Por: Unidad Obrera y Socialista ¡UNÍOS! – Dirección Nacional
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El próximo domingo se realizará la consulta del Pacto Histórico para definir su pre-candidato a una posible consulta con otros partidos el 8 de marzo de 2026, en la cual se elegirá el candidato presidencial del que denominan Frente Amplio. A la vez se definirá orden de los aspirantes a Senado y Cámara.Luego de vueltas y revueltas, ideas y venidas, alegatos jurídicos a diestra y siniestra, confrontaciones con el Consejo Nacional Electoral y una compleja y sorda lucha interna, de los más de 10 pre-candidatos que salieron al ruedo al inicio solo quedaron dos por los cuales se votará: Iván Cepeda y Carolina Corcho. Algún votante distraído podrá marcar la casilla de Daniel Quintero, quien se retiró la semana anterior. No está claro si esos votos por Quintero se contabilizarán o si su retiro lo inhabilita para presentarse a la de marzo de 2026.
¿Un evento trascendental para la “democracia”?
A voz en cuello, en plaza pública y decenas de veces en su cuenta de X, el presidente Petro ha tratado de convencer de que la consulta del 26 es uno de los más grandiosos eventos de la denominada “democracia” y que los ciudadanos, todos, deben acudir a las urnas. Ingenuos quienes se creen el cuento.
Por supuesto que para quienes comparten el programa, la estrategia y las propuestas políticas del Pacto Histórico y han respaldado activamente al gobierno de Petro el asunto reviste importancia; así se haya desinflado por la reducción a solo dos opciones.
Sin embargo, nada democrático es, en últimas, que fuerzas o movimientos políticos con un programa, estrategia y políticas distintas tengan la posibilidad de influir en la vida interna de otra organización, del Pacto en este caso. Tal era la situación, denunciada por integrantes del mismo Pacto, frente a Daniel Quintero quien era señalado como un “caballo de troya”, no reconociéndole credenciales suficientes para ser partícipe de esa consulta.
Daniel Quintero, oportunista hasta la médula, fue empujado, promocionado, catapultado para que participase en esa consulta por el mismo Petro; lo que muestra que la estrategia del Pacto, determinada por Petro, continúa y continuará siendo la misma: aliarse hasta con el diablo para continuar controlando el Ejecutivo o, por lo menos, en una coalición con otras franjas putrefactas de la política tradicional, luego del 2026 seguir teniendo una tajada del aparato gubernamental.
Apuesta arriesgada
El Pacto y Petro terminaron haciendo una apuesta arriesgada con la consulta del 26. Un importante grupo de organizaciones que respaldan al gobierno, que han sido parte del Pacto (que aún, por recovecos legales, no es un partido sino un acuerdo de partidos) decidió no ser parte de la consulta e ir directamente a la inter-partidaria del 8 de marzo del 2026. Esas fuerzas, ¿llamarán a sus seguidores a votar este 26? ¿Espontáneamente sus seguidores lo harán? El desinfle de la consulta, por lo menos en lo relativo a pre-candidato presidencial, puede hacer que la motivación para acudir a las urnas el 26 disminuya sustancialmente.
Los enredos de la consulta no solo han dependido de las trabas que el Consejo Nacional Electoral ha colocado aduciendo razones jurídicas. En palabras de Jorge Rojas, ex director del Dapre e integrante de la Colombia Humana, “No sólo es el Consejo Nacional Electoral. Dentro de los partidos del Pacto dimos papaya, como se dice coloquialmente, y el CNE está haciendo todo para impedir que ese proceso termine bien. Por eso la consulta se volvió un problema, incluso para la izquierda” (El caos en la consulta del Pacto quiebra el plan de Petro para el 26 – La Silla Vacía)
Sin duda una parte del cálculo inicial era que una masiva participación (más de 2 millones de votantes) significaría al Pacto Histórico una jugosa suma de dinero (hasta 5 mil millones de pesos o más) para financiar la campaña parlamentaria y presidencial del 2026. Pero, más importante aún, una masiva participación se podría valorar como un referendo favorable al gobierno, a sus planes y un respaldo a su continuidad. Pero, ¿si esto no se produce? ¿De qué magnitud será el golpe para el gobierno, que ya está en su final, si la participación es baja? El desgaste, desilusión e incertidumbre que existe ante el gobierno, entre muchos de quienes respaldaron en el 2022 a Petro, será mayor.
¿Por qué lo importante es intrascendente?
