La victoria de La Libertad Avanza como fuerza y Javier Milei como candidato más votado claramente fue el elemento a destacar de las PASO del 13 de agosto. Luego de tal fenómeno, con genuina preocupación, comenzaron miles de interrogantes, necesarios, sobre los porqué de que ganara el liberfacho y, además, imaginaciones sobre las formas de parar a esta variante ultraconservadora. En las próximas líneas intentaremos hacer una aproximación sobre las razones de este giro a derecha electoral, donde el 50% de los votos se lo llevaron Milei y Bullrich, y trazaremos algunas vías de acción para combatirlos.
Escribe: Nicolás Zuttión
Una sorpresa en las urnas. Los resultados que se conocieron después de las elecciones PASO no eran los esperados de primera mano, mucho menos por las encuestas que, otra vez, fallaron en detectar el clima social de la calle. De todos modos, la sorpresa sí era pensada como una hipótesis de las menos probables para el 13 que pasó. Sin dudas el formato de elecciones de tercios es algo que se había discutido previamente y el pasar de las elecciones provinciales, donde se escrutaron malos resultados para los candidatos del liberfacho hizo que cayera el peso de esta hipótesis. Pero la realidad es más fuerte que cualquier proyección.
Si uno hace un repaso, al menos de los elementos previos a la votación, nos referimos a los hechos de inseguridad, sumados a la primera devaluación de estas dos semanas que aplicó Sergio Massa, encontramos algunas respuestas coyunturales al fenómeno de La Libertad Avanza. Encontramos sentido al voto castigo, por derecha, contra las clásicas coaliciones patronales de Unión por la Patria y Juntos por el Cambio. Principales derrotados de esta elección y, también, responsables del desastre económico que presenciamos en la cotidianeidad desde hace más de ocho años, elemento que se puede entender como punto estructural que dio origen a una ultraderecha.
No es un fenómeno nuevo ni ajeno
Ir de lo general a lo particular puede ayudar a comprender el 30% de los liberfachos. Desde hace un tiempo, podemos fechar desde 2015 a la actualidad, el continente, también podríamos decir el mundo entero, se encuentra en una etapa de polarización social y política a extremos que ha ido arrojando diferentes fenómenos. Si hacemos un repaso encontramos primero a Mauricio Macri en Argentina en 2015, Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y, aunque salió derrotado electoralmente, pero se mantiene vivo como fenómeno, José Antonio Kast en Chile.
Todos estos, sin excepción, obviamente con las diferencias de cada caso, han nacido como proyectos a derecha que buscaron atender, discursivamente con propuestas ultraconservadoras, necesidades materiales de los trabajadores y sectores populares que los llamados “progresismos” no resolvieron porque no pudieron, no supieron o, nos inclinamos por esta consideración, no quisieron para mantener viva la estructura del capitalismo neoliberal. Si nos atenemos al caso de Alberto Fernández, la respuesta está a la vista.
Para sintetizar, la polarización política, que absorbe en el transcurso del tiempo la experiencia de los gobiernos progresistas luego de gobiernos de derecha o ultraderecha, en sus diferentes formas funciona como una contención a estallidos sociales o altos niveles de la lucha de clases, todo en función de preservar las formas políticas y económicas heredadas. Luego, ante este comportamiento, la experiencia marca una aceleración hacia formaciones aún más reaccionarias. Esa dinámica la podemos observar con la llegada del FMI de la mano de Mauricio Macri, que se fue repudiado por grandes franjas del movimiento de masas, la llegada de Alberto Fernández con Cristina como vice, denunciando la herencia macrista, pero legalizando la peor estafa que fue la deuda externa mencionada. En ese ciclo, se consolidó una Argentina de 40% de pobres y trabajadores formales de igual condición social, dando origen al monstruo de Milei.
¿Qué expresa el voto a Milei?
Los números de estas elecciones remarcan algo importante, los votos de Milei no provienen de un fenómeno solamente de AMBA o de algún sector acomodado de la sociedad. Es concreto, muchos de sus votos provienen de sectores populares y trabajadores, despolitizados. Aquí la discusión central, es la o las razones de escoger esta variante conservadora y pro-patronal, como castigo a la política tradicional pero que poco puede resolver los problemas actuales de los más postergados.
En primer lugar, el giro electoral a derecha confirma lo innegable. Existe una porción del país afianzado en una estrategia política conservadora, protofascista, que ha encontrado en Milei un canal de expresión. Esto no tiene discusión, más bien responde al fenómeno político y social antes descripto.
Y, por otro lado, Milei, encarnando lo peor de la casta, ha jugado con un lenguaje “rebelde” digno de lo que fue la calle de Argentina en 2001 (“Que se vayan todos”), logrando representar así al voto castigo. El famoso “voto bronca” fue canalizado por este personaje ante las experiencias de los gobiernos del Frente de Todos y, anteriormente, Cambiemos. En síntesis, un sector le facturó al régimen político argentino años de ajuste, precarización y deterioro de la calidad de vida material. Aquí seguramente podemos enumerar a gran parte del contingente de trabajadores no formales, entre ellos los famosos “emprendedores” o trabajadores de las apps, que durante la pandemia fueron sumamente castigados y han adoptado, dada su estructuración social, una ideología individualista.
