En Francia, ante el aumento de la nafta y los impuestos, el pasado 17N unos 2.000 piquetes con más de 300.000 personas cortaron rutas y calles. Reproducimos la nota de nuestros compañeros de La Comuna.(Suplemento del N° 73, 18/11/18)
Cuando surge una revuelta espontánea, el poder y también los burócratas de todo tipo quieren ver manos manipuladoras instigando desórdenes.
Aquellos que hace largo tiempo que critican el “complotismo” de repente decretan que “es la extrema derecha” (que es hacerle demasiado honor, por cierto) como fue en el pasado “la conspiración internacional” dirigida por Moscú o “izquierdistas, funcionales al poder”.
También existen aparatos que actúan aunque solo sea para “no dejarle espacio a la extrema derecha” y quienes pretenden ampliar la bronca a todos los problemas sociales. Sin embargo, la furia que toma forma nace del cruce del profundo rechazo a Macron y también al sindicalismo sumiso, como lo muestran los jefes de las confederaciones a través de la concertación, o sea del diálogo macronista.
Furia en bruto
Nunca pretendimos prever la forma que tomarían las primeras expresiones de la bronca de las masas. En cambio, en los últimos meses no dejamos de afirmar en voz alta y clara que la política de Macron y la sumisión de los líderes sindicales conducen a una explosión social espontánea.
La mezcla crisis política-crisis social es explosiva
Nuestra visión es simple: ¿cuál es el punto de partida del movimiento que surge? El rechazo al impuesto al carbono y a las subas de combustible que impiden la vida de millones de trabajadores, pequeños emprendedores, cuentapropistas y jubilados que andan en autos de antiguos modelos.
¿Quién dirige? Nadie, nosotros nos encargamos[i]
Así estarán tentados de responder a todos aquellos anónimos, sin partido y sin rango que se reúnen allí donde viven. La gran mayoría de esos habitantes enojados reclaman un movimiento apolítico y la palabra apolítico, aquí, significa independiente de los partidos y voceros. Es entonces cuando los anticapitalistas domesticados que dirigen el NPA o los entusiastas del “Partido Obrero” (independientes y democráticos, por cierto) corren tras el movimiento y tratan de globalizarlo según sus criterios preestablecidos (Besancenot) o, a la inversa, pararse al lado (POID[1]) diciendo “el 17 de noviembre no es la solución”[ii], ya que la solución sólo puede ser su “programa de trabajadores”.
¡Basta de mescolanza!
Este último, el POID, que juega a ser purista perfeccionista, le sigue los pasos a Martinez, el burócrata de la CGT. Martinez, en nombre de la paz social macronista, estuvo haciendo campaña durante casi tres semanas al grito de “no protestemos junto al FN” [2], como si la cuestión se planteara en esos términos para los millones de habitantes enojados. Vergonzosamente, el POID hace pasar a Aignan, un ex-FN convertido en pro-Dupont, como vocero de la movilización en curso. ¡Mescolanza, pura y simple! Ese tipo no es el vocero de nadie más que él mismo.
“Cuando los eventos nos superan…”
Mélenchon por un lado y Le Pen y Wauquiez (líder de los republicanos) por otro, aplican literalmente el viejo y buen lema de Beaumarchais: “Cuando los eventos nos superan, procuremos ser los organizadores”. Mientras tanto, la cooptación es solo una manera, entre otras, de debilitar y frenar un movimiento que surge desde abajo. Aparte de los medios de comunicación y los pequeños aparatos de la izquierda radical, nadie habla de los gestos de estos opositores de Su Majestad.
Cooptadores, pero sin embargo cobradores
Lo que une a los trabajadores y el pueblo que sufre es el rechazo al aumento del combustible y al impuesto al carbono, esa forma de impuesto que “desangra a los desdichados”. Todos los partidos son desbordados. Melenchon y Wauquiez, por hablar sólo de esos dos, ¿no aparecen entre los cobradores? No olvidamos cómo, en nombre del presidente socialdemócrata Hollande, el vocero del pueblo Mélenchon atacó a los gorras rojas que, en Finisterre, se movilizaron contra el eco-impuesto y los llamó “esclavos y simplones”.[iii]
El castigo que acecha a Martínez…
Además, esta movilización es el castigo al que las altas burocracias sindicales han estado expuestas luego de junio de 2017, ya que dejaron de luchar por la derogación de la ley anti-laboral El Khomri. Dejaron de decir claramente: si esta ley injusta no es derogada no hay diálogo social y no al diálogo social con condicionamientos. Es el castigo que se aplica a esos líderes que se hacen los “expertos en sindicalismo” obedeciendo cuando el poder los llama a una audiencia para ayudarlo a tamizar la reforma que debe liquidar todos los regímenes jubilatorios (y cortar la rama donde están sentados esos altos dignatarios de las confederaciones). Los trabajadores, jóvenes y jubilados que expresarán su enojo mañana no esperan nada de los líderes que le dan la espalda a la lucha de clases, prefiriendo los ademanes y pulseadas de salón.
¡Macron no es ecología: es guerra!
Macron se convierte ahora en un ecologista que repinta de verde sus oscuros dibujos imperialistas. Él, el jefe de un Estado que puede presumir de ser el tercer exportador de armas del mundo[iv], mientras que en un Yemen torturado por armas made in France un niño muere de hambre cada tres minutos (cifras Unicef[v]).
