2° Congreso de la LIS: La economía mundial en su laberinto. Hoja de ruta

En este documento, nos proponemos abordar de forma descriptiva en algunos tramos, conceptual en otros y con aportes de temas que consideramos interesantes para el debate en la militancia de nuestras organizaciones nacionales, elementos para evaluar de conjunto el panorama de la economía capitalista mundial, no como una suma de partes, sino intentando identificar las tendencias dominantes centrales. Lógicamente, el debate pre-congresal enriquecerá, corregirá y ampliará seguramente lo que vamos a desarrollar en esta presentación. No es, por lo tanto, un documento que aborda todos los países, todos los continentes, ni tiene ese propósito: el objetivo es funcionar como disparador para el debate colectivo en este plano particular de la sociedad capitalista. Por otra parte, como socialistas revolucionarios, nuestro enfoque es desde la economía política atravesada por lo tanto de la lucha de clases, de la intervención de direcciones políticas y sindicales, y finalmente, ese factor les da marco a los planteos de este documento, y otros aportes a este pre-Congreso de la LIS, funcionan como complemento dialéctico.

Aclarado lo anterior, proponemos una aproximación a los siguientes ejes:

  • Analizar la actualidad de la economía capitalista mundial, tomando como punto de referencia las definiciones e hipótesis que discutió y aprobó el I° Congreso Mundial de la LIS, partiendo de lo cual, trazar coordenadas de pronóstico.
  • La performance en 2022, que cierra con un retroceso de la economía mundial, y tasas de crecimiento, por debajo de las muy moderadas proyecciones de los propios organismos y usinas intelectuales de la burguesía imperialista. El efecto “rebote” pos-pandemia del 2021, mostró su naturaleza efímera.
  • La guerra en Ucrania, actúa amplificando tendencias previas a una ralentización por caída de la inversión directa y un nuevo salto en la especulación. El aumento de las tasas como recurso para enfriar la economía, prepara todas las condiciones de una nueva recesión mundial en 2023
  • Un eslabón débil a seguir como catalizador de crisis es el peso de las deudas, el encarecimiento del crédito como resultado del aumento de la tasa de interés y el riesgo de insolvencia y default por parte de varios países y corporaciones. Además, con su deriva de ajuste social y salto en la desigualdad y la pobreza estructural consolidada.
  • La expansión del capital ficticio y la especulación: las criptomonedas como ilusión capitalista.
  • El consenso en los pronósticos económicos de los que mandan: el lenguaje técnico, no logra encubrir la hipótesis recesiva de todos los organismos internacionales y las consultoras privadas.
  • Explicamos que la espiral no es de precios y salarios: es de ganancias y precios. Una vez más, hacia una explicación marxista de la espiral inflacionaria.
  • Presentamos algunos elementos para abordar las tensiones inter-imperialistas y la economía china: un paralelismo histórico con otra etapa de disputa por la hegemonía y algunos elementos de la “foto” actual del gigante asiático.
  • Introducimos debates en el campo de la economía: automatización, trabajo remoto, inteligencia artificial y los falsos modelos de capitalismo virtuoso. Los casos de Japón y los países nórdicos.
  • Sintetizamos un Informe de la ONU que confirma nuestra tesis sobre la “involución histórica” o desarrollo de “fuerzas destructivas” del capitalismo en esta época.
  • Nuestro programa de emergencia y puente transicional.
  • Conclusiones y resumen.

La crisis del 2008 como punto de inflexión y la pandemia como amplificadora de tendencias

En el I° Congreso de la LIS debatimos la situación de la economía mundial. En aquel momento, 2021, nuestra afirmación más fuerte fue que la economía capitalista nunca se había recuperado de la crisis del 2008, y que tomada de conjunto se llegó a la pandemia en condiciones de una década de depresión mundial, con una débil recuperación en epicentros económicos imperialistas como EEUU, China y el Sudeste asiático, pero con estancamiento en Europa y las economías periféricas. Por lo tanto, la pandemia de COVID profundizó esas tendencias hasta límites explosivos.

Esto que planteamos hace más de un año en el documento que aportamos al debate pre-congresal, se apoyaba en abundante información empírica y tenía como objetivo político central combatir la tesis de que el COVID había sido la causa que interrumpió un ciclo virtuoso y expansivo del capitalismo.

Demostramos que nunca en el período 2009-2019 la economía mundial recuperó la tasa de rentabilidad previa al 2008, y esa realidad reforzó la tendencia al crecimiento del capital especulativo al no encontrar nichos de valorización suficiente en el ámbito de la producción.

Todos los informes previos de los organismos multilaterales y de las consultoras privadas anticipaban un período de declive para la economía en la pre-pandemia. El FMI y el Banco Mundial decían que el panorama era incierto y los indicadores malos. Ambas instituciones de la súper-estructura imperialista hicieron ajustes para el 2020-2021 a la baja durante todo el 2019.

Las consultoras privadas, arrancando por el JP Morgan, planteaban como consejo a sus clientes –bancos, corporaciones- que el panorama era de “preocupante desaceleración sincronizada”. Es decir: aconsejaban replegarse, no arriesgar, y sugerían una orientación conservadora para las inversiones porque el deterioro general de la situación aparecía “global”, no localizado en una región.

El círculo vicioso de la economía mundial, consistía en baja tasa de inversión productiva, producto de la caída de la tasa de ganancia general, y un comportamiento especulativo dominante en el capital, que preparaba condiciones de un nuevo desplome recesivo.

Así entró el capitalismo mundial en la pandemia, que a su vez por supuesto, con el confinamiento del 2020 que prácticamente interrumpió el comercio mundial y paralizó las cadenas de suministro, terminó provocando la caída del PBI mundial más pronunciada de toda la historia del capitalismo.

Después vinieron el 2021, de efecto rebote (que vamos a analizar en un capítulo aparte) y el 2022 que está terminando, que también vamos a revisar. Pero, lo central que nos interesaba recuperar del debate de hace un año en nuestro I° Congreso es la definición de los límites estructurales que gravitan en la economía capitalista mundial y que ninguna coyuntura logró revertir en casi los últimos 15 años: caída de la tasa de ganancia, baja tasa de inversión productiva, expansión especulativa y contradicciones acumulativas que preparan nuevas crisis.

Desde este punto de referencia, partimos para analizar la economía capitalista hacia el próximo período.

2021-2022: efecto “rebote” y ralentización.

El año 2022 termina con una desaceleración de crecimiento casi ¼ por debajo del 2021, en términos reales. Todas las proyecciones indicaban un crecimiento no menor al 4 % mundial, y apenas si llegó a superar el 2 % en las principales economías capitalistas y apenas un poco más, pero siempre por debajo del 3 % a las llamadas economías emergentes [1].

Por lo tanto, de conjunto, la economía mundial, después de la pandemia y con un 2021 de crecimiento relativo, se volvió a ralentizar claramente. Todos los pronósticos de consenso, se equivocaron y la economía declinó.

En realidad, el 2021 expresó un “rebote” clásico a partir de gasto acumulado de los consumidores del 2020 a partir de una política mundial de las burguesías de intervenir en la economía con subsidios en efectivo de COVID y enormes inyecciones de dinero crediticio por parte de los bancos centrales. Todo eso, que se desplegó como orientación en la crisis, coyunturalmente, actuó como una especie de combustible efímero que impactó en las tasas de crecimiento de 2021. Pero, promediando 2022, los bancos centrales empezaron a subir las tasas de interés que derivó en un drástico aumento de los préstamos para consumidores y empresas. Se pasó de una política de emisión y expansión monetaria a un endurecimiento y ajuste, abrupto como respuesta a la inflación en precios de bienes, insumos y servicios a escala mundial.

En este punto, nos queremos detener para argumentar las razones del salto inflacionario como fenómeno mundial y la orientación de los bancos centrales que “enfrían” la economía subiendo la tasa de interés para capturar capital circulante e incentivar a retirarlo del circuito productivo (con las consecuencias sociales y políticas, de dicha medida) para que el aumento del costo de vida, esencialmente, no estimule la lucha de clases. Ese es el fondo de la cuestión desde el punto de vista burgués.

Pero, a escala mundial, las usinas ideológicas del capital, propagan la falsa ideología de que es el reclamo salarial de la clase obrera, el factor que estimula la inflación e incluso, keynesianos y monetaristas, dan también su versión o bien, plantean como “causa exógena adicional” de la inflación la guerra en Ucrania:

  • Puja distributiva, tensión por los ingresos, es una de las falacias.
  • Excesiva demanda (y, por lo tanto, oferta limitada, que hace subir los precios), explican los seguidores de Keynes.
  • Dinero muy barato (y así el crédito fácil, incentiva un consumo “por encima de las posibilidades reales”, ergo: hay que “endurecer” el crédito, encarecerlo), plantean los liberales más derechistas.
  • La guerra en Ucrania, que altera los precios de forma “objetiva” e independiente de la intervención consciente de los formadores con peso monopólico.

Estas son algunas de las etiquetas con la que presentan la interpretación políticamente interesada de las causas de la inflación. Pero, el análisis marxista, revela otros factores estructurales y presenta la situación de una manera distinta. En el siguiente capítulo, presentamos nuestro esquema explicativo.

Sobre llovido, mojado: causas endémicas de inflación y la guerra de Ucrania como catalizador

La premisa central de la economía política burguesa consiste en que el modelo de mercado tiende al equilibrio de forma más o menos permanente, hasta que es sacudido por un “shock” externo, que lo altera. Así, los análisis, explicaciones y medidas propuestas por sus economistas profesionales del sistema, es hacer que la dinámica vuelva al equilibrio con algunos ajustes de política pertinentes. Incluso, intentar en lo posible, anticiparse a futuros “shock” externos. Vale decir: no cabe en la concepción burguesa de la economía, que existan problemas inherentes al sistema de mercado: todas las alteraciones son exógenas.

Lo anterior, lo planteamos como encuadre, a una tesis repetida hasta el cansancio por los voceros de la burguesía que dominan los medios de comunicación de masas, explicando que “la guerra en Ucrania fue el factor determinante que explica la interrupción de un ciclo económico de recuperación y el fenómeno inflacionario inédito”. Estamos frente a una media verdad, es decir, ante una falacia ideológica burguesa, una vez más.

Como en su momento fue el COVID, utilizado como “causa exógena” o externa, para validar la tesis de “ciclo virtuoso interrumpido por un factor imprevisto”, y ya fundamentamos la falsedad de esa visión, ahora ocurre lo mismo con el “factor Ucrania”. Por lo tanto, necesitamos precisar este asunto, para ubicarlo correctamente en el análisis, y hacerlo así, un sólido punto de referencia para la lucha política de ideas desde la LIS.

Por un lado, lo primero para decir es que el crecimiento de la inflación y la “espiral” de precios no empezó con la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022. Para ilustrar esta afirmación, baste decir lo siguiente:

  • Ya en 2021 empezando por Estados Unidos, el Índice de Precios al Consumidor (IPC), aumentó un 6,2 % comparación con 2020 y fue de hecho el aumento más rápido desde 1990.
  • En la zona del Euro se registró una inflación de alrededor del 4,1 %, la más alta en 13 años. Se destaca el caso de Alemania, que verificó un aumento de 4,5 %, el más alto desde agosto de 1993.
  • Por su parte, en Inglaterra la inflación fue del 4,2%, la más alta desde el tacherismo.
  • También en 2021 la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación señaló que los precios de los alimentos a nivel mundial se encontraban “en sus niveles más altos en más de una década”.

