Dedicamos este escrito a las mujeres trabajadoras, campesinas, abuelas, madres, cabezas de hogar, lideresas sociales, que han tenido que resistir en sus territorios contra el avance de grupos armados, de paramilitares, de guerrillas y de delincuencia común, que han acechado sus comunidades, que no les han permitido vivir en paz y con dignidad. Recordemos a todas las desplazadas por el conflicto armado, en especial, en el Catatumbo, el cual ha dejado a más de 50 mil desplazados y decenas de asesinados. A las sobrevivientes de la Operación Orión, que siguen en pie de lucha por encontrar a sus familiares desaparecidos, algunos de ellos encontrados recientemente en La Escombrera de la Comuna 13 en Medellín. Nos unimos al grito fuerte de resistencia y memoria de Las Cuchas Tienen Razón, con ellas, hasta que derroquemos este sistema capitalista neoliberal y patriarcal.

Las situaciones vulnerables que vivimos las mujeres se extienden de las zonas de guerra a
nuestra cotidianidad sin importar el contexto. Si bien el capitalismo nos brindó a las mujeres
un nivel de independencia económica del que carecíamos en sistemas socioeconómicos
previos, esto lo hizo a costa de someternos a la triple carga —privación de derechos en el
Estado y la sociedad, servidumbre en el hogar mediante la reproducción, las tareas
domésticas y de cuidado, y la explotación capitalista— esta última se expresa con
dificultades particulares. Por un lado, el tipo de trabajo desempeñado y las condiciones en
que se realiza; en Colombia por lo menos 700.000 personas se dedican al trabajo
doméstico remunerado y de esta población el 94% son mujeres. De estas trabajadoras
domésticas, el 60% gana el salario mínimo o menos, y solo el 17% cuenta con seguridad
social, reflejando los altos niveles de informalidad en esta actividad.
Esto no solo afecta durante la etapa “productiva” sino que tiene consecuencias en la vejez,
entre 2007 y 2018 la cantidad de mujeres no pensionadas casi duplicó a la de hombres en
condición equivalente. Estas brechas no están únicamente presentes en las prestaciones
sociales, sino en la misma empleabilidad. Históricamente, el desempleo femenino es mayor
al masculino y durante el supuesto gobierno del cambio no se ha dado ninguna
excepción. En octubre de 2024, la tasa de desempleo fue del 11,2% para las mujeres y del
7,6% para los hombres, y en marzo de 2023, las trabajadoras ganaron un 6,3% menos que
los hombres [1].


La triple carga no es sólo un elemento discursivo, es cuantificable, por ejemplo, los hombres
trabajan en promedio 9 horas remuneradas y 3,1 no remuneradas, mientras que las mujeres
trabajan 7,6 horas remuneradas y 7,7 no remuneradas, limitando su desarrollo educativo,
político, personal y recreativo [2]. Si además de lo anterior ponemos la lupa en los casos de
mujeres que ni siquiera cuentan con independencia económica de su núcleo familiar, como
ocurre para quienes se ocupan a tiempo completo de los trabajos domésticos y de cuidado
sin remuneración, las limitaciones se profundizan impactando la toma de decisiones, e
incluso les impide huir en situaciones agudas de violencia. En la pandemia, por ejemplo, no
solo aumentó la tasa de desempleo, también se agudizaron los reportes de violencias
basadas en género (VBG) y especialmente de su máxima expresión: los feminicidios.


