Por Rubén Tzanoff
Algunos agrupamientos de izquierda participamos del intercambio de opiniones y formulamos propuestas.
La Candidatura de Unidad Popular (CUP) desarrolla un debate sobre la estrategia para el proceso hacia la República Catalana y la táctica coyuntural de cara hacia las próximas elecciones autonómicas del 14 de febrero. Reiteramos el agradecimiento a lxs compañerxs de la CUP por permitirnos participar fraternalmente del debate en distintas instancias: en las asambleas de la CUP L´Hospitalet (de cuya lista municipal participamos en 2019), en el plenario desarrollado en Sabadell y en la reunión telemática “Nodes; Debats d’unitat popular” entre otras. Dándole continuidad al intercambio de opiniones, esquematizaremos algunos puntos de vista.
Luego de la aplicación del 155, la represión del régimen del ´78 no se ha detenido, hay presos políticos y exiliados. La negativa a reconocer el tercer grado a los dirigentes catalanes injustamente presos, la destitución del President Quim Torra por colgar una pancarta del balcón del Palau de la Generalitat, la continuidad de la persecución y el castigo a los activistas que reclaman por derechos democráticos, demuestran categóricamente la intención de venganza de la institucionalidad española y el objetivo de aplastar por todos los medios el camino hacia la autodeterminación .
Por su parte, las formaciones de ERC, JxCat y PdeCat mantienen un discurso independentista en general, pero no han planteado una lucha consecuente por la ruptura y la concreción de la República. Desde el Govern y el Parlament se orientan a la recuperación de una autonomía limitada, a partir de un pretendido diálogo con el gobierno burgués PSOE-UP, del cual derive la realización de un referéndum consensuado con los opresores.
A pesar de la opresión represiva de unos y la inconsecuencia de otros, todavía no está dicha la última palabra. El pueblo catalán no ha sido doblegado, más allá de la coyuntura de merma en la intensidad de las movilizaciones, en su seno existe una mayoría que se mantiene firme en concretar el mandato expresado en el Referéndum del 1-O.
Distante de ambos, la Candidatura de Unidad Popular es crítica de los partidos catalanes mayoritarios, por eso los denuncia, los emplaza, despliega propuestas democráticas y sociales favorables a los trabajadores y el pueblo. Así se ha ganado la simpatía de un amplio sector social y el respeto de muchos activistas que la observan son simpatía. Desde nuestro punto de vista, la CUP se encuentra ante la gran oportunidad de transformarse en una fuerte alternativa, a condición de superar las contradicciones que la tensionan adoptando una política tajantemente independiente de los partidos burgueses, con un programa anticapitalista, una orientación que exceda el marco electoral para instalarse en las luchas y en el seno de la clase trabajadora.
Los documentos presentados por la dirección de la CUP permiten un debate abierto y plantean algunas cuestiones importantes con las que coincidimos, por ejemplo, la necesidad de preparar un nuevo embate contra el estado y la defensa de la autodeterminación. Sin embargo, no están cruzados por el eje de la ruptura unilateral, con las tareas necesarias para que la CUP sea hegemónico en un proceso de ese tipo. La “unidad estratégica” y la “ampliación de la base” no deben llevarse a la práctica con las organizaciones que defienden en forma directa los intereses de la burguesía catalana, ni con los que actúan como su correa de transmisión. Los motivos son de balance y de perspectiva.
Con relación al pasado reciente y al presente, ERC, PdeCat, JxCat, dilapidaron el impresionante poder de las movilizaciones, enfrascados en sus peleas electorales y de aparato causaron divisiones, provocaron desconcierto sobre el proyecto independentista y desmoralización de muchos luchadores por la libertad. Son responsables de la Ley Aragonés, de llevar adelante una gestión centrada en sostener las ganancias capitalistas sin privilegiar el empleo, ya que no pasaron de las “muestras de preocupación” ante los despidos en Nissan y otras empresas, no hacen nada contra la precariedad laboral, ni mejoraron las condiciones de vida de la mayoría. Con relación a la pandemia, han tenido un rol lamentable que no ha privilegiado la inversión en sanidad pública, ni el respeto a los médicos y enfermeros eliminando la precariedad en que se juegan la vida cada día. Por eso, ante la segunda oleada de Covid-19 están reemplazando la falta de recursos públicos, con nuevas limitaciones a los derechos democráticos, como la militarización de la sanidad que implica el toque de queda, y la continuidad de centrar las responsabilidades en la población, como acertadamente señala la CUP. No se puede depositar un gramo de confianza en las variantes patronales y mucho menos compartir responsabilidades de gobierno con ellos.