Por supuesto: no mencionamos los casos de Argentina, Venezuela, y otros países de Latinoamérica. O ejemplos de Asia del Sur, que vienen con fenómenos de alta inflación desde antes de la pandemia. Dimos casos de potencias capitalistas, que desde décadas que no experimentaban desequilibrios en ese punto. Y todo antes de la invasión rusa a Ucrania.

Por lo tanto, en todo caso, lo que ocurrió con la guerra en Ucrania es que amplificó y exacerbó tendencias previas estructurales de la economía capitalista al aumento de precios y la inflación con estancamiento. En ese sentido, lógicamente, la guerra y su impacto internacional generaliza un fenómeno que actúa sobre los ingresos de la clase obrera y el movimiento de masas, y está en la base del incentivo al proceso de lucha de clases, la entrada de escena del movimiento obrero organizado con históricas huelgas en países capitalistas centrales y detonante de revueltas y rebeliones.

Pero, señalar lo anterior no equivale a adjudicar a la guerra todo el peso causal de la inflación, ya que lo importante para el análisis marxista es desenmascarar los fenómenos profundos por debajo de las apariencias superficiales para dar respuestas sistémicas, estructurales y revolucionarias en el plano programático.

Incluso, deberíamos anotar un elemento más, fuertemente presente en Latinoamérica seguro como así también en los países con alta inflación sostenida durante años, antes de la pandemia y la guerra: la crisis de los regímenes políticos, la desconfianza burguesa en la capacidad de estabilización de mediano plazo por parte de gobiernos capitalistas inestables que refuerza el comportamiento parasitario y especulativo de los formadores de precio que remarcan para asegurarse rentabilidad preventiva coyuntural.

Dicho todo lo precedente, podríamos sintetizar las causas profundas de la inflación que al confluir con la guerra de Ucrania desatan una espiral mundial con consecuencias sociales y políticas de envergardura:

  • La baja productividad de las economías más débiles, es un factor.
  • Los bloqueos de la cadena de suministro global por el COVID, fue otro.
  • La crisis de los regímenes políticos que fomenta la remarcación “preventiva” de precios por desconfianza burguesa en sus gobiernos de turno.
  • Y concurrentemente, la crisis energética, potenciada por la invasión rusa a Ucrania, completa el cuadro.

Ni la “demanda excesiva”, como argumentaron los keynesianos; o demasiado “dinero barato”, como argumentaban los monetaristas o “la puja distributiva”, hablando de los factores estructurales, ni exclusivamente la guerra.

En realidad, desde el COVID, la participación de los trabajadores en los ingresos y los salarios reales ha ido cayendo considerablemente incluso cuando cae el desempleo. Esto es todo lo contrario de la teoría keynesiana de la inflación, por ejemplo, que correlaciona salarios y desocupación: salarios más bajos, reducen el desempleo; salarios más altos, multiplican la desocupación. Es la llamada “Curva de Phillips”[2] como ”ley de hierro de los salarios”, que sigue estando en la base de las interpretaciones falsas de keynesianos y neo-keynesianos, y que Marx sepultó en el siglo XIX.

La rigurosa estadística de los últimos 3 años, pero si tomamos el largo aliento que va de la crisis de 2008 hasta ahora, tenemos que el aumento de la inflación no tiene que ver con un mercado laboral sobrecalentado, sino por márgenes de rentabilidad localizada de grandes corporaciones y cuellos de botella en la cadena de suministro, producto de la baja tasa de inversión de los capitalistas. Esto quiere decir, que aumentaron los precios por su poder de mercado monopolios y oligopolios, y no reinvirtieron en ampliación de infraestructura, ni incorporación de fuerza de trabajo. Por lo tanto, por mucho que los bancos centrales suban las tasas de interés para “enfriar” la lucha de clases, es más probable que causen un estancamiento duradero en la inversión y el consumo, provocando así una caída de orden recesivo, aguda.

Caracterizar acertadamente el origen multicausal real de la inflación, es clave para definir una política. En el caso de los economistas de la burguesía, se trata de análisis justificatorios de sus líneas anti-obreras y anti-populares.

Por ejemplo: si la causa es la “demanda excesiva” de bienes y servicios, hay que “enfriar” la economía aumentando las tasas de interés e incentivando el ahorro bancario. O más bien el negocio del capital financiero.

Si es el “dinero barato”, según la ley de la oferta-demanda y la mano invisible del mercado que regula todo, hay que “endurecer” la oferta de crédito, aumentar su precio, para sacar circulante del mercado y “enfriar” también.

Si el problema, entonces, son los salarios, hay que congelarlos como política.

En resumen: con esos diagnósticos, en todos los casos, la salida capitalista es ajustar por ingresos a la clase obrera y los sectores populares.

Si como explicamos más arriba, los problemas tuvieron otros orígenes (productividad, COVID y concurrentemente, guerra), el programa con el que se podría salir tiene otro conjunto de medidas:

  • Inversión estatal productiva, en lugar de especulativa en manos del capital financiero.
  • Abolir las patentes de las vacunas y expropiar los laboratorios privados, para producir vacunar e inmunizar masivamente.
  • Terminar con la guerra, a partir del retiro de las tropas rusas.

Vale decir, nuestras medidas de emergencia, parciales y apoyadas en la movilización pasarían por una orientación claramente anticapitalista y transicional.

La prueba que corrobora lo equivocado de las teorías burguesas de la inflación, es que los bancos centrales han sido impotentes para detener la inflación, excepto destruyendo ingresos, elevando los costos de la deuda e intensificando así la probabilidad de una caída total en las principales economías en 2023. La administración de la crisis en manos de los que la generaron, los capitalistas, conduce al precipicio.

El cóctel explosivo de las deudas y la perspectiva de estanflación como fenómeno

La directora general de la Organización Mundial del Comercio, afirmó hace pocos meses que “es de esperar una recesión mundial, no sólo en unos pocos países”. Esta hipótesis tuvo expresiones sintomáticas en países capitalistas centrales, a lo largo del 2022 y tiene datos relevantes a tomar en cuenta:

  • Crujió el mercado financiero en Reino Unido y tuvo que intervenir masivamente en el mercado de bono el Banco de Inglaterra de ese país para serenar la situación. La devaluación de la libra, depreció los bonos de ese país ya que la medida gubernamental de recortar impuestos a corporaciones y grandes fortunas, para reactivar la deprimida economía inglesa se traduce en deuda pública (para financiar esos subsidios a grandes capitalistas). Eso, desplomó el precio de la moneda británica a niveles históricos [3].
  • La subida del dólar que impacta sobre todas las monedas mundiales, es otro elemento a tener en cuenta: el yen está en mínimos de 24 años, el euro está tocando mínimos de 20 años y la libra esterlina está al límite de la paridad con el dólar, agravando aún más el peso de sus importaciones, en especial en un momento de elevados precios del gas, el petróleo y los alimentos.
  • El yuan, a pesar del superávit comercial de China, está sometido a una fuerte presión de depreciación frente a la moneda estadounidense, recolocando la incertidumbre en torno a la fuga de capitales, en un momento en que el aumento de la preocupación por la deuda y sostén estatal de empresas zombies es todo un factor de riesgo en China y el resto de Asia.
  • Inclusive, hasta un dólar artificialmente apreciado, impacta sobre los beneficios de las empresas estadounidenses con importantes operaciones en el extranjero.

En paralelo, la receta de los bancos centrales del mundo que suben sus tasas, tienen como deriva inmediata el costo de los préstamos para los consumidores y las empresas, lo que posiblemente termine llevando a la quiebra a las empresas más endebles y a la vez, va a reducir la demanda y el consumo.

Por lo tanto, lo más probable es que con esa orientación, no se liquide la inflación y sí se apalanque una recesión en toda la línea. Eso significa que las principales economías podrían entrar en un período de estanflación, no visto desde finales de la década de 1970, cuando las tasas de inflación se mantuvieron altas, y a la vez, la producción se estancó [4].

Por lo tanto, si tomamos estos rasgos generales de la situación y más allá del 2023 que indudablemente se presenta incierto para la economía mundial, el contexto tiene características de “fin de ciclo”, en el sentido de que la situación mundial aparece peor para la burguesía mundial a finales de los 70 con el desenlace del boom de posguerra, ya que ahora no son solo los países semicoloniales los que tienen enormes deudas (personales, públicas y corporativas), sino que afecta a las principales economías del capitalismo planetario.

Para tener noción del peso de la deuda a escala de la economía-mundo, veamos algunas cifras:

  • En 1970, la deuda global ascendía al 100% del PIB mundial. En 2020 fue del 250%, un aumento en términos reales de 2,5 veces en cincuenta años.
  • Su importe – 230 billones de dólares – se divide en tres componentes: 24% del total para los hogares (es decir, el 55% del PIB mundial); 36% para las empresas no financieras (es decir, el 83%); 40% para la deuda pública (es decir, el 92%).
  • En varias de las llamadas economías emergentes se enfrentan a una gran crisis crediticia, con impagos de deuda que vienen sucediendo en Sri Lanka, Zambia, Ghana y en otros países como Egipto y sabemos que, en Pakistán, incluso, el riesgo de insolvencia es alto. En América Latina, la presencia del FMI como auditor injerencista en los planes económicos de los países cristaliza como un hecho consumado. Argentina, es un ejemplo de ese sometimiento neo-colonial.
  • Pero también hay que tener en cuenta que la deuda mundial ha perdido mucha calidad en los últimos años. La gravedad de este deterioro cualitativo de la deuda mundial pesa sobre la fragilidad del sector financiero: cuanto más aumente la deuda, y cuanto más se endeuden los prestatarios -algunos de los cuales están sobreexpuestos-, más probables y graves serán las crisis futuras.

En resumen: el retorno de la inflación aumenta fuertemente las vulnerabilidades financieras. Si como en aquellos años, los bancos centrales deciden subir fuertemente las tasas podría provocarse una crisis de deuda mucho mayor que en aquella época, limitada a los países periféricos. Por ejemplo, la zona euro podría ser especialmente vulnerable.

Por el momento, las subidas de tipos son actualmente limitadas en comparación con el endurecimiento monetario de finales de los años ‘70: entre 1979 y 1981, la Reserva Federal (Fed) subió sus tipos de interés en 9 puntos porcentuales. Pero los bancos centrales, que ahora apuestan por un aumento sostenido de los precios, podrían endurecer fuertemente la política monetaria.

Por lo tanto, está muy planteado en la realidad, que la próxima recesión tengo como rasgo una crisis de deuda estanflacionaria aguda. Como porcentaje del PIB global, los niveles de deuda privada y pública son mucho más altos hoy que en el pasado.

Esta combinación de endeudamiento, encarecimiento de los créditos y estancamiento por falta de inversión y consumo, potencialmente aparece en el horizonte como un riesgo explosivo para la economía capitalista en los próximos años. A esto hay que sumar, la política de ajuste social permanente, que agrega nafta al clima social de polarización en todo el mundo. La deuda, en suma, es uno de los eslabones débiles de la economía capitalista mundial.

El auge y caída de las criptomonedas: la distorsión del capital especulativo

La política de aumento del precio del crédito, el aumento de las tasas y el fin del “dinero líquido y barato”, tuvo entre otros heridos, a las criptomonedas.

En el 2022 la caída del valor teórico de las criptomonedas fue de más de $ 2 billones marcando un desplome del 70 % de su valor más alto, logrado –no casualmente- en 2021, año crucial de expansión monetario y liquidez financiera.

