El domingo 1° de Julio Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ganó las elecciones presidenciales de México con el 53% de los votos. Su triunfo refleja el hastío que tiene el pueblo mexicano con los partidos que sostienen el régimen político. Fuertes aires de cambio soplan en este inmenso país que seguramente van a impactar sobre todo el continente.
Cuando aún se están recontando los votos la Alianza “Juntos haremos historia” (MORENA, PT y PES) que obtuvo la presidencia para López Obrador con más de la mitad de los votos emitidos, las proyecciones indican que controlaría el Congreso y que ha ganado 5 de las 9 gobernaciones en disputa: Veracruz, Chiapas, Morelos, Tabasco y la estratégica Ciudad de México. Suma a estos logros más de 250 ayuntamientos (intendencias), en una elección en la que se disputaron más de 4.300 cargos públicos, muchos de los cuales cambiaron de bando, luego del batacazo de AMLO.
Hubo una importante asistencia a las urnas de 56 millones de votantes, el 63% de asistencia (datos de El Comercio) y varios millones de nuevos votantes jóvenes que votaron por AMLO en una importante proporción.
Los derrotados, el PRI del actual presidente Peña Nieto que quedó tercero y la alianza entre el derechista PAN y el otrora “progresista” PRD, han sido los pilares del régimen político mexicano de las últimas décadas. Un régimen que con el PRI a la cabeza gobernó México durante 70 años y a partir del 2000 alterna sus presidencias con el PAN.
Ambos partidos han sido los responsables de aplicar las políticas neoliberales que con una fuerte ola de privatizaciones, entre ellas la pérdida del monopolio del gigante petrolero estatal Pemex, han llevado a que en la segunda economía latinoamericana casi la mitad de la población bordee la línea de pobreza.
México sufre una creciente degradación social que combina una enorme corrupción en todo el aparato estatal, profundamente penetrado por el narcotráfico. Las mafias narcos que controlan territorios, que realizan operaciones paramilitares, que están imbricadas tanto en el aparato político como en las fuerzas de seguridad, han generado un gran desarrollo de la violencia e inseguridad, que ha convertido al hermano país en uno de los países más violentos del mundo. Solo en el 2017 se registraron 27.000 asesinatos.
La violencia política que se cobró la vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que en esta campaña electoral dejó 106 candidatos muertos, no solo de MORENA sino también de los partidos del régimen y que tienen como blanco privilegiado a los periodistas que las denuncian, es el producto de estas peleas y disputas mafiosas en los territorios.
López Obrador
Algunos lo han comparado con Perón por su discurso a favor de los pobres y sectores populares, sus frases nacionalistas y un pragmatismo que lleva, a un líder que se autotítula como de izquierda, a conformar una alianza que, junto a cuadros provenientes de la izquierda y los sectores progresistas incluye a una formación evangelista conservadora enemiga del aborto legal y los derechos de género, como es el PES. (1)
López Obrador nació a la práctica política en el viejo PRI para luego integrar las filas de su desprendimiento progresista, el PRD, que con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza prometía rescatar las banderas nacionalistas de la revolución mexicana y del gobierno de su padre que nacionalizó el petróleo en la década del 30.
Como parte del PRD, al que llegó a presidir, fue alcalde de la Ciudad de México (2000-2005) y dos veces candidato a presidente en el 2006 y en el 2012. Le arrebataron la presidencia con un fraude escandaloso en la primera ocasión y luego en la segunda perdió a manos del actual presidente del PRI Peña Nieto, en una elección ajustada y en la cual hubo también muchas maniobras fraudulentas.
A partir del 2012 Obrador abandona el PRD que ya estaba integrado completamente al régimen político y funda su actual agrupación MORENA que va a ir creciendo en su performance electoral en las elecciones intermedias de estos años.
La magnitud del triunfo y la debacle del viejo régimen, la afluencia masiva a las urnas de millones de mexicanos, impidieron el fraude masivo. Una victoria que no se puede explicar si no por las luchas del pueblo mexicano por sus derechos durante estos años, como la de los pueblos originarios, los docentes, las de los padres de las víctimas de Ayotzinapa o el gasolinazo del año 2017, entre otras.
Las contradicciones de AMLO
Su discurso de campaña a favor de los pobres y los pueblos de México, contra la corrupción del viejo régimen político y por atacar la violencia del narcotráfico desarrollando fuentes de trabajo, creando condiciones dignas de vida para la población, de aminorar la ola migratoria con un fuerte impulso al desarrollo del mercado interno, chocan brutalmente contra las limitaciones de su programa que no cuestiona las bases del capitalismo mexicano responsable de la pobreza de este enorme país.
En sus discursos Obrador ha dejado claro que va a respetar las inversiones de los capitalistas y que no van a romper con el hoy cuestionado por Trump, Tratado de Libre Comercio con EEUU y Canadá (NAFTA). Aunque no era el candidato de la gran burguesía mexicana, ante su inevitable triunfo, magnates como Slim y otros se han acercado a su campaña para luego poder negociar con él. Hasta Trump lo felicitó y señaló que tuvo una cordial comunicación con el nuevo mandatario.
Esta contradicción de su pseudo progresismo, entre sus promesas electorales y su proyecto político que no cuestiona las bases capitalistas de México, más temprano que tarde va a llevar a traicionar las expectativas que los sectores populares han depositado en él, siguiendo la traza que ya desandaron los Kirchners, Lula o Maduro. Por eso es fundamental que los trabajadores y los luchadores no se dejen cooptar por la centroizquierda de AMLO y desde una posición independiente militen para construir el partido revolucionario necesario para llevar las luchas hasta el final y desarrollar un programa antimperialista y anticapitalista.
Un impacto continental
El triunfo de AMLO, refleja en forma distorsionada, superestructural, un profundo cambio en la situación y las luchas del movimiento de masas de ese país que lo han utilizado para derribar a un régimen odiado de 70 años de reinado. Por su tamaño y ubicación geográfica el proceso mexicano va impactar en la lucha de los migrantes contra Trump en EEUU, en la Centroamérica convulsionada por la revolución contra el régimen represivo de Ortega en Nicaragua y se va a entrelazar con los procesos sudamericanos donde las formaciones de derecha neo liberal como Macri en la Argentina, Temer en Brasil o Martín Vizcarra de Perú atraviesan una profunda crisis, ya que no pueden terminar de imponer los planes de ajuste que la crisis capitalista exige, ante una resistencia cada vez más enconada del movimiento de masas.
Y en donde está planteada en la perspectiva la caída de viejos gobiernos y regímenes, el surgimiento de nuevos fenómenos políticos y la gran oportunidad de crear partidos revolucionarios que empalmen con esos nuevos fenómenos, si se tiene una política audaz para aprovechar las nuevas luchas y oportunidades.
Gustavo Giménez
(1) La alianza “Juntos haremos historia” está integrada por MORENA (Movimiento de Regeneración Nacional) el partido de López Obrador, el PT (Partido del Trabajo) de orientación maoísta y el PES (Partido Encuentro Social) de ideología evangélica conservadora.