Por su parte, las personas trans enfrentan las formas más severas de discriminación laboral
dentro de la comunidad LGBTIQA+. El 89% de las mujeres trans se dedican al trabajo
sexual, expuestas a violencia y estigmatización, solo el 6% tiene empleo formal y el 84% no
está afiliado a un sistema de pensiones. Sus limitadas oportunidades laborales se
relacionan con el ámbito educativo, ya que enfrentan altas tasas de deserción escolar: solo
el 32% completa el bachillerato y un escaso 4% obtiene un título universitario. Además,
muchas personas trans son expulsadas de sus hogares a una edad temprana, lo que
agrava su vulnerabilidad [3]. En Colombia, la expectativa de vida de una mujer trans es de
apenas 35 años, una cifra alarmante que refleja la grave situación de violencia y exclusión
que enfrenta esta comunidad, ya que también es el tercer país de América Latina con la
mayor tasa de trans-feminicidios, superado por Brasil y México. Es uno de los grupos más
vulnerables de la sociedad, la mayoría vive en condiciones socioeconómicas precarias, con
bajos ingresos y escasas oportunidades de empleo formal [3].


Se destaca que la Corte Constitucional de Colombia ha establecido importantes sentencias
para proteger los derechos de las personas trans, incluyendo el derecho a cambiar su
nombre y sexo en documentos de identidad, el acceso a procesos de reafirmación genital y
la regulación de la situación militar según la identidad de género. Aunque son avances
legales no son suficientes porque persiste la discriminación y la violencia sistemática hacia
la comunidad trans y las mujeres.


A pesar de los compromisos en campaña del actual gobierno sus acciones han sido
sumamente limitadas. Por ejemplo, la creación del Ministerio de la Igualdad es una figura
simbólica, al igual que la vicepresidenta que lo encabezaba, Francia Márquez, pues no
posee presupuesto real para ejecutar y mucho menos con profesionales idóneos, como
evidencian los escándalos por acoso en sus altos cargos. Así mismo, el presidente Petro, se
jacta de “la reducción de la tasa de homicidios los últimos dos años”, invisibilizando que
durante su gobierno, transcurrió el año con mayor cantidad de feminicidios en las últimas
dos décadas, superando incluso la pandemia [4]. Por su parte, los gobiernos locales aplican
políticas de ajuste y austeridad reduciendo el presupuesto para la atención a VBG e
implementando estrategias tan nefastas como las “Cabinas Calma” en Bogotá [5] y el
intento de reestructuración de la Secretaría de las Mujeres en Medellín, que no era solo un
cambio de nombre, sino la intención por fusionar con la Gerencia de Infancia y
Adolescencia, la Gerencia de Seguridad Alimentaria y Nutricional (MANÁ) y el Sistema
Departamental del Cuidado [6].


Del trabajo invisible a la resistencia obrera


El capitalismo transformó la producción, pasando de un sistema de encargos y precios
definidos, a uno de acumulación de ganancias basado en la producción infinita y la
competencia. Para aumentar las ganancias se necesita mayor explotación —jornadas
largas y salarios bajos— y mejorar la técnica mediante la mecanización y automatización.
Las mujeres más vulnerables —viudas, huérfanas, mujeres sin hogar o campesinas que
huían de los señores feudales y la presión de los tributos— para evitar la prostitución y sus
castigos, ingresaron al trabajo asalariado como mano de obra barata y los burgueses
volvieron común el argumento de que la calidad del trabajo femenino era inferior al trabajo
masculino, sólo para abaratar costos porque optaban por reemplazar hombres por mano de
obra femenina, demostrando que la infravaloración del trabajo nunca fue por motivos
biológicos sino económicos.


Surge la feminización de la pobreza, que se profundiza con la división del trabajo que
permitía realizar tareas parciales sin necesidad de formación profesional; al aumentar la
presencia femenina en una rama de la industria, los salarios masculinos en esta caían. Las
tensiones de la competencia llevaron a restricciones de la participación femenina en los
sindicatos, necesarios para ellas en la lucha contra la brecha salarial, que alcanzaba el
50%, esto daba a los hombres el papel de principales proveedores del hogar y supervisores
del trabajo remunerado y no remunerado de las mujeres, fortaleciendo relaciones de poder
y la idea de propiedad sobre ellas. La violencia se normalizó como un castigo “legalmente
justificado” ante cualquier falta hacia el esposo o la familia.