Lo primero, para aclarar como encuadre es que la especulación es inherente al capitalismo, pero aumenta, como otras actividades financieras, en épocas de incertidumbre económica y crisis. Es decir: cuando cae la rentabilidad en los sectores productivos y el capital migra a sectores improductivos y financieros donde la tasa de ganancia es mayor. Esta es la razón del surgimiento y auge del criptomercado. 

Lo que está sucediendo ahora, con el desplome de este nicho de especulación, es lo que pasa cuando los inversores comienzan a esperar una caída en las ganancias debido a una desaceleración por venir de la economía real. Sin embargo, en etapas de malestar, la especulación crece y crece con la “irracionalidad” de la lógica capitalista. Decía Marx en El Capital que “en toda estafa bursátil todo el mundo sabe que en algún momento llegará el crack, pero todos esperan que caiga sobre la cabeza de su vecino, después de que él mismo haya recogido la lluvia de oro y colocado en seguridad.[5]” 

La ingeniería financiera de las Bitcoin en realidad son formas en las cuales se manifiesta eso que Marx llamó capital ficticio, es decir, activos financieros como bonos, acciones, propiedad, crédito y los llamados derivados de estos.

El capital financiero es siempre creativo a la hora de encontrar formas de especular y estafar con las expectativas de ganancias futuras. Repasemos ejemplos más o menos recientes:

  • Tuvimos el auge de las punto.com cuando los precios de las acciones de muchas nuevas empresas de Internet se dispararon, solo para colapsar cuando las ganancias de estas empresas no se materializaron y el costo de los préstamos para especular aumentó. Eso fue en 2000 y seguido de una leve recesión en 2001.
  • Después, se dio el auge crediticio en los precios de la vivienda, las hipotecas y los paquetes hipotecarios con sus derivados que impulsaron la fiebre inmobiliaria y bursátil que colapsó en 2008: los sub-prime.
  • Después del crack de aquel año, hubo una inyección masiva de dinero de los bancos centrales con tipos de interés bajos o nulos y una «flexibilización cuantitativa» que condujo a un nuevo aumento de los mercados de acciones y bonos hasta niveles récord. El impacto de la pandemia, después, llevó a los bancos centrales a duplicar la “liquidez” para mantener los precios de los activos financieros en aumento, mientras que la “economía real” basada en la rentabilidad y la inversión en activos productivos se estancó. Y en este punto de inflexión, estamos.

En lo que va del siglo XXI la circulación de dinero accesible, motorizó ilusiones transitorias en diversos casinos de la especulación financiera. La baja rentabilidad en la inversión productiva, estimula ese comportamiento adictivo… y de crisis crónica.

Las criptomonedas como Bitcoin (su nombre comercial), surgen con el propósito declarado de reducir los costos de transacción en los pagos por Internet y eliminar por completo la necesidad de intermediarios financieros, es decir, bancos. El contexto fue la crisis de 2008 y el odio social a la banca, en general y la centralización estatal. La ideología que está detrás de esta innovación es eludir al Estado, la banca, la centralización, los impuestos: una especie de ideología de la autogestión comercial. Sin embargo, andando el tiempo, y en manos de la lógica del capital, ese objetivo sigue muy lejos de concretarse y la evolución fue siendo muy distinta. Es decir: que monedas digitales, reemplacen a las divisas oficiales actuales como medio de intercambio abaratado.

Desde su creación, el precio de Bitcoin medido en dólares ha experimentado fuertes variaciones. Lo más reciente es que creció hasta la estratosfera en la medida en que hubo dinero barato e inflación baja. Así, más que como medio de intercambio, operó como activo financiero y refugio de valor.

Así, en el mundo ilusorio de la inversión financiera, Bitcoin y otras criptomonedas parecen más atractivas para los especuladores de divisas que incluso el oro.  Por eso, su auge, y la cotización de empresas del sector en EEUU que pasaron de 8 mil millones de dólares en 2018 a 68 mil millones en 2022. Esa compañía, por ejemplo, la Coinbase Global Inc., tiene más de 43 millones de usuarios en más de 100 países. Pero las criptomonedas tienen un talón de Aquiles más peligroso que otros mecanismos de especulación: el valor de Bitcoin no está respaldado por ninguna garantía gubernamental. Los bonos de deuda emitidos por un país, o los títulos o inversiones inmobiliarias como Evergrande en China, tienen, a fin de cuentas, la garantía de Estados Burgueses o bancos que intervienen en salvatajes de emergencia. La “criptolocura”, no tiene ese anclaje.

En realidad, Bitcoin, ahora en baja, no está más cerca de ganar credibilidad y aceptación planetaria que cuando arrancó. Por lo tanto, aunque las criptomonedas se han convertido cada vez más en parte de las finanzas digitales especulativas, al no ser asumidas por ningún sector burgués del gran capital con peso, circulan en la micro-periferia de los instrumentos de especulación.

Por lo tanto, las monedas digitales como medio de transacción barato, no escapan a las leyes generales del capital ficticio y su limitada existencia en el plano de las “expectativas” de rentabilidad que, sin embargo, siempre se realizan en todo caso en el terreno no ficticio, sino real y concreto de la producción.

El pronóstico 2023 de la burguesía: consenso en la recesión

Hacía mucho tiempo, que los principales think tank de la economía mundial, no tenían un acuerdo tan cuasi unánime en un pronóstico. Y nos referimos, en concreto, a la recesión en 2023 que se avizora con alta probabilidad. Por supuesto, hay analistas ligados a la administración Biden que dicen que la economía de los EE. UU. con su mercado laboral ajustado, la desaceleración de la inflación y el dólar fuerte evitarán una caída. En realidad, más que hipótesis, hacen política con sus propias expectativas y necesidades.

Veamos los principales pronosticadores de la economía mundial, qué dicen en relación al 2023:

  • El FMI calcula que el crecimiento del PIB real mundial será solo del 2,7% en 2023. Oficialmente, eso no es una recesión en 2023, aunque en sus “pappers” el organismo dice que «se sentirá como tal» (como una recesión).  Anticipa desaceleraciones en EE. UU. al 1%; del Reino Unido al 0,5% junto con la Eurozona, mientras que Alemania entrará en recesión al -0,3%.  Dice el FMI, textual: «Los riesgos para las perspectivas siguen siendo inusualmente grandes». Y eso, que la previsión del FMI es la más optimista del mundo burgués.
  • Por su parte, la OCDE [6] calcula que el crecimiento global se desacelerará a 2,2%.  Dice: “La economía mundial se enfrenta a importantes desafíos. El crecimiento ha perdido impulso, la alta inflación se ha extendido a todos los países y productos y está demostrando ser persistente. Los riesgos están sesgados a la baja”. Contundente.
  • La UNCTAD [7], en su último informe sobre Comercio y Desarrollo, también proyecta que el crecimiento económico mundial caerá al 2,2 % en 2023. Se puede leer en ese documento: “La desaceleración mundial dejaría el PIB real aún por debajo de su tendencia previa a la pandemia, lo que le costaría al mundo más de $17 billones, cerca del 20 % de los ingresos mundiales”.
  • A su turno, la Organización Mundial del Comercio (OMC) se une a las demás agencias internacionales para pronosticar una recesión mundial.  “Se prevé que el comercio mundial de bienes se desacelere bruscamente el próximo año bajo el peso de los altos precios de la energía, el aumento de las tasas de interés y las interrupciones relacionadas con la guerra, lo que aumenta el riesgo de una recesión mundial”, según la OMC. Su pronóstico para el crecimiento económico mundial en 2023 es del 2,3% y la OMC advierte sobre una desaceleración aún mayor si los bancos centrales aumentan las tasas de interés demasiado en sus esfuerzos por controlar la alta inflación.
  • El Instituto Peterson de EEUU, gurú del Consenso de Washington [8] pronostica una recesión para la Eurozona, los EE. UU., el Reino Unido y Brasil el próximo año, con un crecimiento económico mundial cayendo a un mínimo del 1,8%.
  • A su vez, el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), organismo de investigación financiado por las principales corporaciones financieras del mundo, pronostica una caída todavía peor en el crecimiento global de este año: “Pronosticamos una recesión global en 2023. Ajustado por los efectos base, probablemente alrededor de +0,3 % el próximo año (verde), el crecimiento global será solo de +1,3 %. Eso es tan débil como 2009, cuando el crecimiento general fue menor (+0,6 %), pero el remanente fue de -0,7 % (amarillo). Otra “Gran Recesión”.

En definitiva: hay coincidencia en la propia burguesía respecto a una caída en 2023.

¿Qué puede pasar en el corazón del imperialismo? ¿Elude EEUU la recesión pronosticada de conjunto para la economía-mundo?

  • Para diciembre de 2022, los registros de actividad empresarial señalan un ritmo de contracción económica más rápido desde la pandemia en 2020.
  • Los voceros de JP Morgan informan que el índice de producción manufacturera global de EEUU cayó en noviembre de 2022 «a un nivel rara vez visto fuera de las recesiones». Esto anticipa un aterrizaje forzoso de la producción fabril en 2023.

¿Cuál es la situación prevista para la Eurozona?

  • El Banco Central Europeo (BCE), dice ahora que la economía de la eurozona ya está en recesión, con un repliegue de la producción en el último trimestre de 2022 y con la misma dinámica para 2023. Aunque aclara que espera que la recesión sea «relativamente breve y superficial». Independiente del grado de caída de la economía en 2023 y los debates técnicos sobre recesión o no, la realidad pura y dura para las masas del mundo, en particular de los asalariados es de pérdida de ingresos y deterioro cualitativo del nivel de vida:
  • El Financial Times del Reino Unido, balanceando el año 2022, publicó lo siguiente: “A medida que nos acercamos al final del año, es difícil argumentar que 2022 ha sido bueno para los trabajadores. La escasez de mano de obra ha persistido y aunque el crecimiento de los salarios ha repuntado en algunos países como Estados Unidos y el Reino Unido, la paga no se ha mantenido al ritmo del aumento de los precios. Como resultado, los salarios globales cayeron en términos reales este año por primera vez desde que comenzaron los registros comparables, según la Organización Internacional del Trabajo. La participación laboral en el ingreso global también ha disminuido, según los cálculos de la OIT, ya que el crecimiento de la productividad superó el crecimiento de los salarios por el mayor margen desde 1999. En el Reino Unido, una década de crecimiento salarial estancado antes de la pandemia ahora será seguida por la caída más pronunciada. en los niveles de vida de los hogares en seis décadas, según las previsiones oficiales”.
  • En EE. UU., la disminución promedio de los salarios reales fue de poco más del 2 por ciento interanual en el tercer trimestre de 2022.
  • En Europa, Alemania y España las caídas aún fueron mayores, del orden del 4 y 5 %.
  • Tomada de conjunto la Eurozona, los salarios reales han caído un 8 % desde el final de la pandemia en 2020.
  • En Alemania, los ingresos reales se han desplomado un 5,7 % en el último año, la mayor pérdida de salarios reales desde que comenzaron las estadísticas.

¿Por qué entonces, las principales economías están cayendo otra vez en una nueva depresión después de tan poco tiempo desde la caída de COVID?

Hay dos factores cruciales actuando en ese proceso: la caída de las ganancias y el aumento de los servicios de deuda a partir de la apreciación del dólar y el aumento de las tasas de interés. Esos dos factores en tijera, estrangulan la actividad económica en la coyuntura actual.

