Por Marie Dupont
Con los votos de los diputados macronistas, la derecha tradicional y la extrema derecha, en el Senado y en la Asamblea Nacional post acuerdo de la Comisión Mixta Paritaria, en el mes de diciembre fue adoptada la Ley Darmanin – Le Pen. En línea con la Unión Europea, se busca profundizar un camino: el carácter burgués de la libertad de circulación. Miles de personas nos manifestamos en las calles para frenar la legislación racista y represiva.
¿Qué contiene la nueva Ley de “inmigración”?
La lista es enorme: – Solo después de residir 5 años en el país se podrá acceder a las prestaciones familiares o subsidios para la vivienda, por ejemplo, frente a los seis meses que hasta ahora se exigían.
- Quienes nacían o eran criados en Francia adquirían automáticamente la nacionalidad francesa al alcanzar la mayoría de edad, o previa solicitud a partir de los 13 años. Dicha adquisición automática de la nacionalidad será suprimida y sustituida por un procedimiento que deberá iniciarse entre los 16 y los 18 años, lo que presenta más trabas y abre paso a expulsiones si el trámite no se realiza a tiempo.
- En 2012 se había suprimido el delito de residencia ilegal, se reestablece el mismo con una multa de 3.750 euros y tres años de prohibición de entrada en el país (además de crear un obstáculo adicional en el camino hacia la regularización). Aunque se cansaron de decirlo, finalmente no se facilita la regularización mediante el trabajo.
- En el momento de su regularización, todos los extranjeros deberán firmar “un contrato de compromiso con los principios de la República”, que no solo parte de un prejuicio discriminatorio ya que exige respetar “la libertad personal, la libertad de expresión y de conciencia, la igualdad entre mujeres y hombres, la dignidad de la persona humana y la divisa y los símbolos de la República”, sino que fortalece la arbitrariedad en la que ya se mueven las prefecturas para someter al solicitante a la condición de inmigrante sin papeles.
- Para obtener un permiso de residencia en calidad de estudiante, habrá que pagar un depósito de caución, cuyo importe se determinará por decreto cuando se presente la primera solicitud del permiso. Dicho depósito, se devolverá a la salida o en caso de regularización futura, y se conservará si en caso de expulsión, la elude. Y aunque el aumento del precio de las matrículas para los estudiantes extranjeros se encuentra en vigor desde 2019, diferentes facultades exoneraban a los estudiantes de pagarlas, lo cual se complejiza en el marco de esta ley.
Libertad, fraternidad e igualdad… para los ricos y los empresarios
Los principales responsables del saqueo, la pobreza, la falta de derechos más elementales y la contaminación sí tienen derecho a una total libertad de circulación: los empresarios, los más asquerosos explotadores, no conocen de fronteras ni Estados que limiten su residencia ni la de sus capitales o mercancías provenientes de todos los rincones del mundo. Y lo que es peor, esta ley viene a favorecerlos aún más ya que para muchos trabajadores el permiso de residencia y su renovación dependerá pura y exclusivamente de su empleador. No solo que las y los trabajadores inmigrantes realizan las tareas peores pagas, sino que ahora, deben aceptarlo sin protestar a condición de poder permanecer en el país, un chantaje legitimado, absolutamente repudiable.
Contra la ley racista, nuestra respuesta es en las calles
El 25 de enero expresará su decisión el Consejo Constitucional, por lo que el fin de semana del 20 y 21 de diciembre, más de 100.000 personas se manifestaron en más de 160 ciudades de Francia. Se enmarca en las diversas acciones llevadas a cabo antes, durante y después de las votaciones en las asambleas, por diferentes colectivos, asociaciones, sindicatos y partidos políticos, buscando presionar al ejecutivo y que no continúe con su promulgación. Esta ley es una vergüenza y es fundamental continuar en un camino de unidad en las calles y de lucha hasta tirarla. La única frontera que existe es la de clase. A los verdaderos aprovechadores, ventajistas, saqueadores y empobrecedores que hay que enfrentar es a los grandes empresarios y sus marionetas políticas. ¡Abajo la Ley Darmanin-Le Pen! ¡Basta de perseguir y criminalizar la inmigración! ¡Ningún trabajador es ilegal, papeles para todos! ¡Apertura de las fronteras, derechos iguales para todos!