Con la automatización muchas mujeres fueron desplazadas a sectores dominados por
hombres, lo que las obligó a especializarse y formarse más. A la par la reducción salarial
masculina obligó a más mujeres a trabajar, consolidando su papel en la producción que
empezó a ser socialmente reconocido hasta ser admitidas en organizaciones proletarias,
donde con la lucha organizada y articulada con los hombres de la clase trabajadora,
conquistaron algunos avances para disminuir la brecha salarial en los estados capitalistas
más desarrollados del siglo XIX. Al ganar derechos laborales, el matrimonio dejó de ser la
institución que garantizaba su única fuente de sustento. Aun así, la violencia hacia las
mujeres y las disidencias sexuales persiste y se profundiza en cada crisis del capital, al
igual que el riesgo de perder los derechos conquistados.


El 8M no nació del fuego ¡Nació de la revolución!


La conmemoración del 8M surge de la militancia socialista de mujeres revolucionarias del
siglo XX, historia que la burguesía y el feminismo reformista han querido borrar. En 1908, el
Partido Socialista de América propuso el Día Nacional de la Mujer, celebrado el 28 de
febrero de 1909 en EE.UU. para impulsar el sufragio femenino. Un año después, en la II
Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague, Clara Zetkin propuso
establecer el «Día Internacional de la Mujer Trabajadora» para luchar no sólo por el sufragio
sino para unificar la lucha de clase trabajadora y conquistar la emancipación femenina, lo
que fue aprobado de manera unánime por delegadas de 17 países. El 19 de marzo de 1911
se conmemoró por primera vez en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza. A los días, el 25
de marzo, el incendio de la fábrica Triangle en Nueva York cobró la vida de 123 mujeres y
23 hombres. Finalmente, el 8 de marzo se estableció como fecha oficial, recordando tanto la
primera protesta de trabajadoras textiles en 1857 para exigir la igualdad salarial con sus
compañeros, como en honor a las víctimas de la fábrica Triangle.

“La vida de los hombres y las mujeres es tan barata y la propiedad es tan sagrada…”

-Rose Schneiderman, activista socialista y feminista.

La igualdad de las mujeres y las disidencias corpo-sexogenéricas, pisoteada durante siglos,
puede reconquistarse únicamente en lucha conjunta con toda la clase trabajadora por sus
derechos y por la constitución del proletariado. La forma de producción socialista, que llama
a todas las mujeres a tomar parte en el trabajo productivo, es desde ya un firme fundamento
para su total liberación en el futuro. Para ello, proponemos:

  • Contra la brecha salarial y discriminación laboral: igualdad plena en el trabajo, a igual trabajo, igual salario; que sea digno, sin precarización, ni flexibilidad laboral.
  • Implementación de programas con enfoque diferencial para garantizar empleo e inclusión laboral, con énfasis en el cupo laboral trans.
  • Desmantelamiento de las redes de trata y proxenetismo con garantías de empleo genuino para la población migrante y para quienes deseen dejar la prostitución, con plenos derechos y acceso a prestaciones sociales.
  • Plenas garantías para la maternidad deseada: guarderías en los sitios de trabajo o estudio.
  • Derecho a la doble jornada escolar de la niñez donde se den espacios artísticos, culturales, deportivos y científicos a cargo del Estado. Apertura de jardines de primera infancia, comedores y lavanderías públicas para socializar el trabajo doméstico y de cuidados.
  • Acceso universal a una educación pública, laica y científica desde la primera infancia hasta la educación superior independientemente de la orientación sexual o identidad de género.
  • Supresión de los subsidios y privilegios estatales a instituciones religiosas por su papel represivo en la autonomía de mujeres y diversidades sexuales y de género.
  • Educación sexual integral con perspectiva de género y diversidad desde la primera infancia para deconstruir roles y estereotipos de género.
  • Por el derecho a decidir: despenalización total del aborto con acceso libre, legal, seguro y gratuito. Así como producción y distribución pública de anticonceptivos y medicamentos abortivos, y acceso universal y gratuito a estos.
  • Sistema de salud público sin intermediación financiera (EPS) con enfoque de género que garantice el acceso universal a la salud sin discriminación incluido cobertura gratuita para hormonización y cirugías en personas trans.
  • Contra la revictimización en los servicios de salud e instituciones responsables de las rutas de Violencias Basadas en Género (VBG): atención integral sin prejuicios, ni violencia institucional para víctimas de violencia psicológica, física, sexual y otras.
  • Control del presupuesto por parte de las organizaciones de nuestra clase y los sectores populares para la atención de las VBG para garantizar salarios dignos personal suficiente e idóneo con cobertura nacional, y estrategias que protejan a las víctimas y denunciantes, así como casas refugio para ellas y quienes dependen de ellas.
  • Destitución de funcionarios que encubran y protejan violadores y feminicidas.
  • Elección por voto popular y mandatos revocables de jueces y fiscales que contemple la obligación de capacitación con perspectiva de género para abordar los casos de VBG.