Párrafo aparte merece, la situación de la economía rusa para 2023-2024. Primero, ubiquemos de dónde viene económicamente este país:

  • Después de la Caída del Muro y hasta por lo menos el año 2000 cuando Putin asciende al poder, de la mano de Yeltsin y con impulso del imperialismo occidental, se privatizó buena parte del capital estatal y se avanzó en un desmantelamiento de derechos sociales importantes, con picos de crisis económicas hiper-inflacionarias en el medio.
  • Putin tuvo suerte y viento de cola durante sus dos primeros mandatos como presidente (2000-2004 y 2004-2008), y la economía rusa prosperó en base a los precios internacionales del petróleo como de otros commodities y tuvo un promedio de crecimiento del PBI de entre el 5 y el 6 % en esos años. La nueva élite de ex –burócratas y socios capitalistas occidentales se beneficiaron de este período.
  • La década “perdida” fue la etapa posterior a la gran crisis de 2008-9 con caída de la tasa de inversión, fuga de capitales –incluyendo a los del propio multimillonario Putin, a paraísos fiscales- y un retroceso del PBI a una tasa del 1-2 % anual.
  • Después del Euro Maidán en 2014, Putin desplegó una línea nacionalista-panrusa hacia Ucrania, el Donbas y Crimea, y con los Juegos Olímpicos de Invierno de ese período también financiado por la oligarquía afín, desvió en parte la atención y el descontento social, amén del reforzamiento de un duro régimen represivo en el país contra toda protesta.
  • La aventura imperialista de invadir Ucrania, a priori, está golpeando duramente la economía rusa, y hay previsiones coyunturales de caída del orden 6 o 7 % del PBI para 2023 e incluso, proyecciones de una hipótesis de recupero a niveles pre-guerra recién hacia el 2030. El éxodo de jóvenes profesionales en masa y el descontento producto de la recesión en la que técnicamente después de tres trimestres consecutivos de caída está la economía rusa, marca el ritmo de la situación en ese país.
  • Aunque nos proponemos abordarlo a fondo, en una contribución que estamos preparando sobre ecología política, no podemos dejar de mencionar los debates en torno a la crisis energética provocada por la guerra, su impacto en Europa y en el aumento en costo de vida. Lo concreto es que hasta ahora, aunque el G7 en 2022 resolvió interrumpir la compra de energía a Rusia, no se cortado completamente el suministro. Más bien, se fue reduciendo como política preventiva de Alemania y otros países, acumulando reservas para pasar el invierno 2023 apelando a fuentes alternativas más caras, por ejemplo, en América del Norte, pero ese acumulado puede alcanzar para una temporada, no más. Eso incrementa el precio del petróleo y el gas, incentiva la producción de combustibles de origen fósil en todo el mundo y reforzó el comercio de Rusia con la India y China, con precios subsidiados. La perspectiva para Europa en este mundo es oscura y preocupante, ya que el factor energético presiona la escalada de precios adicionalmente y el costo de vida especialmente para la clase obrera y sectores medios empobrecidos. Los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, están más lejos que nunca en la Eurozona, en el Este, el sudeste asiático y China. Retomamos en el debate ambiental a fondo este tema.

Por supuesto, descartada ya la “victoria relámpago” sobre Ucrania, el horizonte para Putin y Rusia es altamente incierto. También para sus efectos sobre Europa y la región. No hay ninguna proyección positiva en el plano económico de todas las fuentes que pudimos consultar.

Perspectivas regionales para el 2023: el pormenorizado informe del Banco Mundial [9]

Posiblemente el más exhaustivo dossier sobre coyuntura e hipótesis de los ritmos de la economía planetaria, sea el que todos los años elabora el Banco Mundial, con centenares de cuadros técnicos dedicados a la tarea. Y más allá del lenguaje con toda su impronta ideológica y su lógico sesgo de clase, estudiándolo a fondo, podemos extraer información y datos útiles para nuestra actividad revolucionaria. El Informe está destinado a “especialistas”, a “consultorías”, bancos y corporaciones, por lo tanto, está pensado para asesoramiento de la propia burguesía.

Desde el punto de vista de las regiones y países, las proyecciones desagregadas del último informe del Banco Mundial, arroja lo siguiente:

  • Para América Latina y Centroamérica se prevé una caída global en la actividad del 1,3 % y un modesto repunte por encima del 2 % en 2024. El Informe reconoce el estancamiento producto del aumento de las tasas de interés y también anticipa, que la reducción de la demanda externa de EEUU y China, va a impactar en las exportaciones de países totalmente dependientes de las mismas, como así también, la caída en los precios internacionales de la mayoría de las commodities. Adicionalmente, las subidas de las tasas por la FED aumento el riesgo para las deudas en dólares de la región, con especial énfasis en países como Argentina. Se proyecta una caída en la tasa de inversión privada directa esencialmente por la “inestabilidad político-institucional” en la región: Brasil, Argentina, Perú, como eslabones especialmente débiles según este organismo imperialista.
  • Para Asia del Sur como región se anticipa que el crecimiento se desacelerará a poco más del 5 % en 2023 y luego repuntará un poco en 2024. Toda esta región estuvo duramente afectada primero por la pandemia y la desigualdad en el acceso a la vacunación; después por la guerra en Ucrania y el salto en el precio de la energía y los alimentos. El trigo aporta casi un 20 % del total de calorías consumidas en la zona y aloja a 1/3 de los pobres del mundo. Por lo tanto, la pobreza estructural y un salto en la misma por inseguridad alimentaria es un factor gravitante. También, las recientes inundaciones catastróficas en Pakistán muestran el peso del cambio climático en la región y la afectación en infraestructura que sigue siendo un elemento crucial a tomar en cuenta. Salvo la India, que logra sostener niveles de crecimiento por encima del aumento poblacional, el resto de los países tienen proyecciones a la baja, y el endeudamiento es un riesgo potencialmente explosivo. Recientemente, la crisis en Sri Lanka impuso el no pago de su deuda y las revueltas pesan regionalmente en la inestabilidad económica e incertidumbre.
  • Por su parte, Europa del Este y el Asia Central tienen proyecciones de caída en 2023 y un escuálido crecimiento del 2 % en 2024, regiones totalmente atravesadas por la guerra. Las tasas de inflación son las más altas en 20 años, el aumento en la energía y los alimentos, es dominante, como así también el peso de los créditos internacionales por el aumento de las tasas de interés. Toda la región vive económicamente al ritmo de la guerra y, por lo tanto, su perspectiva está asociada a la dinámica de la misma. La OTAN, sin embargo, acaba de resolver congelar una deuda importante a Ucrania, como parte de su línea de apoyo al gobierno burgués de ese país por unos 20 mil millones de dólares. Pero, el desplome económico-social que pesa sobre las masas ucranianas es enorme y una medida aislada no cambia esa realidad. La contracción de la economía en Ucrania fue de más del 40 % en 2022 y seguirá cayendo en 2023. Hay destrucción de capacidad productiva, daños a las tierras agrícolas y la reducción de la oferta de mano de obra, ya que, según las estimaciones, más de 14 millones de personas han sido desplazadas. De acuerdo con estimaciones recientes del Banco Mundial, las necesidades de recuperación y reconstrucción en los sectores sociales, productivos y de infraestructura ascienden, como mínimo, a USD 349 000 millones, es decir, más de 1,5 veces el tamaño de la economía de Ucrania anterior a la guerra en 2021.
  • En Medio Oriente y África del Norte se plantean proyecciones de caída en 2023 y 2024: 3 % y 2,7 % respectivamente. Aunque la región se benefició del aumento del petróleo y gas en 2021 derramando ese efecto en 2022, se espera que la caída de los precios internacionales de esos insumos, como así también, los efectos globales de la menor demanda de bienes y servicios, impacte negativamente en una región fuertemente cruzada por pobreza, desigualdad, altas tasas de desempleo juvenil (especialmente) y en algunos casos, caídas a la mitad de los niveles de ingresos de las masas en la última década (Siria. Egipto y Líbano, por ejemplo). Las perspectivas son a la baja en el crecimiento económico debido a la inflación que se consolida y el endeudamiento alto, además encarecido.
  • Finalmente, para la región del África Subsahariana también se anticipa una caída de la actividad económica en 2023 y 2024 con tasas un poco por encima del 3 %. Las principales economías de esta zona, por ejemplo, Sudáfrica viene en proceso de caída desde antes de la pandemia. El 70 % de los países de la región están afectados por la caída de los precios internacionales de los metales exportan (es su fuente de ingresos clave) y la combinación con el aumento de los precios de los alimentos (de los que son importadores netos), y los bloqueos en el suministro de energía, hacen pronosticar al Banco Mundial un horizonte negativo para este sub-continente. El factor climático y la infraestructura endeble, sumado al proceso de lucha de clases y las crisis políticas, proyectan caída en la tasa de inversión capitalista directa.

La espiral no es de precios sobre salarios: es la ganancia capitalista, estúpido.

Este es un debate importante, ya que se tiende a naturalizar como parte de construcción del sentido común que instalan las usinas ideológicas del capital, la idea de que “la presión salarial, espiraliza los precios”. En especial, es una tesis de la ortodoxia keynesiana, hoy con peso influyente en el campo de las ideas económicas. Y la realidad, demostrable empíricamente, es otra. En realidad, este debate no tiene nada de nuevo y Marx, ya lo saldó en el siglo XIX [10]

Concretamente, los salarios no están estimulando el aumento de precios, ya que, de hecho, es la rentabilidad burguesa el componente que más aumentó de los 3 factores que componen el valor de las mercancías (capital constante, salarios y ganancia desde la pandemia. Pero, lo notable es un dato que los economistas del sistema, soslayan: todo el 2022 mostró una caída de la productividad general, con precios hacia arriba de los insumos y con aumento de los costos laborales unitarios. Ese “combo” afecta los márgenes de rentabilidad. Y el círculo se retroalimenta con menos inversión productiva, en la medida, que la ganancia cae. Así, cae también la producción general. Acá está el quid de la cuestión. No en “la presión salarial”.

Si enfocamos el caso particular de EE. UU, la principal economía capitalista del mundo, vemos que en 2022 la productividad cayó como no lo hacía desde 1982. Por eso, aunque la inflación anual terminó siendo de más del 10 % y el crecimiento de los salarios apenas el 3 %, al aumentar el costo de producción por unidad (por la baja tasa de re-inversión productiva), la rentabilidad empresaria cayó. La bonanza de ganancias pos-pandemia se terminó. Este es el primer factor gravitante de las tijeras que describimos antes como catalizadores de depresión económica.

La otra variable, es el aumento del costo de los créditos. Muchas corporaciones están cargadas de deudas y se encaminan hacia dificultades de solvencia ya que los bancos endurecieron la liquidez: se acabó el dinero barato. En el I° Congreso de la LIS, en la resolución sobre economía mundial, discutimos el peso de las llamadas “empresas zombis” que no logran que la ecuación económica les dé ni para cubrir el costo de sus servicios de deuda. Los datos entonces arrojaban un número cercano del 20 % en la economía mundial de este tipo de empresas, artificialmente sostenidas por refinanciaciones y subsidios estatales. A ellas, hay que sumarles un número significativo de empresas que tomaron préstamos en 2021 para invertir en activos financieros, y hoy con el aumento de las tasas, no les cierran los números para devolver lo prestado. Ese riesgo potencial, de defaulteo de deudas corporativas, existe.

