2° Congreso de la LIS: La expresión socioambiental de la crisis civilizatoria. Apuntes para el debate

Posiblemente estemos asistiendo a un tiempo histórico inédito. La lógica del sistema capitalista, basada en un matriz de producción y consumo ordenada alrededor de la ganancia privada, con su régimen de propiedad privada monopolista de grandes corporaciones, con las fronteras nacionales dividiendo artificialmente a los pueblos del mundo, colocan a la civilización humana tal como la conocemos en un verdadero cruce de caminos. Nos proponemos abordar desde una visión marxista, socialista y revolucionaria uno de los desafíos más imponentes de nuestra época: cómo activar un verdadero rescate de nuestro mundo colapsado por un modo de producción-apropiación-depredación históricamente caduco.

Luchamos por una reorganización integral de la economía, las relaciones sociales, la vida política y la construcción de un vínculo de la humanidad con la naturaleza, basado en otra racionalidad: sin la lógica del capital y la acumulación privada como ley suprema. Por eso, al curso ecocida del sistema capitalista le oponemos desde el socialismo revolucionario e internacionalista, una perspectiva socioambiental que definimos como ecosocialista. Para el campo de la izquierda el desafío es teórico-político, programático, de orientación y construcción en un fenómeno novedoso, lleno de contradicciones. Hay una dura lucha ideológica en el movimiento socioambiental que exige firmeza en los principios y la estrategia, aunque al mismo tiempo apertura mental y de elaboración colectiva para interpretar sin dogmas el panorama y contribuir a la perspectiva. Es una verdadera operación social, de salvataje civilizatorio. De eso estamos hablando.

Y a la vez, en lo inmediato, hay razones de peso por las cuales, desde la LIS y sus secciones, tenemos que darle importancia a esta temática:

  1. Porque el fenómeno objetivo de destrucción ecológica e impactos sociales, es mundial: no hay región del planeta exenta a las consecuencias de esta dinámica.
  2. El tema moviliza a sectores de vanguardia todavía, salvo en algunos países, con las llamadas huelgas climáticas que fueron multitudinarias. Sin embargo, por catástrofes humanitarias como los incendios en Australia o Sudamérica, las inundaciones en Pakistán o ahora mismo en Brasil, huracanes en el Caribe, olas de calor infernales e incluso, las pandemias como calamidad recurrente, la sensibilidad por estas cuestiones crecido en simpatía en franjas masivas de la población, y ya excede el carácter de preocupación limitada a pequeños nichos de especialistas y está en la agenda política mundial.
  3. Hay vanguardia joven activista, hay investigadores y científicos críticos del rol pro-capitalista de sus pares del establishment, hay periodismo especializado y una intelectualidad en sentido amplio que se multiplica alrededor de este fenómeno epocal hacia el cual tenemos que dirigirnos con nuestras posiciones para jugarnos a ganar para la integralidad del programa revolucionario y la construcción militante de la LIS y sus secciones. Es una oportunidad de construcción y fortalecimiento orgánico para nosotros.

Por todo lo dicho, y como aporte al II° Congreso Mundial, vamos a encarar las siguientes problemáticas:

*La distopía es el capitalismo: la magnitud del desastre. 

*La guerra de Ucrania y la crisis energética: de la coyuntura a la estrategia

*Comida de mierda: planeta granja, época de pandemias y elementos para otro enfoque

*Ni decrecer, ni sabotear: polémicas en la izquierda con Saito y Malm.

*Claves programáticas para pensar la transición

*Sujetos y predicado: clase obrera, partido y Estado.

*Hacer ecosocialismo para una transición revolucionaria

La distopía es el capitalismo: la magnitud del desastre. 

Desde 1760 con la revolución industrial, la forma de quemar carbón y después el uso desenfrenado de petróleo y derivados, acumuló desde entonces una molécula que no se desintegra fácil y que se asimiló a la capa inferior de la atmósfera operando como una mega-red que retiene el calor e impide que se disipe en el espacio exterior. Eso, en concreto es el dióxido de carbono y este fenómeno es el que transformó el planeta en un “invernadero” que altera todas las variables del clima y, por ende, modifica las condiciones de habitabilidad sobre la Tierra que se fueron perfilando durante miles de años y que mantuvieron estabilidad en los últimos 12 mil. El CO2 (dióxido de carbono) es un regulante de la vida planetaria. Por ejemplo: Venus, tiene cantidades exorbitantes y es inhabitable por el calor insoportable. Otros planetas, como Marte, no tienen lo suficiente y tampoco hay vida. Los últimos 250 años quebraron un equilibrio vital para la civilización humana y los ecosistemas.

Desde aquel punto de referencia en el siglo XVIII hasta ahora, la temperatura promedio subió casi 1,5 °C y la tendencia es que en pocos años se podría llegar a un aumento del 3°C o más, lo cual va a definitivamente cambiar el mundo de las personas humanas y del resto de las especies. Y esa perspectiva de alteraciones ya irreversibles, presentan hoy síntomas alarmantes de colapso:

*Groenlandia se deshace progresivamente: el hielo acumulado durante millones de años se fractura, se derrite y navega como enormes icebergs que se desgranan en el mar.

*La superficie helada del océano Glaciar Ártico, que actúa como un enorme escudo de protección, retrocede: este fenómeno de derretimiento afecta no solamente a la fauna autóctona, sino que detona efectos de retroalimentación complejos. Para empezar, libera el CO2 contenido en el hielo y así aumenta el calentamiento global y el nivel de los mares. 

Pero eso, no es todo. Hay más, mucho más.

*En 2022 Europa atravesó la peor ola de calor de su historia. La zona mediterránea superó en 6 ° C lo previsto y llegó a tocar temperaturas de hasta 48 ° C en Portugal. Sequía, inundaciones, incendios, muertes por cientos frente a esta realidad, con sistemas de salud públicos, además, vaciados por las políticas de austeridad.

