Por Claudio Filipe, Movimento Alternativa Socialista (MAS) – Portugal
El pasado 4 de julio se celebraron elecciones legislativas en el Reino Unido (UK), las cuales se adelantaron alrededor de 6 meses con respecto al plazo máximo para su celebración, que era enero de 2025.
La Comunicación Social presentó los resultados de estas elecciones como una gran victoria del Partido Laborista (Labour), que, tras deshacerse de un líder radical y “no elegible” (según los sectores más derechistas del propio Partido Laborista) como Jeremy Corbyn , ahora contaba con un líder moderado y centrista, Keir Starmer (mucho más a la derecha), lo que le volvió a dar respetabilidad. ¿Hasta qué punto este retrato corresponde a la realidad?
Miremos los hechos. Es cierto que el Partido Laborista logró una victoria electoral considerable, ya que pasó de 202 a 411 diputados y ahora cuenta con una cómoda mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes, que tiene un total de 650 escaños. Pero si miramos un poco más de cerca estos resultados, notamos algunas cosas curiosas que no coinciden con esta imagen. Desde el punto de vista electoral, el Partido Laborista pasó del 32,1 al 33,7% de los votos, es decir, ¡un aumento del 1,6%! En términos de número absoluto de votos, ¡el Partido Laborista perdió más de 600.000 votos! En Inglaterra, donde se deciden las elecciones, el aumento porcentual del Partido Laborista fue del 0,4%. Si comparamos con elecciones anteriores, vemos que el Partido Laborista obtuvo un voto considerablemente inferior a los votos bajo el liderazgo de Tony Blair en las tres elecciones en las que salió victorioso (43% en 1997, 40% en 2001 y 35% en 2005) así como el voto del inelegible Corbyn en las elecciones de 2017 (40% de los votos) ¡Y este voto mediocre se obtuvo frente a un gobierno extremadamente desgastado y desacreditado!
Entonces, ¿cómo fue posible una discrepancia tan grande entre votos y diputados? La respuesta tiene que ver con el hecho de que ha surgido un nuevo partido de extrema derecha, Reforma Reino Unido de Nigel Farage, que obtuvo alrededor del 14% de los votos y dividió el voto conservador que cayó del 44 al 24% de los sufragios. La consecuencia de esta división de votos fue permitir que los laboristas ocuparan el primer lugar y así beneficiarse de la extrema desproporcionalidad del sistema electoral.
Esta situación tendrá consecuencias importantes, particularmente en términos de estabilidad y legitimidad del nuevo gobierno. Cabe señalar que Keir Starmer siempre estuvo muy mimado por la prensa, a diferencia de Jeremy Corbyn (obviamente porque el primero es más de derechas que el segundo) que fue blanco de feroces ataques en la prensa prácticamente todos los días y también fue saboteado internamente, como se confirmó más tarde. Sin embargo, Starmer es un individuo de credibilidad muy dudosa y, en realidad, tiene índices de popularidad muy bajos. En su campaña interna por la dirección del Partido Laborista en 2020, prometió unir al partido y mantener la línea política “esencial” de Corbyn, de hecho (todavía) muy popular entre los activistas laboristas. Tras asumir el cargo, hizo exactamente lo contrario de lo que prometió, dedicándose incansablemente a perseguir todo lo que olía a izquierda (incluso dentro de su partido, el Laborista) y promoviendo una agenda que difiere muy poco de la de los conservadores (los “conservadores” – clásico AD1 de derechas aquí), por lo que no se esperan cambios significativos en la política interna y externa del Reino Unido (siguiendo la política del imperialismo norteamericano y la OTAN, particularmente frente a la guerra en Ucrania). En cuanto a Corbyn , logró ser elegido, como independiente, en su circunscripción con una cómoda ventaja (29 a 34%) sobre el candidato bien financiado impuesto por la dirección del partido (Starmer). Se eligieron cuatro candidatos independientes más con una línea política muy a la izquierda del laborismo, una situación que no es vulgar en el Reino Unido, donde la elección de candidatos independientes es poco común. Los Verdes también lograron elegir a 4 diputados.
Starmer representa, en esencia, una nueva versión de Tony Blair (el de la “tercera vía” que nunca llegó a serlo porque no existe) pero ahora no hay dinero para invertir como en 1997, así que, incluso teniendo en cuenta los malos resultados económicos del Reino Unido, se esperan tiempos de inestabilidad y conflictividad (que ya existe desde hace varios meses, principalmente en el sector sanitario). La gran pregunta es quién capitalizará esta contestación y, desgraciadamente, se teme que, una vez más, será la extrema derecha la que lo consiga, cuando de lo que se trata es de construir alternativas políticas de izquierda, anti sistémicas, que capturen progresivamente franjas de los trabajadores y se conviertan en alternativas creíbles.
1 Alianza Democrática, coalición de derechas en Portugal.