En definitiva: caída de la productividad, declinación de la tasa de ganancia y salto en los costos de deudas, prepara las condiciones para un 2023 de estancamiento recesivo e inflación consolidada.

China: disputa inter-imperialista, aproximación coyuntural a su economía e hipótesis abiertas.

China es un tema de debate importante, para encarar cualquier análisis sobre la economía y la política mundial en el siglo XXI. La disputa inter-imperialista con EEUU, es uno de los factores preponderantes en la geopolítica capitalista actual.

En este capítulo de nuestro aporte al debate económico del II° Congreso de la LIS, queremos abordar algunos temas, abiertos, para que sirvan para enriquecer el intercambio pre-congresal:

  • Explicar el origen de las tensiones inter-imperialistas entre EEUU y China, como polos de disputa de la hegemonía mundial, y utilizar un paralelismo histórico para ilustrar mejor nuestro punto de vista actual.
  • Vamos a abordar aspectos de la economía actual de este gigante de 1400 millones de habitantes (940 millones de asalariados) tanto en la “foto” de su situación actual como algunas coordenadas para dejar interrogantes en agenda.

Posiblemente resulte útil, hacer un paralelismo histórico entre la actual disputa por la hegemonía y otra que se dio en la época que analizó Lenin, en su libro sobre el imperialismo. En concreto, entre el final del siglo XIX y el arranque del siglo XX el imperialismo dominante, Inglaterra, inició una declinación que terminó capitalizando EEUU cristalizado como nueva potencia dominante ya con la II° Guerra Mundial. Sin embargo, hubo una etapa o período anterior, entre la primera gran crisis capitalista global en 1873 y la I° Guerra Mundial y la Revolución de Octubre, que tiene más puntos de contacto con la fase que nos toca encarar a nosotros.

De alguna manera, la comparación tiene pertinencia en la medida en que, como la Inglaterra de entonces, EEUU, esmerilado en su dominio, cuestionado, amenazado, todavía sigue siendo económica, política y militarmente potencia hegemónica. Y como el EEUU y Alemania, de finales del XIX y principios del XX, la China de hoy viene protagonizando un sostenido fortalecimiento económico, sobre todo, pero con contradicciones y límites que todavía no le alcanzan para superar a EEUU o bien confrontar con chances de superarlo.

Por supuesto, el tipo de capitalismo imperialista en esta etapa de su desarrollo, ya en el siglo XXI es distinto en parte al que analizó Lenin, por el salto en la integración capitalista de la llamada cadenas globales de valor y el proceso de deslocalización en la producción, que impacta sobre la clase obrera como sujeto. Pero, al margen de los rasgos nuevos, hay dos elementos susceptibles de ser comparados:

  • Por un lado, la gran crisis (1873) marcó un punto de inflexión para el dominio inglés, parecido al fin del boom de la posguerra para EEUU y el salto de calidad que refuerza esa dinámica con la gran crisis de 2008-9. De alguna manera, la hegemonía indiscutible pasa a estar en debate y dialécticamente, se alistan competidores en disputa: para el primer caso, EEUU y Alemania, para la actualidad, China.
  • En el interregno 1873-1914/17 se abre una etapa de desorden, contradicciones, crisis que con la I° Guerra y las revoluciones de la nueva época se empiezan a resolver, y para el caso de la hegemonía, con la II° Guerra Mundial. Las últimas décadas, de crisis recurrentes, tienen un potente parecido de “transición caótica” con ese período: un imperialismo, debilitado pero que no termina de morir, y otro, que no termina de emerger y cristalizar.

Alemania, como contendiente quedó en el camino en la I° Guerra y en la II° lo volvió a intentar, ya con el nazismo como régimen, y finalmente, esa nueva guerra cristalizó el triunfo de aliados al comando de EEUU como potencia hegemónica consolidada.

En la actualidad, la disputa es por mercados y captura de commodities a bajo costo, y es la carrera por el desarrollo tecnológico de punta en las ramas digital y de la inteligencia artificial, donde la burguesía yanqui lidera (el episodio Huawei lo anticipó hace poco tiempo). Frente a esa amenaza, la política exterior de la Casa Blanca, cambió de la contención con Clinton y hasta Obama, a la disputa más abierta, que incluye guerra de posiciones y rearme de la OTAN y aliados. Ya la estrategia económica china, no se limita a exportar bienes baratos en base a la superexplotación de su masiva fuerza de trabajo disponible y militarmente regimentada, sino que disputa en el terreno de la innovación donde la burguesía yanqui hace la diferencia a escala mundial –igual que en el dominio del capital financiero con sus bancos y el dólar como moneda de referencia mundial.

Hasta acá, entonces, los paralelismos como aproximación a entender mejor una de las claves geopolíticas de nuestro tiempo.

Por otro lado, los analistas económicos de la burguesía pro-yanqui, insisten en pronosticar la debacle de China desde hace años, argumentando que las tasas de inversión que realiza el Estado son insostenibles en el tiempo; que la población envejecida es un factor limitante y que el consumo está por debajo de lo óptimo para tener éxito como economía capitalista clásica. Todo este razonamiento, termina planteando una salida: la necesidad de una privatización total de lo que queda de estatal en China y una apertura global al capital transnacional. En otro polo, apologistas interesados de la burocracia china defienden un «socialismo de características especiales», ignorando todas las contradicciones y tensiones en la sociedad china, incluida la censura estatal, la represión, la desigualdad imprevista y los antagonismos de clase.

En realidad, el panorama presenta más matices y contradicciones, y lejos de enfoques unilaterales y anti-científicos, consideramos necesario abordar el cuadro más bien híbrido y no químicamente puro de China, utilizando el instrumento de la Ley del Desarrollo Desigual y Combinado, formulada por Trotsky.

  • China, evidentemente, parte de una “acumulación originaria” heredada del proceso revolucionario de 1949, la reforma agraria y la expropiación a la burguesía, que expandió sus fuerzas productivas durante más de 20 años de forma cualitativa: mientras en el resto del mundo capitalista, declinaba el boom económico de la segunda posguerra, la economía china entraba en los 70 con esa acumulación previa en el plano de su base material [11].
  • Desde entonces en adelante, hubo un espasmódico zigzagueo comandado por la burocracia del PC que fue de la liberalización económica de los 80, las privatizaciones hasta Tiananmen, para pasar después a un período de reforzamiento de la intervención estatal y la proletarización masiva de campesinos, al vuelco hasta la crisis de 2008-9 a la exportación a gran escala de bienes y servicios con ventajas comparativas en base a explotación de fuerza laboral barata y militarmente regimentada.
  • Durante la crisis recesiva de 2009, y el impacto de la pandemia posterior, dieron cuenta en China de las distorsiones del capital privado en el país: solamente la intervención estatal en operaciones de salvataje de empresas, y de inversión directa en obra pública, atemperaron la debacle que sí sufrieron otras economías del mundo capitalista occidental.
  • En los últimos 15 años, la burocracia china incentivó la propagación masiva de inversiones improductivas y especulativas por parte del sector capitalista de la economía. En el impulso por construir suficientes casas e infraestructura para la población urbana en rápido aumento, los gobiernos central y local dejaron el trabajo a los desarrolladores privados. En lugar de construir casas para alquilar, optaron por la solución de “mercado libre” de constructores privados que construyen para la venta. El peso del sector inmobiliario especulativo, explica crisis de alta explosividad como la Evergrande, que estuvo al borde de un default de 300 mil millones de dólares en 2021 y que solamente, el salvataje estatal evitó. Cerca del 20 % del PBI chino está representado por el sector inmobiliario, que, a su vez, sobre-endeudado para la especulación, aloja no menos de 25 % de empresas zombies en su rubro. Estos datos son claves, en dos sentidos:

a) expresa vulnerabilidad de un pilar de la economía del gigante asiático.

b) da cuenta del apalancamiento artificial del crecimiento chino.

  • El eslabón más débil de la economía china, no parece radicar en su sistema financiero, ya que, en este sector, la burocracia controla las palancas decisivas: el banco central, los cuatro grandes bancos comerciales estatales, que son los bancos más grandes del mundo, y los llamados «bancos malos», que absorben préstamos incobrables, grandes administradores de activos, la mayoría de las empresas más grandes. El gobierno puede ordenar a los cuatro grandes bancos que intercambien préstamos en mora por participaciones de capital y olvidarse de ellos. En este punto, la acumulación primitiva y las enormes reservas chinas, le dan oxígeno transitorio.

Sin embargo, es evidente que los problemas en el sector inmobiliario actual es una señal de que la economía china está cada vez más influenciada por el caos y los caprichos del sector basado en las ganancias. Al igual que en las economías capitalistas de Occidente, la rentabilidad del sector capitalista de China ha ido cayendo y este elemento, introduce todas las contradicciones de la Ley del Valor como en cualquier economía capitalista clásica.

Ahora bien: China ralentizó su crecimiento y requiere solo para absorber su evolución demográfica un 8 % anual, lo cual no es poco. Por lo tanto, el repliegue hacia el mercado interno pos-crisis de 2008, que generó contradicciones con las transnacionales en el país y la propia burguesía china (ya que para fomentar el consumo de parte de lo que antes se exportaba hubo que aumentar salarios), se intenta resolver con una expansión imperialista en competencia con EEUU y que la Ruta de la Seda como proyecto revela claramente. La orientación imperialista en el terreno económico de China opera como compensación de rentabilidad del giro proteccionista que dio para responder primero a la crisis de 2008 y después a la parálisis del comercio en la pandemia. Además, claramente tiene como objetivo competir con la burguesía yanqui en el terreno de las finanzas. Así, la Ruta suscripta por 140 países, implica inversiones en calidad de préstamos que construye relaciones dependencia financiero-crediticias con China. Esa línea económicamente ofensiva, refuerza roces, tensiones y disputas con EEUU:

  • La política de la Casa Blanca ya no es de “contención” a China, sino de bloqueo directo en los sectores y ramas donde EEUU es hegemónico y la burocracia china pretende penetrar: finanzas y tecnología digital.
  • Por ahora, la burocracia china no responde con medidas equivalentes contra las corporaciones extranjeras en su territorio. Pero, el acorralamiento que le va imponiendo la burguesía estadounidense crece y el horizonte es incierto.

Por último: la participación de empresas estatales en la economía china sigue siendo muy importante, y en sectores clave, central. Sin embargo, la presencia del capital privado no ha dejado de crecer en los últimos quince años. Esa es la fuente de las contradicciones principales que atraviesan a la potencia imperialista en cuestión.

Obviamente, este elemento es soslayado por el campismo apologista de China, y a la vez, no se puede negar, que fue la presencia estatal invirtiendo de forma directa tanto en 2009 como en la pandemia, lo que evitó un desplome como ocurrió en otros países del mundo capitalista occidental.

La desesperación por no dejar de producir, por un lado, y a la vez, evitar que el virus se propague, dieron lugar a protestas y movilizaciones, que hicieron retroceder al gobierno del PC y que posiblemente hayan sido equiparables o hasta superiores a Tiananmen.