*También el año pasado, la revista Current Biology publicó los resultados de una investigación realizada por un grupo de científicos de las universidades italianas de Insubria, Torino y el British Antarctic Survey, donde documentaron el crecimiento de la floración al sur de la Antártida. Esto, que puede parecer un dato de color, es insólito: el calentamiento global en los polos hace florecer vegetación, pero libera cantidades enormes de CO2 e intensifica las subas de temperatura en el resto del mundo. Un alerta enorme e increíble.

*Alemania, el pasado verano sufrió la sequía de ríos más dramática en los últimos 500 años. La bajante del Elba y el Rin, afectó a gran parte del país y golpeó las cadenas de suministro de forma sensible. Las imágenes fueron impactantes.

*Ola de incendios en Australia y en Argentina, con 10 o 12 focos enormes en humedales, bosques y reservas al mismo tiempo, con poblaciones afectadas por el humo y regiones enteras devastadas.

*En China, la ola de calor secó la mitad del río más largo de ese país, que atraviesa 8 provincias y abastece al 30 % de la población de ese gigante. El último verano, este país tuvo los picos de temperatura más altos desde que se tiene registro meteorológico en el país después de la revolución de 1949. Es, además, el 3° río en importancia del mundo.

*Las inundaciones en Pakistán, recientemente, con millones de personas afectadas, con miles de muertos, con pérdidas billonarias, una verdadera tragedia humanitaria como resultado de las lluvias y crecidas de ríos en ese país de Asia del Sur.

*La Amazonía sufrió niveles récord de deforestación récord bajo Bolsonaro llegando a 10.000 km². anuales [1]. Es la selva amazónica tropical más grande del mundo, con una superficie de 5.500.000 km². Representa más de la mitad de las selvas tropicales del planeta y comprende el tramo más grande y con mayor biodiversidad de la Tierra. Su papel como “pulmón verde” es central, y a la vez, las quemas y la tala, liberan enormes cantidades de dióxido de carbono contenido en la vegetación. Los intereses del agronegocio y las madereras, predominan arrasando con naturaleza y comunidades originarias.

*Según un informe de la ONU en 2019, más de 1 millón de especies de animales y plantas se encuentran en peligro de extinción. La abundancia de especies nativas en hábitats terrestres decayó al menos un 20% desde 1900. También más del 40 % de especies de anfibios, 33 % de corales y un tercio de los mamíferos marinos están amenazados. Ya claramente estamos transitando la 6° extinción masiva de especies (la 5° fue hace 65 millones de años, con la extinción de dinosaurios). Aunque, la actual es la primera provocada por razones no “exógenas” o “naturales”.

Cada año, cerca de 30 millones de personas se ven obligadas a abandonar sus casas a consecuencia de los eventos climáticos extremos. América Latina aporta cerca del 50 % de esa cifra. A la vez, esas migraciones climáticas tienen un claro sesgo de clase: los desplazados son sectores pobres, ya que las consecuencias socioambientales de la crisis golpean de forma diferenciada a las clases sociales. La depredación es clasista y se ensaña con los sectores populares.

Pero, hay un dato más, que presenta las responsabilidades en este desastre también tomando como punto de referencia la revolución industrial de mediados del siglo XVIII.

Entre 1751 y 2010 sólo 90 empresas fueron las responsables de 63% de las emisiones acumuladas, 50 de las cuales producen petróleo, gas natural, carbón y cemento. Son las que el investigador Richard Heede [2] llama «los caciques del carbón”.

*Las ocho mayores corporaciones de combustibles fósiles del mundo emiten actualmente más dióxido de carbono que Estados Unidos. Y ExxonMobil, Shell, Chevron, son responsables del 71% de las emisiones desde 1988.

Pero, además, los responsables económicos de la situación, conocen fehacientemente la dinámica desde hace 50 años por lo menos. Se conoció documentación que prueba certeramente esta afirmación:

*En 1971, un boletín interno de la empresa francesa Total, afirmaba que, si “el consumo de carbón y petróleo mantiene el mismo ritmo en los próximos años, la concentración de dióxido de carbono alcanzará las 400 partes por millón en torno al 2010”. Casi una profecía sobre-cumplida.

*En 1978, la empresa Exxon comenzó a invertir en investigación científica y su asesor, James Black, explicó: “Una duplicación de los niveles de CO2 va a elevar la temperatura de la Tierra entre 2 y 3°C, un punto a partir del cual los glaciares de la Antártida Occidental podrían volverse inestables. (…) El hombre tiene un margen de cinco a diez años antes de que la necesidad de tomar decisiones difíciles sobre los cambios en las estrategias energéticas sea crítica”. Categórico.

*La empresa Shell en 1988, decía en un documento interno, que el aumento del nivel del mar iba a ser un hecho y que países enteros, como Bangladesh, donde viven cientos de millones de personas, iban a tener que ser posiblemente abandonados. [3]

Con esta información, sin embargo, ni la Total, ni Exxon, ni la Shell dejaron de invertir ni lucrar con su actividad previsiblemente depredatoria. El secreto comercial, los vínculos orgánicos corruptos con los poderes políticos, sindicales y mediáticos de turno, mantuvieron un manto de ocultamiento sobre esta información dramática.

En resumen: la magnitud del desastre es mundial, no son accidentes o efectos colaterales. Hay una relación intrínseca entre la forma de producir bajo el capitalismo en esta época histórica y el actual colapso. Además, la responsabilidad tiene nombres y apellidos, claros. Nítidos. Sin dudas. El calentamiento del planeta en los últimos 250 años en una magnitud mayor a los 10 mil años anteriores, coincide con el desarrollo del capitalismo y expresa un salto cualitativo desde la segunda posguerra mundial el siglo pasado.

La guerra de Ucrania y la crisis energética: de la coyuntura a la estrategia

La invasión rusa a Ucrania, actuó como catalizador de una tensión previa en materia energética, ya existente a nivel mundial, y en particular, en la relación de Rusia con la Unión Europea. Y a la vez, este aspecto coyuntural sobre la generación de energía y sus efectos ambientales, conectan con un debate de alcance estratégico en torno a la necesidad de “desfosilizar” la matriz de energía mundial, encarando una transición de fondo hacia vectores renovables y limpios. Por lo tanto, hay dos planos, aunque con una dialéctica entre sí entre la urgencia que intensifica la guerra y el calentamiento global como expresión de crisis civilizatoria.