Lo que es muy importante para muchos, en especial para Petro y el Pacto Histórico, en realidad es bastante intrascendente. En su esencia, en el programa y estrategia, no existe ninguna diferencia entre Iván Cepeda Castro y Carolina Corcho. Tampoco existía ninguna diferencia esencial cuando el abanico era de más de una decena o estando Daniel Quintero. Quienes intentaron presentarse en nada esencial se diferenciaban de Petro. Petro puede ser más gritón, más bulloso, hacer más alharaca que Iván Cepeda quien aparece como más frío, calculador y reflexivo; o que Carolina Corcho, quien tiene otro “estilo”. Pero en la esencia, en lo que interesa de fondo a los trabajadores, a los revolucionarios, los tres –y todos los que antes competían en la consulta y se bajaron de ella– defienden la estructura de la sociedad capitalista, preconizando solo algunos cambios y retoques.
Las organizaciones revolucionarias, que levantamos en alto otra estrategia, otro programa, que reivindicamos la lucha por otra sociedad radical y completamente distinta, ¿debemos entonces promover, participar o llamar a votar por alguno de los candidatos en la consulta? Estamos seguros de que no. Flaco servicio se presta a la conciencia de los trabajadores llamarlos a que sean furgón de cola de las propuestas y políticas que hace el reformismo para mantener su influencia política.
Hemos levantado, durante décadas, una política electoral que tiene como esencia la independencia de clase. Significa que llamamos a los trabajadores a reconocerse políticamente de manera independiente tanto de la burguesía como de los partidos de la pequeña burguesía. Integrarse a la consulta, convirtiéndose en parte de ella, como lo hace el Partido Socialista de los Trabajadores –PST-C–[i] significa renunciar a ese criterio esencial de la participación política electoral del socialismo revolucionario.
Es posible una participación electoral revolucionaria
Múltiples organizaciones revolucionarias hemos reivindicado nuestra independencia política respecto del actual gobierno. No nos oponemos a las escasas medidas progresivas que se han podido concretar, pero hemos señalado sus profundas limitaciones debidas a los compromisos de Petro con sectores de la burguesía que han actuado como camisa de fuerza contra cualquier reforma que tenga alguna radicalidad. Y el principal obstáculo ha sido subordinarse a las instituciones del autoritario régimen político colombiano, entre ellas las antidemocráticas normas del código electoral y los trámites parlamentarios, terrenos minados para lograr conquistas sociales.
En las próximas elecciones tenemos la posibilidad de presentar una alternativa verdaderamente revolucionaria. Organizaciones como el Congreso de los Pueblos, la Asamblea Nacional Popular Independiente (ANPI) y otros espacios de coordinación de las luchas sociales, como las Coordinadoras de Solidaridad (Cosol) y la Coordinadora Nacional Sindical Social y Popular (CNSSP) podríamos convocar un Encuentro Nacional Obrero Campesino Juvenil y Popular y allí definir democráticamente una fórmula electoral que represente las luchas de resistencia que seguimos librando todos los días desde las fábricas, las minas, los campos, las comunidades originarias, los barrios, escuelas, colegios y universidades.
Desde ese espacio podríamos exigir el derecho a presentar esas candidaturas independientes. Siendo fieles a la experiencia histórica de la clase obrera podremos utilizar la campaña para agitar un programa de verdaderos cambios estructurales a la sociedad colombiana, un programa opuesto por el vértice del programa reformista del Pacto Histórico o el futuro Frente Amplio. Un programa para eliminar la propiedad privada de los medios de producción, para ponerlos bajo control de los trabajadores y los pobres; por la destrucción revolucionaria del régimen narcoparamilitar con que se oprime y controla a sangre y fuego a nuestra sociedad, y para establecer un gobierno de los trabajadores, los campesinos pobres, las comunidades originarias y los sectores populares; no un gobierno de coalición entre franjas de políticos oportunistas pequeñoburgueses y personajes venidos de la más podrida politiquería tradicional como el que preside Gustavo Petro. Ese gobierno revolucionario debe superar los vaivenes imprevistos de un caudillo mesiánico y basarse en el poder de las organizaciones sindicales, sociales y populares, la fuerza de su movilización y el armamento general de la población para derrotar en las calles al uribismo y a la ultraderecha que continúa asesinando los líderes sociales y atacando la protesta social. En síntesis, un programa y un gobierno para la inaplazable revolución socialista colombiana.
Bogotá, Medellín, 19 de octubre de 2025
[i] Ver su editorial Por la derrota definitiva del uribismo, este 26 de Octubre, voto crítico por Iván Cepeda – PST-Colombia