No hay duda de que China ha estado bajo una burocracia estalinista represiva llena de privilegios económicos en su naturaleza social desde la Revolución de 1949. Después de 1978, partes de la burocracia también se han convertido en burgueses. Sin embargo, a diferencia de la URSS, la burocracia china ha mantenido un fuerte control sobre la economía a través de empresas estatales masivas, bancos estatales y planificación, incluso después de la llamada reforma y apertura de Deng Xiaoping. En la economía china coexisten dos sectores (capitalista/privado y estatal/público) que le dan una composición capitalista de Estado altamente contradictoria. La burocracia del PC, por el bien de su propia existencia y privilegios y de la estabilidad social/política, se ha visto obligada a revertir muchas de las reformas de mercado en el pasado y un fenómeno similar parece estar ocurriendo bajo Xi Jinping en los últimos años. La evolución de los acontecimientos en este gigante en los próximos años dependerá en parte de las contradicciones entre facciones internas de la burocracia, con una facción exigiendo profundizar las reformas de mercado y fortalecer a los sectores burgueses que detentan la propiedad privada de las empresas, mientras que la otra quiere un control estatal más estricto y más propiedad pública. Cabe señalar que la crisis de 2008 fue un revés ideológico y político para la facción de la burocracia china que quería una restauración completa del capitalismo a través de privatizaciones a gran escala y el abandono total de la planificación económica. Cualquier nueva crisis del capitalismo global puede obligar a la burocracia china a fortalecer los elementos de planificación y propiedad estatal en la economía. Pero más que eso y los datos fríos de la estadística económica, dependerá de la lucha de clases en el mundo y del despertar o no de la poderosísima clase obrera china.

Debates pos-pandemia 1: automatización-digitalización, inteligencia artificial y otra vez “el fin de la clase obrera”

Durante la pandemia (aunque es un proceso que viene desde antes del COVID), el confinamiento obligado y el trabajo remoto, reinstalaron el debate recurrente (e ideológicamente interesando), sobre el trabajo fabril, sobre la automatización, la inteligencia y otra vez, el futuro de la clase obrera.

Hay teóricos que investigan el impacto de la digitalización del trabajo, y su extensión después de la pandemia, que tienden a relativizar la teoría del valor y la explotación del trabajo de Marx, afirmando que ya no es relevante para la naturaleza de las relaciones de clase y la opresión en el trabajo en las sociedades pos-COVID.

Por ejemplo, y ¡cuándo no! Michael Hardt y Toni Negri (los mismos que “decretaron” desde París el fin del imperialismo después de la caída del Muro), ahora argumentan que la explotación en el nuevo panorama del capitalismo radica en numerosas esferas de la vida social “no fabriles”; por ejemplo, en sitios web de redes sociales. Obviamente, no se pueden negar –y necesitamos profundizar- el impacto de la integración mundial de cadenas de valor y la deslocalización, sobre la clase obrera en tanto sujeto, en términos de fragmentación y debilitamiento objetivo, en el sentido de cierta “desconcentración” de la producción por encima de las fronteras. Pero, las viudas del estalinismo, los predicadores del “no se puede”, aíslan fenómenos como este, para generalizar un pronóstico de escepticismo respecto de las tareas históricas del movimiento obrero. Eso es lo que cuestionamos, como tesis, sin negar los cambios y reconocer la necesidad de calibrarlos más a fondo en nuestros análisis.

En realidad, la explotación del trabajo para la apropiación de plusvalía sigue siendo el núcleo de las relaciones de clase incluso en el mundo del trabajo digital, es decir, en el trabajo que se procesa y gestiona principalmente a través de plataformas digitales donde, al menos en teoría, a menudo no hay necesidad de que los trabajadores estén juntos en un espacio físico permanente para realizar determinadas tareas laborales.

Más bien, el trabajo digital y remoto, en el mundo post-COVID continúa la intensificación, a través de medios digitales, de procesos laborales productivos e improductivos. Las jornadas laborales se vuelven “elásticas” y la delimitación entre el tiempo de trabajo y el descanso bien difusa. Así, en general, los empleados trabajan más horas y completan más tareas durante esas horas, lo cual redunda es mayor explotación [12]. De hecho, un reclamo surgido en este marco fue el derecho a la “desconexión”, para evitar una especie de sometimiento full time a través de las tareas home office.

En realidad, la digitalización, como así también la robotización industrial, en manos del capitalismo, refuerza la explotación laboral y reemplaza personas por máquinas, aumentando el desempleo. Pero en este caso, el problema no es la “inteligencia artificial”, sino la propiedad privada de la misma como medio de producción al servicio de la maximización de ganancia.

Un elemento más, respecto al fin “de la clase obrera”. Lo que los economistas burgueses no hacen, es encuadrar el análisis de la automatización y digitalización laboral, en el marco de algunas de las herramientas científicas de análisis más preciosas desarrolladas en El Capital. Es lógica su limitación de clase para ello. Pero, todo avance tecnológico aplicado a la producción bajo el capitalismo, la creciente inversión en esa técnica en desmedro de la inversión en fuerza laboral, no hace otra cosa que aumentar la productividad de algunas ramas más equipadas con esa tecnología de punta, pero desplazando fuerza laboral, con una consecuencia probada: la reducción del volumen de valor creado, ya que nuevo valor o plusvalía, solo es atributo de la fuerza laboral, no de las máquinas. Este fenómeno denominado “aumento de la composición orgánica” del capital, incentiva la ley tendencial más importante bajo el capitalismo que es la caída de la tasa global de ganancia.

Entonces: ni la digitalización elimina la explotación; ni desaparece la clase obrera, ni se supera la ley del valor que opera una y otra vez. Por lo tanto, como socialistas revolucionarios, somos fanáticos impulsores del desarrollo de la ciencia y la investigación aplicadas al aumento de la productividad laboral, pero no para acumular beneficio privado, sino para alivianar la carga colectiva de trabajo socialmente necesario, en el marco de una planificación democrática de valores de uso, que la sociedad, sin capitalismo, requiera. Pero este es tema, de otro punto de nuestro aporte.

Debates pos-pandemia 2: El milagro del “capitalismo modernizado y social” en Japón y los paraísos (perdidos) de la socialdemocracia nórdica.

La crisis económica del capitalismo, crónica, recurrente, afecta su credibilidad, su autoridad como “modelo” de organización social. Por eso, a través de sus múltiples mecanismos de acción ideológica, con sus formadores de opinión y constructores de sentido común, intenta en estas etapas de incertidumbre instalar “referencias” o “modelos” en el marco, siempre, de la lógica del capital. Y más allá de quiénes polarizan entre EEUU y China, como distintas fracciones burguesas aliadas a uno y otro imperialismo, aparecen Japón y los países nórdicos, como alternativas y ejemplos de reafirmación capitalista.

Japón, por un lado, como referencia de reconstrucción en base a la innovación, la iniciativa y la unidad nacional, después de la 2° guerra y los países nórdicos, como referencia de socialismo moderado o capitalismo con contenido social, posible y “realista”. Veamos, en qué punto están económicamente en esta etapa, pos-crisis de 2009 y pos-pandemia, ambos “modelos alternativos”:

  • Japón, ahora gobernado por el banquero Kishida, atraviesa un impasse de estancamiento importante en todos sus parámetros económicos. El nuevo primer ministro prometió un “nuevo Japón actualizado” de “contenido social y anti-neoliberal”. Es decir, cuestionando, los 3 pilares del proyecto precedente: ajuste fiscal, reforma previsional y laboral [13].
  • Sin embargo, todos los números en 2022, terminaron siendo negativos. Los números récord de casos de Covid-19 llevaron al gobierno a introducir medidas casi de estado de emergencia, que junto con el aumento de la inflación provocaron una caída del consumo privado y la inversión. La producción manufacturera y la exportación, cayeron, debido a la contracción mundial por la guerra y los bloqueos de cadenas de suministro.
  • La OCDE documenta que el PBI per cápita de Japón sigue siendo casi un 20 % inferior al de las otras potencias capitalistas del G7; la desigualdad de ingresos sigue siendo mayor que en la mayoría de las economías avanzadas; y la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero siguen siendo desastrosas.
  • Algunos defensores del “modelo japonés modernizado” invocan la baja inflación del país oriental como prueba de su mayor fortaleza, respecto a ese fenómeno mundial. Sin embargo, esa baja tasa de inflación se debe antes que nada a que la economía japonesa permanece estancada, al límite hace varios años al borde de la recesión total. Así que la inversión y la demanda de los consumidores es débil.
  • Hace 25 años, que los salarios en Japón están estancados, frente a tasas de rentabilidad, crecientes y concentradas. Para lograr ese propósito, la burguesía nipona intensificó los ritmos de explotación y extendió la jornada. Además, aunque el desempleo es bajo debido a la reducción masiva de la población en edad de trabajar, que merma cerca de 550.000 personas por año, en el mercado laboral se compensa con una fuerte feminización laboral, pero las empleadas trabajan en áreas de salarios más bajos y desiguales incluso que los hombres. Esto mantiene la presión salarial en declinación y las ganancias altas.

En resumen: hay sobre-carga laboral, súper-explotación y no hay que olvidar que en Japón se acuñó el concepto de karoshi (muerte por exceso de trabajo) hace 50 años después de una serie de tragedias de empleados. Sin embargo, aun así, la productividad no para de caer en esta potencia capitalista.

Por lo tanto, más que “modelo de capitalismo actualizado”, estamos frente a una potencia claramente en decadencia por sus parámetros económicos de coyuntura y estructurales.

¿Y entonces, sí el capitalismo “social” nórdico es alternativa? Veamos un poco el cuadro.

Lo primero, para marcar con claridad, es que el tan mentado modelo socialdemócrata de Estado de Bienestar nórdico, se fue desmantelando en los últimos 40 años. Los procesos electorales de los últimos años en Dinamarca, Suecia o Noruega, con retrocesos y derrotas de las coaliciones hegemonizadas por la socialdemocracia a favor del surgimiento de fuerzas reaccionarias, anti-inmigrante, anti-derechos en general y de contenido bien neoliberal, cristalizan la desilusión con una centroizquierda derechizada y administradora de planes de austeridad desde por lo menos finales de la década de 1980 y 1990. No es un relámpago sobre un cielo despejado. Como en el caso del “modelo emblemático de innovación y progreso” de Japón, la falsa ideología del bienestar capitalista y socialdemócrata nórdico es otra farsa, basada en la desinformación y la manipulación intencionada.

Hay abundante documentación que prueba para Suecia, por ejemplo, el pasaje del modelo de posguerra hasta la década del 80 basado en políticas públicas de contenido keynesiano, a un gradual y después acelerado, desmantelamiento de ese esquema a favor del capital financiero, hegemonizado por no más de una docena de clanes familiares que se apropiaron a través de privatizaciones de empresas estatales y que pasaron de pagar altos impuestos, a recibir enormes subsidios para asegurarse tasas de rentabilidad media que consolidaron un salto en la desigualdad social muy importante [14].

En Dinamarca y Noruega, la realidad fue dándose de forma equivalente. La desigualdad de ingresos y la concentración de riqueza personal en un puñado del 1 % de capitalistas locales transformadas y asociadas a multinacionales, fue creciendo desde los 80 del siglo pasado con un salto de calidad después de la crisis de 2008-9.

Simultánea y dialécticamente, la participación del salario de los trabajadores en la riqueza nacional, se redujo más del 50 % en ese mismo período.

Es verdad, que comparativamente, a las pequeñas economías nórdicas normalmente les va mejor que a la mayoría de la Eurozona. Así, por ejemplo, el crecimiento medio del PBI real fue un poco superior al promedio de la UE y el impacto de la caída del COVID ha sido menor.

Sin embargo, ni Dinamarca, ni Suecia, ni Noruega, escapan a la escalada inflacionaria en la medida en que las tasas de interés suben, y con ese panorama, se multiplica el malestar y el hartazgo social. Lo contradictorio políticamente, es que la debacle de la centroizquierda y su base sindical de apoyo en las burocracias de cuello blanco, liberan espacio político para el crecimiento de derechas emergentes.

