A pocos días del 8 de Marzo, en decenas y decenas de países de los cinco continentes se están preparando huelgas, marchas y otras acciones masivas en el marco del cuarto paro internacional de mujeres. En un mundo convulsionado, con mayor destaque en América Latina, Medio Oriente y Francia, la clase trabajadora y los pueblos se rebelan contra los gobiernos y regímenes capitalistas. En todas esas luchas las mujeres jugamos un rol activo como parte del movimiento obrero y popular y, con las jóvenes a la vanguardia, como protagonistas de la nueva ola mundial de lucha de las mujeres iniciada en 2015.
Entre otros ejemplos, lo demuestran las chilenas que enfrentan la represión policial y contagian al mundo su performance contra la violencia machista e institucional; las argentinas que siguen luchando por el aborto legal; las francesas que participan de la huelga general contra la reforma anti-jubilatoria; las libanesas que activan en la rebelión popular contra el régimen corrupto; las iraníes que rechazan tanto la injerencia norteamericana como el régimen opresor de los mullah; las turcas que resisten el proyecto oficial para legalizar el matrimonio entre el violador y la menor violada; las palestinas que repudian el nuevo e hipócrita “plan de paz” imperialista-sionista.
En su decadencia, este sistema capitalista imperialista y sus gobiernos propagan por el planeta planes de austeridad, deuda, saqueo y extractivismo; guerras, crisis migratorias y destrucción ambiental. Estamos ante una ofensiva global contra todos los derechos, incluidos los de género. Para las mujeres trabajadoras, que somos doblemente explotadas, esto implica mayor desempleo, desigualdad salarial, precarización laboral y acoso patronal y de los jefes. También se recortan todas las políticas sociales, ajuste que a su vez sobrecarga las tareas de cuidado que nos asignan e incrementa los niveles de violencia machista. Cómplices de esa ofensiva antiderechos son los sectores reformistas del capitalismo, las burocracias sindicales y las cúpulas religiosas.
Este nuevo 8M es una gran oportunidad para reafirmar en las calles la fuerza de las mujeres y también la necesidad de enfrentar a este sistema capitalista, inhumano por naturaleza y padre de todas las violencias, para avanzar en un rumbo radicalmente opuesto: la igualdad y el socialismo. Es que como la clase dominante se beneficia del trabajo doméstico femenino no remunerado, para erradicar la opresión de las mujeres es preciso combatir y derrotar al sistema capitalista que la sustenta. Por eso en el movimiento feminista y de las disidencias sexo-genéricas, que es policlasista, luchamos en unidad de acción por cada demanda parcial y a la vez impulsamos una salida de fondo socialista, revolucionaria e internacionalista.
Un 8 de Marzo, hace 103 años, las obreras textiles de Petrogrado salían a defender sus derechos y de ese modo encendieron la chispa de la Revolución Rusa, que llevó al poder a la clase trabajadora por primera vez en la historia. Al recordar aquella gesta, reafirmamos que así como es imposible obtener logros económicos, democráticos, sociales y políticos significativos sin la participación de las mujeres, tampoco es posible conquistar nuestra plena emancipación sin una hoja de ruta anticapitalista y socialista junto a los trabajadores y la juventud. Con esa convicción, entre otros reclamos exigimos:
- Para la mujer trabajadora, equidad de género en los salarios y en el acceso al empleo.
- Contra la violencia machista y los femicidios, presupuesto de emergencia con control de las organizaciones de mujeres.
- Educación sexual integral, con perspectiva de género y diversidad sexual.
- Aborto legal, seguro y gratuito. En los países en donde ya rige ese derecho, ninguna restricción. Anticoncepción gratuita.
- Combate a las redes de trata y proxenetismo y su amparo estatal, y planes de reinserción social a las víctimas. Alternativas de empleo para quienes deseen dejar la prostitución y derechos sociales a las trabajadoras sexuales.
- Plena igualdad de derechos para la comunidad LGBTI+. Cupo laboral trans.
- Socialización del trabajo doméstico y derecho a la jubilación allí donde no esté vigente. Doble jornada escolar y apertura de jardines de primera infancia, comedores, lavaderos y geriátricos comunitarios de calidad.
- Estado laico. Anular todos los privilegios y subsidios públicos a las instituciones religiosas y a la educación religiosa y privada. No al fundamentalismo religioso.
Ante este nuevo 8 de Marzo, entonces, desde la LIS convocamos a todo el activismo comprometido en defensa de los derechos de las mujeres y las disidencias, en especial a la juventud, a compartir estas banderas de lucha y les invitamos a sumarse a nuestras filas para batallar colectivamente, como decía Rosa Luxemburgo, “por un mundo en donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.
- ¡Viva el Día de la Mujer Trabajadora!
- ¡Viva el paro internacional de mujeres!
- ¡Ni machismo ni capitalismo: igualdad y socialismo!
21 de febrero de 2020