Por Mariano Rosa
El gobierno y aliados lograron dar un paso táctico en Diputados con la aprobación de la Ley Bases y el llamado paquete fiscal. Pero falta mucha agua por correr. Ahora viene el Senado, quizá el 15 de mayo. Sensaciones en el aire. Colaboradores explícitos y ladinos. Ausencias y presencias. Recalcular el nuevo momento. Es imprescindible pensar en clave estratégica. La necesidad de un congreso abierto del Frente de Izquierda Unidad.
Milei encabeza un proyecto político que se propone reformular el patrón de acumulación capitalista en Argentina, en línea con otros intentos históricos anteriores de hace 50 o 60 años. La apuesta consiste en abaratar costo laboral patronal (en la contratación, explotación y despido de trabajadores) y gasto público burgués en el sostén del Estado, limitando las erogaciones al personal burocrático indispensable y al aparato de represión de la protesta social, en esencia. Desde una semicolonia el presidente, si quiere lograr credibilidad frente al gran capital, necesita mostrar capacidad de reestructuración de la economía, control de la calle y sostenibilidad en el tiempo de esas condiciones.
Sobre la base de una ecuación así, la tesis libertaria supone que va a incentivar la inversión privada y de allí poner en movimiento un “círculo virtuoso”. De ahí el pronóstico de la recuperación en “V” y otras previsiones más aspiracionales que científicas. Porque al final, para la concreción de esa estrategia se requiere bastante más que tacticismo parlamentario para la rosca, el cabildeo y ganar algunas votaciones en el Congreso. En realidad, diríamos una vez más: son las relaciones de fuerza, es la calle, estúpido.
País factoría
Si enumeramos los propósitos de las dos leyes votadas en el Congreso, deberíamos decir que:
Ampara el blanqueo de dinero ilegal, además de perdonar a los fugadores de divisas y desgravar de impuestos a los sectores más pudientes.
Reinstala el impuesto al salario y estimula el empleo no registrado.
Perdona a evasores, facilita los despidos y promueve el trabajo ilegal.
Sube de hecho la edad jubilatoria para las mujeres y complica todas las condiciones para acceder a una jubilación menos que mínima.
Lo votado en materia energética (libre disponibilidad de capitales hasta 2038 y ninguna obligación de garantizar una cuota mínima para el consumo interno) es el paraíso de las corporaciones petroleras y gasíferas.
El régimen de incentivos para las grandes inversiones (RIGI) directamente revela la decisión política de transformar la Argentina en una factoría agro-minera exportadora en una especie de déjà vu del pacto Roca-Runciman en la primera década Infame.
El horizonte apunta a multiplicar la renta extraordinaria de las corporaciones empresariales, especialmente el agro, la minería y el capital financiero, y reforzar el estatus neocolonial del país.
La Ley Bases y el paquete fiscal dan instrumentos para esa orientación. Por eso enfrentar y derrotar esta nueva arremetida es fundamental.
País jacobino
En la etapa más profunda y antifeudal de la Revolución Francesa, el ala de ese proceso que más sobresalió fueron los jacobinos, conocidos por sus posiciones de radicalidad antimonárquica y de base popular, plebeya. En el vocabulario político del marxismo -lo usaron Lenin y Trotsky, con frecuencia-, jacobinismo remite a esa naturaleza irreverente y luchadora permanente.
La virulencia del ataque del proyecto libertario sobre derechos sociales y democráticos se profundiza en relación proporcional a las respuestas de masas que va encontrando. Con la intensidad de los golpes, Milei y su ecosistema van activando ese jacobinismo característico de un pueblo con reservas acumuladas en décadas. Si uno repasa estos más de cuatro meses y medio de polarización, tiene demostraciones de fuerza de una potencia enorme por su masividad y otras por su determinación desafiante:
-El paro y la movilización del 24 de enero.
-Las acciones del 8 y 24 de marzo.
-La Marcha Federal Universitaria del 23 de abril.