Independientemente de este corte sincrónico, o más bien de la “foto” del cuadro de situación en esa región del mundo hoy, la proyección a la baja de la rentabilidad media de las empresas de origen nórdico, anticipan, en los marcos del capital políticas de austeridad que van a incentivar seguramente el proceso de lucha de clases y abrir oportunidades a izquierda en el próximo período. En todo caso, en ese terreno y en la capacidad de los socialistas revolucionarios de intervenir y fortalecerse, se va a terminar resolviendo la ecuación económica general de estos países falsamente presentados como “prueba incontestable de capitalismo virtuoso y exitoso”.

Más allá de las falsas ideologías y el sentido común: un resumen de la orientación burguesa en este período

A lo largo de todo este informe, fuimos presentando aspectos parciales del cuadro general de la economía en los últimos dos años y coordenadas que hacen a la proyección de lo que se viene, como hipótesis más probable. En este punto, el propósito es esquematizar la orientación precisa de la burguesía hoy, en sus fracciones dominantes o hegemónicas, más allá de tensiones y diputas.

En realidad, como en toda crisis, y posiblemente, la que cruza la economía capitalista desde 2008-9 sea la tercera más importante de la historia del sistema (después de la depresión de 1873-1895 y el “Crack” de 1930), hay síntomas de confusión, improvisación y desorientación en la clase dominante (como así también disputa por la hegemonía y roces inter-imperialistas). Por eso, identificamos un programa de “emergencia” de cierto coyunturalismo burgués, que apuesta a ganar tiempo sin dejar de levantar y aplicar donde pueda su plataforma de contra-revolución económico-social contra las masas, sus condiciones de vida y los ecosistemas, inclusive (este será tema que abordaremos en profundidad en otro aporte).

En lo inmediato, la orientación general se reduce a lo siguiente:

  • Primero, “enfriar” la economía subiendo las tasas de interés, endureciendo la liquidez monetaria. Se proponen así, atemperar la inflación y desincentivar el proceso de lucha de clases por esa vía. Elige ese camino, a sabiendas que las consecuencias recesivas traerán aparejadas consecuencias en materia de desocupación y más pobreza. La burguesía lo prefiere, antes que la profundización del conflicto social y la polarización. Nuestra hipótesis es que la inflación obedece a otros factores estructurales distintos al reclamo salarial y, por lo tanto, lo más probable es un horizonte próximo de inflación + estancamiento. Es decir: estanflación mundial.
  • En segundo término, la línea global especialmente en las semicolonias, es el ajuste para pagar deudas, preparando un nuevo ciclo de “terapia de choque”, alrededor de las llamadas reformas estructurales. La fragilidad económica en los llamados países emergentes, incluso en las potencias, es tal, y el peso del endeudamiento tan grande, que el riesgo de insolvencia por la imposibilidad político-social de aplicar los ajustes necesarios, aparece como uno de los eslabones de mayor explosividad del próximo período.

Este paquete de medidas de emergencia, como respuesta del inmediatismo de la crisis, conecta con la aspiración estratégica de una plataforma que apunta a contrarrestar la caída global de la tasa de ganancia tomada la economía-mundo de conjunto:

  • La agenda de las reformas laborales, para sepultar los derechos obreros que todavía se conservan.
  • Reforma fiscal, de mayor carga sobre sectores medios y clase obrera, y exenciones-subsidios a la gran burguesía.
  • Reforma previsional
  • Reforzamiento de una matriz productiva ecocida, para obtener insumos primarios a menor costo (con el agravante de la guerra en Ucrania, que refuerza el uso de combustibles de origen fósil y el consecuente agravamiento del cambio climático global)
  • Más presiones imperialistas, profundizadas por la disputa EEUU-China, que actúa en pinza sobre los países: FMI y corporaciones yanquis, por un lado; Ruta de la Seda, y expansión de capitales chinos por otra.

Finalmente, más allá de las modas intelectuales, y los intentos por sepultarlo, Marx vuelve una y otra vez, para ayudar a clarificar el panorama: el capitalismo remonta sus crisis reforzando la explotación de la fuerza de trabajo y de la naturaleza. En sus manos, los avances tecnológicos prodigiosos, son fuente de crisis, porque sirven para la maximización del beneficio privado y desplazan trabajadores de la producción, haciendo caer la tasa global de ganancia.

Y no hay robotización, automatización, inteligencia artificial e internet de las cosas, que reemplace a la clase obrera que, como Marx, sigue vigente, y gana peso, no retrocede: según la OIT hay 3.500 millones de trabajadores en el mundo y nunca fue tan gran el peso de la clase obrera cuantitativamente hablando. Por eso, su posición estratégica en la economía sigue siendo decisiva y por eso, la forma de salir del círculo de crisis capitalista consiste para la burguesía en recuperar tasa de rentabilidad en base a aumentar los niveles de explotación de la fuerza laboral como nunca, obtener más commodities y materias primas baratos y todo eso es posible, suprimiendo derechos laborales, precarizando y provocando más catástrofes ambientales. Todos sus voceros y usinas ideológicas, se dedican a explicar que hace falta “flexibilizar y modernizar” las rígidas leyes laborales de los países; alivianar carga fiscal sobre el empresariado para incentivar la inversión y a la vez, extender la edad jubilatoria, ya que los sistemas previsionales serían “insustentables”. Complementariamente, las deudas externas sobre los países periféricos suman un factor adicional de saqueo económico y de condicionamiento político en el sentido de la agenda que explicábamos más arriba.

Por eso, por fuera de las disputas inter-imperialistas, hay un programa que unifica a la burguesía mundial y que tiene como variable de ajuste a las masas del mundo. Ese verdadero plan de guerra, contra-revolucionario, es la verdadera “fábrica” de polarización social y política, de lucha de clases, rebeliones, derechas emergentes y oportunidades para los revolucionarios.

“Angustia”, crisis civilizatoria y fuerzas destructivas.

Cuando estábamos por terminar de darle forma a este aporte para el debate pre-congresal de la LIS, leímos el último Informe sobre el Desarrollo Humano (IDH) de la ONU [15] que abarca los años 2021-2022. Nos pareció tan revelador de afirmaciones que hace mucho nosotros planteamos, que lo vamos a mencionar porque no deja de sorprendernos con esta especie de “confesión de parte” de un organismo imperialista.

Según el IDH (que se elabora desde 1990 y mide calidad de vida de las personas tomando varios parámetros), la percepción de la población mundial respecto al futuro es más pesimista que en cualquier otro tramo de la historia moderna desde por lo menos la Primera Guerra Mundial. De alguna manera, sin quererlo, el Informe abarca un relevamiento de toda la época imperialista tal como periodizamos desde el marxismo revolucionario siguiendo a Lenin.

El Informe releva rasgos y tendencias lingüísticas presentes en los últimos 125 años de historia de la humanidad y encuentra, un “fuerte aumento en las expresiones que reflejan distorsiones cognitivas asociadas con la depresión y otras formas de angustia mental». Más concretamente: en los últimos 20 años (de 2002 a la fecha) el lenguaje popular refleja percepciones “extremadamente negativas del mundo y su futuro”. ¡Los niveles de angustia actuales no tienen precedentes y superan los de la Crisis del 30 y las dos guerras mundiales!

Bien mirado, el recorte que hace el Informe coincide con prácticamente todo el período posterior a la crisis de 2008-9, incluso un poco antes.

No importa tanto la inflexión psicologista del Informe, sino la naturaleza reveladora de un estado de ánimo de las masas en el mundo en su relación con el sistema capitalista y sus perspectivas de vida, en nuestro propio análisis.

Que la profundidad de la percepción escéptica sobre el futuro del mundo en los términos actuales, más que durante las dos guerras mundiales, expresa la dimensión de la crisis civilizatoria del proyecto capitalista para los seres humanos y toda la naturaleza.

Y no es para menos, ya que crisis capitalistas hubo con anterioridad. Pero, la combinación de múltiples crisis como en la actualidad es singular:

  • Depresión económica; donde los ingresos reales se estancan o incluso caen
  • La pobreza que aumenta junto con la desigualdad cada vez mayor
  • Patrón de comportamiento más parasitario que nunca de capitales que no invierten productivamente, sino que especulan con mirada cortoplacista
  • El desastre ambiental que ahora azota al mundo.
  • En lugar de una cooperación global internacional, se intensifican las tensiones y disputas, económicas, políticas y militares.

El burócrata a cargo de la presentación del Informe en cuestión de la ONU, resaltó lo siguiente: “Vivimos tiempos inciertos. La pandemia de Covid-19, ahora en su tercer año, continúa generando nuevas variantes. La guerra en Ucrania resuena en todo el mundo y causa un inmenso sufrimiento humano, incluida una crisis del costo de vida. Los desastres climáticos y ecológicos amenazan al mundo a diario”.

Y después, siguió diciendo: “Las capas de incertidumbre se están acumulando e interactuando para perturbar nuestras vidas de maneras sin precedentes. Las personas se han enfrentado antes a enfermedades, guerras y perturbaciones ambientales. Pero la confluencia de presiones planetarias desestabilizadoras con desigualdades crecientes, transformaciones sociales radicales para aliviar esas presiones y la polarización generalizada presentan fuentes de incertidumbre nuevas, complejas e interactivas para el mundo y todos en él. La gente de todo el mundo ahora nos dice que se siente cada vez más insegura ¿Es de extrañar, entonces, que muchas naciones estén crujiendo bajo la tensión de la polarización, el extremismo político y la demagogia, todo ello sobrecargado por las redes sociales, la inteligencia artificial y otras tecnologías poderosas?»

El remate, del funcionario en su ponencia es impresionante: “En una primicia sorprendente, encontramos que el valor del Índice de Desarrollo Humano global ha disminuido durante dos años seguidos a raíz de la pandemia de Covid-19”.

Se calcula que por lo menos 20 millones de “vidas innecesarias” se perdieron a causa de la pandemia de COVID, principalmente en países de ingresos bajos y medianos. Las secuelas permanecen e incluso empeoran. Miles de millones de personas ahora enfrentan la mayor crisis del costo de vida en una generación. Ya están lidiando con la inseguridad alimentaria, debido en gran parte a las desigualdades en la riqueza y el poder que determinan los derechos a los alimentos. Los bloqueos de la cadena de suministro global continúan, lo que contribuye al aumento de la inflación en todos los países a tasas que no se han visto en décadas.

No vamos a abundar en referencias a la dinámica socioambiental del planeta ya que, para eso, vamos a hacer una contribución aparte al II° Congreso de la LIS. Pero, es llamativo que, en cuanto al clima, el Informe de la ONU nos recuerde que en los últimos años se han visto más temperaturas récord, incendios y tormentas en todo el mundo. Habla de “código rojo para la humanidad” en materia climática.

Con la depresión económica y el desastre ecológico viene la incertidumbre, la inseguridad y la polarización política. Una enorme masa se siente frustrada y alienada. La insatisfacción con el capitalismo nunca fue tan profunda. Los conflictos armados también aumentan. Por primera vez en la historia, más de 100 millones de personas se ven obligadas a desplazarse, la mayoría de ellas dentro de sus propios países.

Un elemento más, demoledor para ya definitivamente ir al tramo final de este documento: por primera vez desde el origen del capitalismo la esperanza de vida retrocede.