Vamos a apelar a fuentes empíricas incuestionables de “marxismo” o “izquierdismo ecologista”. Son tres informes:

*El primero, del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), un ente científico interdisciplinario creado durante la Guerra Fría [4].

*El segundo, un dossier del FMI titulado La invasión rusa de Ucrania pone de relieve las crisis y oportunidades de la transición energética” [5].

*El tercero, un artículo de consultoría del Club de Importadores e Inversores, que se titula la “Guerra entre Rusia y Ucrania: crisis energética mundial” [6].

Empecemos por algunos datos, generales para ubicar el debate:

*La Unión Europea importa el 90% del gas que consume siendo el 50% procedente de Rusia.

*Rusia es el tercer exportador de petróleo del mundo y un suministrador principal de gas natural.

*El precio del barril de crudo cotiza actualmente por encima de 110 dólares. A finales del año pasado su precio rondaba los 80 dólares. El precio del gas natural está alcanzando valores históricos.

*Salvo Francia, cuya electricidad depende de la energía nuclear esencialmente, el resto de la UE tiene en Rusia un suministro clave.

De lo anterior, se desprende lo que provoca la guerra en términos de alteración de precios de bienes de consumo masivo y el impacto en el proceso político-social, con una activación de la lucha de clases alrededor del reclamo contra la carestía y por salario. Y en el plano estrictamente energético, los cuellos de botella que se derivan son varios como así también los efectos ecológicos. Repasemos:

*Las inversiones capitalistas en energía limpias se derrumban: la subida del precio de los fósiles, incentiva la concentración de capital allí. Se refuerza el fracking en EEUU, Canadá, Latinoamérica y la inversión en Arabia Saudita.

*Se verifica un salto en la re-carbonización de la matriz energética: los Estados y corporaciones, desinvierten en solar y eólica, y se desplazan al carbón.

En resumen: se fortalece la petro-dependencia, cae abruptamente la tibia y limitadísima inversión capitalista en renovables, y la re-carbonización amenaza con emisiones suplementarias de CO2 a la atmósfera. Los beneficios récord y el aumento de los precios del gas han estimulado las inversiones en la búsqueda y el desarrollo de nuevos yacimientos de gas natural, en todo el mundo, especialmente en la zona del Mediterráneo y en Oriente Medio.

Pronósticos de fuentes especializadas dicen que el efecto combinado de la inflación que encarece la transición a renovables desde el punto de vista capitalista, más los incentivos a la inversión en fósiles, posiblemente “tienda a crear efectos de bloqueo para la mitigación del calentamiento global en la UE que tardarían décadas en desaparecer” [7].

¿Y entonces? ¿Qué hacer? La cuestión energética, en manos de los contaminadores y los beneficiarios de la petro-dependencia, es el camino más corto al precipicio. Por eso, de lo que se trata, es de presentar un enfoque anticapitalista de la problemática, integral y sistémico, incluyendo a la energía como una parte dialécticamente relacionada de la matriz de producción, consumo y los límites socioambientales de dicha matriz.

Para empezar, la transición post-fósil no está en debate, ya que se trata de una urgencia científicamente fundamentada. Posiblemente, la necesidad ecológica más acuciante del planeta y la civilización. Para eso, hay que tener en cuenta algunas premisas básicas y desplegar, varios movimientos en simultáneo.

Por un lado, es totalmente equivocado el enfoque que supone que la solución pasaría por darle otro combustible energético, limpio y renovable, al sistema productivo y de consumo actuales.

En este momento el mapa energético mundial cuenta con miles de minas de carbón y centrales térmicas en base a ese insumo, más de 50.000 campos petrolíferos, 800.000 km de gasoductos y oleoductos, miles de refinerías, 300.000 km de líneas de alta tensión. Su valor neto está calculado en 20.000 billones de dólares (casi un cuarto del PIB mundial). Todo ese equipamiento, debería ser desmantelado y sustituido, lo cual incluye congelar las reservas demostradas de carbón, petróleo y gas natural que figuran en el activo de los balances de las corporaciones del sector. Estratégicamente ese debería ser el horizonte de la transición, combinando medidas en el plano de la energía con medidas en el plano de la producción, el consumo de masas y obviamente, el sistema político:

