Por Joaquín Araneda, Movimiento Anticapitalista
A partir del proceso abierto el 18 de octubre la movilización social identificó a un conjunto de problemas que radican en la forma de planificación de la vida sobre nuestro país, amparado en la Carta Magna erigida en dictadura y perpetuada por los gobiernos posteriores, aquella consigna de “Una Nueva Constitución” expresa la disposición social para poder reorganizar el país y así acabar con los problemas que motorizaron la movilización: Fin de las AFP, contra el negocio educativo y de salud y por recuperar todos nuestros recursos naturales. Un proceso ganado en las calles que cuestiona de fondo y estructuralmente al sistema y que el conjunto del régimen político pretender robar y adaptar a sus intereses a través del “Pacto” ¿Se solucionan los problemas a través de la Convención a los ritmos de Piñera?
Una Nueva Constitución … ¿Para qué?
El conjunto de instituciones construidas en dictadura y administradas por la ex – Nueva Mayoría (PC, PS, PPD, DC) y la Derecha no tuvieron reparo alguno en amoldar durante los últimos 30 años un aparato estatal, con sus leyes y normas, la libertad de acción para una minoría concentrada y transnacional, de ahí el “milagro del modelo chileno” que a partir de la sobreexplotación laboral, del saqueo de nuestros recursos naturales y de la privatización de todos los derechos básicos y fundamentales, era lo que los capitalistas del mundo veían como el estándar a seguir, de fondo buscando aquella posibilidad de apropiación como se permite en Chile, en dónde el 1% acumula el 26,5% de la riqueza generada en todo el país.
El contraste al “oasis”, como lo definiera Piñera días antes del estallido, es la creciente precarización de la vida, la feminización de la pobreza y una juventud sin futuro. Ingredientes que han hecho de estos 4 meses nuestra revancha histórica. Es contra todo el modelo capitalista-neoliberal y contra todos quienes han representado los intereses de una minoría parasitaria, contra la Derecha y la ex Nueva Mayoría. Es también por pensiones dignas, por una educación y salud gratuita y de acceso universal, es por recuperar el agua y nuestros recursos naturales como un bien social, por sueldos igual al costo real de la vida, por aborto legal y gratuito y el fin de la impunidad. Es decir, por una democracia y libertad económica y social, en dónde las mayorías que trabajan sean las protagónicas.
Aquel Programa de la Revolución que se escucha con fuerza en cada movilización, es lo que pretenden robar con un nuevo proceso estrechado entre quienes provocaron esta situación. Tal como ocurrió con el Pacto Transicional en los 90′, hoy son los mismo partidos que salvaron a Pinochet y perpetuaron la impunidad, quienes pretenden encauzar el proceso más democrático que abrió el pueblo chileno en las últimas décadas y hacer del cambio constitucional una ilusión en dónde la minoría concentrada en el poder con sus partidos políticos sean quienes decidan el futuro sin cambiar nada ¿Se puede reorganizar el país cuando a la Derecha pinochetista se le otorga el peso decisivo de los 2/3? ¿Se puede terminar con el saqueo transnacional sin discutir los TLC? y ¿Se puede confiar en quienes gobernaron los últimos 30 años para cambiar las cosas?
Es claro que ante estas preguntas, tal como es reconocido socialmente, la posibilidad de resolver los problemas sociales y económicos a partir del cambio constitucional con estas amarras son nulas, es por eso que ha sido criminal la política de las conducciones políticas y sindicales que responden al Partido Comunista y al Frente Amplio, quienes consciente de esta situación actúan como salvavidas de un régimen decadente y le otorgan sobrevida a Piñera al permitirle gobernar aún con todas las violaciones a DDHH que se viven a diario. Directamente o por omisión, estas direcciones políticas adhieren al Pacto y ya se ordenan en función del calendario impuesto, su única acción planteada hacía abril a través de Unidad Social es marcar AC en la papeleta, es decir adecuarse a los limites de la institucionalidad pinochetista en contra las mayorías sociales que se manifiestan en las calles.
Aquel cruce de caminos entre las demandas que vitalizan el proceso más democrático del conjunto del pueblo chileno y que no se cansa de manifestar que fuerzas sobran para imponer un nuevo esquema social, motor para el cambio estructural que hoy cuestiona la Constitución, es a lo que se opone el conjunto del arco político desde la UDI hasta el PC y el FA. Su principal acuerdo es no cambiar nada y seguir perteneciendo a una casta privilegiada de políticos de cuello y corbata, temerosos de la fuerza callejera, por lo tanto capaces de “Pactar” la impunidad de Piñera y una “Nueva Constitución” a medida de ellos.
Para cambiar todo: Huelga general para una Asamblea Constituyente Libre, Soberana, Democrática y Plurinacional.
Los limites impuestos en el Pacto intentan suprimir los cambios de fondo que el país necesita, niega lo que el pueblo innumerables veces ya ha plebiscitado: ¡Fuera Piñera! Y ¡Una Nueva Constitución!. Consignas que buscan un cambio estructural, no de formalidades como pretende el PC y el FA sembrando falsa ilusiones.
Hay que hacer lo contrario a dichas conducciones para poder avanzar en un proceso verdaderamente democrático, en dónde sean las mayorías sociales quienes puedan resolver la crisis abierta, no un puñado de privilegiados. Es por eso que un cambio profundo, real y estructural, no puede ser a medida de lo actual ni tampoco con Piñera en el poder. Garantías que sostenidas por la movilización permanente e instancias de autoorganización junto a sindicatos se podría lograr a través de una huelga general y así avanzar en la Asamblea Constituyente que se requiere:
*Libre: para discutir todos los temas, sin pactos a espaldas del pueblo movilizado.
*Soberana: con poder de decisión para tomar todas las determinaciones en materia económica, política o social.
*Plurinacional: que tenga como principio el derecho a la autodeterminación.
*Democrática: que se conforme a partir de la elección de diputados y diputadas surgidos de una nueva reglamentación electoral. Que se elija una o un representante cada 10 mil habitantes, tomando el país como distrito único; que puedan ser electos trabajadoras y trabajadores, jóvenes, pobladoras y pobladores y originarias mayores de 14 años.
Una nueva alternativa por el programa de la revolución.
No basta con declaraciones tibias como resuelve Unidad Social con mandato del FA y el PC, es hora de tomar definiciones y avanzar en proponer una nueva alternativa política y social en dónde sinteticemos unitariamente quienes tenemos estas perspectivas comunes, una unidad para sostener una gran Campaña por el Programa de la Revolución.
Una invitación al conjunto de organizaciones para luchar en serio contra la Derecha y no dejar que ningún Pacto niegue lo que el pueblo conquistó en las calles. Por su puesto, mientras sostenemos la necesidad de proponer algo distinto a los partidos del Pacto, en una gran campaña con todas y todos, entre movimientos sociales, ambientales, feministas, asambleas y organizaciones políticas, te invitamos también hacer fuerte estas ideas, avanzando en construir junto al Movimiento Anticapitalista una izquierda revolucionaria, feminista, ecosocialista e internacionalista para dar vuelta todo. Depende de muchas y muchos para construir la alternativa que hace falta, súmate!.