La esperanza de vida es una de las medidas del desarrollo humano.  En las sociedades de cazadores-recolectores, en promedio, alrededor del 70 % de los niños vivían hasta los 15 años.  pero estaba más cerca de los 50 años en promedio para aquellos que superaban los 15 años. Finalmente, con el desarrollo posterior del capitalismo la expectativa llegó hasta los 75-80 años. Si aceptamos que la esperanza de vida es una buena medida del desarrollo humano, los últimos datos son reveladores sobre el capitalismo en el siglo XXI.  

La esperanza de vida cayó en EE. UU. en 2021 a su nivel más bajo desde 1996, el segundo año de un retroceso histórico [16]. Y el fenómeno no es exclusivo de ese país: se consolida como tendencia global después del COVID.

Un dato más: la brecha entre países del África negra y las principales potencias capitalistas en cuanto a la expectativa de vida, se amplió de 18 a 22 años (53-54 años en los primeros 75-76 años en las segundas).

Cuando hablamos de estancamiento y retroceso de las fuerzas productivas e incluso, del desarrollo de fuerzas “destructivas” por una matriz de organización sistémica agotada históricamente, nos referimos concretamente a datos potentes y escalofriantes como los anteriores.

Este documento es sobre sobre economía mundial. Pero no queríamos dejar de introducir todo este ángulo para mostrar la naturaleza concretamente anti-humana del capitalismo en esta época histórica.

Quedaron sepultadas para siempre “las promesas” del sistema a partir de la Caída del Muro, de una globalización positiva, de inter-acción armoniosa de los pueblos del mundo al servicio de un capitalismo humanizado y progresivo.

Se reafirma con todo la definición leninista de época imperialista y decadente del capitalismo, de crisis, guerras, revoluciones (y pandemias), con la revolución socialista como tarea histórica para la superación general de este impasse civilizatorio.

La crítica política a la economía del sistema actual, desarrolla finalmente, las bases materiales de esta “angustia” e “insatisfacción” de masas como síntoma agudo de la crisis civilizatoria o “policrisis” como se la definió ni más ni menos que en el Foro de Davos 2023 [17].

Que la crisis la paguen los capitalistas y planificación democrática, anti-anarquía burguesa.

Es una tarea clave, en esta etapa, dado el peso de la crisis económica en general y la gravitación en el debate político en la vanguardia, de las salidas alternativas, armar bien a fondo a los cuadros y militantes de nuestras organizaciones, con un conjunto de ejes programáticos en materia de economía que nos permitan luchar por nuestras posiciones socialistas y revolucionarias. Así, disputar en la vanguardia a los mejores elementos para nuestros partidos y grupos, y agitar consignas correctas hacia franjas de masas en una perspectiva de polarización que va tender a amplificar el auditorio social a nuestras ideas. Dar nuestras respuestas transicionales, anticapitalistas y socialistas, que expliquen nuestro planteo económico alternativo para una salida independiente de los trabajadores y las masas pobres a la crisis sistémica, es de las actividades más importantes, para ganar activistas de nivel político y cualificar nuestras estructuras de cuadros. En ese sentido, presentamos una enumeración conceptual de ejes programáticos:

  • Ante el fenómeno mundial de la inflación, levantar en primer lugar, aumento general de salarios, equivalentes al costo real de vida e indexable cada tres meses de forma automática a la evolución de los precios.
  • Contra la remarcación especulativa de los formadores de precios con poder monopólico de mercado, establecer precios máximos de aplicación obligatoria, sanciones patrimoniales y penales para los grandes propietarios y expropiación de empresas en última instancia, con estatización y control mixto de obreros y de consumidores.
  • En defensa del derecho social al trabajo, ocupación de toda empresa que cierre o despida. Control obrero, apertura de los libros contables. Abolición del secreto comercial. Expropiación y estatización sin indemnización, bajo gestión de sus trabajadores.
  • Para garantizar el pleno empleo, reparto de horas de trabajo, reducción de jornada laboral sin afectar el salario.
  • Suspensión del pago de las deudas externas. En base a esos recursos, financiar planes de obra pública e infraestructura, especialmente, viviendas populares para reactivar la economía y garantizar el derecho social a la vivienda.
  • Reforma impositiva integral: eliminación de todos los impuestos al consumo popular y gravar de forma permanente y progresivo a las grandes fortunas corporativas (empresas, bancos, pooles de siembre) e individuales.
  • Estatización de bancos privados y el sistema financiero, como así también el comercio exterior bajo control de sus trabajadores, como medida para contar con una palanca clave en la administración del crédito y el circuito de las importaciones-exportaciones en beneficio de la mayoría social.
  • En defensa del sistema previsional solidario, de las jubilaciones y pensiones, no como “subsidio a la vejez”, sino como salario diferido, equivalente al 82 % móvil del mejor salario del obrero perteneciente a la misma actividad.
  • Para garantizar los servicios públicos como derechos sociales, estatización de todas las empresas privatizadas de energía, transporte, telecomunicaciones, agua corriente y demás, sin indemnización, bajo control social de trabajadores y usuarios.
  • Aumento cualitativo del presupuesto estatal en educación y salud, en base a la captura de recursos de las fuentes mencionadas (suspensión de deudas, impuesto a los ricos) y eliminación de subsidios económicos a las iglesias y la medicina privada.
  • A favor de la investigación científica e innovación tecnológica a cargo del Estado, y su incorporación masiva al proceso productivo, no para reemplazar trabajadores, sino para alivianar la carga general y colectiva del trabajo socialmente necesario.
  • Para oponer a la anarquía capitalista de la producción, planificación democrática con directa intervención de la clase obrera en todo el circuito de la economía, incluyendo la distribución y comercialización general con proyección regional e internacional.
  • Por una matriz de producción y consumo, estratégicamente adaptada a las condiciones de los ecosistemas, para una relación armónica, sostenible en el tiempo y conscientemente discutida por el movimiento de masas.

Conclusiones: crisis crónica, desorden económico y oportunidades.

A lo largo del documento fuimos describiendo aspectos parciales del panorama económico mundial, focalizando temas, aportando información que consideramos útil para la militancia de la LIS y herramientas para la lucha ideológica contra el sentido común dominante que intenta sostener la burguesía mundial. En resumidas cuentas, nuestras afirmaciones centrales, serían:

  1. La economía mundial, no se recupera de la crisis del 2008-9. La tasa de ganancia global, nunca alcanzó los niveles previos a ese punto de quiebre. Este factor prevalece como causa decisiva de toda la dinámica de la economía hace casi una década y media.
  2. La pandemia primero y la guerra de Ucrania después, no son causa de la crisis capitalista mundial: son síntomas de la crisis civilizatoria (la pandemia, por la matriz de producción irracionalmente depredatoria y la guerra, como parte de las disputas inter-imperialistas por la hegemonía mundial). A la vez, una y otra, amplificaron todas las contradicciones previas sumando “nafta al fuego”.
  3. La foto de la economía mundial, muestra que el 2021 experimentó una recuperación de “rebote” y ya el 2022 fue de retroceso planetario. El 2023 y 2024 aparecen en el horizonte como años de probable recesión mundial, con una característica especialmente conflictiva en términos político-sociales: estanflación.
  4. El peso de las deudas corporativas, privadas y públicas es uno de los eslabones más frágiles de la economía-mundo. El sobre-endeudamiento, la expansión del capital ficticio y la especulación por sobre la inversión productiva, son un círculo vicioso que se retroalimenta y prepara condiciones de más crisis.
  5. La burguesía mundial despliega un plan de guerra contra las masas, su nivel de vida y derechos, y la naturaleza. Su carácter reaccionario y decadente, lleva a la humanidad a una involución civilizatoria típica de las épocas revolucionarias.
  6. Al mismo tiempo, surge de nuestra investigación y análisis que, en la coyuntura mundial, las medidas de contragolpe de la burguesía imperialista, como por ejemplo la suba de tasas para enfriar la economía, es la resultante hasta ahora de no poder aplicar las contra-reformas estructurales resistidas de forma desigual, pero permanente, por el movimiento de masas: la agenda de reforma laboral-previsional-fiscal. Es evidente que los progresos reaccionarios de los capitalistas en esa orientación son parciales y no en la medida de lo que necesitan para una estabilización global en base a un recupero de tasa de ganancia planetaria.
  7. El único programa realista y práctico, para salir de la crisis integral, reorganizando el conjunto de las reglas económicas de la propiedad, la producción, el consumo y la circulación, lo tenemos los socialistas revolucionarios y es tarea primordial de la LIS asimilarlo, enriquecerlo y difundirlo de forma consecuente.
  8. Por último, los socialistas revolucionarios entendemos la economía como “política concentrada”, tal como la definía Lenin. Por eso, en última instancia, será la lucha de clases la que determine la dialéctica de los acontecimientos económicos en cuyo desarrollo la LIS a través de sus secciones nacionales tendrán la oportunidad de probar hipótesis, política y orientación para crecer y fortalecerse.

[1] https://www.imf.org/es/Blogs/Articles/2022/10/19/latest-global-growth-forecasts-show-challenges-facing-economies

[2] La curva de Phillips es una representación gráfica que muestra la relación entre desempleo e inflación. Establece que un aumento del desempleo reduce la inflación y viceversa, la disminución del desempleo se asocia con una mayor inflación.

[3] “El momento casi Lehman de Gran Bretaña”, Financial Times, 29/09/2022.

[4] “Se perfila una recesión mundial”, Les Echos, 28/9/2022.

[5] Marx, El Capital, Tomo II.

[6] Organización para la Cooperación y el Desarrollo: organismo imperialista creado como parte de toda la superestructura imperialista después de la II° Guerra. Actúa como “consejero” burgués en materia económica.

[7] Son las siglas en inglés de la Conferencia de la ONU sobre comercio y desarrollo: ídem que la OCDE pero relacionada al comercio internacional capitalista.

[8] Se denomina así al programa de 10 medidas neoliberales recomendadas por un economista burgués de EEUU en 1989 para aplicar en todos los países semicoloniales del mundo.

[9] https://openknowledge.worldbank.org/bitstream/handle/10986/38030/GEP-January-2023.pdf

[10] La teoría de la presión salarial existía antes de Keynes. En el marco de debates en la I° Internacional, el sindicalista neoricardiano Thomas Weston argumentó que los trabajadores no podían presionar por salarios superiores al costo de subsistencia porque solo conduciría a los empleadores aumentando los precios y, por lo tanto, era contraproducente. Marx, respondió que los aumentos salariales normalmente, reparan expropiaciones anteriores, vale decir: aumentos de precios que afectan los ingresos previamente. En su libro “Valor, precio y beneficio”, lo desarrolla a fondo.

[11] Michael Roberts, Tres Modelos de Desarrollo para China (2015)

[12] https://www.economist.com/briefing/2014/01/18/the-onrushing-wave?fsrc=scn%2Ftw%2Fte%2Fpe%2Fed%2F

[13] https://thenextrecession.wordpress.com/2020/02/19/japan-abenomics-revisited/

[14] https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/03098168221128101

[15] https://report.hdr.undp.org/es/

[16] https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2022.04.05.22273393v4

[17] https://www.weforum.org/events/world-economic-forum-annual-meeting-2023?gclid=CjwKCAiA5Y6eBhAbEiwA_2ZWIf6o7dcQo7SdyO9uNL1o5PY5usTHY3ZKJ5-Fmfu3M911_HXz9xwk7BoCUtYQAvD_BwE