  1. Expropiar a las corporaciones del petróleo, el gas y carbón. Todo el circuito de exploración, extracción, refinamiento y comercialización tiene que pasar a manos del Estado bajo control de trabajadores y usuarios. No se trata de “presionar” a los contaminadores: hay que arrebatarles los resortes del daño social que producen.
  2. Desarrollo estatal bajo control social de una matriz diversa de energías limpias y renovables. Los vectores solar, eólico y mareomotriz, como punto de partida, tienen un potencial ilimitado de abastecimiento, demandan mucha mano de obra y aunque su generación y planificación requiere centralización técnica, la forma de distribución y mantenimiento, es compatible con una descentralización que evite el despilfarro actual de todos los sistemas de energía y distribución bajo el capitalismo. Esas energías tienen que ser prioritarias por su potencial. A la vez, la energía nuclear, fuente de controversias no puede ser simplemente desechada en la transición. Lógicamente, los desastres de Chernóbil o Fukushima expresan la peligrosidad de la misma y es un hecho que la gestión de los residuos es problemática. Sin embargo, sin capitalismo ni burocracia estalinista en una eventual transición, bajo un control social consciente e informado, no podemos descartar su utilización como soporte secundario de los vectores prioritarios y limpios que además, tienen la limitación de no ser fuentes continuas, al depender sol o el viento.
  3. Planificar democráticamente la producción en base a las necesidades sociales reales del movimiento de masas. Los parámetros de la producción y el consumo están totalmente distorsionados bajo la lógica de la ley del valor que rige el sistema actual. Se produce sin planificación social en base a la expectativa de realización de plusvalía y ganancia privada para la acumulación. Esa anarquía deriva en aberraciones como la obsolescencia programada que produce bienes de corta durabilidad para que el ciclo de rotación del capital sea más corto y realice plusvalía en intervalos más acotados. Ecológicamente ese patrón de acumulación es depredatorio e insostenible. El consumo se fomenta de forma artificial con una publicidad también distorsiva: hay que reemplazarla por el derecho a la información pública real, científica, para una reeducación cultural consciente.
  4. Estatizar todos los servicios públicos privatizados bajo control social y extender el transporte público. Todos los servicios públicos actuales privatizados tienen que ser estatizados sin indemnización y puestos a producir bajo control social de comités mixtos de trabajadores y usuarios. A la vez, ampliar cualitativamente el transporte público eficiente, barato y de calidad, para desincentivar el uso del transporte individual.
  5. Reducir la jornada laboral, distribuir el trabajo necesario entre toda la mano de obra disponible y utilizar la innovación tecnológica para la producción de valores de uso. Bajo el capitalismo se nos dice que “sobra gente” porque “falta trabajo” y la “tecnología” reemplaza personas. Nada de eso es automático ni un devenir inevitable. La desocupación inherente al capitalismo como factor de presión extra-económico para reducir el salario, es una aberración anti-humana del sistema. Para una transición post-fósil hacia otro sistema de producción-consumo, se requiere toda la fuerza laboral disponible. Las tareas de reparación socioambiental, de gestión y mantenimiento energético, de por sí van a demandar mucho todo el trabajo humano artificialmente ocioso bajo el capital. En el mismo sentido, el uso social de la innovación tecnológica deberá tener un propósito antagónico al actual: no reemplazar fuerza laboral para aumentar la ganancia privada, sino realizar parte del trabajo colectivo y contribuir a reducir la jornada laboral individual a favor de mayor tiempo libre social.

Este conjunto de medidas provocaría verdaderos cambios revolucionarios en todo el circuito de la producción, el consumo, las relaciones sociales y, por lo tanto, la dialéctica de una nueva época de la civilización humana con la naturaleza.

Sin embargo, la transición hacia este horizonte de cambios estructurales también supone un conjunto de pre-requisitos que no podemos soslayar:

*Todo este programa de transformaciones radicales tiene que superar las fronteras nacionales: la planificación democrática requiere una perspectiva regional e internacional de complementariedad de potencialidades productivas y compensación socialista de desigualdades entre los pueblos del mundo. A las relaciones imperialistas y sub-imperialistas de saqueo y sometimiento, le oponemos la colaboración democrática, internacionalista e igualitaria entre las masas del mundo.

*Nada de lo que proponemos tiene como punto de referencia las llamadas experiencias del socialismo real con la ex URSS estalinizada o la China capitalista actual. El balance socioambiental de esos proyectos fue nefasto por la degeneración total de su naturaleza. La ausencia de planificación democrática con base en la participación directa de las y los trabajadores, sumado al nacionalismo reaccionario y la coexistencia con el imperialismo capitalista de turno (más allá de tensiones y disputas tácticas), derivó en verdaderos desastres ecológicos que bajo ningún concepto se pueden endilgar al socialismo como proyecto, sino a la deriva burocrática y contra-revolucionaria de esas experiencias bajo el comando de castas usurpadoras del poder obrero.

*Por otra parte, la transición por la que luchamos tendrá como factor condicionante y determinante, el proceso de lucha de clases que se presenta como una verdadera guerra contra el capitalismo ecocida. En cuyo desarrollo, serán las necesidades político-materiales de esa lucha implacable la que determinarán todas las decisiones que la revolución deberá adoptar en materia productiva, energética y socioambiental. A diferencia de lo que ocurre bajo capitalismo, serán decisiones resueltas por las masas en lucha consciente contra el sistema de explotación, opresión y colapso ecológico que nos proponemos desmantelar y sustituir por un verdadero socialismo con democracia y compatible con los límites ecosistémicos del planeta.

Planeta granja, época de pandemias y elementos para otro enfoque

El modelo actual de producción de comida, agroindustrial, intensivo, estandarizado y globalizado, genera las condiciones idóneas para la multiplicación de virus de propagación pandémica, planetaria.  La capacidad de daño de esos patógenos también aumenta de forma vertiginosa por el modo de producir capitalista actual.  Los virus actúan en un caldo de cultivo que los hace complejizarse, adaptarse y hacer surgir variantes cada vez más dañinas que las cepas anteriores.

Este proceso siniestro, es posible debido a que el modelo de la agroindustria capitalista funciona con miles de animales que malviven hacinados, facilitando así que las enfermedades producidas por los virus se conviertan en enzootias (las endemias animales). A su vez, la aglomeración y las malas condiciones sanitarias de los trabajadores de la industria hacen que la probabilidad de que el virus salte a los humanos aumente. Todo tiene una razón básica: esta forma de producir en granjas feedlots a gran escala es más rentable, tanto por el volumen de carne, como por las condiciones de explotación obrera. Salud pública, maltrato animal capitalista y lucha de clases, se cruzan [8].

Pero, el circuito no se termina ahí. La agroindustria como fuente de pandemias, tiene otra vía de propagación: el ocultamiento capitalista cuando los brotes de enfermedad inevitablemente se producen. Las empresas hacen lo máximo por ocultar ya que el impacto comercial del peligro atenta contra su propia rentabilidad privada.

A esto, hay que sumarle una responsabilidad adicional a esta rama de producción actual: la deforestación causada por esta misma industria es una de las causantes de que numerosos animales, reservorio de virus antes confinados en ecosistemas vírgenes cerrados del África Occidental, del Sur de China, o Sudamérica, entren en contacto con las personas producto de la intervención depredatoria de sus hábitats.

En el origen del COVID 19 reciente, con los mercados húmedos de animales exóticos en China, o en el caso de África Occidental, la deforestación causada por los intentos del capital internacional de abrir la selva a los mercados mundiales constituye la hipótesis más extendida del surgimiento del Ébola hace algunos años más.