Esas cuatro acciones fueron puntos de quiebre en las relaciones de fuerza y se combinaron con la acción del 20 de diciembre de la izquierda, con la multisectorial independiente y la resistencia a la ley ómnibus frente al Congreso durante días y días. Fueron puntos altos en radicalidad que se combinaron dialécticamente y sumaron en el mismo polo anti-Milei desde las calles. Este es un límite claro que sigue teniendo la ofensiva reaccionaria del gobierno y despeja un debate: si hay o no relaciones de fuerza en las calles a favor de los de abajo. Por eso, aunque da pasos tácticos, el gobierno no logra imponer su hegemonía y alterar a su favor la pulseada entre las clases sociales.
Milei no puede solo, capítulo 1: colaboradores explícitos
El gobierno libertario no es fuerte per se, sino que más bien capitaliza debilidades ajenas de las fuerzas políticas tradicionales que pagan el costo de decepcionar a millones en los gobiernos anteriores. Sin estructura orgánica propia, sin vasos comunicantes sólidos con sectores de masas, el PRO, el bloque variopinto de Pichetto y la UCR son dadores explícitos de gobernabilidad parlamentaria. Milei tiene todavía base social con expectativas, pero no los fierros que se requieren para gestionar: ni peso en el Congreso, ni gobernadores propios, ni fuerza militante que lo banque en las calles.
Por eso apela al PRO -como era sabido-; a casi todo el bloque de Pichetto, incluyendo a la Coalición Cívica y Stolbizer; y la eterna UCR cómplice de reaccionarios que en el mundo son y serán, desde el lamebotas De Loredo hasta el sector de Lousteau que amagó un progresismo que no le sale, e incluso los cuatro diputados del neurocientífico Manes, que se abstuvieron en una votación pareja como la que se dio.
Son la carroña de la crisis de representación política de los partidos tradicionales, y el presidente, el cuervo que fagocita esos desperdicios de la decadencia burguesa. El pueblo va registrando en la conciencia quién es quién. Procesa su experiencia material concreta con estos personajes siniestros. Y ya empiezan los escraches, no en el mundo virtual de la batalla digital, sino en el campo concreto del repudio callejero.
Milei no puede solo, capítulo 2: la colaboración ladina, el doble juego
La política capitalista y burguesa, tiene mucho de montaje y puesta en escena, de ilusiones construidas para confundir y distraer. Por eso es clave analizar la apariencia y la esencia de las cosas. El peronismo en apariencia se ubica como oposición polarizante frente a Milei a partir de rechazar en el Congreso su proyecto (aunque siempre con algunos felpudos díscolos).
Sin embargo, si uno toma de conjunto el peronismo en su expresión parlamentaria, sindical y social, encuentra ya una esencia bien distinta. Para empezar, ni durante la ley ómnibus ni ahora con este paquete aprobado en Diputados convocaron a movilizar al Congreso. Desde ya no lo hizo la CGT, pero tampoco UxP, y apenas muy testimonialmente la UTEP de Grabois el primer día de sesiones. Sin la calle no hay chance de derrotar el plan Milei. Precisamente, la estrategia del peronismo en su amplio espectro no es enterrar el plan Milei ya que eso equivale a enterrar al propio Milei.
El peronismo rehúye toda posibilidad de hacerse cargo del gobierno después de un proceso de movilización que desaloje a un gobierno reaccionario de este calibre. La razón es de clase, programática y simple: sabe perfectamente que asumir en esas condiciones implica tener que hacer concesiones económico-sociales y democráticas al jacobinismo del movimiento de masas. Y para eso tiene que tocar privilegios de los ricos, chocar con el FMI y enfrentar a las corporaciones.
Ni por asomo evalúa ese giro. Más bien las incursiones de CFK han sido para dar señales de confiabilidad al gran capital o bien, como Grabois, para justificar la borrada de la CGT diciendo que le da vergüenza decirles lo que tienen que hacer. Impúdica justificación del rol de contención social de la burocracia sindical. El peronismo razona con la lógica no de derrotar el programa libertario entero, sino de desgastar al gobierno y en todo caso capitalizar electoralmente más adelante ese operativo. En el mientras tanto, la crisis la pagamos de mal en peor quienes no la generamos. No es por ahí.
