Este 22 de abril se cumplieron 150 años del natalicio de Vladimir Ilich Ulianov, conocido universalmente como Lenin. Las enseñanzas del arquitecto de la revolución, del organizador del partido bolchevique, la revolución rusa y la III Internacional, fueron desvirtuadas por esa aberración histórica que constituyó la degeneración estalinista. Trotsky y el trotskismo como corriente rescataron sus lecciones imprescindibles para esta época, en que la crisis de la pandemia termina de poner sobre el tapete la necesidad de construir un herramienta revolucionaria de la humanidad, que termine con el asesino de la vida y el planeta, el sistema capitalista.
Por Gustavo Giménez
Nacido en 1870 en la ciudad de Simbirsk, situada a orillas del río Volga, hijo de pequeños terratenientes y funcionarios estatales, en un ambiente liberal, inició de joven la actividad revolucionaria al ligarse a los grupos clandestinos cuando inició sus estudios de derecho en la universidad de Kazán en 1887, de la que fue expulsado por participar en protestas estudiantiles. Uno de sus hermanos, Aleksandr Uliánof, que tuvo una importante influencia sobre él, fue detenido y luego ejecutado por participar en una conspiración de la organización populista Voluntad del Pueblo (Naródnaya Volia), que pretendía asesinar al zar Alejandro III.
Fue un brillante estudiante, que terminó sus estudios de abogacía por correspondencia y no pudo adaptarse al ambiente pequeño burgués rural de la propiedad terrateniente de su madre en una hacienda en Alakáievka, cerca de Samara. En la década del ’90 toma contacto con diversos grupos marxistas y se dedica de lleno a la actividad revolucionaria. Instalado en San Petesburgo, donde junto a otros activistas como Martov se convierte en uno de los principales dirigentes de los círculos socialdemócratas, conoce a la que va a ser su compañera de toda la vida Nadezhda Krúpskaya, militante también de los grupos clandestinos.
Las primeras batallas políticas
Luego de pasar un tiempo en Moscú viaja a otros países de Europa donde toma contacto con importantes dirigentes marxistas de la época, entre ellos Plejanov, el padre del marxismo ruso, el dirigente de la socialdemocracia alemana Wilhelm Liebknecht y el yerno de Marx, Paul Lafargue. De regreso a Rusia es detenido por la policía zarista, dada su participación en las campañas de agitación política sobre la clase obrera de la capital y enviado al exilio a Siberia.
Entusiasmado por participar en la organización del Partido Socialdemócrata Ruso (PSDR) cuyo primer congreso es detenido y disuelto por la policía zarista, parte en 1900 clandestinamente al exilio donde funda con otros camaradas el periódico Iskra. Dos de las principales batallas de Lenin de estos años serían cruciales para la revolución rusa, la primera contra un sector del PSDR que con Plejanov a la cabeza que sostenían que como Rusia era un país atrasado semi feudal, debía primero desarrollarse una revolución burguesa, al estilo de la revolución francesa, encabezada por la burguesía rusa. Los obreros y campesinos debían entonces limitarse a la pelea por conquistas mínimas en forma pacífica y apoyar a la burguesía en su pelea contra el zarismo. Para Lenin la burguesía rusa era muy débil, estaba unida al zarismo y a las potencias imperialistas de la época por innumerables lazos y era incapaz de acaudillar una revolución. Las tareas democrático burguesas, entre ellas la derrota de la nobleza zarista, quedaban en manos de los obreros y campesinos.
La otra gran batalla era por el carácter del partido a construir. Para este gran organizador, las condiciones de enfrentamiento al zarismo, la necesidad de crear una herramienta que encabece la revolución, planteaban con claridad la importancia de tener un partido que combinara su democracia interna, con una gran disciplina y centralización política a la hora de actuar. Nació así la concepción de partido con una columna vertebral de cuadros, de revolucionarios profesionales y el “centralismo democrático” leninista como una formula algebraica que debía aplicarse, cuidando el equilibrio entre los dos polos, de acuerdo a las circunstancias concretas se intervención. La publicación del trabajo “¿Qué hacer?” en 1902 y la batalla dada en el II Congreso del PSDR en 1903, que dio origen a los términos bolchevique y menchevique (1) fueron jalones dentro de esta disputa crucial.
Muerto Lenin, la burocracia estalinista, a la par que levantaba estatuas del dirigente bolchevique por todo el país, traicionaba estas dos batallas fundamentales. Por un lado su capitulación a la burguesía nacionalista china de Chaing Kai- Shek en la revolución de 1927, fue continuada y generalizada años después con la política de subordinación a la burguesía democrática en su lucha contra el fascismo, el llamado “Frente Popular”, por el otro, convirtió al funcionamiento del partido y la internacional en un centralismo burocrático, que impedía toda discusión o diferencia interna que difiriera con los mandatos de la dirección, liquidando paulatinamente el partido de Lenin.