En paralelo, la comunidad científica oficial cooptada por las grandes corporaciones, con vínculos cruzados entre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización de Sanidad Animal (OAH), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Cargill, Monsanto, Smithfield Foods, Danone, Bayer y otras multinacionales completa el cuadro de naturalización y construcción de sentido común alrededor de las formas culturales de comer en todo el planeta.

En resumen: contaminación de las aguas con los desechos de enormes granjas de cerdos y de aves; agotamiento del suelo y deforestación para expandir el agronegocio; sufrimiento animal; explotación laboral y propagación viral de enfermedades. Este es el saldo de la industria capitalista de la comida actual.

De hecho, podríamos decir, parafraseando a Lenin que transitamos una época de crisis, guerras, revoluciones y … pandemias. Porque está claro que la prevención de enfermedades y futuras (y latentes) pandemias no pasa tanto por la detección temprana de los virus (lo cual es importante), sino más bien con la caracterización de las condiciones que hacen más posible la aparición de los mismos: lo que desde el campo de la ciencia crítica se denomina “puntos calientes” de surgimiento de nuevas enfermedades de propagación viral [9].

En esa línea, al analizar la dialéctica entre la salud humana, animal y medioambiental, conectando con zonas de destrucción forestal se pueden predecir los “puntos calientes” de los que surgirá una nueva pandemia. Lo interesante de este enfoque es que incorpora como “punto caliente adicional” para la detección de futuras pandemias, los enclaves financieros de donde surgen corrientes de capital que organizan el saqueo de naturaleza y explotación de fuerza laboral para el negocio de la industria capitalista de la comida: así aparecen mencionados no solamente los bosques de Guinea, Brasil o el Sur de China, sino la bolsa de Hong Kong, Londres o Nueva York.

Agreguemos que la actual industria capitalista de la comida es responsable de la mayoría de nuestras enfermedades. Cuatro de las diez primeras causas de mortalidad hoy día son enfermedades crónicas cuya conexión con la dieta está comprobada: cardiopatía coronaria, diabetes, infarto y cáncer. La “dieta occidental”, abunda en procesados, mucha carne, mucha grasa y mucho azúcar añadido, que nos enferma [10].

Con este modelo de producción de carne mundial que deforesta para desocupar el territorio y extender la frontera de soja o maíz transgénico, con los aditivos para estimular el consumo que nos dañan, y con las granjas verticales que van inundando el mundo de esa comida. Con este cuadro general, es lógico que crezcan sobre todo en la juventud, las corrientes animalistas, veganas o variantes con peso de la clase media urbana, que más allá de lógicas parcialidades en sus planteos y muchas veces una visión que no toma en cuenta las desigualdades de clase y mundiales, como la dinámica de la transición, tienen un punto de anclaje en la realidad incuestionable que no podemos negar.Por otro lado, hay un tipo de veganismo popular, que tenemos que incorporar al debate y al enriquecimiento de nuestra visión y propuestas.

Por nuestra parte, algunas coordenadas para pensar un esquema alimentario alternativo a este enfermante modelo capitalista, podrían ser:

  • Etiquetado de todo lo que comemos con el señalamiento de su condición lesiva para la salud.
  • Promoción e incentivos estatales a la producción agroecológica para abaratarla y extenderla a gran escala junto a fuertes impuestos para desincentivar la producción y el consumo de la comida comercial y estandarizada
  • Educación socioambiental y de cultura alimentaria en todos los niveles.
  • Prohibir la publicidad comercial que estimula el consumo artificial de comida.
  • Expropiación de las empresas clave de la producción de comida.
  • Prohibir transgénicos y agrotóxicos.
  • Declarar de utilidad social los territorios de cultivo. Expropiación, reforma agraria y producción con métodos agroecológicos.
  • Circuitos cortos de comercialización, sin intermediación capitalista, para abaratar costos.

Nuestro enfoque apunta a lograr materializar el derecho social de masas a una alimentación mundial suficiente, accesible y saludable.

Ni decrecer, ni sabotear: polemizando en la izquierda con Saito y Malm

Hay dos autores con fuerte circulación e influencia en el campo del activismo socioambiental en los últimos años. Ellos son Andreas Malm, profesor de geografía humana en la Universidad de Lund en Suecia y militante ecologista. Tiene varios libros donde busca conectar el marxismo con la cuestión ecológica. Y el otro es Kohei Saito, joven profesor en la Universidad de Tokio y erudito estudioso de Marx. Nuestro punto de partida es que ambos hacen aportes interesantes desde el campo de la izquierda y el marxismo, para investigar y pensar respuestas a la catástrofe producida por el capitalismo a nivel planetario, pero las salidas en términos programáticos y de orientación política que plantean son equivocadas.

Empecemos por Saito. Su tesis central sería que el afán de lucro del capitalismo está destruyendo el planeta y sólo el “decrecimiento” puede reparar el daño, ralentizando la producción social y compartiendo la riqueza. Los seres humanos necesitarían encontrar una “nueva forma de vida”, y eso significa reemplazar el capitalismo. Saito es crítico de todas las formas de capitalismo verde y desarrollo sostenible en los marcos del sistema. Esa ideología es una nueva forma de “opio de los pueblos”, dice, que pretende que incentivando la compra de bolsas ecológicas o reciclando botellas plásticas a nivel individual, se puedan solucionar los problemas ambientales. Es categórico al denunciar que se trata de una construcción ideológica destinada a enmascarar las causas sistémicas del desastre.

Lo que propone este autor, finalmente es “acabar con la producción en masa y el consumo de productos de desecho como la moda rápida”. También insiste con la “descarbonización” a través de horarios de trabajo más cortos y priorizando el trabajo esencial «intensivo en mano de obra», como el cuidado de las personas. Al final de cuentas, lo que Saito promueve sería una especie de “modelo de decrecimiento de izquierda” o “comunismo del decrecimiento” como a él mismo le gusta decir [11].