Con relación al futuro de la lucha contra la opresión del Estado español, en este momento, el camino para lograr la independencia está íntimamente ligado a la lucha anticapitalista, contra la explotación, la precariedad, los ajustes, la pobreza y las desigualdades sociales. Precisamente, todas las cuestiones que los burgueses causan sostienen y reproducen. En esto no hay diferencias nacionales, la burguesía catalana no será consecuente hasta el final en el reclamo independentista, ya que hará primar sus intereses de clase. La República Catalana será posible en un proceso encabezado por la clase trabajadora, con estudiantes, los colectivos feministas, inmigrantes y otros sectores populares, movilizados, haciendo huelgas y construyendo sus propios organismos de poder. El camino hacia la independencia no puede disociarse del camino hacia el socialismo, ni plantearse por etapas.
La unidad estratégica debe ser con la clase trabajadora y el pueblo movilizado, en la perspectiva de instalar una alternativa de poder real, forjada en las luchas, en cada establecimiento de trabajo, fábrica, hospital, CAP, universidad y escuela, en cada Ayuntamiento de los pueblos y ciudades catalanas. Impulsando la organización democrática e independiente en los CDR, en Asambleas Populares o bajo la forma que los propios movilizados decidan. Con la disposición necesaria para: la autodefensa popular ante los ataques represivos, la coordinación de las luchas, el impulso a la desobediencia civil, a la huelga general y la ruptura unilateral. Esto no implica negar la unidad de acción con las organizaciones con las que haya algún punto de acuerdo para impulsar la movilización, por la amnistía a los presos políticos y exiliados, el cese de las persecuciones, la represión y otras causas.
El Estado se niega a conceder un referéndum consensuado y no aparece ninguna brecha que indique un cambio. El régimen monárquico-parlamentario está debilitado y atraviesa una crisis sin precedentes: Juan Carlos I está fugado por corrupción, la justicia es severamente cuestionada por su dependencia del poder político y con instituciones de gobierno cuyas oficinas administrativas se encuentran en las “cloacas del Estado”. Pero, al mismo tiempo, sus defensores se reafirman en la unidad de España, utilizando el garrote (PP) y la zanahoria (PSOE-UP) alternativamente con un mismo objetivo: derrotar al pueblo catalán. No cederán por convencimiento democrático ni por un llamado del bloque imperialista europeo, ya que apoyan el orden establecido. Sí en algún momento, ante la fuerza de la movilización por la ruptura o por un giro brusco de la situación, se abre la posibilidad de un Referéndum acordado, podría ser una opción por evaluar. Mientras tanto, plantear el Referéndum como un eje de la política, conduce a un callejón sin salida.
Consideramos equivocado contraponer el programa democrático por la autodeterminación con el programa anticapitalista, de independencia de clase. Es necesario elaborar un programa transicional que responda tanto a las aspiraciones democráticas como sociales, algo que el capitalismo no puede garantizar y mucho menos con un régimen opresor forjado bajo la ideología franquista. Ante una crisis de la economía mundial que no tiene precedentes, agudizada por la crisis sanitaria provocada por la pandemia, los empresarios pretenden salvaguardar sus ganancias a costa de una mayor explotación, quieren que la crisis la paguen lxs trabajadorxs y el pueblo. El capitalismo no tiene arreglo ni se puede humanizar, como nos quieren hacer creer los reformistas, por eso no sirven las medias tintas, ni los parches, hacen falta propuestas de fondo. Un “gobierno socialista, feminista y ecologista” sólo podrá favorecer a las grandes mayorías populares si se derrota al capitalismo y se construye un modelo de socialismo con democracia.