La guerra y la revolución
Luego de ese “ensayo general” que significó la revolución de 1905, en el cual la fracción bolchevique aún no había madurado y terminado de separarse completamente de los mencheviques, las batallas dadas por Lenin en estos años fueron decisivas para la revolución triunfante del 1917 y la posterior fundación de la III Internacional.
Ya en 1914, en los inicios de la Primera Guerra Mundial, cuando la humanidad y los trabajadores de los países involucrados en la contienda ingresaban en unos de sus capítulos más negros, el brillante revolucionario diagnosticaba una enorme crisis del sistema capitalista mundial y alertaba a los revolucionarios de esos años a prepararse para la revolución que se desataría irremediablemente producto de la guerra inter imperialista. Llamaba, frente a la traición de la Socialdemocracia al olvidar todos los principios del internacionalismo proletario y mandar a sus clases obreras a inmolarse en la guerra al servicio del los intereses de la burguesía imperialista de sus países, a transformar a la mundial “en guerra civil” contra sus propias burguesías.
Las tesis de abril de 1917 y la revolución rusa
Si contáramos la historia de este gran revolucionario por las batallas políticas que libró, seguramente estas tesis fueron uno de sus aportes más importantes ya que prepararon al partido bolchevique para afrontar las tareas destinadas a la toma del poder.
Desde su primer discurso al arribo del “tren blindado” Lenin señaló que la tarea más importante a la que debían abocarse los revolucionarios rusos era preparación de la insurrección contra el gobierno provisional que, encabezado por el social revolucionario Kerensky y los dirigentes mencheviques en alianza con la burguesía liberal, se había convertido en el administrador de los negocios capitalistas después de la caída del zar, se negaba a terminar la guerra y mucho menos a resolver problemas estructurales como el hambre o el reparto de la tierra. La consigna que debía regir la estrategia de los revolucionarios era entonces, “todo el poder a los soviets”, las organizaciones revolucionarias de los obreros y campesinos.
La dirección bolchevique con la que se encontró Lenin, tenía una actitud conciliadora con el gobierno provisional y tildaba a las tesis y discursos de Lenin, como desubicados propios de alguien que pasó mucho tiempo en el extranjero. Para el dirigente bolchevique se debía avanzar a una “dictadura del proletariado”, a un gobierno de los trabajadores y los campesinos, acaudillado políticamente por los obreros, actualizando así su vieja consigna de “dictadura democrática de obreros y campesinos”, que al tener un carácter algebraico y no establecer las relaciones en la alianza, dejaba entrever la conducción del campesinado, la clase más numerosa de la Rusia de aquellos años. Llamaba a los bolches a abandonar las viejas consignas del pasado y enfrentar las tareas que la revolución planteaba.
Justamente esta armazón es la que lo une a su viejo adversario Trotsky, que a su vez ingresó con su corriente al partido bolchevique, reconociendo la necesidad de la herramienta moldeada por Lenin, como algo imprescindible para la toma del poder. Y en palabras del gran dirigente, Trotsky desde ese momento se convirtió en “el mejor bolchevique”.
El triunfo de las posiciones vertidas en aquellas tesis contra las vacilaciones de la mayoría de la dirección del partido en aquellos meses fundamentales, pusó la proa del partido hacia la tarea planteada por la revolución en curso, la toma del poder por los Soviets, y la concreción de otra tarea previa, el desplazamiento de la conducción de los menches y social revolucionarios de las organizaciones de masas, para bajo la dirección bolchevique concretar esta tarea.
Timonel de esta pelea, en medio de la guerra imperialista, en el cual las tropas rusas sufrían cruentas derrotas, el camino a octubre fue un camino lleno de obstáculos. Hubo que sortear la persecución a los bolcheviques, acusados de agentes de Alemania, ponerse al frente del enfrentamiento y la derrota al golpe korniloviano frente a la inacción de Kerensky y las direcciones oportunistas, preparar la insurrección y luego enfrentar el bloqueo y la invasión de 14 ejércitos mercenarios financiados por las potencias imperialistas de la época para reforzar las tropas contrarrevolucionarias del ejército blanco. Lo hizo en extrema colaboración del que fuera su principal equipo político, León Trotsky.
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La III Internacional
Fundada en 1919, concebida como el partido mundial de la revolución, es quizás una de las conquistas más importantes de la humanidad ¡una internacional revolucionaria que tenía peso de masas en varios países!, ¡que herramienta formidable para terminar con el capitalismo había dado origen la revolución rusa!
Y este fue el otro gran punto de coincidencia entre Lenin y Trotsky. Y fue también uno de los principales y primeros pilares en ser atacados por la contrarrevolución estalinista. Es que la teoría-programa del “socialismo en un solo país”, destinada a proteger los intereses de la burocracia de funcionarios que se hizo dueña del poder con el desplazamiento de Trotsky y el ala revolucionaria bolchevique, no necesitaba de una internacional, a la que convirtió primero en una mera agencia de relaciones exteriores de la burocracia rusa hasta que la disolvió en el año 1943.