Nuestro punto de vista es distinto al de Saito. Por un lado, bajo el capitalismo, crecimiento y desarrollo de las fuerzas productivas sociales no son lo mismo, ni equivalentes desde una perspectiva marxista y revolucionaria ecosocialista. Bajo el capitalismo las fuerzas productivas se miden en volumen del PBI. No importa su distribución de clase, ni los impactos sobre la naturaleza. Por eso, el sistema sobreproduce porque tiene como propósito la acumulación de ganancia privada, y genera cosas vendibles y rentables en primer lugar (valores de cambio) y no socialmente necesarias (valores de uso). Además, en lugar de planificación democrática por los productores directos y con control consciente de los consumidores hay anarquía de la producción y privatización de la toma de decisiones que margina a la mayoría de la humanidad de toda soberanía en este punto. Así, el resultado es crecimiento capitalista anárquico, inconsciente de los límites socioambientales y físicos de los ecosistemas y, por lo tanto, depredatorio y al globalizarse, ecocida.

Por eso, en realidad, más que decrecer, de lo que se trata es de cambiar completamente el régimen de propiedad de los medios productivos, las relaciones sociales en la producción y los propósitos de la misma. Así, a la anarquía privada y dictatorial de la minoría propietaria, le oponemos la planificación consciente, democrática y de masas, de la producción social por la clase trabajadora y los consumidores. Esa reorganización estructural deviene en una forma de relación con la naturaleza completamente distinta a la actual y, por lo tanto, sus impactos son otros.

Por ejemplo: más que “decrecer en general”, propondríamos incorporar ese enorme ejército de desocupados funcionales a la ganancia capitalista, a tareas de reparación ecológica inmediatas. O al mantenimiento y gestión descentralizado de una nueva matriz diversa de energía renovable y limpia (de alta demanda de mano de obra). Y aunque propondríamos suprimir ramas enteras de la industria dañina del capitalismo actual, plantearíamos reconvertir industrial y profesionalmente a millones de trabajadores a ramas productivas nuevas, y ecológicamente sostenibles. Pero no plantearíamos como un fin en sí mismo “decrecer”. En todo caso, al planificar consciente y democráticamente, el derroche delirante del capitalismo, quedaría abolido. Pero no como propósito, sino como consecuencia. No es un debate secundario. Bajo un modelo con parámetros ecosocialista, las fuerzas productivas se desarrollarían y crecerían, pero no medidas como bajo el capitalismo por el PBI, sino por su impacto en el nivel general de vida de las y los trabajadores, en la reducción de las emisiones de efecto invernadero, y en la recuperación de parte de lo contaminado y depredado por la herencia de este sistema de explotación.

Por su parte, Andreas Malm, es un especialista en materia de energía y tiene investigaciones impresionantes en materia de fósiles, petróleo, entramado económico-político de esos negocios y consecuencias ecológicas de los mismos [12]. Además, es un activista comprometido con las luchas del movimiento ambiental. Nuestras discrepancias son con los planteos estratégicos que formula. Lo que dice Malm en definitiva es que la combinación de acciones directas presentadas como radicales (donde el sabotaje ocupa el rol central como táctica) conduce a obligar a los Estados y sus gobiernos a operar cambios en materia ambiental, prohibiciones de industrias contaminantes y otras variantes de ese mismo tenor. Detrás de esta combinación encontramos la misma voluntad de “hacer presión” al Estado capitalista y la idea fundamental, es que no habría otro sujeto para la transición ecológica que el Estado capitalista existente. En esto, Malm es explícito: “A fin de cuentas son los Estados quienes impondrán la transición, o nadie lo hará [13]”.

La lógica de Malm al no plantearse el desmantelamiento del Estado capitalista (y ecocida), ni tener en cuenta una perspectiva donde la clase trabajadora con sus propios organismos (u organizaciones) de poder alternativo surgidos en el proceso de revolución, va preparando las condiciones de un nuevo Estado de transición, se limita a un planteo de reformismo radical de izquierda. Presión sobre los gobiernos burgueses, en lugar de revolución para desalojarlos del poder en base a la movilización encabezada por la clase obrera como punto de referencia para articular al conjunto de los explotados y oprimidos por el capitalismo. Por eso, aunque hable de “leninismo ecológico”, desestima un requisito elemental de la mecánica (o dialéctica) de la revolución en Lenin: la necesidad de un partido revolucionario que sea hegemónico en la clase trabajadora, y partir de allí, encabece al conjunto de los sectores movilizados en la transición pos-capitalista, hacia un socialismo con democracia y consciente de los límites físicos de la naturaleza.

Claves programáticas para pensar la transición

El movimiento socioambiental, y los debates en el sector, exigen de la LIS y toda su militancia, estudiar este tema, porque hay un activismo informado, porque es una cuestión problemática que atraviesa la ciencia, la economía y otras especialidades y, por lo tanto, para ser una sólida personalidad ideológica en este frente de intervención y construcción militante, tenemos que darle mucho peso a la lucha de ideas y estar armados programáticamente. Para eso, queremos plantear una serie de claves a modo de “títulos” para pensar y debatir colectivamente:

*Por la exigencia de declaración de la inmediata Emergencia Socioambiental en nuestros países, dirigida a los gobiernos capitalistas de turno. Declarar bienes comunes de patrimonio social inalienable humedales, bosques, selvas, cordillera y otros ecosistemas fundamentales para la salud socioambiental.

*Transición energética hacia limpias y renovables, en base a la expropiación de las industrias hidrocarburíferas bajo control de los trabajadores y una nueva matriz, no petro-dependiente, pero diversa.

*Lo anterior incluye la reconversión laboral-profesional de todos los trabajadores de las industrias afectadas con garantía de continuidad salarial y el piso de derechos laborales anteriores.

*Prohibir el fracking, el agronegocio, la megaminería y la cementación urbana con fines especulativos. Reconversión productiva basada en las reales necesidades sociales, en base a una planificación democrática con intervención de la clase obrera.