Hay vida después del peronismo (y vale la pena)
Indudablemente ahora la tarea número uno está centrada en resistir y derrotar la ofensiva ultra-reaccionaria del gobierno de Milei. Bajado a tierra, implica preparar la batalla del Senado contra la Ley Bases exigiendo que la CGT y las CTA llamen a parar y a rodear el Congreso cuando vuelva a sesionar. Un despliegue de potencia de masas así canalizaría los cambios en el estado de ánimo popular y el agotamiento progresivo de paciencia social, pudiendo bloquear la iniciativa legislativa de Milei. Fuerza sobra para eso. No podemos dejar de insistir en la necesidad de una política de plan de lucha que centralice todas las peleas parciales contra el plan motosierra y desde abajo concentre los golpes.
Pero además, por la positiva, es crucial trazar un camino independiente de todo proyecto político tradicional desde la izquierda. En particular, de lo que se trata es de terminar con este delirio ultraderechista gobernante pero no para volver al pasado, sino para superar todo lo experimentado hasta ahora.
No se trata de ser confiables para el FMI, las corporaciones y pactar con las castas reales. Hay que partir de las necesidades elementales de la mayoría obrera, juvenil y popular:
- Aumento general de salarios, jubilaciones, programas sociales y becas de estudio.
- Congelamiento de precios y alquileres, aplicando sanciones a los remarcadores, desde multas hasta expropiación.
- Prohibir los despidos y suspensiones.
- Reducir la jornada laboral y repartir todo el trabajo disponible con salarios equivalentes a la canasta familiar.
- Suspensión unilateral del pago de la deuda externa y redireccionamiento de esos recursos a obra pública masiva.
- Estatizar la banca y el comercio exterior.
- Reforma impositiva integral: anular el IVA y el impuesto al salario, gravar duramente las grandes fortunas.
- Prohibir el agronegocio, la megaminería y el fracking: reconversión de la matriz productiva y laboral.
Efectivamente, hay otra salida más allá del peronismo, sin pedir permiso al capital.
Una izquierda que se haga cargo
Con este nuevo gobierno se reafirmaron atributos de la izquierda en el reconocimiento de amplísimos sectores sociales: que siempre está, pone el cuerpo, es coherente y no se vende. Ese activo ya lo tenemos.
Lo fundamental frente al espacio vacante de oposición que deja el peronismo entre trabajadores, juventudes y pueblo empobrecido, es que la izquierda asuma esa responsabilidad y articule política convocante para ser alternativa con peso real.
Lo primero es abrir el Frente de Izquierda Unidad para nuclear y darle un canal de expresión al descontento existente. Y con eso, transformar la bronca en propuesta política.
Planteamos que el FIT-U convoque a un gran congreso abierto que tienda puentes hacia miles de activistas gremiales sin expectativas en los burócratas de sus sindicatos ni en el PJ o los miles de precarizados, sin sindicatos ni organización. También convocar a lo mejor de la vanguardia estudiantil que viene de protagonizar la marcha federal. A colectivos y agrupaciones sociales. A intelectuales críticos. A la militancia socioambiental, de género y de derechos humanos. A todos y todas una convocatoria abierta desde el FIT-U. Sería un suceso enorme en su valor anticipatorio.
Nuestra fuerza llevaría a ese congreso la propuesta que venimos levantando como orientación hace tiempo: que el FIT Unidad evolucione de frente electoral a movimiento político unitario. No estamos preponiendo un partido único; es otra cosa. Imaginamos un movimiento como confluencia de tendencias, que interactúan con parámetros democráticos, pero que le dan organicidad a muchísimos independientes que votan a la izquierda o sectores que se replantean que el peronismo no va más.
Un movimiento así organizaría a decenas de miles de activistas en todo el país, y fortalecería la emergencia de una fuerza alternativa que intervenga cotidianamente y que vaya ganando influencia política cada vez con más peso en la realidad. La izquierda por la que luchamos se tiene que hacer cargo de la responsabilidad y oportunidad que afronta. Es ahora sí o sí.