Parar el aumento de los combustibles. No al impuesto al carbono.
Pero digamos una palabra sobre el Frente Nacional alias Alianza Nacional. Un cartel basta: “explosión del precio del combustible -17 de noviembre- Todos movilizados para hacer retroceder al gobierno – 60% de impuestos, ya no podemos más.”[vi] ¿Dónde dice en ese cartel abajo el aumento del combustible y abolición del impuesto al carbono? ¿Qué significa “hacer retroceder al gobierno”? Una vez más, ¡una hiena no se vuelve cebra porque le pinten rayas!
Un grito de protesta ¡sin confusión!
Obviamente no sabemos de antemano cómo evolucionará esta movilización. Pero, una cosa está clara para nosotros: no confundimos a los trabajadores y los pequeños productores de campo sufrientes que participan en ella, y a quienes les gustaría hablar por ellos y hacer que digan algo distinto de lo que dicen: “parar la suba de combustibles, no al impuesto al carbono”. Nunca diremos que estas mujeres y hombres enojados son “ingenuos engañados”. Su grito de protesta, sea lo que digan los voceros de las “grandes” respuestas “obreras y democráticas”, no tiene ninguna confusión.
La rabia no solo se nutre de esta movilización. El terrible drama que se vivió en la calle Aubagne, en Marsella, arroja luz sobre el estado de la vivienda en Francia por la decisión política de la intendencia instando a no tomar orden de riesgo sobre casas que amenazan derrumbarse. En Marsella, 40.000 viviendas indignas: ¿cuánto en otras ciudades medianas y grandes? Un techo decente para todos y un alquiler de vivienda social, realmente moderado, ¿es demasiado pedir? ¿Y haría falta que Macron siga en el gobierno, como dice la ultraderecha, para mostrar que éste retrocede?
Nosotros estamos del lado de todos los reclamos legítimos. En el futuro inmediato es: ¡Eliminar el impuesto al carbono, anular los aumentos! A la vez, independientemente de esta movilización, sin hacerle decir lo que no dice, seguimos interviniendo en nuestro trabajo y nuestra vida.
- ¡Fuera la monarquía bananera, fuera Macron!
- ¡Basta de sindicalismo sumiso! ¡Por un sindicalismo combativo, de reclamo y acción!
- ¡Abajo las reformas, que se cumplan los reclamos vitales!
- ¡Confiemos en nuestras propias fuerzas!
16/11/18, 20 hs.
Último minuto
“Irrecuperables”
En primer lugar, deseamos expresar nuestro más profundo pésame a la familia del manifestante asesinado en Haute-Savoie, a su familia y a los que estaban a su lado en la barricada que ocupaban.
Macron-Castagner son responsables política y moralmente de los incidentes ocurridos: casi 230 heridos. Son ellos los que “se exceden en la fuerza”. Esa responsabilidad se ve agravada por la represión que desataron en muchos lugares. ¿Transición ecológica a palazos? No, es simplemente la ejecución de su política rechazada espontáneamente por el pueblo, una política que definitivamente no se puede aplicar de otro modo que mediante bastonazos y gases lacrimógenos.
Los medios de comunicación buscan detectar votantes FN y votantes FI entre los cientos de miles de chalecos amarillos. Vuelven con las manos vacías porque no es una manifestación de votantes. Es una movilización laboral, popular y juvenil en el sentido más crudo del término, en su campo más directo de acción colectiva. Dejemos que los “comunicadores” hablen, si quieren, del movimiento amorfo para ocultar lo esencial: quienes participan son trabajadores, jubilados, desocupados. Todos hablan con la misma voz: basta de impuestos, basta de aumentos, basta de bajos salarios, basta de daños causados por la política del poder, conscientes de que se oponen “al gobierno”, y una parte diciendo naturalmente “Macron, renuncia”.
De nuevo, no se trata de especular o calcular el futuro del movimiento de los chalecos amarillos. Por ahora, apostemos a que es incooptable.
[1] Partido Obrero Independiente y Democrático, organización centrista de izquierda surgida del Partido de los Trabajadores, partido trotskista lambertista.
[2] Frente Nacional, de ultraderecha.
[i] Título de un libro que describe la huelga juvenil de diciembre de 1986. Selio editor. Este título repetía las palabras de un estudiante movilizado por el retiro del proyecto de reforma universitaria. La unidad en torno a ese lema fue la clave de la victoria juvenil. (los editores actuales del periódico POID nos habían acostumbrado a cosas mejores, pero fue hace mucho…)
[ii] https://latribunedestravailleurs.fr/2018/11/16/17-novembre/
[iii] http://www.jean-luc-melenchon.fr/2013/11/02/le-2-novembre-en-bretagne-chacun-sa-classe/
[iv] http://www.europe1.fr/economie/la-france-est-desormais-le-troisieme-marchand-darmes-au-monde…
[v] https://www.francetvinfo.fr/monde/proche-orient/yemen/yemen-un-enfant-meurt-toutes-les-10-minutes-alerte-l-unicef…
[vi] https://twitter.com/search?q=marine%20le%20pen&src=tyah