Israel, EE. UU. y la respuesta a Irán

Netanyahu intenta apartarse del epicentro de las críticas. Sionistas e imperialistas buscan salida a sus diferencias. Ha comenzado la represalia israelí, las tensiones regionales van en aumento. Sólo se puede confiar en la movilización de los pueblos. La vida y el futuro de Palestina valen más que los intereses de los poderosos.

Por Rubén Tzanoff

Cambio de foco

Después de la acción de Irán sobre Israel, las potencias mundiales y sus acólitos aprovecharon la oportunidad para apaciguar las críticas a Netanyahu y apuntalar a Israel por encima del señalamiento al genocidio en curso. En la coyuntura, pretenden apoyar el eje de los cuestionamientos en los cojinetes de “las fuerzas del mal iraníes”. La solidaridad mundial con el pueblo palestino no va en la misma dirección, es difícil tapar la barbarie con un dedo.

Netanyahu busca conservar el poder.

La asimetría política imperialista

La acción iraní sólo causó pequeños daños en una base aérea y algunas heridas a una niña beduina. Aun así, Israel, EE. UU., la UE y sus socios anunciaron que a las sanciones ya existentes sobre el sector petrolero -de bajo impacto por el aumento de las exportaciones a China- les sumarán otras por la producción de drones y misiles. En la acera de enfrente, Israel destruyó Gaza, ha causado más de 35 mil muertes, miles de heridos y más de un millón y medio de personas desplazadas. Desoyó los dictámenes del Tribunal Internacional de Justicia referidos al genocidio y los derechos humanos. ¿Y qué sanciones recibió? Ninguna, por el contrario, le brindan más apoyo. La asimetría política imperialista es el certificado de garantía estratégico para la supervivencia del Estado de Israel.

Diferencias importantes

Al mismo tiempo, la relación política entre Netanyahu y Biden expresa desencuentros que exceden el tratamiento de la ayuda humanitaria. El gobierno israelí proyecta ocupar Rafah y Gaza permanentemente; además, la ultraderecha que lo sostiene en el poder le exige una respuesta contundente a Irán. EE. UU. es reticente porque advierte que más matanzas y desplazamientos de civiles aumentarían el repudio mundial, la inestabilidad zonal e internacional y la posibilidad que estallen nuevas rebeliones árabes. Por eso, el presidente yanqui le pidió a Netanyahu que la represalia contra Irán sea “moderada” y recibió como respuesta: “Agradezco a nuestros amigos su apoyo en la defensa de Israel y todos sus consejos. Pero quiero ser claro: tomaremos nuestras propias decisiones”.

Comenzó la represalia

El inédito ataque iraní hizo que las diferencias entre socios se acentuaran, pero negociaron una salida a la crisis sobre el rumbo del conflicto, lo cual se ha reflejado la madrugada del viernes con el lanzamiento de varios misiles israelíes a la provincia de Isfahán, donde está ubicada Natanz, localidad que alberga una de las instalaciones nucleares iraníes. También hubo ataques a las milicias pro iraníes en Irak y el sur de Siria. Según los trascendidos, la respuesta «moderada» en curso se canjeó por la aceptación de la ocupación de Rafah. El presidente Joe Biden quiere evitar otro involucramiento directo de su país en un conflicto bélico y también que se disparen los precios del petróleo, con las consecuencias que ello tendría sobre la crisis de la economía capitalista mundial.

Juegan con fuego

Aunque el ataque iraní fue limitado y con aviso previo, Israel y EE. UU. tomaron nota de la “demostración de fuerza”. Entre varios puntos para tener en cuenta, cabe recordar que Irán es una potencia regional con efectivos militares, milicias afines en países vecinos, armamento, infraestructura bélica y desarrollo nuclear. Sobre esta base, su presidente Ibrahim Raisi advirtió: “Con el más pequeño ataque contestaremos con severidad”. Las próximas horas y/o días desvelarán las actuales incertidumbres en medio de las tensiones en aumento por las cuales no se puede descartar que la propia dinámica de la situación derive en una escalada.

Carteles en Teherán, alusivos a los misiles lanzados sobre Israel.

Veto norteamericano en la ONU

El jueves 18 se reunió el Consejo de Seguridad y debatió la propuesta de Argelia para que Palestina cambiara su estatus de “estado observador no miembro” a miembro pleno de la ONU: 12 países votaron favorablemente, con la abstención de Reino Unido y Suiza. Aunque EE. UU. sostiene la tramposa y fracasada política de “dos estados” hizo uso de su poder de veto para bloquear la incorporación argumentando que tal decisión debería ser negociada con Israel.

Votación en el Consejo de Seguridad de la ONU.  

Confianza sólo en la movilización

Más allá de lo que sucede en las alturas, lo más importante es continuar con las movilizaciones solidarias, como las que se realizaron el lunes 15 en las principales ciudades de EE. UU. , miles de personas bloquearon carreteras, interrumpieron el tráfico y retrasaron vuelos en protesta por los ataques a Gaza. O la de los artistas que se negaron a abrir el pabellón de Israel en la Bienal de Venecia hasta que se alcance un alto el fuego. Además, hay que boicotear los intereses económicos israelíes y exigir la ruptura de relaciones de los gobiernos con el Estado genocida.

Contra los imperialistas, sin confiar en el régimen de los ayatolás

Rechazamos las intromisiones imperialistas en la región, cualquier agresión a Irán y a los países vecinos, sin que ello implique apoyar políticamente al reaccionario régimen islamista de los ayatolás que actúa más por interés propio que en apoyo a Palestina, mientras despliega un brutal autoritarismo interno, principalmente contra las mujeres y los activistas críticos.

Por la vida y el futuro de Palestina y su pueblo

Hay que hacer valer el derecho de los palestinos al retorno, a la recuperación de sus hogares y territorios usurpados, con los límites anteriores a 1948. A los 75 años de colonialismo israelí es necesario continuar anteponiéndole la resistencia palestina, sumada a la unidad de los pueblos árabes con los trabajadores en lucha y la construcción de organizaciones independientes de los dirigentes traidores y fundamentalistas religiosos. Una Palestina única, laica, democrática, no racista y socialista, sólo podrá avanzar al calor de la revolución socialista en Medio Oriente.