La última batalla
Gravemente enfermo desde 1922, aislado por Stalin, Lenin le propuso una alianza a Trotsky para combatir la creciente burocratización del partido y los manejos de la troika(2) al interior del politburó. Una recaída de la enfermedad impidió que esto se concretara. Aun así su testamento, cuya lectura fue bloqueada por la dirección encabezada por Stalin, señalaba a Trotsky como el dirigente más preparado para encabezar el partido y exigía el desplazamiento del “brutal” Stalin. Los días de este gran arquitecto de la revolución terminaron el 21 de enero de 1924.
Lenin y la crisis de la humanidad
La caída del muro de Berlín y la consecuente caída de la burocracia estalinista de la URSS y de todos los países satélites abrió una gran oportunidad para el trotskismo. Sin embargo su extrema debilidad le impidió llenar el enorme vació político creado por las revoluciones que tiraron a bajo los regímenes totalitarios de décadas. Fueron los aparatos ligados al imperialismo, desde la Iglesia en Polonia a sectores de la vieja burocracia reciclada los que llenaron con sus ideas las confusiones de la mayoría de los pueblos, que en muchos casos tiraron a la basura junto a las estatuas de Stalin, las erigidas en honor a Lenin.
Esa confusión se traslado a importantes sectores de la vanguardia mundial que desarrollaron distintas variantes de posiciones escépticas. Algunos acompañaron la viudez de las viejas formaciones estalinistas y vieron derrotas históricas, a un imperialismo invencible en la vereda de enfrente, otras revisaron las enseñanzas de Lenin, determinaron que la aberración estalinista era una mera continuidad del “centralismo” de Lenin y retrocedieron a posiciones seudo anarquistas. No construir un partido sino un movimiento, nada de centralismo democrático, todo debe ser horizontal, nada de toma del poder, resistir o crear poder popular desde la base y otra serie de viejas ideologías pequeño burguesas reaccionarias recicladas y post modernas.
La incomprensión sobre el curso del proceso mundial post 2008, llevó también a sectores del trotskismo como el SU de la IV Internacional a abandonar la tarea de construcción de los partidos revolucionarios, privilegiando la intervención de la militancia en los llamados partidos anti capitalistas, relegando esta tarea estratégica y a la vez cotidiana, para el caso de que surjan situaciones revolucionarias. Sin llegar a ese extremo, otros sectores han embellecido las posibilidades de estas corrientes de avanzar en su ruptura con el capitalismo, desjerarquizando la imprescindible tarea que nos planteó Lenin, justo cuando es más necesaria que nunca.
La crisis del 2008 puso de nuevo en la discusión que salida tiene la humanidad frente a esta crisis terminal del capitalismo. El nuevo crack económico que se anunciaba previo el estallido de la pandemia reforzaba la discusión. Los decenas de miles de muertos del Covid-19, un virus producto del desequilibrio ecológico que pone en cuestión la vida humana en el planeta, vuelven a poner al rojo y coloca a los seres humanos en tiempo de descuento. Más que nunca la supervivencia de la humanidad está ligada a un cambio radical de su sistema social y político. A terminar con un sistema basado en la ganancia ciega, a toda costa, del capital y reorganizar la sociedad humana sobre bases socialistas con amplias libertades democráticas para los que luchen por ello.
La tarea no es solo estratégica, sino inmediata. Todos los analistas señalan que controlada la pandemia el hambre se duplicará como mínimo en el mundo, van a necesitar medidas extraordinarias para recomponer las ganancias capitalistas, o sea una etapa de mayor superexplotación de los trabajadores y los pueblos como no se conocía desde décadas atrás. La misma asistencia alimentaria o la mínima protección frente a desesperados empresarios que quieren reabrir industrias y comercios cuando el virus circula masivamente, muestra que duros son los choques que se avecinan.
Sí, se avecinan enormes luchas entre el capital y los trabajadores y pueblos del mundo. Como en toda batalla hará falta una dirección del campo de los explotados. Somos la mayoría, podemos ganar. A condición de poder construir una herramienta como la que Lenin diseñó. Una corriente internacional de los trabajadores y los oprimidos, capaz de hacerle frente y de constituir una alternativa a este capitalismo en plena decadencia. Los planos que dejó Lenin están sobre la mesa, las jóvenes generaciones tienen la posibilidad de usarlos, perfeccionarlos y darle otro curso a la historia humana. Desde la LIS nos proponemos ser parte fundamental de esa tarea.
- Bolchevique en ruso significa mayoría y menchevique minoría. La fracción de Lenin ganó el Congreso del PSDR y la palabra bolchevique identificó a su fracción hasta que adoptara el nombre de Partido Comunista.
- Troika: así se conoció la alianza al interior del politburo para enfrentar a Trotsky realizada por Stalin, Kamanev y Zinoviev.