*Otro modelo alimentario, en base a parámetros agroecológicos, sin transgénicos ni agrotóxicos, para garantizar la comida como derecho social suficiente, saludable y accesible a las mayorías. Cuestionar el modelo basado en la agro-ganadería industrial capitalista, explotadora, maltratadora de naturaleza vegetal, animal y contaminante. Prohibir las granjas porcinas y el feedlot. Reforma agraria integral con expropiación sin indemnización de pooles y terratenientes.

*Garantizar como derecho social el uso de los servicios públicos, empezando por el transporte estatal bajo control social de trabajadores y usuarios. Estatización de todas las privatizadas y ampliación de infraestructura de las mismas, como forma adicional de desincentivar el uso del transporte individual.

*Reorganizar los sistemas de salud en todo el mundo, en base unificar en un solo dispositivo público y estatal, toda la infraestructura pública y privada, bajo control de los trabajadores del equipo de salud y comités de usuarios. Robustecer los presupuestos en base a la cancelación de las deudas con el FMI y otros organismos financieros internacionales.

*Reparto de las horas de trabajo entre toda la mano de obra disponible y reducción de la jornada laboral. Incorporación masiva de tecnología no para reemplazar personas por máquinas, sino para alivianar la carga colectiva del trabajo.

*Eliminación de la industria del empaquetado y reducción de residuos en base a separación en origen, reciclado y educación socioambiental estatal en todos los niveles escolares.

*Prohibición de la industria publicitaria capitalista que fomenta el consumo artificial, confunde y miente a la población. Reemplazar por el derecho social a la información pública. Democratización general de los medios masivos de comunicación, en base a la propiedad estatal con control social de los mismos.

*Activar mecanismos de consulta popular vinculante para que sean los pueblos los que decidan toda controversia sobre desarrollar o no determinadas industrias que puedan contaminar. Incorporar el principio “precautorio” del derecho ambiental, que dice que “toda modalidad productiva que pueda impactar socioambientalmente debe ser suspendida y sometida a investigación y debate social”.

*Presupuesto para remediación ambiental y preservación de especies, bosque nativo y otros bienes comunes de la naturaleza, patrimonio de la humanidad en base a la expropiación de activos de empresas contaminantes.

*Apertura de todas las fronteras a las corrientes de migración climática.

Estos son ejes aproximativos, que podemos combinar y utilizar en cada país, en una articulación discutida y resuelta según corresponda a cada desigual realidad nacional. Por supuesto, todo asociado de fondo, a la lucha por gobiernos obreros y de los sectores populares, en el camino del socialismo regional y mundial. Es un piso mínimo de referencia para actuar con unidad político-programática como LIS a escala internacional.

Sujetos y predicado: clase obrera, partido y Estado.

Cada hay más consenso en la extendida vanguardia socioambiental que el capitalismo es la causa de la emergencia ecológica del mundo. Pero, a partir de ahí, hay otros debates y polémicas estratégicos que tienen mucho peso para nosotros: el rol de la clase obrera, la necesidad y el tipo de organización política que hace falta y la cuestión del Estado.

Sobre el primero de los temas, la clase obrera, hay que tener en cuenta los condicionantes que actúan para sembrar confusión, propagar falsas ideologías y alimentar concepciones reformistas:

*Por el peso de la burocracia sindical y los corrientes socialdemócratas, estalinistas o nacionalistas-burguesas, en la clase obrera predomina una conciencia que separa la justicia social y económica, de los derechos socioambientales. La burocracia opone el “empleo” a las consecuencias socioambientales.

*Dialécticamente, el oenegeísmo original, y las corrientes posmodernas y reformistas que intervienen en el movimiento socioambiental, en “espejo” a la burocracia, enfocan los impactos de la producción capitalista en los ecosistemas, pero minimizan o directamente anulan, cualquier política progresiva hacia la clase obrera que tenga en cuenta su nivel de conciencia y necesidades inmediatas.

*Circulan con fuerza ideologías que romantizan a los pueblos originarios y a los movimientos “sociales” campesinos en general, y los elevan a la categoría de sujetos revolucionarios excluyentes. Es un hecho que comunidades rurales en distintas regiones del mundo han sido vanguardia enfrentando proyectos de saqueo y depredación, y eso en parte es utilizado para fundamentar ideologías que soslayan a la clase trabajadora.

*Es un elemento a tener en cuenta, el componente social del movimiento socioambiental más dinámico hoy: juvenil, de sectores medios, urbanos, sin prácticamente ningún peso de algún sector de la clase obrera organizada, y sin grandes experiencias recientes de unidades obrero-estudiantiles de peso. Este componente de clase y esta limitante en la experiencia de la lucha de clases, le imprime parte de sus rasgos a la vanguardia del movimiento.

Sobre la cuestión de partido, las nefastas experiencias burocráticas históricas, pero también la existencia de organizaciones de izquierda monolíticas, dogmáticas y verticales, alimentan la desconfianza en el modelo de organización de partido militante, para la acción, orgánico.

En relación a la cuestión de la estatalidad, el poder político y la mecánica de la revolución para la transición, también se dan polémicas muy importantes: como en el caso que mencionábamos antes de Andreas Malm, las teorías de la desobediencia civil, el sabotaje y la presión al Estado burgués tienen peso ideológico. De ahí, que consecuentemente, predominan las posiciones que elevan el movimiento social y la unidad en la acción a la estrategia. El partido entonces, aparece visto como factor de fragmentación artificial o división innecesaria del movimiento social para presionar al Estado. De fondo, alrededor de lo que necesitamos hacer fuerte y buena propaganda, es de la teoría marxista del Estado, de la mecánica de la revolución permanente y el programa de transición (incluyendo la temática ecosocialista) para terminar desarrollando una buena explicación del tipo de organización internacional (en primer término) y nacional que se requiere para suplantar al Estado capitalista ecocida por otra forma de organización de todo: la economía, las relaciones sociales, la vida política y el metabolismo con la naturaleza.

