diabetes o la hipertensión arterial, conocidas en Cuba como «de tarjetón» por la forma en que es regulada su venta.

No obstante, los otros productos farmacéuticos subieron considerablemente de precio en comparación con el valor que tenían hasta el momento. A pesar de ello, el incremento de los salarios también fue considerable, por tanto, no parecían tan caros con el presunto poder adquisitivo que tendría la población. Meses más tarde, hubo una actualización del precio de las medicinas que no modificó considerablemente los montos a cobrar. 

Sin embargo, la crisis antes descrita tuvo un grave impacto en el abastecimiento de medicinas, y el mercado informal terminó supliendo las necesidades que el Estado era incapaz de satisfacer. Para explicar cómo esto ha impactado en la adquisición de medicamentos, puede citarse el ejemplo de un antibiótico de uso común: la amoxicilina.

El «Informe sobre los precios de medicamentos en América Latina», afirma que el precio de la amoxicilina varía en dependencia del país donde se comercializa, no obstante «va de 0.29 a 7.2 dólares entre Panamá y Uruguay», por unidad. En Panamá tiene el mayor valor de comercialización, donde la caja equivale a 17, 8 dólares.

El precio oficial de ese medicamento en Cuba es de 25 pesos 20 cápsulas (aproximadamente un centavo de dólar según el cambio informal actual de 250 pesos por un dólar, que indica el medio no estatal el Toque). No obstante, por los anuncios revisados en los grupos de compra-venta, su precio actual oscila entre los 600 y 800 pesos (de 2,4 a 3,2 dólares según la tasa antes citada).

Si utilizamos otro indicador importante como comparación, como lo es el salario medio, podremos ver lo que representa para un trabajador invertir en la compra de medicamentos por vías informales. Según los últimos datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en 2022 el salario medio era de 4 219 pesos cubanos. Por tanto, estas 20 tabletas de amoxicilina, al precio oficial, serían aproximadamente un 0,6% del salario medio, empero, el precio informal oscilaría entre un 14,2% y un 18,9%. Si estos números son contrastados con la pensión mínima para jubilados establecida en la Isla (1 528 pesos), nos encontramos que el precio formal del medicamento es un 1,6% y el informal oscila entre un 39,2% y un 52,3%.

precio medicamentos en Cuba

Para el gráfico se utilizó el precio mínimo encontrado por 20 tabletas (600 pesos).

Las reglas del trueque

Ante la crisis, la población cubana buscó alternativas para suplir la carestía de medicamentos y mercancías, entre ellas el intercambio de todo tipo de insumos médicos por víveres.

El antropólogo estadounidense, David Graeber establece que «la alternativa a la economía monetaria es el trueque»; donde la gente intercambia «bienes y servicios directamente por otros bienes y servicios en lugar de hacerlo mediante dinero». También especifica que «un sistema de trueque requiere una doble coincidencia de necesidades de mercado para tener lugar». Para ello debe cumplirse que una persona tenga lo que deseo y desee lo que tengo.

Pongamos como ejemplo que Raúl, un anciano pensionado, necesite amoxicilina y tenga aceite. Este producto, en cualquier país de América Latina, puede comprarse por menos de dos dólares el litro. Antes de la pandemia y de la implementación del Ordenamiento Económico, se podía adquirir por dos CUC, o 50 pesos cubanos que, a su vez, equivalían a dos dólares, por tanto, valía más o menos lo mismo que en el continente. Tras la crisis, se activó un proceso inflacionario tal que paulatinamente hizo ascender su valor hasta 800 pesos en la actualidad. En algunas ocasiones ha llegado a superar los 1000.

Sin embargo, ¿qué sucedería si para suplir la necesidad de no tener el medicamento para curar una dolencia, Raúl no tuviera a mano el litro de aceite para intercambiar? La respuesta es simple, si Raúl no encontrara otra vía para adquirir el medicamento, tendría que comprar el litro de aceite en ese mismo mercado negro para luego trocarlo por el medicamento que necesita.

Raúl vive en Cuba, una nación afectada por el bloqueo económico norteamericano, que decidió hacer su propia vacuna durante la pandemia y por tanto destinó el 50% de sus recursos asignados a la producción de medicamentos para contrarrestarla. Raúl está vacunado contra la covid-19, pero su necesidad inmediata es la amoxicilina.

Probablemente, la pensión no le alcance a Raúl para solventar sus gastos del mes, pero tendrá que destinar entre 3 y 4 dólares de sus ingresos para comprar el aceite que intercambiará por amoxicilina y curar su dolencia inmediata, o en su defecto, utilizar la botella que el Estado le vende de forma subsidiada una vez al mes.

