Los ataques y las amenazas israelíes se mantienen. Las movilizaciones siguen reclamando contra el genocidio y por la ayuda humanitaria.

Por Rubén Tzanoff

Rechazo al acuerdo tramposo de Trump e Israel

La Declaración internacional: “Declaración internacional: Por una Palestina libre del río al mar. No al acuerdo tramposo de Trump e Israel” expresa una clara posición de rechazo al plan de Donald Trump para Palestina, aprobado por Israel y Hamás, y plantea una salida política estratégica. El kilómetro cero del pacto lo marca el cartel del alto el fuego, punto de partida de un camino largo e intrincado, dividido en tramos que sólo pueden superarse si existe reciprocidad entre las partes; por lo cual, es necesario referirse a su cumplimiento hasta el momento.

Israel: genocida y violador serial de alto el fuego

Desde el inicio de las hostilidades, hace dos años, se firmaron dos treguas. La primera entró en vigor el 19 de enero de 2025 y terminó abiertamente el 18 de marzo del mismo año, cuando Israel reanudó los bombardeos y las operaciones militares. El segundo alto el fuego, producto de un pacto impulsado por Trump, entró en vigor el 10 de octubre de 2025, tras la aprobación del gobierno israelí. El modus operandi de Israel siempre es similar: acepta los acuerdos cuando le conviene tácticamente, pero nunca renuncia a sus objetivos estratégicos. Los utiliza como una forma de ganar tiempo o mejorar sus condiciones para continuar la agresión.

Palestinos en un mercado.

Siguen matando y trazan amenazantes “líneas amarillas”

El 13 de octubre comenzó el intercambio con liberaciones parciales: Israel liberó a algunos prisioneros palestinos y, al día siguiente, Hamás entregó rehenes vivos y muertos. El 17 de octubre, Israel anunció la demarcación de una “línea amarilla” en Gaza tras operaciones en las que asesinó a más de veinte palestinos. Esta demarcación militar refleja lo limitado del repliegue de las FDI: su presencia amenazante sigue intacta y, aunque supuestamente busca crear “zonas seguras” o destruir estructuras de Hamas, en realidad prolonga el genocidio contra el pueblo palestino. El 19 de octubre, Israel bombardeó el sur de Gaza tras acusar a Hamas de disparos en Rafah -acusación que es organización negó- y volvió miserablemente a suspender la entrada de ayuda humanitaria.

Como corresponde a la lógica tramposa del acuerdo, EE. UU. no frenó enérgicamente a Israel. Se limitó a pedir “respuestas proporcionadas”, mientras fomenta la presión sobre Hamas traducida en muerte y hambre para civiles indefensos, combinando apoyos y presiones a Netanyahu.

Anexión de Cisjordania en curso y más bombardeos

Se dio otro hecho que escenifica que para Israel las cosas no han cambiado y la agresión continuará, la Knesset (Parlamento israelí) aprobó preliminarmente el proyecto de ley para anexar Cisjordania, cuestión que motivó una amenaza de Trump de retirar su apoyo si avanza la anexión, ya que no hacerlo fue uno de los compromisos del imperialismo a las direcciones palestinas. El alto el fuego inestable y violado por Israel, también motivó que miles de palestinos arriesgaran su vida cruzando el muro para entrar a trabajar a Israel.

El 28 de octubre Netanyahu convocó a una reunión de urgencia por lo que unilateralmente consideró una “entrega fallida de rehenes” y “escenificación en el hallazgo” de cadáveres de rehenes que ellos mismos asesinaron en Gaza y retomó los bombardeos. El 29 de octubre el ejército de Israel dio por concluida su segunda violación de alto el fuego y anunció que reanudaba la aplicación de la tregua tras golpear “decenas de objetivos terroristas”, que en realidad fueron 100 civiles asesinados entre ellos 35 niños.

Mecánica previsible, resultado incierto

Hasta ahora se ha desplegado una mecánica previsible: cada incidente sirve para que Israel acuse a Hamás de romper la tregua y actúe militarmente; Hamás responde denunciando agresiones y negando incumplimientos en zonas donde operan milicias locales. EE. UU. actúa como un árbitro comprado que se presenta como autoridad, pero favorece descaradamente al sionismo.

Los hechos demuestran que el plan de Trump tiene problemas, no sólo por los factores actuales, sino también por las causas estructurales que la sustentan: ocupación, colonialismo, bloqueo económico y militarización sionista que permanecen intactos. El devenir de los acontecimientos dirá si el acuerdo se aplica parcial o totalmente, o si termina volando por los aires.

La solidaridad movilizada ha continuado

El tramposo acuerdo de Trump busca apaciguar el enorme proceso mundial de movilización solidaria con Palestina, pero en la primera semana posterior a su firma, igualmente hubo acciones.

El 11 de octubre, en Londres (Reino Unido), miles de personas marcharon desde Victoria Embankment hasta Whitehall bajo la consigna de “paz duradera en Gaza”, pese al anuncio del alto el fuego. Denunciaron que el acuerdo no aborda los problemas estructurales de la ocupación y el apartheid. El 14 de octubre, en Udine (Italia), más de 10.000 personas se reunieron antes del partido de clasificación al Mundial Italia–Israel, exigiendo que la FIFA prohíba a Israel.

El 15 de octubre, en el Estado español, distintos sindicatos de trabajadores y estudiantes, junto con organizaciones políticas y sociales, convocaron a una jornada de huelga y movilizaciones, con enfrentamientos, represión y detenidos. Las acciones fueron particularmente fuertes en Madrid y Barcelona. El 18 de octubre,  en Valencia una mini Flotilla simbólica navegó por la Albufera. 21 de octubre, la UE aprovechó el momento para suspender la tramitación de sanciones contra Israel, señalando que el contexto había cambiado luego del alto el fuego y que no había consenso entre los estados miembros.

Por abajo, no hubo un cambio de opinión, por eso el 22 de septiembre, en Roma, Milán, Bolonia, Turín, Florencia, Génova y Livorno, entre otras ciudades italianas, miles de personas se movilizaron exigiendo “alto al hambre en Gaza”, el cese de envíos de armas a Israel y denunciando el genocidio.

Todo lo acontecido reafirma la necesidad de continuar la movilización contra el genocidio, por el inmediato desbloqueo de la ayuda humanitaria y por la ruptura de los gobiernos con Israel. Con la convicción de que para lograr una paz justa y duradera, hace falta derrotar al sionismo e instaurar una Palestina única, laica, no racista, democrática y socialista.