La LIS insiste con la revolución

Escribe V.U. Arslan dirigente del SEP

La decisión que tomamos los socialistas revolucionarios de unificarnos en la Conferencia de Barcelona celebrada del 24 al 27 de mayo ha sido un gran paso adelante.

Mientras que la crisis del sistema capitalista imperialista se está profundizando y la lucha de clases está aumentando en todo el mundo, lo más decisivo que deben hacer los socialistas revolucionarios es unirse o poder emprender acciones comunes. Desafortunadamente, en el movimiento socialista revolucionario, nacional e internacionalmente, el sectarismo se ha convertido en una enfermedad crónica y, en consecuencia, la tarea de elevar la lucha de clases ha sido víctima de debates infructuosos y del quinterismo. Como resultado, el pesimismo y la pasividad han aumentado.
Este problema general se manifiesta también en la lucha internacional. La dinámica de larga data de divisiones y rupturas hace a los socialistas revolucionarios inefectivos en la lucha de clases internacional. Mientras que el sistema
capitalista imperialista atraviesa la crisis económica, política, social y ecológica, el movimiento socialista revolucionario, que atraviesa su propia crisis, no logra aprovechar estas debilidades del sistema.
El leninismo está más vigente que nunca

El sectarismo crónico y los hábitos divisionistas debilitan a los socialistas revolucionarios y exponen a los trabajadores y jóvenes a la hegemonía de la ideología burguesa. Por ejemplo, la disolución de la ISO en los EEUU. y las divisiones de varias organizaciones marxistas revolucionarias importantes en otros países, han llevado a una fuerte campaña ideológica de que “¡el leninismo está desactualizado!” Se puede observar la efectividad de esta campaña en EEUU., donde se ha concentrado un izquierdismo centrado en la clase media, basado en identidades y con una perspectiva contraria a la lucha de clases.
En estos días, el alcance de este coro, que se reúne en torno a las eficientes campañas electorales bajo el liderazgo del DSA, Bernie Sanders y Ocasio Cortez, se limita a la reformulación de la social-democracia. En otras palabras, los
que dicen que el leninismo está desactualizado sugieren un cliché mucho más antiguo que el leninismo. No es una coincidencia que esta cohorte tome al “renegado Kautsky” como referencia; porque Kautsky encarna la oposición del DSA y sus derivados a la idea de la revolución. Como vehemente opositor a la Revolución de Octubre, Karl Kautsky jugó un papel clave en garantizar que Alemania no girara hacia el curso de la revolución socialista siguiendo el ejemplo de la URSS. Kautsky también demostró ser parte de una sagrada unidad nacional bajo el liderazgo del Estado burgués con su apoyo a la política estatal imperialista durante la Primera Guerra Mundial. Si hoy Sanders, Cortez, etc. no critican la agresiva política imperialista de EE.UU. demuestran de qué tradición provienen. Entonces, no es difícil de entender la alegría por la disolución de la ISO y el grito: “El leninismo está muerto”. La verdadera preocupación de quienes afirman, con gran entusiasmo, que el tiempo del leninismo ha pasado, es mantener a las masas que gravitan hacia el socialismo lejos de la política revolucionaria y la perspectiva del poder. En cambio, se les pide a las masas que se contenten con proyectos de “capitalismo humanitario”. Sin embargo, ¿quién ha visto un capitalismo humanitario en sus 400 años de historia? Ver la experiencia de poder de Tsipras, el príncipe del neo-reformismo en Grecia, puede ser bastante explicativo. Se le debe dar su merecido, en el período más crítico: ha hecho el trabajo sucio del sistema capitalista imperialista con gran éxito. Kautsky, quien se ha convertido en el Papa de los neo-reformistas en EE.UU. hoy en día, presentó una fantasía de capitalismo próspero y pacífico con su teoría del ultra-imperialismo, mientras él mismo intentaba desempeñar su papel contrarrevolucionario. Pero se ha demostrado una y otra vez durante más de un siglo que el capitalismo solo puede sobrevivir a través de guerras, ocupaciones y guerras civiles constantes. Y hoy, algunos izquierdistas quieren llevar la etiqueta de socialismo sin condenar las políticas de masacre de los EE.UU. y sus socios en países como Palestina, Yemen, Libia, Irak, Afganistán, Yugoslavia, etc. Su socialismo solo puede ser socialdemocracia. Por lo tanto, no podemos dejar a la nueva generación que se radicaliza hacia la izquierda y se acerca al socialismo en manos de esta línea reformista-chovinista.
Sin derrotar al sistema capitalista imperialista y realizar la revolución socialista no se puede lograr una paz duradera ni establecer la igualdad social; tampoco se puede terminar con las ideologías discriminatorias ni salvar a nuestro planeta de la destrucción ecológica. Es por esto que la revolución es una necesidad. Por otro lado, las fuerzas revolucionarias siempre deben estar presentes en la lucha de clases y la resistencia. Deben participar activamente en todas sus etapas. Esto es una necesidad para el fortalecimiento de las filas de la revolución, así como para dirigir los procesos, para aumentar la conciencia de clase de las masas y para romper la hegemonía de las fuerzas reformistas. Las fuerzas revolucionarias deben formar un aparato político que se mueva constantemente y sea capaz de impulsar muchas luchas y de implementar su propia política a través de campañas poderosas con riqueza táctica y maniobrabilidad. Esta fuerza, que debe estar en constante interacción con los trabajadores y la juventud, debe organizarse como un partido centralizado de trabajadores y jóvenes de vanguardia. Cuanto más centralismo se requiere, más necesario es el debate democrático para la efectividad y la disputa por la dirección de las masas. No será posible que un aparato burocrático se comunique efectivamente con las masas, muestre vitalidad y, en fin, dirija.
Mientras el capitalismo exista, y con todo su desorden actual, habrá lucha de clases y la revolución estará a la orden del día. Si el problema principal es la devastación que generan el capitalismo y el Estado burgués, y si la lucha de clases sigue definiendo a la sociedad, la necesidad de una dirección para la revolución es innegable. Por lo tanto, el leninismo sigue siendo relevante y se mantiene actualizado. La LIS organizará la victoria de la revolución socialista y, por lo tanto, construirá partidos revolucionarios contra el reformismo dependiente del imperialismo que aboga por un capitalismo humanitario. Esta construcción, sin duda, debe tener lugar en un ámbito internacional. Así como el neo-reformismo depende del imperialismo y el patriotismo, los revolucionarios dependemos del internacionalismo.