Por ende, esto presenta una realidad dialéctica contradictoria. El voto castigo por derecha no es absoluto. La totalidad de votantes de Milei no son fachos que quieran terminar con la educación y la salud pública, sino que, una parte considerable ha tomado esta opción para castigar a los integrantes de la falsa grieta política que nos ha gobernaron.
Sorpresa entre los responsables del monstruo
Al término de la elección muchos sectores del oficialismo se mostraron sorprendidos del resultado y la emergencia de este fenómeno ultraderechista. Sin embargo, teniendo en consideración los elementos económicos mencionados y los derechos que este gobierno ha decido obturar por vías de la represión; por ejemplo, recordar el desalojo en Guernica, brinda respuestas a lo ocurrido. Y más aún, con un gobierno que, retóricamente, se quería postular como progresista con sectores de centro izquierda dentro de su coalición.
No solo alimentaron a Milei por esta vía, también se supo de muchos intendentes del conurbano o gobernadores del norte del país -ante el enojo con el oficialismo- pusieron sus aparatos a militar el corte de boleta, con tal de mantener privilegios.
Otros responsables son los sindicalistas burocráticos que, en el último período, han dejado correr la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores y altos niveles de precarización laboral. Ellos, con su complicidad, son parte causante del producto de esta ideología que, en algunos sectores de trabajadores, se expresa en una respuesta conservadora y de rechazo hacia participar de un espacio conjunto para combatir las actuales medidas de ajuste.
Los medios y el empresariado, este último bastante a disgusto con el resultado, (nada más queda ver la caída de las acciones pos PASO del pasado domingo), también tienen gran parte de la cuota de responsabilidad. Haber alimentado a la bestia para derechizar la agenda del debate político y así maniobrar las designaciones de Sergio Massa, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich como candidatos, ha dado paso al actual resultado electoral de Milei.
La derechización, su programa y los límites
Que se haya teñido de violeta el mapa electoral, no significa que se ha entregado un cheque en blanco para aplicar todo el programa económico y político de La Libertad Avanza. Razonar de ese modo es descuidar muchos elementos de análisis. La victoria de Milei, en parte también refleja una gran debilidad del régimen. Estamos hablando de un ultraderechista, que en el último tiempo de campaña buscó ser aplacado por el establishment, obtuvo solo 7.116.352 votos y es el candidato más votado. Hablamos de una fuerza que, en caso de ganar, a pesar de su rechazo a la casta, tendría que cogobernar en términos capitalistas con quienes detracta tanto: el peronismo y Juntos por el Cambio. Peor aún, las mismas fuerzas altamente repudiadas en estas elecciones y que, a través de su persona, han sido castigadas.
Aún así, los límites son más tajantes cuando nos referimos a su programa económico. Más allá que se pueda pensar que el 30% de sus votantes haya adoptado un rechazo hacia el gasto fiscal, lo cierto es que numerosos estudios muestran que los propios votantes de Milei no admiten recortes sustantivos a la educación pública ni a la salud. Ni hablar de las privatizaciones y la dolarización que, por más linda que suene, significaría un mazazo a los ingresos y el inicio de una hiperinflación rara de ser aceptada por una población hundida desde ya en la pobreza.
Otro punto central es el ataque a los derechos democráticos y de salud reproductiva, que Milei y su vice antiderechos y progenocida, Victoria Villarruel, buscarán atacar. Por más que no estemos en marea alta, sabemos la fuerza social y política que allí reside.
Vamos por el mundo nuevo ante el monstruo que emerge del claroscuro
Una vieja frase del comunista italiano Antonio Gramsci, ante este escenario, se popularizó para “graficar” el escenario político: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en este claroscuro surgen los monstruos”. En el parangón que se hace con la literatura de Gramsci, aparecen respuestas que no se pueden obviar.
Para sacarnos de encima este fenómeno de ultraderecha, hay que pelear contra este sistema que los engendra. No hay pragmatismo posible ni alianza con los políticos capitalistas que hicieron florecer este panorama. Si hay angustia, se tiene que transformar en bronca y esta en organización. Esta es la única herramienta que, no por un voluntarismo político, sino por necesidad, puede darnos la llave para vencer ante el escenario que se viene.
Pero el horizonte tiene que ser claro. Es la construcción de un nuevo mundo que termine con los vicios de este capitalismo depredador, con un programa de salida anticapitalista y socialista que ponga fin al saqueo del FMI y al modelo extractivista. Desde el MST en el FIT-Unidad, llamamos a organizarte para dar esta pelea en la calle y en las elecciones el próximo 22 de octubre. Apostar a la construcción de una herramienta de nuestra clase es la tarea que tenemos para vencer el futuro de ajuste y sumisión al que nos quieren llevar Milei o las distintas expresiones de derecha.