Uníos, Colombia.

Referencias:

  1. Vanguardia (2024) Campaña para promover los derechos de las trabajadoras domésticas. [Online]
    Disponible en
    https://www.vanguardia.com/economia/2024/06/21/campana-para-promover-los-derechos-de-lastrabajadoras-domesticas/
  2. ONU Mujeres (2024) ONU Mujeres y el DANE presentan la tercera edición del estudio Mujeres y
    hombres: brechas de género en Colombia, evidenciando persistentes desigualdades en el país. [Online]
    Disponible en https://colombia.unwomen.org/es/stories/noticia/2024/11/onu-mujeres-y-el-danepresentan-la-tercera-edicion-del-estudio-mujeres-y-hombres-brechas-de-genero-en-colombiaevidenciando-persistentes-desigualdades-en-el-pais
  3. Secretaría Distrital de Planeación Alcaldía Mayor de Bogotá (2022) Diagnóstico y recomendaciones
    para la inclusión laboral de los sectores sociales LGBTI. [PDF] Disponible en
    https://www.sdp.gov.co/sites/default/files/diagnostico_recomendaciones_inclusion_laboral_sectores_so
    ciales_lgbti.pdf
  4. ONU Mujeres (2024) En la mira. [Online] Disponible en https://colombia.unwomen.org/es/noticias-yeventos/en-la-mira/unete
  5. Santiago Cifuentes Quintero (2024) Polémica por Cabina Calma que anunció la Alcaldía de Bogotá
    “para que los hombres desahoguen y manejen sus emociones”: la instalarán en centro comercial donde
    se perpetró un feminicidio. [Online] Disponible en
    https://www.infobae.com/colombia/2024/08/01/polemica-por-cabina-calma-que-anuncio-la-alcaldia-debogota-para-que-los-hombres-desahoguen-y-manejen-sus-emociones-la-instalaran-en-centrocomercial-donde-se-perpetro-un-feminicidio/
  6. Laura Rosa Jiménez Valencia (2024) Colectivos de mujeres rechazan la reestructuración anunciada por
    la Gobernación de Antioquia. [Online] Disponible en
    https://www.eltiempo.com/colombia/medellin/colectivos-de-mujeres-rechazan-la-reestructuracionanunciada-por-la-gobernacion-de-antioquia-3361078
  7. Alexandra Kollontai (1921) La mujer en el desarrollo social. [Online] Disponible en
    https://proletarios.org/books/Kollontai-La_mujer_en_el_desarrollo_social.pdf
  8. UNÍOS (2023) La verdadera historia del 8M. [Video] Disponible en
    https://www.instagram.com/reel/Cpgu1KDvYmI/
  9. Juan Ignacio Cortés (2023) Triangle Shirtwaist: el incendio que hizo avanzar el reconocimiento de los
    derechos de la mujer. [Online] Disponible en
    https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/triangle-shirtwaist-derechos-de-lamujer/