Sin caer en el obrerismo sectario, que niega la necesidad de una articulación social de todos los sectores explotados por el capitalismo, pero enfatizando el peso estratégico en la producción social de la clase obrera, su rol decisivo en la reconversión productiva mundial y, por lo tanto, la tarea de ganar influencia en la misma con nuestro programa integral, que incluye este desafío de época novedoso. Esto supone tareas concretas que hacen al perfil y orientación de nuestra intervención:

*Ganar a los elementos de vanguardia que reclutemos para las organizaciones de la LIS en este movimiento para nuestra estrategia integral, dando una consecuente lucha ideológica contra todas las presiones del sector.

*Enriquecer nuestro programa para las organizaciones obreras incorporando las tareas que hacen a los derechos socioambientales, separación artificial e interesada políticamente que hacen la burocracia y todas las corrientes reformistas.

Hacer ecosocialismo para una transición revolucionaria

Como todo fenómeno en la lucha de clases, y bajo esta época de capitalismo de guerra contra la humanidad y la naturaleza, la acción del sistema genera reacción política, movilización y nuevos procesos. El frente socioambiental es una ventana de oportunidad para nuestra construcción en el sector: es un nuevo frente de actividad militante.

Hay un componente muy positivo de cuestionamiento a la devastación ecocida del capital, una extendida sensibilidad internacionalista de las luchas, vocación por la democracia para decidir y la acción directa. A la vez, existe heterogeneidad, lucha ideológica y competencia por la salida. Se requiere para intervenir preparación teórica, ideológica y política, para una dura batalla de ideas.

La LIS cuenta en su haber con la experiencia en varias de sus secciones de acumulación militante en este proceso con aciertos, errores y elaboración programática. Tenemos que ser una fuerza política en este movimiento que conecta con las preocupaciones centrales de lo mejor del activismo y que da respuesta a partir de ahí a la necesidad de una transición revolucionaria que supere el capitalismo depredatorio.

Es lógico, que los ritmos y realidades sean desiguales según la región del mundo, y el peso distinto de las corrientes ideológicas y políticas, como así también, el grado de desarrollo de nuestras organizaciones en cada país. Sin embargo, utilizar a la LIS en este tema a partir de sus experiencias más avanzadas, nos puede servir para progresar en todo el mundo. Existe un potencial de reclutamiento, de captación de jóvenes activistas para nuestras organizaciones y nuestro programa, prácticamente en todas partes.

La condición para empalmar con esa franja es partir de sus necesidades y nivel de conciencia inmediato. Esto implica tener política y programa para el sector. De hecho, hay dos peligros en tensión: caer en el propagandismo abstracto del “socialismo en general”, o en su extremo antagónico, que sería el “sindicalismo ecologista”. Tenemos que militar con la dialéctica del programa transicional: de lo inmediato a la conexión con la salida estratégica.

*Nuestro eje tiene que consistir en participar de las luchas y acciones que se den por estas problemáticas, con consignas y perfil propio.

*También, tomar en cuenta y participar de eventos de debate, y encuentro nacionales y regionales que existen, como así también impulsar Encuentros de la LIS, como ya lo hicimos con balance muy positivo, ya que enriqueció políticamente, elevó el nivel de nuestra militancia y nos permitió movilizar contactos y simpatizantes, para captar orgánicamente.

*Tenemos que producir más elaboración teórico-política, y responder a los debates con artículos y publicaciones con nuestra perspectiva. También preparar material para cursos, talleres, seminarios y formación interna. Todos estos insumos son fundamentales para la lucha de ideas.

*Donde tengamos la oportunidad y la fuerza, es clave apostar a construir una tendencia o corriente orgánica revolucionaria al interior del movimiento. Esto supone política específica para tratar de incidir en el rumbo del movimiento allí donde nos toque actuar, y a la vez, hacer agitación propagandística de nuestro programa de fondo, para reclutar. No descartar la utilización táctica de hacer nuestro agrupamiento del sector para nuclear activismo, para poder reunir elementos de vanguardia e ir ganándolos para la estrategia general. En algunos países, como Argentina, lo utilizamos más bien como “identidad particular” o como “marca política” para participar del movimiento. Esto nos fue dando resultado para competir, por un lado, con un sector de la izquierda que es muy sectaria y dogmática con el tema; y también, para delimitarnos de las corrientes o sectores autonomistas o anti-partido.

Todo lo anterior tiene un objetivo prioritario: reclutar para la LIS y nuestras organizaciones nacionales, formar cuadros integrales para la revolución y robustecer la influencia política de nuestro programa en este positivo –aunque contradictorio- movimiento de lucha que gana fuerza mundial y va a tender a crecer.


[1] https://www1.folha.uol.com.br/ambiente/2022/11/desmatamento-na-amazonia-chega-a-3a-maior-marca-para-o-mes-de-outubro.shtml

[2] https://climateaccountability.org/

[3] (Re) calientes: Por qué la crisis climática es el problema más urgente de nuestro tiempo: Aizén, Marina y et al. Siglo XXI Editores, (2022).

[4] https://council.science/es/publications/policy-brief-harnessing-data-disaster-response-recovery/

[5] https://www.imf.org/es/Publications/fandd/issues/2022/06/new-energy-imperative-wagner

[6] https://clubexportadores.org/newsletter-3-club-exportadores_antonio-bonet/

[7] https://council.science/es/publications/policy-brief-harnessing-data-disaster-response-recovery/

[8] Wallace, Rob. Grandes granjas, grandes pestes. Agroindustria y enfermedades infecciosas. Capitan Swing Ed. (2015)

[9] Wallace, Rob. Epidemiólogos muertos: sobre los orígenes del COVID-19. Ed. Swing (2021).

[10] Pollan, Michael. El detective en el supermercado. Ed. Temas de Hoy (2010)

[11] Saito, Kohei. El capital en la era del antropoceno. Ed. Sinequanon (2021)

[12] Malm, Andreas. Capital fósil. Ed. Capitán Swing (2021)

[13] Ídem. Cómo dinamitar un oleoducto. Ed. Errata Na (2022)