Del trueque a la mercantilización

Tanto el economista político vienés Karl Polany como el sociólogo francés Michael Callon asumen que el mercado es un espacio concreto y no abstracto donde interactúan sujetos, que a su vez tienen capacidad de agencia. Polanyi explica que el mercado libre desarrollado en el siglo XIX es una construcción social, más que un hecho natural, pues este depende de políticas, normas e instituciones para desarrollarse, por ende, la existencia y funcionamiento adecuado de estas estructuras es fundamental para proteger a la sociedad de las injusticias y desequilibrios del mercado.

Si bien durante la cuarentena el trueque cobró un rol central como método de obtención de los medicamentos ante la falta de abastecimiento de las farmacias estatales y el instrumental médico en los hospitales, posteriormente es sustituido por su venta directa en el mercado informal.

Recientemente, María, una fuente que prefiere mantener su identidad en el anonimato, descubrió que tenía un quiste ovárico y necesitaba intervención quirúrgica, pero el médico le dijo que debía comprar por su cuenta todo el instrumental necesario para su operación y luego empezarían a hablar de fechas y procederes.

María, no tiene familiares en el extranjero que le ayuden, así que tuvo que acudir al mercado informal para adquirir de a poco todo lo necesario. La forma de adquisición del material en cuanto a lo económico vino de la conjunción entre la solidaridad de algunos —una prima que tenía gaza en su casa o medicamentos conseguidos a través de donaciones— y la compra a través de grupos de Telegram y anuncios en redes sociales.

Los precios de los medicamentos que adquirió tienen el valor agregado de haber sido conseguidos «por la izquierda» o traídos desde el extranjero. El naproxeno —un antiinflamatorio que se emplea en el tratamiento del dolor— en Ecuador, por ejemplo, cuesta 3.40 usd el blíster de 10 unidades. Sin embargo, un frasco de 400 unidades en Cuba se comercializa en revolico por 20 usd aproximadamente, es decir: 0, 20 centavos la unidad, mientras en Ecuador cuesta 0, 34. Entonces ¿dónde, de qué forma y a qué costo se adquieren los medicamentos que se comercializan en el mercado informal?

Foto: Anuncio en Revolico

Un médico cubano que prefiere permanecer en el anonimato explica que los medicamentos se adquieren en destinos como México, Panamá o la India y se compran al por mayor y en muchos casos en rebaja. El naproxeno en México tiene un costo aproximado de 66 pesos, que equivalen a 3, 62 dólares estadounidenses por 45 tabletas, por tanto, cada tableta cuesta 0.08 centavos en México aproximadamente. Es decir, 80 centavos por diez tabletas.

Para realizar este trabajo, La Joven Cuba contactó a una vendedora de medicamentos que los comercializa a través de grupos de Telegram. Con ella, el Naproxeno procedente de México tiene un costo de 500 pesos diez tabletas, es decir, 2 dólares. La diferencia entre el costo del medicamento en México y su venta en Cuba es de 1. 20 dólares. Ahí está la ganancia.

***

Vale preguntarse entonces si es posible afirmar que en Cuba existe por debajo de la estructura de salud subsidiada por el Estado, un sistema privado y autogestionado, que emerge ante la incapacidad de ese Estado de mantener uno de los pilares elementales del ideario de la Revolución: la salud pública.

El precio de venta del mercado informal no funciona de manera distinta al mercado liberal tradicional. Se incluye en el precio final el costo inicial del medicamento, su transportación, la ganancia de quien vende y la condicionante de no tener una competencia sustantiva.

Al moverse todo este andamiaje por estructuras paralelas a las formales, el Estado no regula ni incide sobre esta dinámica. El intercambio se da en la medida de la necesidad de las partes, solo que en este caso hay una de las partes que tiene poder sobre la otra, porque tiene en sus manos un producto vital que escasea.

Unida a la desregulación del precio, este sistema informal implica otro peligro. Se están comercializando de manera informal medicamentos que requieren prescripción médica. ¿Quién garantiza la calidad del medicamento en una cadena informal de venta que opera fuera de cualquier regulación estatal? ¿Cómo impedir el mal uso de estos o el abuso por automedicación?

Más allá de los análisis académicos, María sentencia lo que ha vivido: «Aquí estamos sobreviviendo como se puede y la que vende el naproxeno me salvó de pasar dolores».