Francia: “Este régimen, nacido de las revueltas, caerá por las revueltas”

Al momento de escribir, este sábado 1º no ha terminado. “Bajo los chalecos amarillos, la furia” tituló ayer el portal Mediapart. En defensa propia, en defensa del derecho a manifestar fuera de un perímetro donde deben identificarse y corren riesgo de ser ‘emboscados’, los manifestantes enfrentan a los CRS[1]. Frente a los hidrantes instalaron una retroexcavadora y se subieron al Arco del Triunfo. Sí, son escenas de revueltas. Una situación que reclama una huelga general como medida de defensa del pueblo. También nos vienen a la mente las imágenes de jóvenes secundarios de 15 ó 16 años en una sentada pacífica, este viernes 30, golpeados por los CRS.

Se podría decir que Macron, aislado en el G20, ha “caído en un lío infernal” o en una centrifugadora. Una vez más, dejamos a otros “astutos” y “oráculos” el cuidado meticuloso de etiquetar a los chalecos amarillos y decirnos qué pasará mañana o gritar “lobo”… O, al contrario, dejarse llevar.

En febrero de 2017, cuando estalló el escándalo de Fillon tras las sucesivas caídas de Sarkozy, Juppé, Hollande y Valls en las presidenciales, dijimos: entramos en una situación revolucionaria, sabiendo, desde ya, que toda situación de este tipo no lleva automática e inevitablemente a la revolución misma.

Un engendro político

La crisis de poder se hizo candente. De ahí salió un engendro político: Macron… El residuo más joven de la Vª República, un régimen bonapartista disfrazado de república nacida de la revuelta y del golpe militar perpetrado el 13 de mayo de 1958 en Argel, una especie de salva de artillería preparada para el “regreso del General” (de Gaulle).

Macron, mal electo, apoyado en una Asamblea nacional aún peor electa y transformada en Corte de los Milagros, no era ni podía convertirse en un “Bonaparte” ni siquiera de bolsillo. Sólo un tirano, un autócrata, al frente de una monarquía bananera.

Crisis política-crisis social

Macron fue muy bien servido por los “opositores” y los altos líderes sindicales que lo legitimaron y cayeron en el diálogo antisocial de ese jefe de Estado que, en sí mismo, no es nada. Sólo tiene a los colegios jesuitas, las grandes escuelas, los mercados financieros y el Ministerio de Economía…

La dupla crisis política-crisis social, una alimentando a la otra, podría causar una explosión o incluso una serie de explosiones. La crisis política no es sólo la crisis de poder sino la crisis de todos los aparatos políticos y sindicales que, directa o indirectamente, están vinculados al régimen de la Vª República y sus ritos, y ante todo buscan no salir del marco del orden establecido, o sea del orden burgués.

Rechazo abstencionista

Una de las expresiones de la crisis política generalizada es el abstencionismo, que sin pausa bate nuevos récords, y se asimila demasiado rápido a una despolitización y otras fórmulas similares. Este abstencionismo, un apoliticismo muy político, profundamente arraigado en las clases populares, es en realidad una huelga del voto (nosotros no esperamos a que Mélenchon lo diga) cuyo mensaje es claro: nadie nos representa.

Este abstencionismo del rechazo ahora gana elecciones gremiales: en la RATP[2] y la SNCF[3], por la política de los Martinez[4] y Cía. del sindicalismo servil, llamado “de propuesta” en perjuicio de los reclamos que unen a los trabajadores.

La crisis política es también la crisis mediática

La crisis de los grandes medios, que a la vez deben transmitir los mensajes del poder e informar lo que pasa, es parte de esta crisis total. Si estos medios caen en el puro veneno, pierden audiencia. Es más: deben lidiar con la competencia ciudadana en las redes sociales. Ahí están, tironeados entre sus patrones que les dan órdenes (Bolloré[5] y otros) y el pueblo que se supone los mira, los escucha, los lee.

Entonces juegan a interferir, a confundir. Mientras juegan a los detectives sólo para darse aires de contrapoder, rastrean los perfiles alarmantes entre los chalecos amarillos, buscando una aguja en un pajar. Perfiles de “la ultraderecha” o de “la ultraizquierda”… De “matones profesionales” o, quién sabe, del nieto del comerciante Poujade[6] al que reprimieron en 1956 y que realmente no es necesario evocar aquí.

En el movimiento de los chalecos amarillos hay todo tipo de perfiles individuales, altos y bajos, pero en su masa se enfrenta contra el IVA -el diezmo de nuestro tiempo-, contra la carestía y contra Macron y todo lo que representa. La masa es mucho más política que los Mélenchon y muchos otros gritones “eruditos” que parecen saber de todo.

Sobre la violencia

Queda la cuestión de la violencia. Por nuestra parte, estamos a favor de las acciones más pacíficas y protectivas posibles.

Este sábado, vimos cómo nace la violencia: restricción drástica del derecho a manifestarse, manifestantes bloqueados por esas fuerzas “de Seguridad” de chaleco negro equipadas con bastones, granadas y gases prohibidos en muchos países por su toxicidad[7], ¡por orden de un ministro del Interior que es la personificación de la brutalidad premeditada!

En el fondo, esa violencia directa es producida por las medidas antisociales y antidemocráticas de Macron-Castaner (Philippe está visiblemente fuera de juego), a la que con razón se le llama violencia social del poder.

