Desde hace dos meses, las huelgas buscan desarrollarse frente al Macri francés por la derrota de sus reformas capitalistas: ferroviaria, estatal y universitaria.
En Francia, el frente de rechazo que procuran afirmar las masas es la expresión de la mezcla explosiva que produjo la crisis política, social y económica. Asistimos ahora a un primer round. En esta etapa, el anhelo de derrotar al presidente Emmanuel Macron se desarrolla en todas las categorías sociales. Pero es sólo el inicio.
El pasado 15 de marzo asistimos a un primer giro importante. Ese día 100 mil jubilados manifestaron en París, y decenas de miles en toda Francia contra la suba del impuesto a la renta. Habitualmente, las marchas de jubilados reunían entre dos mil y cinco mil personas. Ese mismo 15, todos los servicios médicos para personas mayores fueron paralizados por un paro casi unánime del personal. En el mismo momento, Macron lanzaba su “pacto ferroviario”: una nueva reforma para quebrar la empresa estatal de ferrocarriles, la SNCF.
El 22 de marzo, más de medio millón de estatales manifestaron en Francia contra la reforma de la administración pública, En París, la marcha de los estatales y la manifestación nacional de 25 mil ferroviarios se reunieron en la Plaza de la Bastilla al finalizar ambas.
Desde el 3 de abril empezó la huelga ferroviaria. Pero la intersindical de cuatro federaciones de la SNCF decidió un “plan de lucha” de dos días por semana sobre cinco, durante tres meses. Desde 1936 hasta ahora, en todas sus huelgas nacionales largas los ferroviarios hacían paro prorrogable. Es decir, cada día los compañeros de todos los talleres, depósitos y centros decidían seguir o no la huelga. Las asambleas reunían a los afiliados y no afiliados. Esta vez decide una “cumbre” intersindical y el paro de tres meses se opone a la reunión cotidiana de las asambleas generales.
No al pacto Macron-burocracia
Si estos dirigentes sindicales que hablan todo el tiempo de “estrategia” hubieran sido jefes militares que dirigían un ejército, los grandes jefes de grandes guerras, como Napoleón Bonaparte, los habrían internado en un asilo o fusilado. Estos “estrategas” sindicales le entregaron todos sus planes al enemigo, que ya sabe cuándo terminará la guerra y los días en que todas las tropas estarán de franco: tres días por semana. Sin embargo, estos burócratas no son unos locos de atar. Su “estrategia” está guiada por una única voluntad: la concertación con el gobierno.
En francés, concertar no significa negociar entre dos “campos” para buscar un acuerdo, sino trabajar juntos por un proyecto común. Macron, pues, les propuso a los burócratas sindicales un pacto en base al plan oficial.
Los jefes sindicales quieren “una buena concertación” que tome en cuenta las propuestas de gestión del CGT. Ellos mismos son voluntarios para administrar los “cuidados paliativos” previos a la muerte de la SNCF. Antes de hacer un pacto con Macron, estas cuatro federaciones hicieron un pacto entre ellas. Una de esas federaciones es la CFDT1, nacida del sindicalismo católico, cuyos líderes son macronistas. Entonces la CGT, todavía ligada indirectamente al PC, decidió no llamar al paro por el retiro de la reforma ferroviaria. Y SUD, que dice ser un sindicato radical, cuestionó la forma del paro por no ser prorrogable, pero aceptó no tomar partido por el retiro de la reforma.
Así, todo está hecho para que la huelga se vaya apagando. El NPA2, que tiene una fuerte influencia sobre SUD, tampoco plantea esa consigna. En efecto, su líder Olivier Besancenot busca un acuerdo con lo que queda de la izquierda reformista en Francia (PC, el movimiento del ex ministro socialista Hamon y la “Francia Insumisa” liderada por Jean-Luc Mélenchon) y él mismo retira esa consigna que podría contrariar a sus nuevos socios políticos. Esto no deja de agravar la crisis del NPA.
Pese a toda esta confusión, los ferroviarios mostraron una combatividad muy fuerte: las dos primeras series de paro fueron cumplidas masivamente.
La lucha estudiantil
A fin de marzo, la movilización de los estudiantes contra la reforma universitaria (que les cerrará la puerta a la gran mayoría de alumnos secundarios y les impondrá estudios cortos a la mayoría de estudiantes) tuvo un primer auge tras la violenta agresión para-policial contra una pequeña asamblea de estudiantes de Montpellier, en el sudeste de Francia.
En esta situación, los trabajadores de los hipermercados Carrefour hicieron dos días de huelga muy masiva y combativa contra el plan de despidos, con ocupación de numerosas tiendas.
Hay que recordar que en las elecciones nacionales de mayo pasado Macron sacó muy pocos votos. En el ballotage él apareció “contra” Marine Le Pen, la candidata fascistoide que jugó hasta el ridículo su rol de espantapájaros para hacer elegir a Macron. En la primera vuelta, considerando la alta abstención obrera y popular, Macron recogía sólo el 18% de los votos reales. Mientras todos los grandes partidos de derecha e izquierda reformista llamaban a votar por él en la segunda vuelta contra el fascismo, como hubo una abstención de 25% y un 8% de voto en blanco Macron sacó el 66 de los que fueron a votar pero poco más del 43% de los votos reales.
Tal es el espectro de la crisis política en Francia. El combate para derrotar a Macron y sus reformas destructoras no ha hecho más que comenzar.
Daniel Petri, miembro del Comité Nacional de La Comuna
(por un partido de trabajadores).
17/4/18