Por Verónica O’Kelly

Los acontecimientos de los últimos días revelan una nueva escalada del proyecto colonial y genocida del Estado de Israel. En menos de 24 horas, dos ataques en distintos países –uno contra un barco de la Flotilla Global Sumud en Túnez y otro contra un edificio en Doha, Qatar– demuestran que el régimen sionista no solo continúa profundizando el holocausto en curso contra el pueblo palestino en Gaza, sino que extiende su agresión más allá de las fronteras palestinas, amenazando la soberanía de toda la región.

El ataque a la Flotilla: un intento de intimidación internacional

En la noche del 8 al 9 de septiembre, en el puerto de Sidi Bou Said, uno de los barcos insignia de la Flotilla Global Sumud —una iniciativa internacional que desafía el bloqueo israelí a Gaza y transporta ayuda humanitaria— fue alcanzado por un dron sionista. El ataque provocó un incendio en el barco Family Boat, aunque no dejó víctimas. Activistas portugueses y de otros países denunciaron que la bomba cayó directamente sobre la cubierta.

Las autoridades tunecinas intentaron minimizar el hecho, atribuyendo el incendio a causas accidentales, pero las imágenes de cámaras de seguridad y los testimonios de los propios activistas indican una acción deliberada. La Relatora Especial de la ONU para Palestina, Francesca Albanese, advirtió que, de confirmarse, el ataque constituiría una violación flagrante de la soberanía tunecina.

La Flotilla Global Sumud es el mayor esfuerzo civil de solidaridad internacional con Palestina de las últimas décadas. Su meta es romper el bloqueo ilegal que Israel mantiene sobre Gaza desde 2007, y por eso mismo se ha convertido en objetivo del aparato militar genocida del sionismo. El intento de sabotaje en territorio tunecino es un mensaje claro: Israel busca criminalizar y desalentar toda forma de solidaridad internacionalista con el pueblo palestino.

Bombardeo en Doha: una escalada peligrosa

Hoy, 9 de septiembre, horas después del ataque a la Flotilla, Israel bombardeó un edificio en Doha, capital de Qatar, supuestamente utilizado por dirigentes políticos de Hamas. Es la primera vez que Israel lanza una operación militar directa en territorio qatarí, un país que ha jugado un papel clave como mediador en las negociaciones de alto el fuego y liberación de rehenes.

El gobierno de Qatar condenó el bombardeo como un “asalto criminal” y una “violación sin precedentes de su soberanía”. Testimonios locales y medios internacionales reportaron explosiones en la zona de Katara, lo que evidencia una nueva fase de la ofensiva israelí: no solo exterminar y desplazar a la población palestina de Gaza, sino atacar a Estados que mantienen relaciones diplomáticas con Palestina.

Este ataque tiene implicaciones profundas. Por un lado, debilita los esfuerzos de mediación y demuestra que el sionismo no busca negociaciones reales, sino consolidar su control territorial. Por otro, representa una advertencia para todos los países árabes y organizaciones que brinden apoyo político, humanitario o militar a Palestina.

Un proyecto colonial de más de 70 años que tiene como objetivo la limpieza étnica del pueblo palestino

Estos hechos no son incidentes aislados. Forman parte de una estrategia histórica del Estado de Israel, un ente colonial implantado artificialmente en 1948, sostenido por las potencias imperialistas. Desde entonces, Israel ha llevado adelante una política sistemática de apartheid, limpieza étnica y apropiación territorial, que hoy alcanza niveles genocidas en Gaza.

El desplazamiento forzado de millones de palestinos hacia el sur de la Franja, el bloqueo total de alimentos, medicinas y agua, y los bombardeos diarios sobre zonas civiles constituyen crímenes de guerra y violaciones masivas de derechos humanos. La agresión a la Flotilla Global Sumud y el ataque en Doha son parte de esta misma lógica expansionista: Israel no tolera ni la solidaridad internacional ni la resistencia política, y se considera con derecho a actuar militarmente donde sea. Esta impunidad es la consecuencia de la complicidad de casi todos los gobiernos del mundo con el sionismo, algunos por mantenerse en silencio y otros apoyando directamente este genocidio televisado. Todos ellos mantienen relaciones diplomáticas y comerciales, fortaleciendo el poderío del sionismo y abandonando al pueblo palestino.

Solidaridad internacional y perspectiva revolucionaria

La experiencia de la Flotilla Global Sumud muestra que existe un movimiento internacional dispuesto a desafiar el poderío militar israelí y denunciar el bloqueo genocida. Cada barco que zarpa hacia Gaza, cada caravana que rompe el cerco mediático, es una chispa de esperanza para un pueblo que enfrenta una de las ofensivas más brutales de la historia reciente.

Frente a esto, no basta con llamados abstractos a la paz o a una “solución de dos Estados” que solo serviría para legitimar el apartheid. La única salida justa y duradera es luchar por una Palestina única, libre, laica, democrática, no racista y socialista, como parte de una Federación de Estados Socialistas en Medio Oriente que ponga fin al colonialismo, al imperialismo y a las dictaduras que sostienen este sistema opresivo.

Es urgente fortalecer la movilización global en defensa de Palestina, denunciar la complicidad de los gobiernos imperialistas y construir una alternativa internacionalista y revolucionaria. Solo así podremos derrotar el proyecto sionista y garantizar justicia histórica para el pueblo palestino. Palestina libre, del rio al mar!