Macron-Castaner fueron advertidos por uno de sus especialistas y no uno menor porque es Alain Minc, ex asesor de Rocard, Chirac y otros. Tras haber dicho sagazmente que las medidas de Macron no se podían juzgar sólo por seis meses, el 14 de julio pasado emitió una señal de alarma: “En todo caso, no podemos seguir así, la desigualdad es demasiado fuerte. Nos arriesgamos a la insurrección.”[8]

Los disturbios se deben directa y totalmente al régimen en caída libre de la Vª República y su actual jefe Macron, sus impuestos, sus reformas, sus palos, sus prebendas para los muy ricos y su soberbia.

“Lío infernal”

No estamos en la insurrección ni en la revolución, sino en sus primeros balbuceos. En esta etapa, en un estado de legítima defensa social y física, los chalecos amarillos sólo responden a la violencia física del Estado. No hablamos aquí de los “matones” que la propaganda de Castaner utiliza para justificar sus golpes y que siempre surgen al margen de los movimientos que enfrentan la represión policial.

“Como el pueblo vota en contra del gobierno, el pueblo debe ser disuelto” había dicho sarcásticamente el dramaturgo Bertold Brecht. Este es el objetivo establecido por la represión de Macron-Castaner ante la furia que se ha desatado y enervado. Esta represión es, ante todo, la confesión de impotencia del poder, atrapado en una espiral infernal durante varios meses…

Nuestra posición

Creemos que la salida está en la huelga general, todos juntos, a la vez. La ira generalizada encontraría allí su expresión más alta y segura. Al afirmar esto no oponemos la huelga general al movimiento tal como se manifiesta.

Como saben todos nuestros lectores, la bandera azul-blanca-roja no es nuestra bandera. En 1871 se convirtió en la bandera de la santa alianza entre monarquistas oportunistas y republicanos oportunistas para aplastar la Comuna de París y masacrar a los comuneros. Mucha gente aún identifica esta bandera con la Gran Revolución Francesa, una revolución que Macron detesta. ¿Con qué derecho se les enseñaría?

La Marsellesa, que fue revolucionaria cuando era la canción del ejército revolucionario del Rin, no es nuestra canción desde que se volvió el himno de la “unión sagrada” del Estado capitalista, al son de la cual tantos trabajadores y campesinos fueron carne de cañón en la guerra de 1914. Aun así, para muchos ese himno sigue siendo un canto de revolución democrática. Una canción donde se afirma: “se levanta el estandarte sangriento”, o sea ¡la bandera roja!

En cambio, no tenemos nada que ver con quienes vuelven la bandera roja, nuestra bandera común, contra un movimiento espontáneo que, de hecho, lucha por derechos justos y se rebela contra el poder. Es lo que por desgracia hacen los voceros de un supuesto “partido obrero” por sobre las cabezas de los activistas a quienes se supone representan[9].

Apoyamos sin condiciones a los chalecos amarillos, en su masa y su voluntad de bloqueos. Esperamos que el movimiento obrero y democrático intervenga, al menos, por el fin de todas las persecuciones judiciales, los ataques al derecho a manifestar y la violencia policial del poder.

La Commune, nueva serie, N° 76, 2/12/18

Último minuto, domingo 2 de diciembre

  • Mélenchon no pudo cooptar el movimiento espontáneo de los chalecos amarillos y, como cada vez más escuchó echar a Macron, como respuesta encontró la pose disolución de la Asamblea y nuevas elecciones legislativas. Así muestra que quiere “salvar al soldado Macron”[10].
  • Sobre los eventos del 27N, Mediapart informa: “Las fuerzas de seguridad fueron desbordadas por la magnitud de la manifestación y usaron una de las municiones más peligrosas que aún tienen: las granadas GLI-F4.” El Estado francés es el único que usa ese tipo de armas contra manifestantes. Un hombre de 21 años se arrancó la mano con ese tipo de granadas, dignas de una policía de guerra civil.
  • El poder ahora amenaza a toda la población con el estado de emergencia.
  • Hubo reuniones de base entre sindicalistas y chalecos amarillos.

Los próximos días nos llevarán a publicar sobre los nuevos desarrollos de la furia generalizada que busca terminar con Macron y toda su política.

[1] Fuerzas especiales de la Policía Nacional.
[2] Empresa estatal del transporte parisino (http://www.cgt-ratp.fr/elections-professionnelles-a-la-ratp/)
[3] Empresa estatal de ferrocarriles.
[4] Líder de la CGT, comunista.
[5] Empresario multimillonario.
[6] Líder de un movimiento de pequeños comerciantes contra los supermercados, en 1953. Luego el término se aplicó peyorativamente a movimientos corporativos reaccionarios.
[7] https://rmc.bfmtv.com/emission/la-france-seul-pays-au-monde-a-utiliser-des-grenades-explosives-contre-les-manifestants-1572254.html?fbclid=IwAR3NzCQ_WOpRUFGPcmjqoJjs20GahWN5Lfdt4ASvElUuNDDUsDph62RquZo
[8] https://www.lemonde.fr/politique/live/2018/12/02/gilets-jaunes-suivez-les-reactions-en-direct-apres-les-violences-a-paris-et-en-france_5391568_823448.html
[9] Editorial de D. Gluckstein, semanario El foro de los trabajadores del 21-11-18 (“Roja es la bandera de los trabajadores”). Según este editorialista, el discurso que domina los piquetes era “en general llevado por ‘chalecos amarillos’ experimentados y a menudo organizados por activistas de derecha y extrema derecha que venían con su cargamento de banderas tricolores e insultos racistas, sus métodos de terror y odio anti-obrero”. En el mejor de los casos: una concepción policial de las cosas, apta para amalgamas.
[10] https://www.lemonde.fr/politique/live/2018/12/02/gilets-jaunes-suivez-les-reactions-en-direct-apres-les-violences-a-paris-et-en-france_5391568_823448.html