Las políticas neoliberales han tumbado al gobierno sueco

Por Sergio Galarce

Luego de que en el resultado de las últimas eleciones generales del 9 de septiembre de 2018 ningun partido lograra la mayoría necesaria para formar gobierno se dió paso a negociaciones en las que fundamentalmente dos ”bloques” políticos disputaron la opción de gobernar por medio de allianzas. Despues de varios meses de negociación la socialdemocracia (S), el partido ecologista (Mp) y los partidos burgueses Liberaler y Center (L y C) se levantaron como alternativa a los conservadores (M), democratacristianos (Kd) y L, que a última hora abandonó el barco ”progresista”, con el pretexto de marginar a la extrema derecha (Sd). La plataforma del acuerdo en enero del 2019 (Januariavtalet) para la conformación del nuevo gobierno dirigido por la S se basaba en 173 puntos programáticos. 

V, el partido de izquierda (Vänsterpartiet) se vió enfrentado a dos opciones: o a aceptar que el bloque conservador formara gobierno abriendo con ello también las puertas a la extrema derecha xenofoba y racista o aceptar con su abstención la alianza socialdemócrata, los verdes y los dos partidos burgueses que se autocalifican de ser de ”centro”. V estuvo dividido, una buena parte del partido no quería el apoyo a la alianza encabezada por S pero finalmente, para evitar el acceso al gobierno de la extrema derecha, se optó por no votar en contra pero con la condición explícita de dos ”líneas rojas”. La primera era el rechazo a las modificaciones a LAS, el plan laboral La Ley de Seguridad del Empleo. La segunda medida que se rechazó fue la de Marknadshyror (Alquileres a precios de mercado). El partido de Izquierda fué muy claro, si la alianza gubernamental dirigida por S legislaba sobre esos dos puntos programáticos se traspasaban las “líneas rojas” y en ese caso V retiraría su base de apoyo al gobierno.

Durante dos años la alianza dirigida por el primer ministro socialdemócrata Stefan Löfven se dedicó en lo fundamental a aplicar una receta en términos neoliberales que afectaban fundamentalmente al conjunto de las actividades del sector público. La pandemia trajo consigo restricciones de tipo económico y el gobierno implementó una política de apoyo económico al empresariado de miles y miles de millones de coronas, aún cuando las grandes empresas no arrojaban pérdidas lo que llevó a que los directivos de las grandes empresas se hicieron con más ganancias aun. Todo el vals anterior en el sentido que no había espacio en los presupuestos para satisfacer las necesidades de los trabajadores desapareció de la noche a la mañana. Esto es solo solo un ejemplo de la política llevada a cabo durante dos años por Löfven & Co. 


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La primera “línea roja” que el gobierno quiso pasarse por encima, a pedido explícito de la patronal, fue el deterioro significativo de La Ley de Seguridad del Empleo lo que llevó a que una parte de los sindicatos no controlados por la socialdemocracia (iniciativa de los obreros de la Volvo con sede en Umeå, en el norte de Suecia) lanzara una campaña (Budkavlen) en contra de la maniobra del gobierno. El gobierno presionó simultáneamente a la burocracia de la central sindical (LO) para que aceptase los ataques a los derechos de los trabajadores. Sucede rara vez pero la dirección de la LO rechazó ese planteamiento por lo que la socialdemocracia aumentó la presión y logró finalmente que dos federaciones de la LO y la federación de empleados (PTK) acordaran a espaldas de la LO que estaban dispuestos a apoyar la medida de la patronal articulada por el gobierno. Esa ley estaba a punto de materializarse en el parlamento cuando el gobierno intentó saltarse la segunda “línea roja” impuesta por V; esto es el dejar en completa libertad los precios de los alquileres en la que los propietarios de la industria de la construcción tenían el sartén por el mango.

Esto condujo a un movimiento de arrendatarios promovidos por activistas de la izquierda y socialdemócratas de base que durante un año han levantado la consigna del Nej till marknadshyror (No al alza de los alquileres). V no podía sino apoyar a ese movimiento el que fue creciendo hasta provocar fuertes dolores de cabeza a la alianza gubernamental. V pidió reiteradamente al gobierno que se abstuviera de esa medida neoliberal porque en caso contrario V se vería obligado a presentar una moción de censura al gobierno. A mediados de junio V le dió al gobierno un plazo de 48 horas, si no retiraba el proyecto de ley sobre el alza de alquileres se tumbaría al gobierno, y ese día llegó. Los nacionalistas y populistas de la extrema derecha se apuraron en lo de la moción de censura y a escasas horas del plazo de V al gobierno la propusieron ellos. Pero eso es una cuestión de forma. Lo cierto es que la izquierda parlamentaria demostró en esta oportunidad consecuencia entre lo que había dicho y lo que finalmente hizo. Cabe resaltar que la nueva secretaria general de Vänsterpartiet es Nooshi Dadgostar, una joven activista racializada que dirige el partido desde hace algunos meses. De nada sirvieron las maniobras de último minuto para intentar hacer aparecer a V como causante del “caos” y de ir de la mano con la extrema derecha. La socialdemocracia ha demostrado una vez más su política de adaptación creciente al neoliberalismo y su consecuente derechización dejando a su suerte a los asalariados que dice representar. No es raro por tanto que una mayoría de los miembros de la LO estén hoy dispuestos a votar por los pupulistas de la extrema derecha que en la práctica han actuado como oposición al gobierno que acaba de ser liberado de sus funciones. Por su parte V, el principal actor en esta crisis de gobierno, ha dicho que V no abandona a su suerte a 3 millones de arrendatarios y que por ello decidió el 21 de junio tumbar al gobierno independientemente de quienes apoyasen esa medida. Lo sucedido es histórico, nunca antes en la historia parlamentaria sueca un primer ministro había sido tumbado como acaba de suceder con el socialdemócrata Estefan Löfven. Dentro del lapso de una semana se sabrá si el primer ministro propone una ronda de negociaciones para formar un nuevo gobierno o de si propone llamar a nuevas elecciones dentro de un plazo de tres meses estipulados en la constitución. V está dispuesto a apoyar críticamente a un nuevo gobierno encabezado por la socialdemocracia siempre y cuando retire completamente la propuesta de “marknadshyror”. Pero independientemente de lo que se avecina V ha declarado que el partido nunca votará a un gobierno dirigido por los conservadores y menos aun cuando ello significa que ese presuntivo gobierno tendría el apoyo de la extrema derecha.