No menospreciamos los aspectos internacionales, ya que las restricciones autoritarias impuestas con la excusa del Covid-19 pandemia, no detienen las rebeliones populares, como la del pueblo negro en Estados Unidos, como en el Líbano, en Indonesia, Bielorrusia o Chile, que marcan el camino a seguir. Creemos que la batalla por la República Catalana, no se definirá solamente en Catalunya, ni depositando expectativas en que el bloque imperialista de la UE acepte que el quiebre del statu quo que ellos mismos diseñaron y conservan. Lo esencial es lograr el apoyo de lxs trabajadorxs y los pueblos del Estado español y de Europa, para lo cual hay que solidarizarse activamente con las justas luchas que lleven adelante. Además, señalamos que no tenemos ninguna confianza en la internacional progresista, por quiénes la integran y por su política reformista, enchalecada en los marcos de los regímenes y el sistema capitalista.
Planteadas las cuestiones de fondo, que consideramos en debate, reafirmamos una propuesta para intervenir en común, tanto en las luchas como en las elecciones, la conformación de un frente de la izquierda radical. Hubiera sido de gran utilidad, por ejemplo, en la lucha contra el cierre de Nissan, para plantear una política independiente de las patronales, la burocracia sindical y los gobiernos, por la nacionalización bajo control obrero y, fundamentalmente, realizar una gran campaña de apoyo en toda Catalunya, algo que no se impulsó, más allá de la solidaridad expresada. La crisis de la economía capitalista, agravada por la pandemia, ha extendido el paro, ha profundizado la precariedad laboral, la pobreza y la desigualdad, por eso, hace falta un frente para dar vuelta todo, como así también para enfrentar la pandemia con un sistema único de salud, universal y gratuito. Una alianza dotada de un programa para apoyar las luchas, de ruptura con el régimen monárquico-parlamentario, con la UE y claramente anticapitalista, que enfrente al gobierno de la pretendida “coalición progresista” PSOE-UP y una lucha sin cuartel contra la derecha y la ultraderecha representada por el PP, Ciudadanos y Vox y que no se deje influenciar por los “cantos de sirena” de los partidos de la burguesía catalana. Que impulse el surgimiento de nuevos dirigentes sindicales, combativos y democráticos, ante las traiciones de la burocracia de UGT y CC.OO. Una formación de este tipo podría ser muy atractiva para lxs trabajadorxs, los colectivos feministas, de jóvenes e inmigrantes, para las personalidades de izquierda independiente y realmente progresistas que no integran partidos.
La CUP desarrolla debates abiertos, en muchas ocasiones convoca a acciones unitarias y realiza llamados a los sectores progresistas y de izquierda. Cuenta con la fuerza y el arraigo para poner de pie la construcción de un frente de izquierda radical, de independencia de clase. Sería un gran paso adelante si hiciera un llamado a concretarlo. Daría un mensaje claro y sin ambigüedades sobre la estrategia a fijar y también le daría una envión a la disputa de cara a las próximas elecciones autonómicas. Desde ya, sería más contundente si fueran parte Anticapitalistas e Izquierda Revolucionaria. Al igual que la participación de organizaciones como la CRT, LI, Corriente Roja y SOL. Hace falta un frente que no se quede a mitad de camino en sus propuestas de cambio, como les pasa a los reformistas. Esa variante es lo que está faltando para que no sean las opciones burguesas del régimen, ni la ultraderecha, las que se nutran de la desilusión y el descontento popular creciente.
Consideramos que el debate en la CUP no está acabado, se siguen debatiendo los acuerdos, las diferencias y los matices, por esos seguiremos participando. Al mismo tiempo, consideramos muy importante comenzar a sentar las bases para un reagrupamiento principista, político y de acción de los que nos consideramos socialistas revolucionarios e internacionalistas, respetando los distintos orígenes de los que provenimos y nuestras propias identidades. En definitiva, priorizando las coincidencias mientras debatimos pacientemente las diferencias por las cuales integramos distintas organizaciones.