¿Qué hace especial a la LIS en esta lucha?


¿Qué distingue a la LIS de organizaciones anteriores en la construcción de la vanguardia revolucionaria internacional? Lo que hace especial a la LIS no es solo el hecho de tener secciones dinámicas y efectivas en varios países.
Lo que hace especial a la LIS es que intenta poner en práctica una nueva forma de entender la organización. El concepto de organización internacional que obtuvo una fisionomía dogmática en el movimiento trotskista a lo largo de los años, implicaba una unidad de secciones que debían decir exactamente lo mismo en casi cada detalle histórico o contemporáneo, político y teórico. En la práctica, esto significaba que una sección dominante dirigía organizaciones en otros países con un enfoque centralista estricto y a menudo burocrático. De esta manera, no fue difícil que el dogmatismo predominara. Otra consecuencia de este funcionamiento fue que surgió un tipo de perspectiva nacionalista en torno a la sección central.
Como resultado de este modelo, diferentes partidos socialistas que se autoproclaman el centro del partido mundial comenzaron a construir sus propias pequeñas secciones homólogas en otros países. Por otro lado, las divisiones eran comunes, ya que no habían líderes históricos unificadores, como Lenin y Trotsky, que dirigieron la Tercera y la Cuarta Internacional. Así surgieron organizaciones internacionales rivales, cuya presencia debía socavar la existencia de otras asociaciones internacionales. El resultado fue una tradición infructuosa tan frágil como podía ser en el sentido de la
división y lo más sectaria posible contra otros socialistas revolucionarios. Muchos años de experiencia han demostrado que este método no llegará a ninguna parte.
Por lo tanto, encarar un camino distinto a este mecanismo inútil se nos presenta como tarea revolucionaria. Lo que proponemos en este contexto son formas organizativas en las que diversas tradiciones pueden unirse y actuar juntas sobre la base de un acuerdo de principios, en lugar de la división en organizaciones internacionales organizadas por grupos relativamente poderosos que juntan a otros grupos pequeños en su órbita. Los desacuerdos parciales son posibles y se pueden debatir, las críticas pueden publicarse, si es necesario y no se evitará alguna división; pero sostenemos que debemos crear una cultura revolucionaria internacional diferente, que actúe y pueda organizar campañas. De esa manera, como un verdadero partido mundial basado en principios democráticos centralistas, se puede avanzar en el proceso de reagrupamiento hacia una nueva internacional. La LIS tiene una tremenda ventaja para moldear la estructura y llenar de contenido de este modelo. La LIS tiene un potencial notable de ser un polo de atracción; porque esta nueva concepción de la construcción hace bastante fácil unirse a la LIS. Como no hay exigencia de asemejarse en hasta el último detalle, y como no hay un centralismo burocrático en la organización, cualquier organización socialista revolucionaria que busque la unidad internacional en el mundo considerará a la LIS atractiva. Si se logran ciertos acuerdos de principios como consecuencia de la discusión, se concretará la participación en la LIS. Y esto significa que una organización revolucionaria internacional que participa en la lucha de clases de manera más rápida y eficaz, es una organización que podrá generar estructuras más asertivas. Por lo tanto, esperamos que la LIS demuestre la capacidad de convertirse en una alternativa para los trabajadores y los jóvenes de todo el mundo.


Conclusión


El movimiento socialista revolucionario está en un evidente estancamiento en todo el mundo. Con el pesimismo resultante de esto, muchos concluyen: “No podemos explicar este estancamiento independientemente del movimiento de clase”. En cierto sentido, el atraso de la lucha de clases se muestra como responsable del estancamiento actual. Sin embargo, no se puede afirmar que la lucha de clases en todo el mundo esté en un declive homogéneo. Por el contrario, las luchas de clase están extremadamente animadas en varios países. Por ejemplo, en Francia, con el caso de los chalecos amarillos, los trabajadores están organizando espontáneamente incluso las luchas más difíciles. En los EE.UU., la nueva generación está girando fuertemente hacia la izquierda. La clase obrera griega ha dado una lucha determinante en años anteriores. Los ejemplos se pueden multiplicar. En general, no se puede culpar a los trabajadores por fallas organizativas y no se puede concluir de manera fatalista que “no hay mucho para hacer”.
Para hacer una verdadera explicación revolucionaria, el problema debe buscarse en el reformismo, el dogmatismo y la adopción de un entendimiento pacifista y conformista de las direcciones. Con todas estas oscilaciones, por supuesto, una construcción revolucionaria está fuera de discusión.
La LIS, en este punto, trata de dar vida a la unidad de los socialistas revolucionarios con una posición de independencia de clase. La LIS debe ser considerada como el desafío de los socialistas revolucionarios de romper el estancamiento e intentar abrir nuevos caminos.